10 de junio día de la afirmación de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas

Se conmemora la Designación del Primer Gobernador argentino en las Islas Malvinas, en 1829. En aquel año, el Gobierno de Buenos Aires designó Gobernador del Archipiélago a Luis Vernet, quien estaba trabajando en la colonización del Puerto Soledad.

10 de junio día de la afirmación de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y los espacios marítimos circundantes

Luis Vernet (empresario alemán emigrado a la Argentina) fue nombrado como Primer Comandante Político Militar de las Malvinas en Puerto Soledad. Esto asentó el mayor antecedente legal en relación con los reclamos argentinos sobre las islas en disputa.

En 1831 Luis Vernet apresa tres barcos norteamericanos que practicaban pesca clandestina. La reacción del gobierno norteamericano se manifiesta con violencia al enviar un buque de guerra que aprehende a Luis Vernet y destruye las fortificaciones. El gobernador Juan Manuel de Rosas hace las reclamaciones correspondientes, en tanto que, aprovechando el conflicto, las fuerzas inglesas, toman intempestivamente posesión de nuestro archipiélago el 3 de enero de 1833, expulsando a la población y autoridades argentinas allí establecidas, y reemplazándolas por otras de origen británico.

El pueblo argentino nunca consintió este acto de fuerza y ratifica hoy el mandato histórico, reflejado en la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional, de su permanente e irrenunciable determinación de recuperar por la vía pacífica de las negociaciones diplomáticas el ejercicio pleno de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.

El reclamo argentino ha sido tradicionalmente respaldado por los países de nuestra región y por relevantes organismos internacionales, incluyendo la Asamblea General de las Naciones Unidas y la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos. Diversas resoluciones de estos organismos ratifican que las Islas Malvinas son Argentina, al igual que el mar que las bordea.

Luis Vernet, primer Gobernador argentino en las Islas Malvinas

Luis Vernet, de ascendencia francesa, había nacido en Hamburgo el 6 de marzo de 1791. A los 14 años fue enviado por su padre a los Estados Unidos donde entró a prestar servicios comerciales a una casa alemana, donde se distinguió por su natural inteligencia y capacidad para el comercio. Después de viajar por Europa vino a Buenos Aires en 1817, donde empezó sus actividades comerciales, aunque con éxito variable, dedicándose entonces a comisionista, para lo que aprovechaba sus relaciones europeas. Vernet, llegado a las islas de la mano de su amigo Pacheco, realiza una acción colonizadora de primer orden al tiempo que establecía una tarea científica para el reconocimiento de las islas. Los estudios e informes de Vernet incluían noticias sobre los indígenas, posibles lugares de colonización y producciones, etc. Era el pionero que se interesaba en la exploración de la Patagonia, especialmente de la isla de los Estados.

El gobierno argentino, representado por el de Buenos Aires, que se encargaba de los asuntos patagónicos y de las islas, como lo habían hecho antes de la independencia, no podría ser ajeno a la acción colonizadora de Vernet, que al mismo tiempo que activaba zonas comerciales nunca utilizadas, confirmaba la soberanía argentina en esos territorios. En consecuencia resolvió perfeccionar los títulos de Vernet sobre las islas, nombrándolo Primer Comandante Político y Militar, reuniendo todas las atribuciones civiles y militares. El 10 de junio de 1829 se expide el siguiente documento oficial :

Manuscrito del Decreto que instituyó la
Comandancia Política-Militar en las Malvinas

“Cuando por la gloriosa revolución del 25 de mayo de 1810 se separaron estas provincias de la dominación de la Metrópoli, la España tenía una posesión material en las islas Malvinas, y de todas las demás que rodean al Cabo de Hornos, incluso la que se conoce bajo la denominación de Tierra del Fuego, hallándose justificada aquella posesión por el derecho del primer ocupante (…). Por esta razón, habiendo el Gobierno de la República en la sucesión de todos los derechos que tenía sobre estas Provincias la antigua Metrópoli (…), siendo necesario no demorar por más tiempo las medidas que se pueden poner a cubierto de los derechos de la República (…); el Gobierno ha acordado y decreta:

Articulo 1º.- Las islas Malvinas y las adyacencias al Cabo de Hornos en el Mar Atlántico, serán regidas por un Comandante Político y Militar, nombrado inmediatamente por el Gobierno de la República.

Articulo 2º.- La residencia del Comandante Político y Militar será en la isla de la Soledad, y en ella se establecerá una batería, bajo el pabellón de la República.

Articulo 3º.- El Comandante Político y Militar hará observar por la población de dichas islas las Leyes de la República, y cuidará en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios.

Articulo 4º.- Comuníquese y publíquese

Firmado: Martín Rodríguez (Gobernador interino de Buenos Aires). Salvador M. del Carril.Manuscrito_del_Decreto_que_instituye_Comandancia_Militar_en_las_Malvinas_01Manuscrito_del_Decreto_que_instituye_Comandancia_Militar_en_las_Malvinas_02

Creación del día de la afirmación de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y los espacios marítimos circundantes

Fue sancionado por el Congreso Nacional Argentino el 14 de noviembre de 1973 a través de la Ley N° 20561/73, disponiendo conmemoraciones, actos, clases especiales y conferencias en establecimientos educativos, Fuerzas Armadas y administración pública.​ El proyecto de creación del día fue hecho por la Diputada Nacional por el Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur Esther Fadul de Sobrino.ARTÍCULO 1° – Fíjase como “Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, Islas y Sector Antártico”, el 10 de junio, expresión de soberanía que se celebrará todos los años en todo el país.ARTÍCULO 2° – Ese día y a una misma hora se conmemorará el fasto en los establecimientos de enseñanza de todos los ciclos, del Estado y particulares, unidades y oficinas de las Fuerzas Armadas, sedes judiciales y dependencias de la administración pública, dentro y fuera del territorio, con actos alusivos, dictándose al efecto clases especiales y conferencias en las que se señalarán los antecedentes históricos, la legitimidad de los títulos argentinos y la forma en que ella se ejercita en el sector austral.ARTÍCULO 3° – Asimismo y como protesta simbólica contra las agresiones sufridas por la República en la región, se embanderarán e iluminarán obligatoriamente en esa fecha, todos los edificios donde funcionen dependencias oficiales.ARTÍCULO 4° – Comuníquese, al Poder Ejecutivo.

El 29 de mayo de 1974, el Congreso a través del Decreto N° 1635/74 establecía que las conmemoraciones se realizarían a las 11 horas.

El 23 de marzo de 1984 se publicó el Decreto nacional 901/84, trasladando al 10 de junio el feriado nacional establecido para el 2 de abril por la ley de facto 22.769.

Banderas históricas de Argentina

El Día de la Bandera se conmemora cada año en Argentina el 20 de junio. Esa fecha es feriado nacional y día festivo dedicado a la bandera argentina y a la conmemoración de su creador, Manuel Belgrano, fallecido en ese día de 1820. La fecha fue decretada por ley 12.361 del 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, por el entonces Presidente de la Nación Argentina, Roberto M. Ortiz.

A partir del año 2011, por decreto nacional, dicho feriado es inamovible. La bandera fue creada el 27 de febrero de 1812, durante la gesta por la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

La principal sede de las conmemoraciones del Día de la Bandera es el Monumento Histórico Nacional a la Bandera, en Rosario, provincia de Santa Fe, lugar en el que la bandera fue izada por primera vez en dos baterías de artillería, ubicadas en orillas opuestas del río Paraná. La celebración consiste de una reunión pública a la que asisten el presidente y miembros de las fuerzas armadas, veteranos de la guerra de las Malvinas, las fuerzas policiales, y una serie de organizaciones civiles.

Desde hace algunos años, se incluye el desfile de la bandera más larga del mundo, que es confeccionada en forma comunitaria por la población de Rosario.

En 1812, las tropas a las órdenes de Manuel Belgrano comenzaron a utilizar una escarapela bicolor azul-celeste y blanco (Colores adoptados por las cintas y escarapelas distintivas utilizadas por los “chisperos” o patriotas adherentes a la revolución del 25 de mayo de 1810). El mismo Belgrano expresó en un informe oficial que no usaba el rojo “para evitar confusiones”, ya que los ejércitos “realistas” (es decir, los españoles y sus adictos) usaban ese color. El 13 de febrero de 1812 Belgrano propuso al gobierno la adopción de una escarapela nacional para los soldados y 10 días después la adoptó luego de que el 18 de febrero de 1812 la Junta declarara abolida la escarapela roja y reconoció la blanca y celeste.

“Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional”.Manuel Belgrano.

Los colores de la escarapela, que luego fueron los de la bandera, tienen otro antecedente: eran los que identificaban a los miembros de la Sociedad Patriótica (grupo político y literario de civiles y militares identificados con laso. La primera escarapela, se supone, era blanca, celeste y blanca.

Cerca de Macha, en Bolivia, se encontraron dos banderas que se supone eran las que llevó Belgrano hasta el Alto Perú durante su campaña militar usar la bandera sin el sol en el centro. Luego de 1985 el Congreso promulgó una ley por el cual todas las banderas tienen que tener el sol de mayo, mediante esta ley cualquier particular o empresa privada puede acceder a una bandera con el sol, dejando de ser así solo de los organismos estatales.

Banderas históricas de la Argentina

Antes de la oficialización de la bandera nacional, y durante la independencia y las guerras civiles del siglo XIX, se usaron muchas banderas en las Provincias Unidas del Río de la Plata, Provincias Unidas en Sudamérica, Confederación Argentina, y demás territorios de la que la actual República Argentina es heredera.

Escarapelas rioplatenses
usadas entre 1807 y 1812.

Banderas de Belgrano

El 27 de febrero de 1812 Belgrano establece la batería de artillería llamada Independencia en una isla del río Paraná próxima a la entonces pequeña población conocida como Villa de El Rosario (la actual ciudad de Rosario). En esa misma fecha, hacia las 18:30, y en solemne ceremonia Belgrano dispone que sea por vez primera enarbolada la bandera de su creación.

El 20 de febrero de 1813 se produce la batalla de Salta, en la cual Belgrano logró un triunfo completo. Esta es la primera batalla que es presidida por la bandera argentina. Un ejemplo del posible diseño original de la bandera de Belgrano son las dos encontradas en la iglesia parroquial de la localidad actual boliviana de Macha. Tales banderas datan de fines del año 1812 y eran las usadas por las tropas patriotas directamente comandadas por Belgrano. Una de ellas (que ha quedado en poder de Bolivia) tiene la franja central de color azul-celeste y las otras dos blancas, es decir, con colores invertidos al actual, conservado actualmente en Bolivia. La otra es ya prácticamente el mismo diseño que se oficializó como bandera menor en 1816. Los colores de las banderas de Macha son en efecto blanco y azul-celeste, aunque desteñidos por la acción del tiempo y el clima.

En 1813 Manuel Belgrano donó al pueblo de Jujuy una Bandera con el escudo de la Asamblea del Año XIII. Esto ha provocado un equívoco, ya que se supuso que se trataba de la primera bandera nacional argentina. En la actualidad el diseño de dicha bandera llamada “Bandera Nacional de Nuestra Libertad Civil” es el de la bandera provincial de Jujuy. La bandera bicolor de franjas verticales, que se dice usada por Belgrano, no fue una bandera, sino un gallardete utilizado por el Ejército del Norte.

Por su parte en 1817 José de San Martín, inspirado por Belgrano, hizo confeccionar para el ejército de su campaña emancipadora la llamada Bandera de Los Andes, gallardete cuyo diseño es el que adoptó la provincia de Mendoza para su bandera.

Bandera usada por Belgrano en 1812.
Bandera usada por Belgrano en 1812.
Bandera usada por Belgrano en 1813, utilizada popularmente entre 1813 y 1816.
Bandera donada por Belgrano al cabildo de Jujuy.

Banderas oficiales

La bandera es adoptada oficialmente como símbolo de la República Argentina el 20 de julio de 1816. Hasta hacía poco más de un año, el gobierno de las Provincias Unidas había seguido usando como propia la bandera española, manteniéndola izada en el Fuerte de Buenos Aires hasta el 16 de abril de 1815. En el Congreso de la independencia argentina de San Miguel de Tucumán, proclamado el 9 de julio de 1816 (que integraron representantes de Tarija y otras zonas al norte de Argentina, actual Bolivia, y que no integraron las provincias de la Liga de los Pueblos Libres, Entre Ríos, Corrientes, Oriental, Misiones, Córdoba) se confirmó el uso de la bandera creada por Manuel Belgrano como la única bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta bandera es la que la República Argentina recibió en herencia.

Elevadas las Provincias Unidas en Sud América al rango de una Nación después de la declaratoria solemne de su independencia, será su peculiar distintivo la bandera celeste y blanca que se ha usado hasta el presente y se usará en lo sucesivo exclusivamente en los Ejércitos, buques y fortalezas, en clase de Bandera menor, ínterin, decretada al término de las presentes discusiones la forma de gobierno más conveniente al territorio, se fijen conforme a ella los jeroglíficos de la Bandera nacional mayor. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación.Francisco Narciso de Laprida, Presidente. Juan José Paso, Diputado Secretario, Decreto del Congreso de Tucumán, 20 de Julio de 1816

La bandera menor citada está dividida en tres fajas horizontales de igual tamaño, de color celeste la superior e inferior y color blanco la central.

Posteriormente el 25 de enero de 1818 se define a la bandera mayor durante el gobierno de Juan Martín de Pueyrredón, incluyéndole el sol incaico y cambiando los colores a azul de tipo heráldico, “azur”, como los de la actualBandera de Uruguay. Este cambio de colores se repetirá en leyes posteriores de fines del siglo XIX, hasta estabilizarse en azul celeste en el comienzo del siglo XX. En la sesión se dice: “Serán privativos de ella los colores blanco y azul, y en ella se pondrá un sol bordado de oro” y ” Las banderas de los buques de guerra del estado se pusieran en la forma siguiente: dos franjas atravesadas azules y una blanca en medio, llevando en esta por divisa un sol dorado, orlado de estrellas de oro y las fajas azules iguales estrellas de oro.” En el centro de la bandera se halla un sol figurado con rostro humano, de color oro amarillo con treinta y dos rayos: 16 flamígeros apuntando o “girando” en sentido horario, y 16 rectos colocados alternativamente, según diseño de la primera moneda argentina. Este diseño del sol se debe al orfebre Rivera (apodado “El Inca” ya que era descendiente de una ñusta), quien adoptó el símbolo del Inti o Sol inca como emblemático de la nación argentina. Manuel Belgrano aceptó este añadido, llamado también Sol de Mayo, ya que en la nubosa y lluviosa jornada (en la ciudad de Buenos Aires) del 25 de mayo de 1810, asomó el sol en el cenit.

Bandera usada por el gobierno de las Provincias Unidas como parte de la «Máscara de Fernando VII» entre 1810 y 1815.
Bandera menor usada popularmente entre 1813 y 1816 y oficializada por el Congreso de Tucumán, agregándosele luego el Sol de Mayo.
Bandera argentina de1818 a 1820.
Bandera conocida como la “propuesta de Pueyrredón”, decretada el 25 de febrero de 1818 para la marina de guerra, nunca fabricada, derogada 7 días después.
Bandera de la marina de Argentina, oficializada el14 de marzo de 1818. La de los buques mercantes era la misma, pero sin el Sol. En 1819 tuvo durante unos meses un tono azul en lugar del celeste, que luego fue restablecido. Se dejó de usar hacia 1820.

Banderas de la Unión de los Pueblos Libres

José Gervasio Artigas, el primer adalid del federalismo rioplatense adoptó la bandera de Belgrano, de modo que en el protocongreso de la independencia argentina realizado en 1815 en Arroyo de La China (actualmente un barrio de la ciudad entrerriana de Concepción del Uruguay), la Liga Federal (o Unión de Los Pueblos Libres) declaró como bandera argentina la creada por Belgrano, con el añadido de un festón rojo punzó en diagonal (color emblemático del federalismo argentino). Esa bandera es uno de los símbolos nacionales de Uruguay, la bandera de Artigas. Debido a diversos cambios en las banderas de cada provincia y a la comunicación por medio de cartas del diseño de esta bandera, hay varias versiones de ella, que terminaron siendo banderas provinciales. La primera versión, anterior a la bandera de Artigas, es la bandera de Corrientes, luego modificada. Andresito Artigas usó para Misiones un color que sería celeste, pero que ya desteñido se lo confundía con verde claro.

Banderas federales

La primera etapa de la Liga Federal concluye en 1819 al ser derrotado Artigas por los luso-brasileños en la Batalla de Tacuarembó y tras esta catástrofe y el vacío de poder entran rápidamente en conflicto las provincias integrantes de dicha Liga. Después del exilio de José Gervasio Artigas en Paraguay, Francisco Ramírez, el gobernador de Entre Ríos, creó la República de Entre Ríos e invadió la provincia de Corrientes. Tras ser ocupada laProvincia Oriental por los luso-brasileños y luego por los brasileños, dando origen a la Guerra del Brasil, el sistema de equilibrios cambia. Fuerzas de resistencia orientales en 1823 comienzan la reconquista de la Provincia Oriental, y en 1825 se declaran independientes del Brasil, y unidas a la República Argentina, adoptando la bandera de los 33 orientales como bandera de la provincia. Luego de la guerra se secesiona la provincia Oriental en 1828, adopta una bandera basada en la bandera de Estados Unidos y la bandera que venía utilizándose como bandera de las Provincias Unidas. Finalmente se declara Estado Oriental en 1830, adoptando una versión del Sol de Mayo con la mitad de sus rayos.

Bandera de la Provincia de Entre Ríos adoptada por Pascual Echagüe el 28 de diciembre de 1833.
Bandera de Corrientes 1822.
Bandera de Corrientes después de 1823
Bandera del las fuerzas de resistencia orientales 1825.

Banderas de Federales y Unitarios

La Provincia de Buenos Aires adopta un singular federalismo y hegemoniza a la Liga Federal, entre 1829-1852 en contraposición a la denominada Liga Unitaria. En esta segunda etapa estaba formada por las provincias de Argentina que formaban parte del Pacto Federal. Bajo el control político del gobernador porteño, Juan Manuel de Rosas, la Liga Federal terminó prevaleciendo por sobre su homóloga unitaria formando de hecho laConfederación Argentina. Durante esta época se usó la bandera nacional con un azul muy oscuro, para diferenciarse del color celeste usado por los Unitarios. De hecho, el partido unitario se exilió principalmente en Montevideo, utilizando allí la bandera marina mercante y de guerra con un color más celeste.

Banderas federales

Durante este mismo período se siguieron usando en algunas provincias de la Confederación argentina banderas provinciales.

Bandera de Santa Fe (1823)
Segunda bandera de Santa Fe (1825).

Arco de las Antillas Australes

wikipedia

Arco de las Antillas Australes o Arco de Scotia es el nombre que recibe un arco volcánico oceánico y cordillera submarina que resulta ser la continuación hundida de la cordillera de los Andes y que empalma con la cordillera antártica de los Antartandes.Arco de Scotia.

La cordillera dorsal del Scotia delimita por el norte y por el sur al mar del Scotia formando un pronunciado arco de al menos 4350 km de extensión (esta cifra prácticamente se duplica si se considera como un ramal a la cordillera submarina que corre paralela a las costas occidentales de la península Antártica). Geológicamente se trata de un sistema orográfico bastante joven con fuerte vulcanismo e importante sismicidad estando sus cumbres más eminentes por sobre el nivel del mar en el archipiélago llamado Antillas del Sur o Antartillas que incluye a las islas AuroraGeorgias del SurSandwich del SurOrcadas del Sur y Shetland del Sur; la mayor actividad volcánica y sísmica se registra en el extremo más oriental (donde emergen las Sandwich del Sur) ya que allí la dorsal entra en contacto y se hunde abruptamente en una zona de subducción: la abisal Fosa de las Sandwich del Sur con profundidades de 8325 metros bajo el nivel del mar; en gran medida es precisamente el choque de placas tectónicas (como la SudamericanaAntártica y la pequeña placa Scotia) la que produce el plegamiento de corteza terrestre que origina a esta dorsal. El sector submarino más occidental de esta cordillera (el banco Namuncurá) es amesetado por el norte la dorsal del Scotia limita sucesivamente con el mar Argentino y la cuenca Argentina, por el este con la ya indicada fosa de las Sandwich y por el sur con la cuenca Atlántico-Antártico.

Algunos especialistas han considerado que la dorsal del Scotia sería el límite natural entre los océanos Atlántico y Pacífico. Para otros, el tramo que corre de oeste a este podría ser la divisoria entre los océanos Atlántico y Antártico; a este último generalmente se lo suele circunscribir por el norte hasta latitudes más australes.

57°30′S 040°00′O / -57.500, -40.000

Islas Aurora, Argentinas

Wikipedia.org/wiki/Islas_Aurora

Las islas Aurora, también llamadas islas de la Aurora o islas Auroras (Shag Rocks and Black Rock en inglés), son un conjunto de rocas oceánicas ubicado en el Atlántico Sur, en la región más septentrional del Arco de las Antillas Australes. Se las ubica a unos 1200 km al este de la isla de los Estados en Tierra del Fuego y a unos 232 km al O.N.O. de la isla San Pedro (o Georgia del Sur) de las Georgias del Sur, archipiélago al cual se las suele agrupar.

Las Aurora están constituidas por dos grupos: el de las rocas Cormorán o conjunto occidental, y el de la roca Negra o conjunto oriental.
Ambos conjuntos están constituidos por rocas sedimentarias, tratándose de cumbres emergidas de la llamada «Dorsal del Scotia», continuación submarina de la cordillera de los Andes.

Geografía

Las Cormorán en octubre de 2014.

Debido a su actualmente muy reducida área emergida es infrecuente que aparezcan en las cartografías comunes. En efecto, sometidas a una intensa erosión, el área emergida actual de estas islas es de tan solo 0,2 km² (20 ha).

Las Cormorán (llamadas en inglés Shag Rocks) se encuentran hacia los 53°33′00″S 42°02′22″O / -53.55000, -42.03944. La roca Negra (Black Rock en inglés) se encuentran unos 18 km al este de las anteriores, hacia los 53°39′07″S 41°48′01″O / -53.65194, -41.80028.

Las rocas Cormorán son seis islotes principales (agrupados en dos conjuntos de tres) con forma de picachos rodeados de bancos y arrecifes. Se encuentran cubiertas de guano, por lo que cuando no están cubiertas por hielo y nieve tienen un color pardo. En las Cormorán se encuentra la mayor elevación de las islas Aurora: 72 msnm. Las profundidades del océano en sus proximidades son de 319 metros.

El conjunto de la roca Negra prácticamente consta de una isla principal pequeña y llana llamada la roca Negra y, a 1 km al este, un islote menor que se encuentra casi a flor de agua durante la pleamar.

Clima

Debido a su ubicación el clima es oceánico subpolar, frío, ventoso, perhúmedo con frecuentes borrascas, mientras que las temperaturas promedio anuales rondan los -1,26 °C y rara vez superan los 15 °C. Estas pequeñas aunque estratégicas islas y sus islotes se ubican en la zona de los vientos llamados Cuarenta bramadores o vientos rugientes de la latitud 40°S.

Historia

Las rocas en un atardecer de enero de 2009.

Estas islas fueron descubiertas en 1762 por el navío español Aurora que regresaba a España desde el Callao al mando del capitán José de la Llana (o Joseph de la Llana). En 1769 se produjo el segundo avistamiento por parte del navío San Miguel. En 1774 las volvió a visitar el navío Aurora, en 1779 fueron vistas desde el velero Pearl y en 1790 desde el Dolores y desde el Princesa de la Real Compañía de Filipinas.

A principios de 1794 la corbeta Atrevida comandada por el capitán de navío José de Bustamante y Guerra, integrante de la expedición político-científica que comandaba este junto al capitán de navío ítalo-español Alejandro Malaspina, se separó de su nave gemela en las islas Malvinas y se dirigió a verificar los descubrimientos de estas Antillas del Sur así como los de las islas San Pedro (actualmente más conocidas como Georgias del Sur). La Atrevida avistó a la principal de las Cormorán el 20 de febrero de dicho año, avistando seguidamente a todas las otras islas incluidas las rocas Negras y registrando con gran precisión sus coordenadas.

En 1820 y 1822 las buscó James Weddell y en 1822 los capitanes Johnson y Morrell, pero no pudieron hallarlas, adquiriendo el rótulo de islas fantasmas, seguramente porque no advirtieron que la posición fijada por Malaspina era desde el meridiano de Cádiz y no desde Greenwich. Para la historiografía británica fueron redescubiertas por James Sheffield, quien les dio el nombre de Shag, aunque aparecen en las cartas en español con el nombre de islas Aurora, tal como se documenta en el Atlas Geográfico Argentino compuesto antes de 1886 y editado en 1888, atlas que es principalmente autoría de Mariano Felipe Paz Soldán, obra realizada por este geógrafo en Argentina cuando trabajaba para el Gobierno argentino y recabando datos aportados en gran medida por fuentes argentinas.

Las islas son muy difíciles de avistar por su escasa altura y extensión y el frecuente estado tormentoso del clima, por lo que solían aparecer y desaparecer en las cartografías. Hacia 1900 se llegó a creer que las Aurora eran otros archipiélagos de las Antillas del Sur.

De difícil acceso por las condiciones ya indicadas del clima y del mar en la región, el primer ser humano que las pisó fue el geólogo argentino Mario Giovinetto. Durante la Campaña Antártica Argentina de 1955 y 1956, desde el ARA Bahía Aguirre, arribó en un helicóptero para efectuar estudios y tomar numerosas muestras de rocas.

Abunda en ellas la avifauna: cormoranespetrelespingüinos.

Disputa de soberanía

Mapa oficial de la plataforma continental argentina aprobada por las Naciones Unidas, como consecuencia de la Convención sobre el Derecho del Mar de 1995, el punto negro corresponde a las pequeñas si bien muy estratégicas islas Aurora.

El grupo insular es reivindicado por la República Argentina, que lo considera parte del departamento Islas del Atlántico Sur dentro de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur; pero efectivamente se hallan bajo control británico, que las considera parte del Territorio Británico de Ultramar de las islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Ambos países difieren en cuanto a si las islas Aurora pueden generar una zona económica exclusiva en el mar circundante de acuerdo al artículo N.º 121(3) de la CONVEMAR: el Reino Unido considera que estas rocas no pueden sostener habitabilidad humana ni actividad económica de suyo propio negando la existencia de una zona económica exclusiva, mientras que Argentina considera lo contrario y ha realizado una reclamación de soberanía de 200 millas marinas en torno a las islas Aurora. Esta zona reclamada por Argentina es considerada alta mar por el Reino Unido cuando se extiende más allá de las 200 millas marinas contadas desde las islas Georgias del Sur, aunque la plataforma submarina del área ha sido reclamada por ambos países.

Literatura

Lo elusivo de estas islas las ha hecho sugestivas para algunos literatos, por ejemplo Edgar Allan Poe las menciona en La narración de Arthur Gordon Pym, en esta novela Pym y sus compañeros intentan descubrirlas antes de encontrarse con la extraña isla Tsalal, luego de la obra de Poe, Jules Verne también las menciona fugazmente en La esfinge de los hielos; en el 2001 la escritora Barbara Hodgson escribió Hippolyte’s Island (La isla de Hippolyte) novela en la cual las islas Aurora, muy idealizadas, son redescubiertas por el protagonista. En cuanto a Raymond Ramsay este las cita en su trabajo No longer on the map (Ya no [están] en el mapa) — Ballantine Books 1972, ppgg. 78 a 80

La otra guerra de las Malvinas

elpais.com/elpais/2020/10/08/eps/1602144739_814322.html

La guerra de las Malvinas, el breve conflicto entre Argentina y el Reino Unido que tuvo lugar en 1982, se cobró la vida de 649 soldados argentinos.

Muchos fueron enterrados en un cementerio de las islas y permanecieron allí sin identificar durante décadas. En 2016, los dos países firmaron un acuerdo para la identificación de los cuerpos, pero lo que parecía una tarea noble desató un conflicto inesperado que involucró a Gobiernos, organizaciones de derechos humanos y familiares de los caídos.

En 1982 la Argentina estaba gobernada por una dictadura bajo el mando del teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri. El 30 de marzo el movimiento obrero convocó una marcha hacia la plaza de Mayo, en Buenos Aires. Desde 1976 el régimen militar había secuestrado y asesinado a miles de ciudadanos, suprimido el derecho a huelga y prohibido la actividad gremial. Aun así, cincuenta mil personas convergieron en la manifestación que se realizó bajo el lema Paz, Pan y Trabajo, entre gritos de “¡Galtieri, hijo de puta!”, y terminó con enfrentamientos salvajes y más de tres mil detenidos.

Apenas dos días después, el 2 de abril, en la misma plaza, cien mil ciudadanos eufóricos alzaban banderas patrias y enarbolaban carteles con la leyenda “Viva nuestra Marina”, mientras un grito fervoroso avanzaba como la proa de un barco bestial: “¡Galtieri, Galtieri!”. La televisión mostraba al teniente general abriéndose paso entre una multitud rugiente que se disputaba espacio para abrazarlo. La voz de una locutora relataba con vehemencia: “¡Ha salido el excelentísimo señor presidente de la Nación a saludar a su pueblo! Todos lo han vitoreado. El señor presidente se acercó a esta multitud que lo aclamaba tanto a él como a las Fuerzas Armadas por la actitud histórica tomada en las últimas horas. ¡Gracias, gloriosa Armada Nacional!”. La locutora, el pueblo, el teniente general celebraban que, horas antes, tropas nacionales habían desembarcado en las islas Malvinas, un archipiélago del Atlántico sur que llevaba 149 años bajo dominio inglés con el nombre de Falklands Islands, y cuya soberanía se reclamaba desde siempre.

Siguió una guerra corta, de setenta y cuatro días. Pocas cosas se detuvieron en el país por ese conflicto. La selección de fútbol viajó al Mundial de España y debutó el 13 de junio con un partido en el que perdió contra Bélgica. Al día siguiente, la guerra terminó. El teniente general Galtieri anunció la rendición de esta manera: “Nuestros soldados lucharon con esfuerzo supremo por la dignidad de la nación. Los que cayeron están vivos para siempre en el corazón y la historia grande de los argentinos (…) Tenemos nuestros héroes. Hombres de carne y hueso del presente. Nombres que serán esculpidos por nosotros y las generaciones venideras”. Seiscientos cuarenta y nueve soldados y oficiales argentinos murieron en combate. El nombre de más de cien de ellos demoró treinta y cinco años en ser esculpido. No en la historia grande sino en una lápida.

Con esta camisa iba a bailar.

Estas son las cartas que nos mandó desde las islas.

Esta es la cadenita que le regaló la novia, el anillo de casado, el reloj, el carnet de la Armada, las fotos de la dentadura y del ataúd y de la fosa que están en el informe que nos entregaron los forenses.

Al terminar la guerra, miles de soldados regresaron a sus casas pero, salvo excepciones, el Estado no notificó oficialmente la muerte de los que no volvieron. Día tras día, semana tras semana, cientos de familiares recorrieron los cuarteles buscando al muerto vivo, al despedido al pie de un autobús semanas antes. Apostados al otro lado de los muros gritaban: “¿¡Alguien sabe dónde está Andrés Folch?!”; “¡Araujo, soldado Araujo!”.

Entretanto, el ejército inglés, que había sufrido 255 bajas, envió a las islas a un oficial de 32 años llamado Geoffrey Cardozo con el fin de ayudar a su tropa en la posguerra. Cardozo encontró un panorama inesperado: los cuerpos de los argentinos seguían esparcidos en el campo. Lo comunicó a sus superiores y, en noviembre de 1982, el gobierno británico presentó una nota a la junta militar argentina preguntando qué hacer. Según sostiene el historiador Federico Lorenz en el texto El cementerio de guerra argentino en Malvinas: “El gobierno militar respondió (…) autorizando el entie­rro de sus soldados caídos, pero “reservándose el derecho de decidir, cuan­do sea adecuado, acerca del traslado de los restos (…) desde esa parte de su territorio al continente”. Las idas y vueltas se debieron a que las consultas oficiales británicas incluían la palabra “repatriación”, algo inadmisible para la Argentina en tanto considera a las islas parte de su territorio”. Así fue como el destino de cientos de cadáveres quedó reducido a un asunto semántico.

Geoffrey Cardozo recibió la orden de armar un cementerio. Encontró un lugar en el istmo de Darwin. Recogió cadáveres insepultos, exhumó los sepultados, revisó uniformes buscando documentos, carnets, placas identificatorias: los rastros de la identidad esquiva. Logró reunir docientos treinta cuerpos pero ciento veintidós de ellos -restos mudos, sin placas ni documentos- quedaron sin identificar. Los trasladó, a todos, al cementerio. Los envolvió en tres bolsas y, en la última, escribió con tinta indeleble el nombre del sitio donde habían sido encontrados. En las cruces de quienes no tenían nombre hizo grabar una leyenda: Soldado argentino sólo conocido por Dios. Elaboró un informe minucioso y lo remitió a su gobierno que, a su vez, lo remitió a la Cruz Roja que, a su vez, lo remitió al gobierno argentino. El cementerio se inauguró el 19 de febrero de 1983. Luego, Cardozo volvió a Inglaterra. No regresó a las islas pero jamás dejó de pensar en ellas.

Excombatiente y superviviente de la guerra de las Malvinas, en la que  murieron 649 soldados argentinos: César Trejo.
Excombatiente y superviviente de la guerra de las Malvinas, en la que murieron 649 soldados argentinos: César Trejo.MARIANA ELIANO

Yo supe cómo había muerto mi hermano veinticinco años después de la guerra.

Yo pensé que ese cementerio estaba vacío.

A mí me habían dicho que estaban en una fosa común.

¿Cómo nadie nos dijo nada del trabajo que había hecho Cardozo?

En 1982, un militar llamado Héctor Cisneros -cuyo hermano, Mario El Perro Cisneros, también militar, había muerto en la guerra y cuyos restos no habían sido identificados- fundó la Comisión de Familiares de Caídos en las Islas Malvinas que sentó una línea de pensamiento clara: todos –soldados y oficiales- eran héroes; todos eran el último bastión argentino en las islas y debían permanecer allí.

En 1983 terminó la dictadura, se restableció la democracia y la guerra quedó en la memoria como el intento agónico del régimen militar por unir al pueblo en torno a una causa épica. Ni los sucesivos gobiernos democráticos ni las fuerzas armadas entraron en contacto con -o confeccionaron un registro de- familiares de los soldados muertos; jamás notificaron esas muertes de manera oficial ni proporcionaron datos acerca de cómo se habían producido.

Inglaterra-Argentina, amor y odio más allá de Maradona

Elpais.com/deportes/2020-11-29/inglaterra-argentina-amor-y-odio-mas-alla-de-maradona.html

La crispación entre los dos países se ha reflejado en la política, economía, guerra y fútbol

El técnico Alf Ramsey impide que el inglés George Cohen dé su camiseta a un jugador de Argentina, tras los cuartos del Mundial'66.
El técnico Alf Ramsey impide que el inglés George Cohen dé su camiseta a un jugador de Argentina, tras los cuartos del Mundial’66.GETTY

La de Inglaterra y Argentina es una relación de amor y odio que va más allá del fútbol, de Maradona y del famoso gol de la mano de Dios de 1986. Un amor y un odio que se ha reflejado en la política, la economía, la guerra y, por supuesto, el fútbol.

Todo empezó a finales del siglo XVIII, con la presencia militar británica en el Río de la Plata en apoyo de Portugal frente a España. Luego, el intento de conquistar Buenos Aires (1806 y 1807): fracasó, pero muchos soldados y, sobre todo, comerciantes de los 70 barcos mercantes que habían viajado al Río de la Plata, confiados en la victoria militar, decidieron quedarse. Eso marcó el origen de una presencia británica reducida pero elitista, que florecería con la llegada de la independencia en 1816 y que con el tiempo ayudaría a expandir los intereses en Argentina del Imperio Británico, cuya experiencia y capital serían decisivos para el desarrollo del ferrocarril, la minería, el comercio marítimo, la carne, la lana, las telecomunicaciones, las instalaciones portuarias, el alcantarillado…

Los británicos llevaron consigo sus deportes: críquet (nunca cuajó), fútbol, polo, rugby, hockey. Y en 1891 fundaron en Argentina la primera liga de fútbol asociación del mundo fuera de Gran Bretaña.

Eran las épocas del amor, aunque había habido sobresaltos como la toma británica de las Malvinas en 1833 (que pasó sin pena ni gloria porque no eran más que un matadero para abastecer de carne de cordero a los barcos en el Atlántico Sur), o el bloqueo de Buenos Aires en 1840. Pero era un amor interesado, que enriqueció a Inglaterra y ayudó a Argentina a convertirse a principios del siglo XX en la décima potencia económica mundial. Se rompió de cuajo con la Gran Depresión de 1929 porque Gran Bretaña decidió limitar sus importaciones solo a las colonias del Imperio, lo que significaba la ruina para Argentina porque las Islas Británicas eran, con creces, el principal destino de sus exportaciones.

Hubo un acuerdo, el Pacto Roca-Runciman de 1933, que los argentinos consideran una humillación. “Aunque esto moleste a nuestro orgullo nacional, si queremos defender la vida del país tenemos que colocarnos en situación de colonia inglesa en materia de carnes. Eso no se puede decir en la Cámara pero es verdad”, reconoció el diputado conservador Marcelo Sánchez Sorondo.

Luego llegó el peronismo y las nacionalizaciones, que mellaron los intereses británicos. Y después la dictadura militar y la invasión de las Malvinas, que daría paso en 1982 a una guerra sangrienta. De ahí el simbolismo de la victoria sobre Inglaterra, solo cuatro años después, de la mano de Diego Maradona, que llevó a Argentina a ganar el Mundial 86.

Antes y después de ese momento mítico ha habido roces futbolísticos entre los dos países. El primero, menor, es una muestra de la altivez de Inglaterra, que nunca ha reconocido la primera victoria de Argentina (3-1 en 1953) porque consideran que ellos jugaban con su segundo equipo y los argentinos con el primero (la FIFA sí la reconoce).

El segundo, mucho más serio, en el Mundial de 1966, cuando Inglaterra derrotó a Argentina (1-0) en cuartos después de que el árbitro expulsara a los 35 minutos al capitán argentino, Antonio Rattín, por protestar. Rattín estrujó una bandera británica, el árbitro alemán salió escoltado y Alf Ramsey prohibió a sus jugadores que intercambiaran camisetas con los argentinos… “porque no intercambiamos camisetas con animales”.

El tercero, banal, la expulsión de David Beckham en el Mundial 98 después de que Diego Simeone exagerara una agresión. Pero sigue habiendo amor (interesado), como atestiguan las decenas de argentinos que han pasado por el fútbol inglés desde los tiempos heroicos de Ardiles y Villa (que llegaron al Tottenham en 1978, poco antes de la guerra de las Malvinas): de Agüero a Mascherano pasando por Tévez, Crespo, Verón, Zabaleta, Di María, Lamela y tantos más.

Bienes de Interés Históricos Nacionales

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I Ae 27 Pulqui

En julio de 1946, en el Instituto Aerotécnico, se formó la División de Proyectos Especiales Nº1 para investigar y desarrollar aeronaves de alta velocidad.
El equipo fue dirigido por el ingeniero francés Emil Dewoitine, secundado por los ingenieros argentinos Enrique Cardeilhac, Norberto Morchio, Humberto Ricciardi, dieciséis dibujantes proyectistas y cuarenta obreros. El grupo diseñó un caza interceptor metálico de limpias y depuradas líneas aerodinámicas, propulsado por un turborreactor Rolls Royce Derwent V. Denominado I.Ae. 27 Pulqui (“flecha” en lengua mapuche).

El prototipo realizó su primer vuelo desde la Escuela Militar de Paracaidistas (Córdoba) el 9 de agosto de 1947, pilotado por el primer teniente Edmundo Osvaldo Weiss.
El avión experimental presentó, durante los vuelos de prueba, una serie de problemas como el gran consumo de combustible de la turbina inglesa, lo que limitaba su autonomía. Este y otros factores, más los rápidos avances mundiales en aerodinámica (como las alas en flecha y los perfiles laminares, entre otros), determinaron que el programa finalmente se cancelara. No obstante, la experiencia adquirida impulsó el progreso de la industria aeronáutica nacional que se convirtió en la octava del mundo en incursionar en este tipo de tecnología y abrió el camino a proyectos más ambiciosos como el IA-33 Pulqui II.

El I Ae. 27 Pulqui voló en la Fábrica Militar de Aviones hasta el límite de sus horas útiles; luego se exhibió en exposiciones aeronáuticas hasta marzo de 1962, cuando se transfirió al Museo Nacional de Aeronáutica. Entre 1996 y 1997, fue restaurado a nuevo en el Área de Material Río IV. En la actualidad, se encuentra preservado en el Museo Nacional de Aeronáutica.

IAe 33 Pulqui II

En 1947, contratado por el gobierno argentino, llegó al país el ingeniero y piloto alemán Kurt Waldemar Tank. Especialista de gran experiencia y notable trayectoria profesional como jefe del Departamento Técnico de la Focke-Wulf Flugzeugbau AG (Focke Wulf 44 Stieglitz, Fw 58 Weihe, Fw-200 Cóndor, Fw-190, proyecto Focke Wulf Ta-183 de reacción), encabezó el equipo germano argentino que diseñó un nuevo producto, el jet I.Ae. 33 Pulqui II.

Inspirado en el Fw Ta-183 alemán y en los aportes conceptuales de los ingenieros argentinos Norberto Morchio y Humberto Ricciardi, el novedoso caza interceptor tenía ala alta en flecha de 40° y diedro negativo, empenaje en T y un reactor de flujo centrífugo.

El primer prototipo voló el 16 de junio de 1950, desde la pista de la Escuela Militar de Paracaidistas (Córdoba), tripulado por el jefe de pilotos de pruebas de la Fábrica Militar de Aviones, capitán Edmundo Osvaldo Weiss. Tank presentó oficialmente el Pulqui II con una sorprendente demostración el 8 de febrero de 1951, en el Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires.

Se construyeron cinco prototipos y dos células para ensayos en tierra (estáticos), que fueron incorporando diversas modificaciones y mejoras aerodinámicas durante una década de evaluación y experimentación.

Los avatares políticos y económicos de los años cincuenta relegaron progresivamente el programa Pulqui II. Este factor junto con el acelerado progreso de la tecnología aeronáutica de postguerra provocaron su definitiva cancelación hacia 1960.

En 1963, la Dirección Nacional de Fabricación e Investigación Aeronáutica (DINFIA) donó el “prototipo 5”, matrícula IA-X-33, al Museo Nacional de Aeronáutica. En 1999 fue restaurado a nuevo en el Área Material Río IV y luego restituido al Museo Nacional de Aeronáutica de Morón.

Por Decreto N° 899/15, de fecha 20 de mayo de 2015, la presidente de la Nación Argentina declaró de interés histórico nacional a ambas aeronaves.

39° Aniversario del hundimiento del crucero ARA Grl. Belgrano en Malvinas

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ROSSI: «La ocupación inglesa es un hecho inadmisible desde el punto de vista del colonialismo»

Publicado el domingo 02 de mayo de 2021

El Ministro de Defensa, Agustín Rossi, encabezó esta mañana la ceremonia al cumplirse el 39° Aniversario por el hundimiento del Crucero Grl. Belgrano durante la Guerra de Malvinas. «La ocupación inglesa es un hecho inadmisible desde el punto de vista del colonialismo», aseveró Rossi al tiempo que afirmó «en estos 40 años lo único que hemos recibido de Gran Bretaña son ofensas, las acciones que llevan adelante en el campo diplomático y militar sin duda alguna son absolutamente preocupantes». Asimismo, detalló la instalación militar inglesa en Malvinas donde «esta misma semana hubo nuevos ejercicios militares que incluyeron lanzamiento de misiles».

Durante su discurso, llevado adelante en el Edificio Libertad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el titular de la cartera de Defensa instó al «reconocimiento y recuerdo de los 323 hombres de la Armada Argentina que no están» como así también el «acompañamiento y abrazo fraterno a sus familiares». En el mismo sentido, expresó «el año que viene se van a cumplir 40 años de la Guerra de Malvinas y nosotros queremos poner a ese hecho en un justo lugar ante el conjunto de la sociedad argentina».

Desde el Ministerio de Defensa se está trabajando en una vigilia con diferentes acciones para que «los Veteranos de Guerra que participaron en ese conflicto bélico se sientan honrados, además de rendir honores a todos los argentinos que fallecieron defendiendo el territorio soberano de nuestro país y sus familias», explicó Rossi.

«Hay que redimensionar la causa Malvinas. La persistencia y sentimiento que abarca a todos los argentinos es, sin duda, uno de los hechos que quizás más moleste por la tenacidad del reclamo», concluyó el ministro de Defensa argentino que finalmente describió el pedido de legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas como «la pirámide de nuestra política exterior como nación».

A su turno, el Jefe de la Armada Argentina, Julio Guardia, resaltó el «compromiso de la dotación con el buque, nivel de camaradería y profesionalismo que reinaba en las cubiertas» y aseveró «el compromiso de la dotación del ARA Grl Belgrano es un faro que nos permite contribuir a paliar la situación que atraviesa nuestra sociedad hoy ante la pandemia».

En el acto estuvieron presentes Veteranos de Malvinas como así también familiares. También, asistieron la jefa de Gabinete de Asesores del Ministerio de Defensa, Ana Clara Alberdi; el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general de División Juan Martín Paleo; y por los titulares del Ejército, general de División Agustín Humberto Cejas; y de la Fuerza Aérea Argentina Xavier Isaac, entre otras autoridades militares.

La Armada Argentina pionera

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Si hablamos de descubrimiento de la Antártida y sus aguas, debemos remontarnos a 1603, cuando el explorador español Gabriel de Castilla divisó unas islas, tal vez las Shetland del Sur. Más adelante varios descubrimientos oficiales tuvieron lugar en 1819, pero fue el foquero inglés William Smith quien alcanzó las islas Shetland del Sur.

La primera presencia argentina oficial en aguas antárticas data de septiembre de 1815, durante la guerra de independencia, cuando el entonces Coronel de Marina Guillermo Brown, a bordo de la fragata Hércules, acompañada del bergantín Trinidad, fue arrastrado por un temporal al sur de la convergencia antártica y observó indicios de tierra cercana: “Después de dar vuelta el Cabo de Hornos y de soportar los vientos reinantes en estos parajes, y después de haber llegado hasta los 65º de latitud, en cuyo paraje la mar se les presentó muy llana con horizonte claro y sereno, sin malos signos, lo que indicaba que no estaban muy lejos de la tierra…”

En 1820 dos expediciones, una rusa al mando de Fabian Gottlieb von Bellingshausen y otra estadounidense al mando de Nathaniel Palmer, realizaron los mayores descubrimientos antárticos de la época. En cambio, existen pruebas de que foqueros de diversas naciones, entre ellos rioplatenses, conocían y visitaban aquellas tierras en sus viajes de caza antes que los exploradores, pero no daban cuenta de ello para mantener el secreto y no atraer competencia. Los finales del siglo XIX, fue la época donde más predominó la llamada “era comercial” por la incursión de expediciones balleneras, aunque también se comenzaron realizar expediciones de carácter exploratorias. El estado argentino desarrolló sus primeros planes en 1829 con un decreto nacional que determinaba la creación de la Comandancia Político Militar de las Islas Malvinas, cuyo aspecto fundamental era la protección y conservación de la fauna en las islas adyacentes al Cabo de Hornos, es decir en las islas antárticas.

En 1879 creó el Instituto Geográfico Argentino que posteriormente expondría a la Antártida como una prioridad de la exploración argentina. En 1880, el entonces presidente Julio Argentino Roca dio apoyo a una expedición austral científico polar.

Ya en el siglo XX, el estado argentino realizó diversas acciones que dieron prioridad al estudio, la presencia y la importancia de la Antártida para nuestro país. Tal es así que el 10 de octubre de 1900 se decidió la participación en la expedición antártica internacional, donde se encomendó el establecimiento de un observatorio magnético y meteorológico en la Isla de los Estados. A mediados de noviembre de 1901 comenzó la instalación del faro.

También fue de suma importancia el apoyo brindado a la expedición sueca del Dr. Nordenskjöld, donde participó el Alférez de Fragata José María Sobral. Los miembros de tal expedición fueron los primeros en invernar en la Antártida instalándose por espacio de un año en 1902 y en el año 1903 fueron rescatados por la Corbeta Uruguay cuando el buque que debía replegarlos quedó atrapado entre los hielos, dejando varados a los expedicionarios.

A partir del año siguiente, el 22 de febrero de 1904, la Argentina comenzó a habitar el continente antártico. al comprar la pequeña estación meteorológica del escocés Bruce, en la islas Laurie de Orcadas del Sur.

Corbeta ARA “Uruguay”: Pionera en rescates antárticos

La Antártida, aún inexplorada, era el escenario ideal para el geógrafo sueco Nordenskjöld y su equipo. Carlos Larsen fue quien comandó el buque “Antarctic” hasta el continente blanco, pero antes, hizo escala en el puerto rioplatense. En Buenos Aires, el entonces presidente Julio Argentino Roca se reunió con la expedición y les ofreció carbón, agua y las herramientas necesarias para invernar por un año. A cambio, debían sumar al equipo al Alférez de Marina argentino José María Sobral.

Así, zarparon a comienzos de 1902 rumbo a la Antártida. Luego de que desembarcaran Nordenskjöld, Sobral y los cinco científicos del equipo en la Isla Cerro Nevado, el buque de Larsen se replegó hacia la zona de Malvinas y Tierra del Fuego para realizar actividades de caza, reparaciones y reabastecimiento. Al año siguiente, el “Antarctic” emprendió su viaje de regreso hacia el sur de la actual base Marambio. El mar cerrado por los hielos imposibilitó su llegada al punto pactado de encuentro. Por eso, tres de sus tripulantes desembarcaron –en lo que hoy se conoce como Bahía Esperanza– para poder llegar por tierra y avisar a la expedición de Nordenskjöld la situación del buque. Otro contratiempo marcaría su destino al encontrar la bahía sumergida, dificultando aún más el paso a pie. La fuerza de los hielos terminó su trabajo destruyendo y hundiendo al “Antarctic”, obligando a la tripulación de Larsen a naufragar y buscar refugio en la pequeña isla Paulet.

La fecha límite de rescate pactado había llegado y no había novedades. Eso suponía que los expedicionarios y la dotación del navío noruego estaban en peligro. El gobierno de Suecia emitió una alarma internacional el 30 de abril de 1903 y la Armada Argentina ofreció ayuda sin dudarlo, luego de haber comprometido su apoyo a la expedición y considerando la participación de uno de sus hombres en el equipo.
Nuestra Armada no contaba con un rompehielos y tampoco tenía experiencia en la Antártida. Sin embargo, en tiempo récord acondicionó la corbeta A.R.A. “Uruguay” para que zarpara desde Dársena Norte en mayo de 1903. El personal de la Marina cambió su planta propulsora; reemplazó sus motores por uno de un destructor; agregó capacidad para cargar materiales; reforzó el casco; cambió los mástiles y las velas; colocó protecciones de proa y popa para que el mar no golpeara sobre las cubiertas; duplicó los timones y preparó la calefacción que necesitaría la tripulación del Teniente de Navío Julián Irízar, designado para esta misión.


Nordenskjold – Irizar – Sobral

El 8 de noviembre, la “Uruguay” se adentró en la Antártida y avistó una carpa entre los hielos, en cercanías de la actual base Marambio. Irízar decidió desembarcar y se encontró con dos hombres de la expedición sueca y juntos se dirigieron por tierra a Cerro Nevado para encontrarse con Nordenskjöld y el resto de su equipo. Entretanto, la corbeta llegó navegando a cargo de su Segundo Comandante.

El Alférez Sobral relató tiempo después, con lágrimas en los ojos, la emoción que sintió al encontrarse con Irízar y al ver a la “Uruguay” arribando con el pabellón nacional en lo alto. Mientras tanto, la dotación del “Antarctic” seguía sin dar señales. Pero esa misma noche, Larsen arribó a Cerro Nevado en bote con cinco de sus hombres, desconociendo la presencia del navío argentino. Los expedicionarios, la tripulación de la corbeta y el pequeño grupo del “Antarctic” cargaron los materiales y las muestras científicas recogidas durante dos años, y pusieron proa hacia la Isla Paulet. Se reencontraron allí con el resto de la tripulación de Larsen.

El 2 de diciembre de 1903 finalmente arribaron a Dársena Norte a bordo de la corbeta, dos años después de la zarpada del buque polar hacia la Antártida. La Armada Argentina había logrado con éxito y orgullo su primer rescate en el continente blanco. Actualmente, se recuerda este hecho como el comienzo de una fuerza naval marcada por la salvaguarda de la vida humana en las aguas antárticas, que se ve reflejada cada año en el trabajo de los marinos que patrullan incansables nuestra soberanía.

Más de un siglo de presencia ininterrumpida

La presencia argentina en la Antártida tiene más de un siglo. El 22 de febrero de 1904 se izó por primera vez el pabellón argentino en la Antártida, en Orcadas, iniciándose así su ocupación permanente y siendo los únicos allí durante los siguientes 40 años.

Desde entonces y de manera permanente se realizaron actividades geográfica y geológica.
– Ocupación permanente de una estación científica desde hace más de un siglo: el observatorio meteorológico y magnético de las Islas Orcadas del Sur, inaugurado en 1904.

  • Instalación y mantenimiento (previo a la firma del Tratado Antártico) de otras bases permanentes y temporarias en la península antártica e islas adyacentes; también en la barrera de hielo de Filchner, aparte de numerosos refugios en distintos puntos del sector.
  • Trabajos de exploración, estudios científicos y cartográficos en forma continuada.
  • Instalación y mantenimiento de faros y ayudas a la navegación.
  • Tareas de rescate, auxilio o apoyo, como el salvamento del explorador sueco Otto Nordenskjöld y del buque alemán Magdalena Oldendorf.
  • Presencia Argentina en tierra, mar y aire en todo el sector, inclusive el mismo Polo Sur, alcanzado en tres oportunidades por aviones navales y de la Fuerza Aérea y por las expediciones terrestres del Ejército.

Malvinas: un tema en boca de todos y en manos de pocos

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02-04-2019 08:35

soldados de malvinas
Soldados durante la Guerra de Malvinas, en 1982. | CEDOC

Navegar por el conflicto de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido por las islas del Atlántico Sur, es un viaje difícil de realizar con el espíritu sereno y reflexivo, por la intensidad de lo acontecido, especialmente en 1982. “Malvinas” se caracteriza por ser un tema que está en boca de todos y en manos de pocos. Hoy en la Argentina existe una sensación generalizada de que en la Cuestión Malvinas todo está al revés –y los autos circulando por la izquierda en Puerto Argentino, Port Stanley para los británicos, parecieran confirmar esta creencia colectiva–.

Desde 1965, existen resoluciones de la OEA y de Naciones Unidas que reconocen la existencia de esta controversia de soberanía sobre los archipiélagos del Atlántico Sur, y que los dos Estados involucrados deben resolverla por medio de negociaciones hasta llegar a una solución justa, pacífica y duradera, teniendo en cuenta los intereses de la población de las Islas Malvinas. Este conflicto es una cuestión colonial especial en la que no aplica el principio de libre autodeterminación de los pueblos por tratarse de una población implantada por la potencia colonial ocupante, tras apoderarse por la fuerza de una porción del territorio argentino, el 3 de enero de 1833. En este caso, debe aplicarse el principio de integridad territorial.

En términos emocionales, la Guerra de Malvinas es un hecho del pasado que al pueblo argentino le duele siempre en tiempo presente, por tratarse del territorio, un elemento importante del Estado, y por la memoria de los 649 héroes que ofrendaron sus vidas en las islas, los que volvieron pero siguen padeciendo las consecuencias del enfrentamiento armado de 1982, y los que decidieron apagar sus vidas –años después de la rendición en Puerto Argentino–, por las secuelas que no pudieron soportar. Es innegable la cicatriz que significan el 2 de abril y el 14 de junio de 1982 – fechas de inicio y fin de la contienda bélica– para el pueblo argentino. Y no es menos cierto que Malvinas es una causa nacional y como tal, sigue siendo una fuente de legitimidad a la que suelen recurrir los políticos para incrementar su legitimidad doméstica.

«La Guerra de Malvinas es un hecho del pasado que al pueblo argentino le duele siempre en tiempo presente»

Desde una óptica de Defensa, es posible afirmar la ausencia de una evaluación racional del contexto y de las capacidades militares previo al choque armado por los archipiélagos del Atlántico Sur. Esta falencia severa embarcó a la Argentina en una guerra contra una potencia central y le costó la vida de muchos jóvenes convertidos en valientes hombres, en un par de horas.

Por la sangre y las lágrimas derramadas por la Guerra de Malvinas –y por la “guerra sucia” que aconteció en simultáneo, en el interior de la Argentina–, el autor de esta nota anhela que de producirse un fenómeno similar al de 1982, la razón reemplace a la pasión, para no tener que lamentar los efectos espantosos de una decisión desatinada que dejó marcas indelebles en el país sudamericano.

Al observar la política exterior de cada gobierno de la República Argentina sobre la Cuestión Malvinas desde 1983 hasta hoy, es importante comprender, en primer lugar, que la recuperación de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del sur y espacios adyacentes, no es un tema que le compete a un partido político, porque se trata de una cuestión de Estado y de un objetivo constitucional permanente e irrenunciable desde 1994 –votado por unanimidad-. Por estas y otras razones, es crucial que la política exterior sobre Malvinas sea consensuada con todos los partidos políticos y trascienda la fugacidad de los colores políticos de los gobiernos de turno.

Homenaje a los soldados caídos en Malvinas
Homenaje a los caídos en el cenotafio de Malvinas

En lo que atañe a los recursos de las islas, en un futuro no muy lejano, sabremos si el petróleo logrará pasar de riqueza potencial a riqueza real o si el avance de las energías alternativas le quitará protagonismo y relativizarán y relegarán su importancia geopolítica. En otros términos, si el petróleo adquiere mayor relevancia mundial y se convierte en recurso real en las islas, las utilidades que se podrían percibir como consecuencia de esta metamorfosis, sumado al valor geopolítico de las islas de cara al conflicto mundial por la escasez de agua potable, permite aventurar un recalentamiento del conflicto. António Guterres, Secretario General de la ONU, en alusión al tema, expresó en 2017: “El agua, la paz y la seguridad están inextricablemente unidas”. “Sin una gestión eficaz de nuestros recursos hídricos, corremos el riesgo de intensificar las disputas entre comunidades y sectores y aumentar las tensiones entre las naciones”.  Si el problema mundial del agua se agudiza, debe sumarse al análisis, la consideración de una posible presión social en ascenso que padecerán los gobiernos de los dos Estados que se disputan la soberanía de las islas del Atlántico Sur. Pero no es descabellado considerar que, si los avances científicos lograran hallar métodos económicos de potabilización del agua de los océanos, el valor geopolítico de las islas caería para la potencia usurpadora, y ya no sería tan importante para el Reino Unido poseer un punto de apoyo en el Atlántico Sur para estar cerca de la Antártida, los hielos continentales argentinos, el acuífero guaraní y la selva amazónica –importantes reservas de agua dulce del planeta–. Los avances científicos y tecnológicos jugarán, sin dudas, un rol crucial en el desenlace y en la intensidad de la controversia por la soberanía de las islas ubicadas en el sur de América, ya que tendrán el poder de alterar los intereses geoestratégicos a nivel global. Estas variables condicionarán el statu quo del conflicto.

En lo inmediato, los isleños buscarán conservar sus beneficios económicos o al menos minimizar la máxima pérdida posible de los mismos, cuando se culmine el proceso de salida del Reino Unido de la UE –Brexit–.

«Las probabilidades de otro choque armado son nulas»

Ante la pregunta si es factible que se produzca otro choque armado, la respuesta es que esto tiene prácticamente nulas probabilidades, ya que las tensiones anglo-argentinas suelen ser empleadas con fines electorales, esto es, para atraer votos y desviar la atención de los problemas sociales domésticos. Tanto en la Argentina como en el Reino Unido existe baja intención de conflicto. A esto se suma que la Argentina no posee la capacidad militar necesaria para mantener una guerra, menos contra una potencia que en el ranking global de gasto militar en función del PBI, está entre los siete primeros países, según un informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo. En concreto, la Argentina destinó a gastos en defensa en 2017, 0,9% de su PBI (5.700 millones de dólares), mientras que el Reino Unido destinó 1,8% de su PBI (47.200 millones de dólares). En el mismo período, China destinó 1,9% de su PBI (229 mil millones de dólares) y los Estados Unidos 3,1% de su PBI (610 mil millones de dólares), sólo para comparar con los dos Estados que más recursos destinan a defensa del mundo.

A nivel global, quedó claro que los medios que posee la comunidad internacional para evitar el derramamiento de sangre y dolor, está muy lejos de ser un dique de contención, es decir, son insuficientes. Erradicar el deseo del hombre de imponer su voluntad regida por intereses, a cualquier precio –aún, cuando esto signifique la muerte de otras personas–, debería ser un objetivo prioritario de todo partido y dirigente político. Pero la realidad nos demuestra, duele reconocerlo, que la imposición de intereses mediante el uso de la fuerza, pareciera seguir siendo la carta que, en último instante, definirá los diferendos. La Guerra de Malvinas es otro ejemplo empírico de las miserias del ser humano. La historia del choque armado de 1982 en el Cono Sur, tiene que ver con dos gobiernos que decidieron dirimir la controversia de años mediante el uso de la fuerza, buscando de este modo, elevar la legitimidad doméstica en caída que poseían. El valor de la vida humana se minimizó como en tantos otros conflictos bélicos mundiales. En las guerras, las personas se convierten en números y las batallas se ganan o se pierden en base a quien posee la mayor cantidad de bajas. Este el criterio que suele emplearse para discernir ganadores y perdedores en este penoso y repudiable proceso milenario de ajuste de diferencias.

Los detonantes y las causas que incitaron tanto al gobierno argentino como al británico a embarcarse en la guerra de 1982 respondieron esencialmente a cuestiones de política interna. La crisis social interna que padecían ambos Estados hizo que los respectivos gobiernos vieran en la soberanía de los archipiélagos, una oportunidad para exhibir la defensa rabiosa de una causa nacional. En la Argentina funcionó, en un principio, como una gesta patriótica, como un pretexto para mejorar la imagen de un gobierno de facto decadente. Posteriormente, la derrota militar empeoró drásticamente  la imagen gubernamental y dejó en caída libre a la Junta Militar.

«En el Reino Unido, significó la consolidación en el poder de Margaret Thatcher»

En el Reino Unido, el resultado de la guerra significó la consolidación en el poder de Margaret Thatcher. El choque armado fue un recurso de legitimidad al que apelaron un dictador y una “Dama de Hierro” para que la gente no evalúe sus respetivas gestiones gubernamentales en base a lo que acontecía en el interior de los respectivos Estados.

Lo sucedido en 1982 hace necesaria la reflexión colectiva respecto a ciertos comportamientos que ameritan replanteos. Por ejemplo, ¿qué reacción hubiese tenido el pueblo argentino si el resultado de la contienda bélica hubiese sido exactamente el opuesto? ¿Se hubiera mantenido el repudio generalizado al gobierno militar que decidió enviar a unos jóvenes sin preparación y sin recursos a una guerra? ¿O un resultado militar positivo hubiese hecho pasar por alto todos los errores? Pero la pregunta va más allá: el reconocimiento asignado a los excombatientes, ¿hubiese sido el mismo si el resultado de la guerra hubiere sido el opuesto?

En cuanto a la decisión de ir a la guerra –vale recordar que esto siempre es una decisión política y no militar–, el Informe Rattembach reveló con precisión quirúrgica, que la racionalidad fue suprimida y que la pasión y el triunfalismo fueron los motores tanto para los gobernantes de turno como para los gobernados. Esto se debe a la gran carga simbólica que se le logró infundir a la causa Malvinas mediante la manipulación de la información. La única opción por entonces era: “todo o nada” y nunca se examinó seriamente el contexto internacional, ni otras alternativas de negociación, ni las capacidades militares nacionales. Enferma de patriotismo, la Argentina se embarcó en un juego de suma cero y no supo ver otra opción que la lucha armada. El fervor popular era tan intenso que cuando se firmó la rendición, el 14 de junio de 1982, se produjeron fuertes manifestaciones populares que repudiaron la decisión.

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Tarantini, Monzón, Pasarela y Menotti apoyando la causa Malvinas

Con el arribo de la democracia en 1983 a la Argentina, el simbolismo de la guerra del Atlántico Sur siguió siendo un recurso utilizado –con mayor o menor énfasis–, por los gobiernos constitucionales posteriores a la Junta Militar. El “paraguas de soberanía”, “la política de seducción”, el restablecimiento de relaciones consulares y diplomáticas, el desenlace de los acuerdos de exploración y explotación hidrocarburífera en la zona de la controversia, la construcción del cementerio de Darwin para honrar a los soldados argentinos, el posterior reconocimiento de los cuerpos de los caídos en combate y el inicio del proceso de restitución al continente, son hechos políticos, que junto con la Ley de Obediencia de Vida, la Ley de Punto Final, los indultos,  la posterior anulación de las leyes del perdón, y la orden del entonces presidente de Néstor Kirchner de bajar los cuadros de los dictadores Jorge Videla y Reynaldo Bignone del Colegio Militar, adquirieron gran protagonismo en la memoria del pueblo argentino, respecto a la Cuestión Malvinas y a los grupos antagónicos que actuaron dentro del territorio nacional en los sombríos tiempos del Proceso de Reorganización Nacional. Los discursos oportunistas –disfrazados de nacionalistas– sobre Malvinas, también son moneda corriente en la Argentina. Hay un tendencia a electoralizar el tema.

Después de la derrota militar, y tal vez como consecuencia de ello, la sociedad argentina pareciera haber comprendido que los militares deben ocupar una función netamente técnica y subordinada al poder político. La idea de que gobernar es simplemente poner orden, demostró ser insuficiente para dirigir un país. Porque gobernar implica muchas otras cosas y requiere también otras capacidades. Imponer orden a balazos, torturas y desapariciones, nada tiene que ver con planificar y ejecutar una gestión de gobierno. Los problemas sociales, como la pobreza, el desempleo y la inflación, no se solucionan con garrotes, tanques y aviones militares. Se combaten con políticas públicas, inclusión y eficiencia social. En otros términos, si bien una de las funciones de la gestión gubernamental es el mantenimiento del orden público –y el Estado posee el monopolio de la fuerza–, no debemos caer en el error de suponer que es la única acción que le compete a un gobierno. Desde 1983 hasta 2017, es dable apreciar medidas tendientes a profundizar la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil. Pero en 2018, mediante un decreto presidencial, se produjo una polémica reformulación del rol de las Fuerzas Armadas en la Argentina. El texto ambiguo posibilita interpretaciones que ven puertas entreabiertas para que los militares se involucren en el plano interno. Esto reflotó miedos y fantasmas que parecían parte de un pasado lejano. La conversión de válidas demandas sociales en triviales eslóganes electorales, es sumamente peligroso en un mundo caracterizado por un resurgimiento rabioso de nacionalismo y xenofobia.

Efectuar un análisis riguroso y una evaluación crítica de lo ocurrido en el conflicto del Atlántico Sur, aporta importantes experiencias de naturaleza política, militar y diplomática, que deben ser consideradas como verdaderas enseñanzas para entender la imperiosa necesidad de perfeccionar la organización de la Nación, para el logro de sus objetivos políticos en situaciones de conflicto y para el mejor empleo del aparato militar en casos en que las circunstancias así lo demanden. Malvinas es una triste lección que debe ser aprendida por el pueblo argentino pese al inmenso dolor que causa el recuerdo de la contienda bélica, y debe materializarse en hechos concretos que reflejen evolución social, en honor a los heridos y muertos en batalla, y al sufrimiento que debieron padecer quienes defendieron la bandera argentina en las australes islas de del Atlántico.

Es preciso reconocer que la Argentina carece de ideología de Estado, esto es, no se caracteriza  por poseer constancia en el seguimiento de objetivos nacionales estratégicos y esta peculiaridad constituye un déficit importante.

«El desafío del pueblo argentino es hacer lo imposible para evitar caer nuevamente en una irracional y eufórica aventura castrense»

El desafío del pueblo argentino –incluye a sus gobernantes en primera fila– es hacer lo imposible para evitar caer nuevamente en una irracional y eufórica aventura castrense –que bajo la capucha de una causa justa– condenó a jóvenes seres humanos a las consecuencias nefastas de una guerra. Y pensando en el futuro, el pueblo  argentino debe tener bien presente que la recuperación del ejercicio pleno de la soberanía sobre los archipiélagos del Atlántico Sur es un mandato constitucional, y que el ansiado reencuentro entre las islas y su legítimo dueño, la República Argentina, debe alcanzarse haciendo uso de la ley, la diplomacia y la razón. Ojalá estas líneas aporten unas pequeñas dosis de luz a los que vienen, en honor de los que fueron…

*Analista internacional especializado en Defensa en la Universidad Nacional de Defensa de Washington; Director de Gestión de Gobierno en la UB; autor del libro Malvinas, un pretexto para legitimar a un gobierno totalitario.

Breve historia del Servicio Militar argentino, el obligatorio y el voluntario

06-07-2021 06:55

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Servicio Militar | AGENCIA SHUTTERSTOCK

A principios del Siglo XX, durante la segunda presidencia del general Julio Argentino Roca -arquitecto del país moderno junto con la generación de 1880- su ministro de Guerra, el entonces coronel Pablo Riccheri (posterior general), en 1901, concibió el Ejército Argentino moderno que, en extrema síntesis, consistió en lo siguiente: redefinición de la misión de las Fuerzas Armadas, constriñéndolas a la defensa de la Nación y excluyéndolas de toda participación o vinculación política; profesionalización del Ejército articulándolo en el tríptico Colegio Militar de la Nación, Escuela Superior de Guerra y reequipamiento con material y armamento moderno; desaparición de las milicias provinciales y vertebración de la Fuerza en cuadros permanentes y de reservas; unificación de grados, códigos, equipamiento y uniformes; creación de grandes acantonamientos en Campo de Mayo, Campo de los Andes en Mendoza y otros, con ello se buscaba sacar las unidades fuera de los conglomerados y un despliegue de paz en regiones militares acorde del ámbito de acción. Pero, sin duda, Riccheri es más conocido por la Ley 4031 del Servicio Militar Obligatorio (SMO) que lleva su nombre, y en su momento fue llamada la ley de la Igualdad.

A principios del siglo pasado la situación política, psicosocial, cultural, militar y migratoria de nuestro país era muy diferente a la de fines de ese siglo y por supuesto a la actual. La conscripción obligatoria cumplió un ciclo por demás importante en la vida de nuestro pueblo. Contribuyó a la alfabetización con las escuelas primarias que funcionaban en los cuarteles; inició a muchos jóvenes en hábitos de disciplina, orden e higiene; logró serios relevamientos médicos y rompió barreras sociales permitiendo el fraternal encuentro entre todas las clases sociales.

Además, unió bajo una misma y a veces desconocida  bandera e hizo cantar un himno común al hijo del inmigrante con el nativo de nuestro suelo. La ley del SMO, junto con la ley 1420 de 1884 y la Ley Láinez de 1905, fueron agentes homogeneizadores de nuestra sociedad.

En la segunda mitad del Siglo XXel SMO fue paulatinamente perdiendo la vigencia. Fueron determinante para ello los cuatro golpes de Estado cívico-militares y los enfrentamientos internos entre facciones de las Fuerzas Armadas, en que murieron inocentes jóvenes incorporados para “defender a la Patria”; la desaparición de más de cien soldados durante la última dictadura, posteriormente blanqueados por dudosas actas de deserción; la despreocupación, en algunos casos, por el bienestar de la tropa y el empleo de soldados en actividades ajenas al servicio; y las duras sanciones y penas contenidas en el Código y en la Reglamentación de Justicia Militar. Pero el golpe de gracia lo proporcionó la guerra de Malvinas, a la que se envió algunas unidades con personal recientemente incorporado sin la mínima capacidad para el combate y que ofrendaron su vida por un sentimiento. Además, a partir de 1985, solo era incorporada el 20% de la clase sorteada.

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El 29 de mayo de 1993 en oportunidad del Día del Ejército en Santa Rosa (La Pampa), ante el presidente de la Nación, Carlos S. Menem, y altas autoridades nacionales de los poderes Legislativos y Judicial, expresé: «El SMO cumplió un ciclo trascendente pero hoy resulta anticuado. En el marco del proceso de modernización y reforma (Memoria del  Ejército Argentino 1992/1999 – Una fuerza hacia el siglo XXI) para lograr una institución acorde con las necesidades de la defensa nacional, la experiencia de Malvinas, el nuevo contexto internacional y la evolución científica y tecnológica, hemos diseñado y solicitamos el Servicio Militar Voluntario (SMV)«.

No obtuvimos ninguna respuesta ni del Gobierno ni de nadie. Un año después, en 1994, un lamentable hecho delictivo ocurrido en el sur del país y rápidamente esclarecido, la muerte del soldado Omar Carrasco, actuó como un elemento catalizador y ante una justificada protesta social el presidente Menem decidió adoptar el SMV. Una aspiración del Ejército que los combatientes de Malvinas pedíamos y esperábamos se vio finalmente cumplida.

Desde el punto de vista social el SMV mantiene la igualdad y la equidad de género; facilita acceder a estudios secundarios y universitarios fuera del horario de actividades; otorga antigüedad y aportes en términos jubilatorios; proporciona una retribución mensual superior al salario mínimo; al finalizar el servicio se obtiene prioridad para la incorporación a la administración pública y otorga facilidad para créditos de vivienda.

Desde la óptica profesional el SMV logró un alto rendimiento operativo y una sensible mayor capacitación para desempeñarse en el sistema de defensa nacional; permitió constituir reservas capacitadas; facilitó un mayor rendimiento al poder permanecer hasta ocho años en la fuerza; logró un mayor entusiasmo profesional en los oficiales y suboficiales al tratar y ejercitarse con personal altamente instruido y capacitado para operar en los mayores niveles de comando. Es importante también señalar que evitó la incorporación de jóvenes sin vocación ni interés. La predisposición anímica y no compulsiva para la vida militar fue determinante para el objetivo impuesto.

Es muy lamentable que, algunos sectores, no valoren en su justa dimensión lo que significó el SMO para nuestra Argentina, pero también lo es que ignoren la transformación y el aporte a la esencia de la defensa nacional del SMV en sus primeros 25 años de vigencia. A pesar de la notoria desatención por décadas, las Fuerzas Armadas nunca dejaron de cumplir con sus misión principal, y subsidiarias como: participación en misiones de paz en el mundo; asistir a nuestra comunidad ante emergencias, desastres naturales y preservación del medio ambiente; y contribuir al sostenimiento de la actividad científica en la Antártida. La adopción del SMV fue un factor coadyuvante y determinante para cumplir exitosamente todo lo expresado.

*Ex Jefe del Ejército Argentino, veterano de la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica.

Gobierno ofrece ayuda a las Malvinas, donde no pueden diagnosticar a enfermos de Covid-19

Las autoridades isleñas reconocen que los médicos tratan a los pacientes con síntomas según «su juicio clínico» ya que enviar muestras a Londres demanda demasiado tiempo.

23-03-2020 22:58

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El secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Daniel Filmus, en nombre del gobierno argentino, se puso en contacto con el embajador del Reino Unido en Buenos Aires, Mark Kent. Filmus transmitió a través de un comunicado la disposición del gobierno nacional a «colaborar con los habitantes de las Islas Malvinas a raíz de la situación generada por la pandemia de coronavirus».

«Le he transmitido al embajador Kent el mensaje del canciller Felipe Solá de que, en momentos tan difíciles, la solidaridad debe ser el camino para superar la situación provocada por el coronavirus», expresó Filmus en un comunicado. 

En este sentido, el texto difundido por la cancillería, detalló que, en su comunicación con el embajador del Reino Unido, el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur mencionó la posibilidad de «colaborar con los habitantes a través del envío de alimentos frescos, insumos médicos o test para detectar el virus causante del covid-19».

También le ofreció «disponer los medios para realizar vuelos humanitarios que sean necesarios y lugares de atención en centros médicos del territorio continental argentino».

La pandemia de coronavirus hace que cada vez sean menos los territorios del planeta que no han visto cambiar su rutina por culpa del virus proveniente de la ciudad china de Wuhan. Uno de ellos es las Islas Malvinas, donde las autoridades lamentan no contar con los test necesarios para poder determinar si existen infectados.

Los problemas para testear a los enfermos fueron reconocidos por la propia directora de los Servicios Médicos de la Islas, Becky Edwards. En declaraciones divulgadas por el gobierno local, dijo que contar con las pruebas de diagnóstico «sería ideal» para poder diagnosticar a las personas de forma instantánea.

Sin embargo, actualmente solo es posible hacerlo enviarlo las muestras a Reino Unido, lo que demora en forma importante los resultados. «El tiempo que lleva tener los resultados de vuelta desde el Reino Unido, incrementado por las restricciones de vuelo, hace que sea más importante tomar las precauciones necesarias», especificó Edward.

La funcionaria confirmó que, al no poder hacer test a las personas, «los médicos hacen sus evaluaciones en función de los síntomas que se presentan y de su juicio clínico, basado en instructivos internacionales», según la agencia de noticias Mercopress.

Por el momento, las personas que muestran síntomas compatibles con el coronavirus -como alta temperatura, toz, dificultad para respirar y dolores musculares y articulares- deben autoaislarse durante 14 días, de acuerdo a una disposición del gobierno isleño. Si bien el Gobierno de las islas no dio una cifra de personas en cuarentena, reconoció que «hay una cantidad de personas que ya están autoaisladas bajo nuestras instrucciones». «Consideramos que algunos de esos casos deben padecer COVID-19», especuló Edwars.