BIM 5 Batallón de Infantería de Marina N 5 -Héroes de Malvinas

2014 – Bicentenario de la Campaña Naval Libertadora Browniana en el Río de la Plata
                       Conflicto del Atlántico Sur- Malvinas 1982 Acciones poco conocidas

Batallón de Infantería de Marina Nº 5 – Héroes de Malvinas:

El actual Contralmirante de IM VGM (RE) Dn. Carlos Robacio, por entonces Capitán de Fragata de Infantería de Marina y Comandante del glorioso Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5), tuvo bajo su mando a 800 marinos de este batallón de la Armada Argentina y a 200 soldados pertenecientes a 2 Compañías adscriptas correspondientes a los Regimiento de Infantería Nº 3 y 6 del Ejército Argentino durante los combates terrestres por Puerto Argentino.

El Capitán de Fragata de IM Carlos Robacio Comandante del Batallón de IM Nº 5

Durante la batalla por Puerto Argentino y en la última semana del conflicto, combatió al mando de estos 1000 valientes en la colina Tumbledown y en los montes Sapper Hill y Williams, contra una fuerza combinada británica superior en cantidad de hombres y más poderosa en armamento y tecnología, conformada por:

1-La Brigada de Royal Marines (RM) Escolta de la Reina, compuesta por Tres Batallones, los RM 40, 42 y 45.

2-La V Brigada del Ejercito Británico, compuesta por Tres Regimientos de Infantería, uno Galés, otro Escocés y otro de Ghurkas Nepaleses.

3-Dos Regimientos de infantería Aerotransportada (Paracaidistas), el PARA-2 (tres batallones) y el PARA-3 (tres batallones). 

; lo que conformaba una fuerza de aproximadamente 10.000 combatientes.

En la noche y madrugada del 13 al 14 de Junio, desoyendo la ya impartida orden de rendición emanada del General Menéndez, Gobernador y Comandante Militar Argentino de las Islas, siguió junto a todos sus valientes, combatiendo a los británicos y logrando mantenerlos aferrados por varias horas y haciéndolos retroceder en 14 kilómetros el avance de las fuerzas británicas, derribando además en la mañana del 14, dos helicópteros ingleses. 

Cuando el 14 de Junio a media mañana, finalmente el BIM5 inició el repliegue final desde las colinas hacia Puerto Argentino, habían agotado totalmente la munición de combate. Así entran a la ciudad, manteniendo en su poder la totalidad de sus armas, con todas sus tropas encolumnadas, marchando a paso redoblado y con el orgullo de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado. 

Así finalizaba el «NO PIC NIC», como lo llamó el Brigadier General ingles Julian Thompsom comandante terrestre de los invasores, a los sangrientos combates ente sus tropas y nuestros Infantes de Marina.


El Despliegue Inicial del BIM 5: (Relato del Clte. de IM VGM (RE) Carlos Robacio)

Cuando arribamos a Malvinas el 08 de Abril de 1982 con la avanzada del BIM 5, ya se encontraban en la Isla, conformadas bajo el mando del Gobernador, el General de Brigada del Ejercito Argentino Dn. Mario B. Menéndez, tres agrupaciones: la del Ejército Argentino, la de la Fuerza Aérea y la de la Armada, y cada Fuerza debía solucionar el Sostén Logístico de sus efectivos. 

De inmediato pasamos a depender del apoyo logístico que nos proveería la Armada y en lo que hace al empleo operativo de la Unidad, su dependencia era del Comandante de las Fuerzas Terrestres. 

http://www.irizar.org/malvinas-acciones-11.html



El BIM 5 inicialmente estaba conformado por las siguientes fracciones: Comando de Batallón, Compañía de Apoyo Logístico, tres Compañías de Tiradores, una Sección de Morteros de 106,6 mm, otra de 81 mm y una Batería de Artillería con cañones Otto Melara de 105 mm.; aunque en realidad sus efectivos totales, armamento y equipos pesados irían arribando y se completarían el 11 de abril, salvo algunos infantes polizones «fugados de Río Grande”, que se fueron agregando voluntariamente.

Posteriormente por cambios en el dispositivo en el terreno y para lograr un mejor aprovechamiento del mismo, se agregaría la Compañía C, del Regimiento de Infantería 3 (RI-3) del Ejercito Argentino (EA) bajo el mando del Capitán Varela, de la cual conservamos un inmejorable recuerdo junto con la Compañía B del Regimiento de Infantería 6 (RI-6 / EA) del Mayor Jaimet, que se agregaría en las instancias finales de la batalla. Ambas subunidades combatieron en conjunto con nuestro Batallón.

En los momentos iniciales del despliegue en Malvinas, como unidades palpables y concretas estaban el Regimiento de Infantería 25 (RI-25 / EA), el Regimiento de Infantería 8 (RI-8 / EA) y el BIM 5.

También tomamos entonces conocimiento que las fuerzas terrestres enemigas serían de una magnitud de alrededor de tres Brigadas de Infantería (aproximadamente 9000 hombres) y que las mismas tenían la capacidad necesaria para ejecutar un desembarco anfibio, combinado con un asalto vertical usando helicópteros y además, que ya se encontraban operando en las islas elementos de reconocimiento británicos.

Al enterarnos que el RI-8 sería desplazado a Puerto Fox, en el otro extremo de la isla, sentimos una gran inquietud por la debilitación de nuestro esquema de combate y hubo que introducir cambios en las responsabilidades. EL RI-25, se hizo cargo de la defensa hacia el Este de Puerto Argentino y el BIM 5 hacia el Oeste, tanto es así que el Monte Longdon fue ocupado inicialmente por la Compañía “Oscar” de nuestro Batallón.

Posteriormente llegarían refuerzos para la defensa de Puerto Argentino, todos esos refuerzos se irían integrando bajo la dependencia del nuevo Comandante de la Fuerzas Terrestres, el General de Brigada Argentino Dn. Oscar Jofré, con Unidades de la X Brigada de Infantería, mientras que los de la Brigada III se estacionarían a la vera del estrecho de San Carlos.

En la defensa de Puerto Argentino, bajo el aspecto estrictamente terrestre, se desplegarían las siguientes Unidades: En el istmo del Aeropuerto, el RI-25, luego el 
RI-6 al Sudeste de la localidad. Al Sur de Puerto Argentino, el Grupo de Artillería 3 (GA-3) y el RI-3, hasta el camino al sudeste de Sapper Hill.

Nuestro BIM5 en el centro del dispositivo, en Sapper Hill, Monte William y Monte Tumbledown. Hacia el oeste, en Montes Harriet y Two Sisters el RI-4. Como nexo entre esta Unidad y el RI-7, la Compañía B del RI-6, el mencionado RI-7 en Monte Longdon y las alturas de Wireless Ridge. Es bueno recordar que las zonas asignadas a todas esas Unidades excedían dos y tres veces el área que normalmente se le debía asignar a Unidades del tipo de las descriptas. 

Las acciones de combate

Es bien sabido que a partir del 1 ° de Mayo se inician las acciones de combate, con el bombardeo a la Zona del Aeropuerto y casi inmediatamente se inicia el asedio de fuego naval desde los buques ingleses que navegaban en proximidades de la costa, al que se le irían agregando, con posterioridad y luego del desembarco, los fuegos de la artillería terrestre enemiga. 

Resumiendo, la Guarnición que defendía la localidad de Puerto Argentino antes de llegar a la batalla final, soportaría un asedio de casi 44 días y, lamentablemente, sin la posibilidad de devolver tantas atenciones, salvo esporádicamente.

Haré ahora en el relato un salto muy grande sobre las diferentes situaciones que se fueron atravesando en San Carlos, Goose Green, las luchas de los Comandos por el terreno intermedio operando en el centro de las islas y por último las correspondientes a los Montes Harriet, Two Sisters y Longdon, pues imagino que las mismas están reflejadas o se mostrarán por los actores directamente involucrados.

La Batalla por Puerto Argentino comienza con el ataque por parte de la Brigada de los Royal Marines al RI-4 que ocupaba los Montes Harriet y Two Sisters y por parte del Regimiento de Paracaidistas N°3 a la Compañía B del RI-7 que se encontraba reforzada con una Sección de Ametralladoras 12,7 mm perteneciente a una Compañía de IM de Ametralladoras que se había organizado especialmente para el conflicto y que fuera destinada originalmente como refuerzo de mi Batallón, al arribar a Malvinas la Subunidad fue agregada por secciones a varias Unidades, otra se agregaría al RI-25.

El ceder estas secciones, así como el apoyo indiscriminado de la Artillería del Ejército en Malvinas hacia el BIM5, la integración de Elementos de Comandos de las tres Fuerzas, el apoyo de Ingenieros, etc., fueron definitivamente el inicio de la acción conjunta entre la Armada y el Ejercito que antes básicamente no practicábamos.

A partir del día 12 de Junio, aproximadamente a las 1000 horas de la mañana, el dispositivo defensivo mantenía aún en primera línea al BIM 5 reforzado, y al RI-7. Este Regimiento, que había perdido su Compañía B, persistía en aferrarse a las alturas Wireless Ridge, con su puesto de Comando y la Compañía C en posición.

En las alturas del oeste, ahora en manos inglesas, la Brigada de Royal Marines (RM), compuesta por los Batallones RM 40, 42 y 45 se había apoderado de los montes Harriet y Two Sisters y se aprestaba a ser sobrepasada por la V Brigada del Ejercito Británico, a tres Regimientos: uno Galés, otro Escocés y otro Nepalés (Ghurka), para lanzar la segunda fase de la batalla, sobre el BIM 5. En tanto, en Monte Longdon, se encontraba el Regimiento de Paracaidistas Ingleses Nº3 (PARA 3) listo para apoyar el ataque del PARA Nº 2, sobre el RI-7.

Es interesante aprender las lecciones del enemigo, en el sentido de tener bien en claro, como iba disponiendo de sus efectivos en ambas fases de su asalto sobre las posiciones del sistema defensivo, siempre asegurando una clara superioridad numérica, de no menos de 3 a 1, tomando como una totalidad la magnitud de las unidades que se enfrentarían. La realidad es que en los puntos de contacto, en donde concentraban su ataque, esta superioridad fue muchísimo más elevada.

Dejando de lado su determinación para atacar casi exclusivamente en la noche, otros aspectos interesantes a destacar, es que permanentemente, los británicos que ya habían atacado, eran sobrepasados por tropas frescas y se continuaba el ataque con el refresco (algo que nunca tuvo oportunidad nuestro sistema), como así también el empleo de sus abundantes y profusas comunicaciones radioeléctricas y el uso de señales pirotécnicas, en un claro contraste con nuestras fuerzas terrestres.

Sin mencionar el preciso y persistente bombardeo naval, y reduciendo el campo al apoyo artillero puesto en escena, ellos emplearon un Grupo de Artillería. Real, y los Grupos de Artillería 29 y 49, contra nuestros Grupos de Artillería N°3 (GA 3) y Aerotransportado N°4 (GA 4). El alcance de la artillería del enemigo era de 17 Kilómetros, contra los 10,5 Kms. propios.

Cañones de 105 mm de la batería de Artillería del BIM 5 en Monte Harriet

Los Británicos movieron permanentemente su artillería a pesar de su superioridad en alcance, cosa que lamentablemente no podíamos realizar por falta de helicópteros en el lado propio, a excepción de una Batería de 105 mm., que se adelantó por tierra atravesando el Moody Valley, quedando a unos cuatrocientos metros hacia el Oeste del ex cuartel de los Royal Marines.

Nuestros Grupos de Artillería alcanzaban escasamente la primera línea enemiga (la que habían combatido con anterioridad contra los RI-4 y RI-7 en la primera fase de la batalla). Esta falencia evidentemente se acentuó en el caso del RI-4, ya que el GA-3 solamente alcanzaba la cima de Monte Harriet. Esto no ocurrió en nuestro caso ya que dispusimos de un apoyo artillero total y a discreción.

Quiero recalcar que en el combate moderno y con la profusión de apoyo artillero, «No levanta la cabeza para observar, el que quiere, sino el que puede».

En ese aspecto, el BIM5 también estaba preparado ya que, si bien disponíamos de los Observadores Adelantados de Artillería reglamentarios, todos los cuadros (incluidos los motoristas y cocineros…todos!), estaban adiestrados para controlar los fuegos de apoyo, de las propias armas del batallón, como de la artillería terrestre en apoyo y/o los fuegos propios navales y aéreos.

Todo estaba integrado en la Central de Coordinación de los Fuegos de Apoyo (CCFA) Esa era nuestra organización para determinar, cómo eran y de donde provenían los fuegos del enemigo y los propios. Casi me animo a afirmar que nuestra CCFA, por la excelentes comunicaciones que disponíamos, las coordinaciones y enlaces con todos los Grupos de Artillería, hicieron de nuestra Unidad algo muy duro de roer, con alta moral y altamente eficaz. No teníamos dudas, no se logró romper la cohesión de la Unidad y aún en el momento de la rendición, varias horas después que el grueso de los combatientes argentinos, mis hombres estaban en condiciones de proseguir la lucha, a pesar de los duros combates (incluso con lucha cuerpo a cuerpo), en que habían intervenido. Aunque, pasado el mediodía del 14 de Junio, ya no teníamos munición.

El enemigo ponía detrás de cada tubo de Artillería (aproximadamente 54 bocas en total) varios cientos de proyectiles diarios, contra los 368 diarios, por Batería (4 bocas), que habíamos previsto, (según diarios de la época, sobre la primera línea de cada unidad argentina que atacaban, disparaban una cantidad inusitada de proyectiles, aproximadamente unos 1000 por hora).

No obstante, durante la Batalla de Puerto Argentino, la Artillería del BIM 5 llegó a consumir prácticamente unos 15.000 proyectiles sobre las fuerzas atacantes.

El Combate final alrededor de Puerto Argentino: 

Durante todo el día 13 de junio, el enemigo efectuó tanto sobre el RI-7 y el BIM5 un demoledor bombardeo de artillería, al que se sumaba el permanente fuego naval proveniente de varios cruceros livianos y destructores ingleses que navegaban en proximidad de la costa. Además efectuaban fuegos de interdicción sobre las Unidades que estaban ubicadas más hacia el este a los efectos de mantenerlas aferradas a sus posiciones evitando prácticamente todo movimiento hacia el frente.

Nuestra CCFA funcionaba a pleno y fuimos adquiriendo un gran entendimiento con la Artillería propia, la que muy difícilmente erraba alguna concentración desempeñándose con alta eficacia.

La reducida y pequeña Central no sólo indicaba los blancos, sino que muchas veces dábamos directamente a las Baterías los datos a introducir, para hacer los fuegos más eficaces. Mientras el duelo de artillería era incesante, el enemigo se aprestaba para su asalto final.

Sección de Ametralladoras del BIM 5 combatiendo en Monte Tumbledown

Increíblemente, en la tarde del 13 de Junio las fuerzas atacantes iniciaron, con las últimas luces un ataque de diversión (engaño) tratando de engañarnos, desplazándose desde Monte Harriet y siguiendo la dirección del camino hacia Puerto Argentino, con intención de atacar el Monte William, con efectivos aproximados a una Compañía reforzada.

El fin era velar la real ubicación de cual sería su centro de gravedad para el ataque (obviamente Tumbledown) tal como pensábamos que lo habían previsto para esa noche, en la fase final de la batalla.

Este absurdo movimiento que buscaba sorprendemos e inducirnos a que el eje del futuro ataque sería desde el sudoeste, fue oportunamente detectado por el adelantamiento de nuestra reserva, la Compañía “Oscar”, desplazamiento que aún no comprendo cómo el enemigo, no había detectado.

La fracción enemiga fue frenada con una barrera de fuegos muy precisa, ella los desconcertó y antes que pudieran pensar, le colocamos otra a sus espaldas. No podían moverse y allí pasamos a fuego de eficacia, el resultado fue muy cruento pues la concentraciones de artillería y de morteros, eran muy precisas y contundentes. 

Prácticamente dos horas después del inicio de la acción, el Jefe de la Compañía “Oscar” me pedía, «Señor Comandante, detenga el fuego, no queda nadie en pie y los gritos de los heridos empiezan a afectar a nuestra propia tropa».

Cesa el fuego y en menos de cinco minutos, aparecieron aproximadamente cuatro helicópteros que comenzaron a retirar sus bajas, prácticamente sin visibilidad alguna.

Pudimos atacar a los helicópteros y derribarlos facialmente, pero no lo hicimos puesto que no trajeron refuerzos ni armas de relevo, aunque no eran ambulancias, solo vinieron a recoger a sus heridos. Esta acción de caballeros del mar, valió para que, con posterioridad en el asalto a Tumbledown, el enemigo atendiera una vez dominado el monte mencionado, con más premura a mis heridos que a los suyos.

Estas acciones y otras ocurridas, me hacen apreciar que la Batalla de Malvinas fue el último combate, en que se respetó totalmente lo estipulado en las convenciones de la guerra. Sin embargo el enemigo no detuvo la acción demoledora de su artillería sobre toda la zona de acción del BIM5 y sobre la del RI-7 que era para nosotros un espejo de lo que nos pasaba, espeluznante.

Aproximadamente a 2215 horas, después un rolo de fuegos impresionante, se reiniciaría el ataque, sobre todo el frente de la línea defensiva que manteníamos, casi en forma simultánea.

Desde el Sudoeste de Tumbledown, el enemigo se había desplazado aprovechando la oscuridad, con el apoyo y protección de la Brigada de Royal Marines. 

Esta acción estaba en nuestro caso, a cargo de la Brigada del Ejercito Británico, al Sur, desde el Oeste y sobre el camino que conducía al pueblo, un Regimiento Galés. Sobre el Monte Tumbledown el Regimiento Escocés y sobre el mismo objetivo pero algo más retrasados por lo escarpado en ese lugar del Monte, el Regimiento de Ghurkas Nepaleses.

En el Norte, al otro lado del Moody Valley, se encontraba consolidado el PARA 3, mientras el PARA 2, se había desplazado e iniciaba el asalto sobre el RI-7, en Wireless Ridge.

Las acciones tomaron una violencia inusitada, en especial el asalto escocés se había centrado en la Compañía N del BIM5, en particular sobre su 4 ta. Sección y sobre la Sección de Ingenieros de IM, transformados en una Sección de Tiradores, que tuve que desplazar a la parte más escarpada del Monte, ya que la Compañía B del RI-6 no había podido ocupar esas posiciones como lo habíamos coordinado y previsto, por la acción del enemigo y una orden que le ordenaba defender el Moody Valley.

Tiradores del BIM5 combatiendo en Monte Tumbledown

No obstante, esta Compañía se agrega al Batallón acorde con la orden que recibiera del Comando Superior hacia el Este de la 3ra Sección de la Compañía “Nacar” del BIM5.

En ese lugar el combate fue más que virulento, se rechazaron varios asaltos, los defensores pudieron observar la espalda del enemigo, hasta llegaron a cantar en medio del combate. La defensa de la 4ta Sección y de todas las fracciones que intervienen en el combate de Tumbledown, fue realmente épica.

Se armó y realizó un contrachoque con efectivos del BIM5 y de la Comañía B del RI-7, con un éxito relativo, puesto que el enemigo solo cedió parcialmente lo que ya había conquistado.

En un momento determinado del combate, nuestros hombres estaban rodeados por tropas inglesas y la única posibilidad de darles apoyo desde nuestras posiciones era efectuar fuego con nuestra Batería de Artillería y Morteros de 106 y 81 mm, sobre la posición de nuestra propia tropa.

A requerimiento de su Jefe el Teniente de Fragata de IM Vázquez, iniciamos este contragolpe tan extremo ante el ataque ingles, recuerdo que cuando hablaba con Vázquez y me hacía el pedido, habré dudado algún segundo, tanto que él mismo lo reiteró con vehemencia. La razón del pedido era que nuestros hombres estaban mezclados con las fracciones enemigas, aunque protegidos en sus posiciones y en una total oscuridad iluminada constante y fugazmente por las explosiones de la artillería y los morteros.

En esa lucha épica mueren de la misma forma, dos valientes, el Subteniente del Ejercito Argentino Silva, que se habían agregado con sus cinco conscriptos, y el Polizón del Grupo Araña del Batallón (los díscolos) el Suboficial Infante de Marina Castillo. Ambos, al ver sus compañeros muertos y heridos y al sentirse sobrepasados por el enemigo y estando también heridos, saltan de sus posiciones sobre los atacantes vivando a la Patria y entran al combate cuerpo a cuerpo, matando, hiriendo, hasta que mueren heroicamente.

Mientras el Batallón Nepalés de Ghurkas avanzan lentamente, su participación en el éxito enemigo fue muy relativa, solo alcanzaron a intervenir en la mañana del 14 de Junio persiguiendo por el fuego a los integrantes de los Morteros de 81 mm, cuando ya el Batallón ante la reiterada orden superior debe iniciar su repliegue sobre Puerto Argentino. Su Jefe de Operaciones, el Mayor Mike Sear (Inglés), que ha escrito un libro sobre el conflicto me ha comentado posteriormente,…..

«poco hicimos en Tumbledown, nuestro objetivo era el Monte William, los que realmente lucharon muy duramente fueron los Escoceses. Igualmente, ni yo ni mis hombres olvidaremos, que a pesar de nuestra veteranía en tantos otros combates, estábamos muy atemorizados durante el combate con el BMI5, pues los hombres de su Batallón hacían fuego sobre nosotros como demonios»

Mientras tanto, en el Pony’s Pass, el Regimiento Galés se iba topar de frente e inesperadamente con la Compañía “Oscar” del BIM 5, la que se encontraba ejecutando un combate retardante, como le habíamos ordenado. La misión de los Galeses, era asaltar y ocupar Sapper Hill. Sobre estos combates decía un joven Capitán galés,….. 

mientras embolsábamos nuestros muertos de Tumbledown, refiriéndose a ese encuentro, pensábamos que habíamos combatido con dos Regimientos argentinos en lugar de solo un batallón, también dijo que no pudieron avanzar en toda la noche pues los fuegos de la artillería y morteros argentinos los mantuvieron aplastados y que cuando amaneció y vieron que ya no estaban nuestros hombres, fueron los más felices de la tierra, aunque no habían cumplido su misión».

Aproximadamente a las 0300 horas del 14 de Junio, preparamos y ordenamos efectuar un contraataque con la Compañía “Mar” y la “Oscar” que había recuperado, puesto que a la misma la retiré de sus posiciones a las 0130 horas.

Combate nocturno y cuerpo a cuerpo en Monte Tumbledown

Aprovechando que la moral era muy alta y por estar convencido que la batalla se decidía en Tumbledown, previmos esta acción que pensaba dirigir personalmente, en un esfuerzo final, para quebrar el ataque adversario. Tenía perfectamente claro que los regimientos de Paracaidistas PARA 3 y el PARA 2, nos flanqueaban, pero los fuegos efectivos de la Zona de Apoyo Logístico propia, y el fuego de las pocas piezas que sobrevivían del GA N° 4, con tiro directo, impidieron cualquier intento enemigo.

Informé la situación y pedí la autorización pertinente para comenzar el ataque, pensaba en esos momentos que frenado el ímpetu enemigo esto era factible. Pero en realidad ello no fue posible puesto que si hasta esa hora era más que optimista por el desarrollo del combate, intervendrían otros factores, la munición comenzaba a escasear y en el único intento desde retaguardia de proveernos algo de proyectiles de Morteros de 81 mm, una camioneta que se desplazaba hacia el frente, fue volada por la artillería del enemigo.

Por otra parte se me dio la orden de replegarme hacia Puerto Argentino, logrando luego de discutir bastante, que se me autorizara a replegarme solo hasta Súper Hill y reforzarme con el Batallón en esa colina.

Esta acción de repliegue de la Compañía Nácar, lamentablemente no ha sido filmada y permanecerá para siempre en mis recuerdos, por la entereza, el orden y disciplina de mis hombres para realizarla. La misma se efectuó con el apoyo de dos puntos en el terreno, uno que estaba a cargo de la Compañía “Coy” y efectivos reunidos en proximidades de mi Puesto de Comando.

Como de costumbre, mi Segundo Comandante el Capitán de Corbeta de IM Ponce, se adelantó para establecer el nuevo Puesto de Comando en Sapper Hill y cuando estuvo prácticamente concluido y concretado el repliegue, ordené a la Compañía “Coy” que se repliegue y se reintegrara al RI-3, igualmente, me costó bastante convencer al Capitán Varela del RI-3 que lo hiciera, pero finalmente inició con sus hombres un repliegue rápido y ordenado hacia su regimiento. 

Llegué a mi nuevo Puesto de Comando, aproximadamente a 1100 /1130 horas del 14 de Junio, todo estaba en orden, la Unidad lista a defender esta última altura y pensaba en esos momentos que la lucha continuaría, no obstante ya se observaba el arribo de helicópteros enemigos a la zona del hipódromo del pueblo y se veía el despliegue de efectivos enemigos descendiendo de las altura William y Tumbledown.

A las doce recibí por parte del Jefe de Operaciones del Comando Superior la orden de replegarme «pues ya la Guarnición se había rendido». Posteriormente tuve otra intimación y finalmente le ordené nuevamente a mi Segundo Comandante que se replegara hacia Puerto Argentino y entrara desfilando a frente de los efectivos.

Quedaba una pequeña retaguardia a cargo del Guardiamarina de IM Koch, el Suboficial Vaca con una Ametralladora de 12,7 mm y 14 hombres que no querían replegarse.

Todos los fuegos habían cesado, después de tantas noches y días de ruido ensordecedor, el silencio era tan terrible como la incertidumbre y el dolor de tener que rendirse.

Cuando el Jefe de Compañía que había quedado a cargo, el Teniente de Fragata de IM Binotti, que permanecía aguardando a su retaguardia de combate me decía: » Señor Comandante, estamos listos para el repliegue» y nos paramos para hacerlo, aparecen unos seis helicópteros enemigos que se aproximan raudamente sobre Sapper Hill. 


El Suboficial Vaca con su 12,7 mm. y casi al unísono todo el equipo de retaguardia del Guardiamarina Koch, abre el fuego. Un helicóptero ingles aterriza en llamas, otro averiado, los demás hacen lo mismo, desembarcan sus efectivos y se generaliza el enfrentamiento final. 

En este último combate de la guerra de Malvinas, alrededor del mediodía del 14 de Junio, de la pequeña retaguardia de Koch, murieron varios de sus hombres, el enemigo perdió un helicóptero, otro resulto averiado y sumaron un buen número de bajas.

El BIM 5 encolumnado y a paso de marcha, replegándose sobre Puerto Argentino

El BIM5 había finalmente iniciado el repliegue, nos protegimos detrás de la altura de la colina y emprendimos caminando la marcha hacia Puerto Argentino al que llegamos alrededor de 1500 horas. Así entramos a la ciudad, manteniendo en nuestro poder la totalidad de nuestras armas, con toda la tropa encolumnada, marchando a paso redoblado y con el orgullo de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado

Este fue el fin de los combates.

Pienso y estoy más que orgulloso del comportamiento de todos los hombres del Batallón, como también de todos los efectivos de las Fuerzas Armadas y de los civiles que intentaron retener en uno u otro lugar, en diferentes puestos y en distintas contingencias las Islas que habíamos reconquistado. En realidad siempre sostengo que cada uno hizo lo que pudo, lo que mejor pudo.

Paso a Paso de la Batalla Final por Puerto Argentino:

13 de Junio de 1982:

16:00 horas aproximadamente: El enemigo desde Monte Harriet lanza un ataque sobre Monte Williams y en dirección al camino que conduce a Puerto Argentino. Esta maniobra es observada por la Compañía Obra del BIM5 de la Armada Argentina en Pony’s Pass y rechazada con fuegos de artillería propia.

22:15 horas: Se inicia un ataque enemigo simultáneo sobre Pony’s Pass y Williams donde se posiciona la Compañía Obra del BIM5 y Wirelles Ridge lugar que ocupa el RI-7 del Ejército Argentino.

22:30 horas: Se produce un ataque enemigo sobre Monte Tumbledown S.O. donde entra en acción la 4ta sección de la Compañía Mar del BIM5. Es rechazado el ataque de un Batallón Escocés en el sector S.O. y se combate a su vez con un Batallón Gurka sobre el sector N.O. donde se encuentra la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5.

23:00 horas: Mientras el ataque enemigo apoyado por un violento fuego de artillería desarticula el sector de Wiriless Ridge y el RI-7 del E.A. se repliega; la Compañía Obra del BIM5 rechaza el ataque en Pony’s Pass.

23:26 horas, por orden del Comandante del BIM5 la Compañía Obra inicia el repliegue parcialmente aferrada y con bajas. En la oportunidad, encuentran la muerte en combate los Conscriptos de Infantería de Marina Clase 1962 Juan Francisco RAVA, Aldo Osmar PATRONE y Godofredo Omar IÑÍGUEZ.

23:45 horas: Secciones de Tiradores del BIM2 y BIM3, conjuntamente con efectivos del GADA 601 del EA, a las órdenes del Mayor MONGE, rechazan por el fuego una incursión de comandos enemigos (SAS) lanzada en botes de goma, produciéndoles severas bajas e importantes averías en el material.

23:55 horas: Sobre el filo de la medianoche la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5 se repliega hacia el Puesto Comando bajo fuego y presión enemiga desde su posición al N.O Tumbledown. No hay una definición en el combate.

La Batería Bravo del BIAC ejecuta fuegos de artillería sobre las posiciones de partida para el ataque británico en Monte Harriet y el sector Sur del mismo. Esta Batería y las Secciones Morteros 106,6 y 81 mm combaten por el fuego toda la noche.

Se recibe densos fuegos de artillería terrestre y naval enemigo sobre el sector del BIM5 y CKIA 

14 de Junio de 1982:

00:25 horas: En las primeras horas de la madrugada, el enemigo lanza un segundo ataque violentísimo sobre Tumbledown S.O el que es rechazado parcialmente. El BIM5 ejecuta todos los fuegos de apoyo disponibles aún sobre su propia fracción adelantada. 

03:00 horas: Mientras nieva intensamente, existe incertidumbre sobre la situación en las estribaciones Oeste de Tumbledown, decidiendo el Comandante del BIM5 contraatacar con la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios (Tenientes de Corbeta IM MIÑO y DEMARCO) y una Sección de Tiradores de la Compañía B del RI-6 (Subteniente LA MADRID). Dicha acción logra detener al enemigo y se estabiliza la línea a la altura del observatorio del Batallón.

Las fuerzas propias en Wireless Ridge fueron rechazadas. La retaguardia del BIM5 compuesta por los Servicios, la Sección Morteros 106,6, la Sección Amet. 12,7 y las fracciones propias combaten por el fuego y se mantiene el hostigamiento de éstos sobre el sector propio. Durante el fuego de contrabaterías muere en combate en la pieza Nro 3 el Dragoneante Clase 1962 Oscar MANSILLA.

04:00 horas: El Comandante del BIM5 dispuso que la Ca MAR del BIM5 se aliste para contraatacar Tumbledown y se requirió al Escalón Superior, empeñar alguna Unidad de las ubicadas en retaguardia para la recuperación de las alturas al Norte y evitar el desbordamiento por el flanco de las posiciones del BIM5.

06:30 horas: Se produce el tercer ataque británico. El enemigo ocupa la zona elevada del monte Tumbledown iniciándose un duro combate cuerpo a cuerpo al ataca por retaguardia a la 4ta Sección de la Ca. Nacar del BIM5 que es prácticamente aniquilada; sus sobrevivientes se rinden por orden de su Jefe el Teniente de Corbeta de IM  Carlos VAZQUEZ ya que habían consumido totalmente sus municiones y se encontraban imposibilitados de controlar el combate. 

Mueren heroicamente en ese sector los siguientes Infantes de Marina: Suboficial Segundo Julio Saturnino CASTILLO, Conscriptos Clase 1962 Héctor Abel CERLES, Juan Carlos GONZÁLEZ, José Luis GALARZA, Juan Carlos DÁVALOS, Félix Ernesto AGUIRRE y Diego FERREYRA; también el Subteniente SILVA y un grupo de soldados conscriptos del RI-4 de nuestro Ejército Argentino que se quedaron voluntariamente a defender la altura junto con sus camaradas Infantes de Marina.

08:00 horas: Ceden las posiciones propias en Tumbledown. Se prevé neutralizar y destruir con el fuego de artillería al enemigo en esa posición para el contraataque de la Compañía Mar del BIM5 que se estaba montando. Se informa al Cdo Superior que aún se esperaba la acción sobre el flanco Norte, por tener todavía capacidad para resistir aunque la situación de munición pasa a ser crítica.

09:00 horas: Para evitar la prosecución del combate en posiciones desfavorables y ante una orden del 2do Comandante de la Agrupación Ejército Argentino, el Comandante del BIM5 ordena el repliegue de su Unidad desde el Monte Tumbledown, Monte Williams, Felton y Stream y Casa Amarilla hacia Sapper Hill. 

Se ha consumido la totalidad de la munición mayor (Mortero 106,6, Mortero 81 y Obús 105 mm) y se procede a la destrucción del material pesado y abastecimiento del Batallón previo a ejecutarse el repliegue ordenado. La Batería Bravo del BIAC se constituye en dos fracciones de tiradores. 

En el repliegue mueren en combate el Suboficial Segundo de Infantería de Marina Víctor Hugo JUAREZ del SPAC del BIM5 y el Dragoneante de Infantería de Marina Clase 1962 Ricardo RAMIREZ de la Sec Mor 81.

Mientras se realiza el repliegue de la Compañía de Ingenieros Anfibios hacia la ciudad, previa destrucción de su material y sector de alojamiento, ésta se arma como Infantería y se reúne con el BIM5 en Sapper Hill, cae herido de muerte en combate el Conscripto Clase 1962 Vicente Antonio DÍAZ.

09:15 horas: Puerto Argentino informa que las principales posiciones en Tumbledown, Williams, Longdon y Wireless Ridge se encuentran en poder del enemigo y que se intenta reconstruir el dispositivo defensivo empleando el RI-3 y parte del RI-25, pero se aprecia de cualquier manera que no se podrá mantener más allá del día de la fecha.

10:00 horas: De hecho se concreta un alto el fuego. Sin embargo en Sapper Hill el BIM5 se reorganiza para proseguir el combate. El Comandante de esta Unidad recibe la orden superior de cesar el combate y replegar su Batallón hacia la localidad.

12:30: En momentos de comenzar a cumplir las órdenes recibidas, la retaguardia de combate (Guardiamarina de IM  Koch / Suboficial Segundo de IM Vaca – 3ra Sección de la Compañía Mar del BIM5) entra en acción rechazando un helidesembarco británico (seis helos) en sus inmediaciones, caen dos helicópteros y varios invasores.En este último combate en Malvinas encuentran la muerte los últimos tres hombres de la Infantería de Marina Conscriptos Clase 1962 Roberto LEYES, Eleodoro MONZON y Sergio Ariel ROBLEDO.

15.00 horas: Finaliza su repliegue el BIM5, con sus tropas encolumnadas, en poder de sus armas y a paso de marcha. ASI ENTRAN A PUERTO ARGENTINO Y FINALIZA EL «NO PIC NIC», como lo llamaron los propios británicos a sus enfrentamientos con nuestros INFANTES DE MARINA.

Los tripulantes que nos rodean rindieron homenaje al coraje de los pilotos argentinos

Citas de la Guerra de Malvinas

Dos aviones enemigos surcan una silueta en las verdes laderas alrededor de la Bahía de San Carlos, uno como un dardo rojo. De repente son bolas de humo gemelas en el cielo azul y hay aplausos y vítores desde las cubiertas de los buques de guerra y los buques de suministro en la bahía. Los aviones de combate argentinos habían golpeado uno de los barcos, aunque a primera vista el daño no parecía grave desde nuestra posición. Era irónico que esto se librara por encima de los restos aún visibles de la fragata Antelope golpeada en los salvajes ataques aéreos del domingo. Este ataque se materializó mientras escribimos este despacho. Nos acostamos en la cubierta cuando los grandes cañones disparan, luego corremos hacia los rieles para grabar el ataque. Dos bombas perdieron por poco nuestra posición. Cada advertencia de ataque hace eco a través de la bahía, pero las aves continuaron girando en el cielo como si nada sucediera. El ataque aéreo “alerta roja” sonó solo unos segundos antes del ataque. Los marines y la tripulación se dispersaron tranquilamente a sus estaciones de acción y se tumbaron en el suelo en pasillos, uniformes de camuflaje que contrastaban con el blanco de sus cascos y guantes antideslumbrantes. La experiencia de primera mano de la precisión letal de las naves de misiles del grupo de trabajo fue espectacular. Los tripulantes que nos rodean rindieron homenaje al coraje de los pilotos argentinos. 

https://archivomalvinas.wordpress.com/crewmen-applaud-bravery-of-pilot-enemy

Como el mismísimo infierno, el peor de los lugares, la más oscura pesadilla.

Citas de la Guerra de Malvinas

Un grupo de soldados de servicios del Batallón de Infantería de Marina Número 5 de Río Grande cambió sus elementos de limpieza por fusiles y sus escobas y carritos por granadas, y resistieron los embates del Segundo Batallón de la Guardia Escocesa, solos, al oeste del monte, en la primera línea de fuego. Recién cuando llegó la luz del día dimensionaron la crudeza del combate. Los muertos y heridos daban cuenta de ello. Muchos británicos han definido a esa batalla en la que se peleó casi cuerpo a cuerpo como el mismísimo infierno, el peor de los lugares, la más oscura pesadilla.

https://archivomalvinas.wordpress.com/2020/10/26/bim5-en-malvinas/

Se conmemoró un nuevo aniversario de la culminación de la Guerra de Malvinas

El 14 de junio el titular de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier mayor Xavier Julián Isaac, participó en la ceremonia central organizada por el Ministerio de Defensa para recordar la heroica Gesta de Malvinas

Fotos: Armada Argentina.

Publicado el martes 15 de junio de 2021

Con el objetivo de rendir homenaje a los veteranos y caídos en la Guerra de Malvinas el personal de la Fuerza Aérea Argentina asistió a diversos actos para conmemorar la culminación del Conflicto del Atlántico Sur, hecho ocurrido el 14 de junio de 1982. La ceremonia central organizada por el Ministerio de Defensa contó con una transmisión en vivo desde la Plaza de Armas del edificio Libertador.

El evento estuvo presidido por el titular de la cartera de Defensa, Ing. Agustín Rossi, acompañado por la ministra de Seguridad, Dra. Sabina Frederic; el ministro de Cultura, Prof. Tristán Bauer; el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general de división Juan Martín Paleo; el jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier mayor Xavier Julián Isaac; el titular del Ejército, general de división Agustín Cejas; el jefe del Estado Mayor General de la Armada, vicealmirante Julio Guardia; el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Lic. Daniel Filmus; autoridades del Ministerio de Defensa, veteranos de guerra de Malvinas y familiares de caídos en el Conflicto del Atlántico Sur e invitados especiales.

Luego de la entonación del Himno Nacional Argentino se realizó el encendido de la llama de la Vigilia por el 40° Aniversario de la Gesta de Malvinas, hecho que se conmemorará en 2022. Este momento emotivo en el que se recordó el valor y sacrificio de quienes participaron en el Conflicto del Atlántico Sur continuó con la ejecución de un minuto de silencio para homenajear a los héroes que dieron su vida por la Patria.

A continuación, el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera realizó una invocación religiosa en la que pidió por “la paz, los veteranos de Guerra de Malvinas y por sus familias y hacemos presentes con orgullo patriótico a los caídos”.

Posteriormente un grupo de veteranos brindaron palabras alusivas, entre ellos se encontraba el “VGM” Adolfo Schweighofer, integrante del Consejo Nacional de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas; el brigadier “VGM” (R) Sergio Mayor, el capitán de fragata “VGM” Jorge Nicastro y el soldado del Ejército Argentino “VGM” Alejandro Gorzelany.

Malvinas: el testimonio de un halcón

En representación de la Fuerza Aérea, el brigadier Mayor manifestó: “Rememorar la Gesta hace aflorar sentimientos encontrados donde prima el recuerdo de quienes entregaron su vida en defensa de la Patria seguida de la satisfacción del deber cumplido”.

“Este particular conflicto, y sin temor a equivocarme, fue uno de los últimos de carácter convencional del siglo pasado, rico en historias de honor, entrega, patriotismo, coraje y profesionalismo, valores destacados públicamente por el adversario. Mucho se ha dicho y escrito sobre el Conflicto del Atlántico Sur y mucho se dirá pero entre los aquí presentes somos varios los que gozamos de la fortuna de poder hacerlo en primera persona”, afirmó el veterano de Guerra de Malvinas.

“Los individuos fuimos un engranaje minúsculo dentro del esfuerzo bélico que fue inmensamente mayor al que podíamos percibir durante la contienda. Abarcó todas las especialidades en el caso de la Fuerza Aérea: los Escuadrones Aéreos de Mirage, los A4, Canberra, Pucará, Chinook, Bell, Hercules, Fokker F-27, F-28, Twin Otter, Lear Jet, el Escuadrón Fénix, la Red de Observadores del Aire, nuestros radares de vigilancia, la artillería antiaérea, el Grupo de Operaciones Especiales, sólo por nombrar algunos”, destacó el piloto de caza.

En 1982 el oficial integraba el Grupo V de Caza como jefe de Sección del II Escuadrón Aéreo de la V Brigada Aérea con el grado de teniente: “Mis palabras deben ser interpretadas desde la visión de un piloto de caza que perteneció a un pequeño grupo de halcones (…) La mañana del 2 de abril nos sorprendió con la inesperada noticia de la recuperación de nuestras Islas (…) Compartimos esa alegría con la extraña sensación que eso representaría un desafío de magnitud incierta”.

“Ya con la certeza que la Fuerza de Tareas británica estaba en camino recibimos la visita de dos oficiales de la Armada Argentina, hombres muy experimentados, respetados y reconocidos aviadores navales”, comentó el brigadier y agregó: “Ellos realizaron una descripción detallada de los buques de guerra que integraban la flota británica (…), todo era referente a sus fortalezas, pero cuando hablábamos de sus debilidades creo que técnicamente eran irrelevantes y eso marca la magnitud del desafío que teníamos por delante”.

“Nos tomó tiempo y mucha sangre, hubo que aprender sobre la marcha pero desarrollamos una técnica de ataque propia contra aeronaves de superficie que se ajustaba a lo que efectivamente podíamos hacer. Volamos bajo, extremadamente bajo (…) cultivamos el silencio de radio absoluto y adecuamos el armamento convencional para lograr los objetivos perseguidos y contra toda la doctrina existente buscamos atacar las naves por babor o estribor, donde ofrecían la mayor cantidad de superficie y permitían el pasaje de al menos tres aeronaves en simultáneo, quizás fuera de todo sentido común, porque es donde ellas poseían la mejor capacidad de defensa”, confesó el piloto.

“Aprovechamos la sorpresa lo mejor posible y cuando ésta falló asumimos las pérdidas con dolor y seguimos adelante. Otro factor de sorpresa fue la subestimación de nuestras capacidades de reabastecimiento, dado que contábamos solamente con dos reabastecedores C-130 Hercules”, recordó el oficial y resaltó que los riesgos asumidos por los tripulantes de este último Sistema de Armas “por nosotros y la seguridad que brindaban al saber que allí estaban aunque no estuviese previsto”.

“Fue necesario un poco de ingenio, arrojo y voluntad”, comentó el brigadier y destacó: “si bien los pilotos fuimos reconocidos por nuestro desempeño, nada de esto fue posible sin el apoyo de nuestros especialistas, nuestros mecánicos, nuestros ingenieros, nuestros técnicos y nuestros servicios concurrentes, quienes después de asistirnos en plataforma corrían hasta la cabecera de pista para darnos su aliento antes de cada misión. La emoción de esos momentos les aseguro que es indescriptible”.

Durante el evento también se presentó el video institucional del Ministerio de Defensa “Llegará”.

La Vigilia

Por último, el ministro de Defensa, Ing. Agustín Rossi manifestó que la conmemoración de este día forma parte de las actividades previstas de cara a conmemorar los 40 años del Conflicto: “El 2 de abril anunciábamos que queríamos empezar la vigilia de un año entero, teniendo en cuenta que el año que viene se cumplen 40 años del desembarco argentino en Malvinas y en el marco de esas acciones que imaginamos durante todo este año queríamos empezar con este 14 de junio”.

Para concluir con la ceremonia, los presentes se pusieron de pie para entonar con orgullo las estrofas de la Marcha de Malvinas.

El regreso de los soldados de Malvinas: la historia de un ocultamiento

journals.openedition.org/nuevomundo

2019 (Re) Pensar Malvinas: visualidades, representaciones y derechos humanos

The return of the soldiers from Malvinas: the story of a concealmentCora Gamarnik, María Laura Guembe, Vanina Agostini et María Celina Flores

El retorno de los soldados de Malvinas luego de la derrota argentina en la guerra fue visto como una amenaza para las FFAA. Sus testimonios y su propio estado físico y psicológico podían contribuir a alimentar la indignación social y a profundizar el descrédito de la población ante la Junta Militar que había llevado al país a una guerra contra Gran Bretaña. Ante esto las FFAA diseñaron un plan para ocultar a los propios soldados. La misma metodología que habían utilizado durante el período previo de represión clandestina – encubrimientos, censura, amenazas, operaciones de inteligencia y complicidad mediática – fue implementada luego de la rendición argentina en las islas para que la población no pudiera ver ni recibir a los soldados. Este trabajo se propone reconstruir cómo se organizaron esos regresos, la estrategia de invisibilización que desarrolló la dictadura y el mandato de silencio que fueron obligados a firmar los propios excombatientes una vez retornados al continente. El ocultamiento de esos regresos se sumó así a la larga lista de acciones implementadas por el terrorismo de Estado tendientes a ocultar sus crímenes.

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El retorno de los soldados de Malvinas, luego de la derrota argentina en la guerra, era una potencial amenaza para las FFAA. Sus testimonios y su propio estado físico y psicológico podían contribuir a alimentar la indignación social y a profundizar el descrédito y el creciente malestar de la población hacia la dictadura militar. Ante esto las FFAA diseñaron un plan para ocultar sus regresos. La misma metodología que habían utilizado durante el período previo de represión clandestina – encubrimientos, censura, amenazas, operaciones de inteligencia y complicidad mediática – fue implementada, luego de la rendición argentina en las islas, para que la población no pudiera ver ni recibir a los soldados. El ocultamiento de esos regresos se sumó así a la larga lista de acciones implementadas por el terrorismo de Estado tendientes a esconder las consecuencias de sus actos.

  • 1 El 14 de junio de 1982 el gobernador argentino dispuesto por la dictadura en las islas Malvinas, Ma (…)

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Las fuerzas armadas argentinas eran conscientes de la derrota inminente no solo militar sino también política y simbólica en Malvinas mucho antes de que terminara la guerra. En los altos mandos argentinos se sabía que la rendición era inevitable. De todos modos mantuvieron un tiempo más los combates a un altísimo costo de vidas que se perdieron en los últimos días de la guerra. Cuando finalmente sobrevino la rendición, se elaboraron estrategias para atenuar su efecto simbólico1. Una de ellas fue evitar que los medios de comunicación transmitiesen la imagen de la bandera británica ondeando nuevamente en las islas. El punto 7 del acta de rendición firmada por Menéndez y Moore señalaba: “Las tropas argentinas evacuarán las islas a bordo de buques y aeronaves argentinas”. Pero la dictadura militar no pudo cumplirlo, las fuerzas armadas argentinas no eran capaces de organizar en barcos propios el regreso de los soldados al continente.

  • 2 El 18 de junio de 1982, cuatro días después del fin de la guerra, el ARA Bahía Paraíso transportó 1 (…)

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Como Gran Bretaña exigía que todos los combatientes argentinos se retirasen lo antes posible de las islas, ofreció trasladarlos en sus propios barcos. El riesgo entonces era que las fuerzas argentinas atacasen esos buques. Tras el compromiso argentino de dejar circular los barcos británicos con los soldados argentinos de regreso, comenzó el operativo de retorno. Los soldados fueron llevados a Puerto Argentino y allí entregaban sus armas y municiones. Fotógrafos británicos registraron esos días en los que las tropas permanecieron en galpones esperando ser trasladados. Las fotografías muestran largas filas de soldados formados en la pista de aterrizaje entregando sus armas y preparados para subir a alguno de los barcos que los traerían de regreso2.

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De esos momentos hay un testimonio elocuente de la inoperancia, la imprevisión y las desinteligencias entre las distintas armas de las FFAA argentinas:

  • 3 Testimonio de Guillermo, en Kon, Daniel. Los chicos de la guerra, Buenos Aires, Círculo de Lectores (…)

Nos juntamos todos en galpones, cerca del hospital. Y allí fue donde empezamos a descubrir galpones y más galpones ¡llenos de comida hasta el techo! Cuando nosotros bajábamos a robar (comida) habíamos descubierto tres o cuatro depósitos, pero resulta que había como cuarenta. Eran galpones enormes, llenos hasta el techo, tan llenos que en algunos casos no podíamos entrar nosotros de tanta comida que había. Y lo que más bronca me dio fue que los ingleses tuvieron que darnos esa comida. Era la primera vez que yo veía cajas con la comida de las raciones y fue un soldado inglés el que me la dio. Después nos hicieron entregar las armas3.

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A la pésima planificación y organización estratégica y logística de la guerra se le agregó la nula posibilidad de organizar el retorno.

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Una de las formas de impedir que se conociera el estado físico y psicológico de las tropas argentinas al momento de la rendición fue prohibir la producción y circulación de fotos y filmaciones. Para ello se interceptaron y se velaron los rollos que los fotógrafos argentinos enviados de Télam – únicos que habían podido permanecer hasta el final en las islas – habían obtenido en los últimos días de su estadía. También se requisaron las cámaras de fotos que tenían en su poder algunos soldados. Tanto oficiales argentinos como británicos les quitaban a los soldados las cámaras de fotos que tenían en su poder4.

  • 5 El 1 de mayo de 2019 Román Von Ekstein compartió en su cuenta de facebook la tapa de la revista Ste (…)

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El destino de las fotos que habían logrado obtener al final de la guerra Román Von Ekstein y Eduardo Farré, los enviados de Télam a las islas, fue la venta a medios extranjeros por parte de algunos militares y de los jefes de la propia agencia oficial o su lisa y llana desaparición5.

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Von Ekstein relata:

  • 6 Román Von Ekstein había regresado al continente unos días antes de la rendición. Ver Sánchez, María (…)

Yo llego al continente con un paquete de material – habrán sido 50 rollos – sin revelar […]. Llego a Comodoro Rivadavia y me vienen a buscar. Me preguntan dónde están los rollos. Me los sacaron, me trataron mal […]. Me dicen que ellos van a mirar las fotos y que después las vaya a buscar. […] Me quedé cinco o seis días más reclamando y me fui sin nada. Se quedaron con todo6.

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Farré por su parte regresó luego de la rendición argentina, el 15 de junio, con alrededor de sesenta rollos en su poder. El periodista Diego Pérez Andrade, también corresponsal de Télam en las islas y quien regresó con él, relata:

Sabíamos que el gobierno militar interceptaba y se incautaba de todo material periodístico que habíamos intentado introducir clandestinamente en el continente. Generalmente eran rollos de fotos, o en el caso de ATC cassettes de video, que enviábamos con las tripulaciones de los poquísimos Hércules C-130 o los Fokker que lograban burlar el bloqueo en su regreso a Comodoro, Río Gallegos o Río Grande. […] a partir del 15 de mayo a los pilotos y acompañantes, al poner pie en tierra en el continente, los revisaban de pies a cabeza. Entre el grupo de civiles que volvía con nosotros a bordo del Irízar no dudamos en elegir al jujeño Facundo Tolaba, un empleado de Vialidad Nacional que había manejado una retroexcavadora para horadar el suelo de turba y construir los pozos de zorro para los soldados. […] Escondimos los rollos de fotos en paquetes de dos kilos de café […]. [Cuando llegamos nos llevaron] a unos galpones en desuso donde funcionaba una unidad de Inteligencia militar, al mando del coronel Esteban Solís, que nos recibió con una arenga supuestamente patriótica según la cual ‘el particular momento por el que atraviesa el país torna inconveniente que ustedes cuenten lo que vieron en nuestras islas irredentas’. […] Al que primero revisaron fue a Tolaba y a su humilde bagayo, que era una valija de cartón atada con una soga. Cuando comenzaron a caer los rollos de los tajeados paquetes de café, el hombre de Vialidad nos miró en silencio, con cara de póker. No nos vendió. Pero saltamos y nos hicimos cargo. Y eso dio pie a los uniformados para que nos ordenaran desnudarnos por completo y colocarnos de cara a la pared con los brazos arriba y las piernas separadas. Hacía un frío de locos, pero allí estábamos, en bolas y en silencio. […] Nos sacaron los rollos, los cassettes y varias libretas con apuntes. Todo lo que oliera a memoria periodística de la guerra7.

  • 8 Von Ekstein en Sánchez, María Esperanza, Tras un manto de neblinas. El circuito de las fotos de Mal (…)

Farré me contó que el 14 había hecho en la avenida Ross fotos de los soldaditos después de la rendición, dejando los cascos y las armas en la calle y se lo sacó un oficial […]. Farré lo encontró después y le preguntó: ‘¿Qué hiciste?’. Y le contestó: ‘Los velé’. […] A la televisión le hicieron lo mismo8.

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A la destrucción y el robo del material fotográfico que contenía el registro del final de la guerra, la rendición y la organización del retorno, le seguiría la invisibilización y el ocultamiento de los propios soldados en su llegada al continente. El objetivo era esconderlos prohibiendo todo tipo de contacto con la población para ocultar las condiciones físicas y psicológicas en las que regresaban y contar así con tiempo de mejorar su imagen y su estado físico. Para cumplir dicho objetivo, en muchos casos, los excombatientes estuvieron recluidos por horas, días y hasta semanas en los destinos militares sin poder contactarse con sus familias ni tampoco verlas. Durante esos días les daban de comer para engordarlos y les brindaron cuidados médicos, en muchos casos los primeros que recibían desde que habían sido embarcados a las islas.

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El ocultamiento tenía también por objetivo imponer el silencio a los excombatientes sobre sus experiencias en las islas. La intención de las tres fuerzas fue ocultar a la sociedad el pésimo desempeño que tuvieron para evitar la profundización del desprestigio que ya recaía sobre las FFAA. La idea era que “la ropa sucia se lava en casa” y la casa era el interior de los cuarteles. Mientras para oficiales y suboficiales la orden era explícita y asumida como parte de sus funciones, para los soldados en cambio se dictaba en forma de amenazas.

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En algunos casos las sugerencias vinieron dadas en función de “resguardar a sus seres queridos” para que no se preocuparan por su estado. En otros argumentando que la sociedad tendría una reacción adversa contra ellos.

Malvinas: los misterios sin resolver de la guerra más cruenta para los letales paracaidistas ingleses

GUERRA DE LAS MALVINAS

https://www.abc.es/historia/abci-misterios-sin-resolver-guerra-mas-cruenta-para-letales-paracaidistas-ingleses-202008151729_noticia.html

«¡Es la guerra! 40 buques preparados. Los paracaidistas, convocados». Con estas palabras del «The Sun» desayunaron los ingleses el 3 de abril de 1982, la segunda de las 74 jornadas a lo largo de las cuales se extendió un conflicto que enfrentó a la Argentina del dictador Leopoldo Galtieri y a la Gran Bretaña de Margaret Thatcher por el control de las Islas Malvinas. O Falkland Islands, como los británicos llaman a este pequeño archipiélago ubicado a 13.000 kilómetros de Londres. El diario se quedó corto. Al final, soltaron amarras en varias oleadas hasta un centenar de bajeles (entre ellos, tres submarinos atómicos) con la élite del ejército en sus tripas: los Royal Marines y los versados soldados aerotransportados.

No era una broma. Tras los dos meses y medio en los que la Guerra de las Malvinas mantuvo en tensión a la sociedad hubo que lamentar unos 700 fallecidos argentinos y casi 300 ingleses. En la prensa, las instantáneas de los combates aeronavales entre los Harrier y los Mirage tomaron las portadas. Sin embargo, el investigador español Francisco Cancio está convencido de que la Junta Militar de Galtieri no ansiaba entrar en conflicto con la todopoderosa Gran Bretaña cuando arrebató las Falkland al gobierno de Thatcher. Más bien, y según explica en declaraciones a ABC, pretendía hacer una demostración de fuerza y negociar con un país que, creía, estaba demasiado lejos para plantarles cara.

Pero no contaron con que la «Dama de Hierro» no podía mostrar debilidad ante la URSS y que aquel era un escaparate idóneo para lucirse ante el bloque del Este. Así lo corrobora Cancio en su nueva obra: «Enmienda» (editada con mimo por Robinson Librería Náutica). Una investigación de años en la que trata de desentrañar los enigmas que todavía existen sobre este conflicto y para la que ha contado con los testimonios de altos oficiales británicos como el brigadier Julian Thompson (comandante de las fuerzas terrestres durante la operación) o, entre otros tantísimos, el militar argentino Mario Menéndez. El resultado es un ensayo concienzudo, ameno y divulgativo destinado a que la sociedad entienda los claroscuros de un conflicto en el que la élite del ejército británico pasó su prueba más dura frente a los conscriptos latinoamericanos.

Comienza la guerra

A nivel oficial, y aunque Cancio dedica varios capítulos a explicar algunos antecedentes como el determinante incidente Davidoff, la Guerra de las Malvinas comenzó el 2 de abril de 1982, cuando dos centenares de soldados argentinos tomaron posesión de las Falklands, entonces bajo bandera inglesa. «¡Argentinazo: las Malvinas, recuperadas!», afirmó la prensa local. Thatcher llamó a la batalla y, a principios de mayo, la avanzadilla de una gigantesca armada, en la que destacaban dos portaaviones y tres submarinos atómicos, arribó a la región. El objetivo: desembarcar por el norte de la Isla Soledad (la más grande) y conquistar Puerto Argentino, donde estaba afincado el grueso del ejército enemigo.

La calma previa a la tempestad se extendió hasta el 2 de mayo, cuando los británicos hundieron el crucero argentino General Belgrano. Aquel desastre provocó la muerte de tres centenares de marinos e hizo que la Junta Militar tomara la decisión de volver a puerto y no salir de nuevo. A cambio, tomaron los cielos y, a golpe de caza, intentaron evitar que los ingleses pisaran tierra. En el marco de estas operaciones se produjo uno de los hechos más controvertidos del conflicto: el presunto impacto de un misil Exocet sobre el portaaviones HMS Invincible. Algo que el gobierno de Thatcher siempre negó. El 21 se produjo el desembarco y, tras dos cruentas contiendas en Pradera del Ganso Puerto Argentino, llegó la rendición el 14 de junio.

1-¿Cuál es la gran mentira que todavía está extendida sobre la Guerra de las Malvinas?

No creo haber identificado ninguna, pero si pongo en cuestión algunos tópicos. Quizá el más extendido es el que afirma que la decisión de hacerse con las Malvinas la tomaron los miembros de la Junta Militar desde la Casa Rosada con una copa de Brandy en la mano. No fue así. Argentina, con sus claroscuros, era un país organizado, con una cancillería y su política exterior. Se vio atrapada en un caos provocado por la cuestión Davidoff; la llegada a las Georgias del Sur, en posesión de los ingleses, de 39 obreros argentinos para desarmar unas factorías balleneras. Los británicos afirmaron que junto a ellos arribó un contingente militar que buscaba conquistar la zona. Eso desencadenó todo. Se creó un torbellino incontrolable que hizo que se aceleraran todos los planes sobre las Malvinas.

Francisco Cancio
Francisco Cancio

2-En su libro afirma que los argentinos no barajaron, en principio, el conflicto armado

Pensaban que, si no derramaban sangre inglesa, podrían entablar un proceso de negociación. Y no era una locura. En las dos primeras semanas estaban convencidos de que no habría guerra. Al ser dos islas, no hubiera sido descabellado que la ONU hubiese puesto un contingente de intermediación que administrase el territorio. O que diese una isla a cada país. Para los argentinos ya habría sido una victoria.

3-¿Por qué los ingleses enviaron toda su flota para reconquistar unas islas tan recónditas?

Hay un capítulo dedicado a ello. La versión oficial establece que fue herida la dignidad como nación de Inglaterra, que el territorio era británico y que había que recuperarlo. Pero hablamos de unas islas perdidas a 8.000 millas náuticas de Reino Unido y de solo 1.000 habitantes que se podían considerar súbditos de la corona en la región. ¿Eso justificaba el envío de toda la flota? Seguro que hubo algo más que, por el momento, no se ha admitido.

4-¿Qué podría ser?

Muchas cosas. Por ejemplo, la proyección que les ofrecían las islas hacia la Antártida. Existe un tratado en vigor por el cual nadie puede reclamar soberanía sobre ella hasta 2040. Pero, a partir de entonces, es un libro abierto. ¿Qué hacen los países? Tratar de preconsolidar derechos; y uno de los caminos es a través de las proyecciones antárticas de tu territorio. En el caso de Inglaterra, Malvinas.

También está el control territorial. Por entonces el mundo se comunicaba a través de los canales de Suez y Panamá, el Estrecho de Magallanes y el Cabo de Buena Esperanza. La Unión Soviética, que era un enemigo real en plena Guerra Fría, había tomado posiciones en dos de ellos a través de Angola, Etiopía y Somalia. Reforzar el control de las Islas, que daban acceso al Estrecho de Magallanes, podría ser otra posibilidad.

Otra de las más plausibles es la necesidad de dar una lección a los rusos. La interpretación que hicieron los soviéticos de la firmeza de la OTAN para alcanzar un objetivo complicado, como era expulsar a los argentinos, fue muy útil para Inglaterra. Los oficiales británicos de entonces confirmaban que se hallaban en una situación prebélica. Estaban en los años más tensos desde la crisis de los misiles de Cuba. El enviar el mensaje de “estamos dispuestos a luchar, estas son mis armas y esta mi capacidad logística” puede explicar la guerra.

Ataque al Invincible – F.C.

5-¿Por qué volvió a puerto la armada argentina tras la destrucción del Belgrano?

Margaret Thatcher reconoció que el hundimiento del crucero ARA General Belgrano fue un punto de inflexión fundamental para poder llevar a cabo el resto de las operaciones. Su siniestro, que coincidió con una diferencia de pocos días con la destrucción del ARA Alférez Sobral, evidenció dos capacidades frente a las que los argentinos no podían combatir.

La primera era el submarino atómico como amenaza invisible. Los ingleses tenían tres, lo que les otorgaba una capacidad de operación espectacular en términos de velocidad y autonomía. Los argentinos, por su parte, contaban con pocos medios de detección antisubmarina. Solo algunos “Neptune”, que pronto quedaron fuera de servicio por el exceso de uso y por su estado de conservación no óptimo. Al final, en la práctica, el Belgrano ni se enteró de que un sumergible le llevaba siguiendo tres días antes de ser hundido.

La segunda fue que, en un momento determinado, los argentinos empezaron a estar convencidos de que alguien les estaba observando desde el cielo. Existe mucha controversia sobre la observación satelital que los norteamericanos, parece ser, trasladaron a los ingleses. Personalmente estoy convencido de que fue así. ¿Por qué? Porque estamos hablando de los dos principales miembros de la OTAN. En una conferencia, el secretario de marina de la US Navy, John Lehman, nos confirmó que, en cuanto estalló el conflicto, Ronald Reagan le expuso: “Dile a Maggie que la ayudaremos en lo que haga falta, pero que, por favor, sin demasiados papeles”. Desde entonces, una buena parte del “staff” de la US Navy destinado en Londres pasó a centrar sus esfuerzos en las Malvinas. Pensar que los norteamericanos no redirigieron sus satélites para observar el área es un poco ingenuo.

6-Por el contrario, se ha extendido la idea de que la flota argentina se refugió en puerto por miedo…

Eso es algo que no se ha explicado bien. Se ha dado a entender que la armada argentina se achantó y se escondió. No fue así. Lo que no hizo fue sacrificarse inútilmente. Tras la destrucción del Belgrano, el almirante Anaya y el vicealmirante Lombardo llegaron a la conclusión de que no podían exponer ninguno de sus buques porque, en caso de hacerlo, serían atacados y hundidos. Ante esa evidencia, y ante el riesgo de que pudieran tener algún conflicto posterior con su enemigo secular, Chile, impusieron el sentido común. Prefirieron no lanzar acciones ofensivas porque sabían que los ingleses podían destruir sus unidades navales sin problema. Eso llevó a una decisión lógica: la flota a puerto, porque si está en el mar, acabarán con ella.

7-Otro de los mitos es el que habla del escaso entrenamiento de las fuerzas argentinas y de que solo el 5º Batallón de Infantería de Marina (BIM) estaba capacitado para hacer frente a la guerra.

Hay que ser muy cuidadoso con la gente que combatió. Es cierto que la mayor parte de las fuerzas argentinas desplegadas estaban integradas por conscriptos; pero no podemos desmerecer el esfuerzo y el sacrificio de los que estuvieron allí. Lo intentaron hacer bien, pero tenían en frente a los Royal Marines y a los paracaidistas británicos, primera línea de batalla del Reino Unido. El BIM 5, en todo caso, sí era una unidad muy profesional y con un porcentaje de suboficiales mayor.

Con todo, es cierto que había unidades especiales, de comando, de buzos tácticos… ¿Por qué no enviaron todo lo que tenían? Por dos razones. En primer lugar, porque no pensaban que iban a luchar. En los primeros 15 días del mes de abril se confiaron a una secuencia lógica de los hechos: he retomado las islas y negociaremos. Por otro lado, hubo una reserva de capacidad por un posible enfrentamiento con Chile que casi había acaecido en el 78.

gUERRA AÉREA EN LAS mALVINAS
GUERRA AÉREA EN LAS mALVINAS – f.c.

8-No pasaba lo mismo con la fuerza aérea…

Argentina tenía un modelo de fuerzas armadas muy poliédrico. Desde los 70 la armada era la mejor del continente, y los mismo pasaba con la fuerza aérea. Pero es entendible. Un piloto de caza nunca es un conscripto, es un profesional que ha dedicado mucho tiempo a formarse. Eran, por ello, expertos con años de entrenamiento a sus espaldas y muy hábiles. Los aviones A4 comenzaron a llegar en el 73. Los Mirage y los Dagger poco después. Es decir, que tuvieron una década para entrenarse con ellos.

La fuerza aérea fue un verdadero quebradero de cabeza para los ingleses, pero sus pilotos estuvieron muy comprometidos por la imposibilidad de usar la pista de aterrizaje en las islas. Debían partir desde el continente, y eso les dejaba una autonomía de operación de 3 o 4 minutos. En ellos debía identificar al objetivo, lanzar las bombas y volver. En caso contrario, se quedaban sin combustible. Si se enfrentaban a una patrulla de Harriers no tenían apenas tiempo. Pero eso no evitó que el número de buques dañados fuese altísimo.

9-¿Qué aviones utilizaba la fuerza aérea argentina?

Los A4 y los Dagger eran utilizados para el bombardeo naval. El problema era que los pilotos de fuerza aérea no se habían entrenado en este tipo de ataques. Estaban formados para lanzar explosivos desde altura y acabar con instalaciones de tierra firme como fábricas, no para hacer fuego sobre el mar. El Mirage era el interceptor; un aparato que les protegía cuando llegaban los Harriers británicos.

10-¿Harrier o Mirage, cuál fue el más letal?

Los Harrier partían con ventaja. En el combate disponían de un misil, el Sidewinder Lima, la última versión del Sidewinder americano, que les permitía disparar en oblicuo contra el contrario. El piloto no necesitaba ponerse justo detrás para hacer blanco. El Matra argentino tenía muchas más limitaciones. Por eso el nivel de éxito inglés fue altísimo, porque siempre daba en el blanco. Si a esto le sumas que unos salían directamente de los portaaviones y otros solo tenían cuatro minutos para luchar (lo que les estresaba mucho), el resultado es obvio.

Soldados argentinos caminan el 13 de abril de 1982 para ocupar la base de los Marines Reales capturados en Puerto Argentino

11-¿Una vez que desembarcaron… cómo de letales eran los paracaidistas y los Royal Marines británicos?

Todos los ejércitos del mundo tienen su orden de batalla. Cuando estalla un conflicto está establecido qué unidades serán las encargadas de combatir para tratar de frenar al enemigo. Los Royal Marines y los paracaidistas eran el primer orden de batalla de las fuerzas armadas del Reino Unido. Eran una fuerza profesional que había estado en combate en el Ulster. Eso les había dado un sentimiento de equipo y una experiencia increíbles. No se le puede exigir lo mismo a una fuerza que lleva cinco años unida, que una que es conscripta y lleva ocho meses compartiendo barracón.

La prueba palmaria de la importancia de esas fuerzas fue que, cuando los ingleses enviaron a la 5ª Brigada, la cual no pertenecía al primer orden de batalla, sus hombres cayeron derrengados al tercer día ante las exigencias del mando. Los paracaidistas, por ejemplo, anduvieron 80 kilómetros (desde bahía de San Carlos hasta Puerto Argentino) con unas mochilas que pesaban una barbaridad. El resto no pudo seguir el peso de la marcha.

12-¿Podían los argentinos haber resistido los asaltos ingleses?

Nadie discute que, en un golpe de mano, los argentinos podrían haber retrasado el avance en tierra, pero el frente era muy amplio y Thompson lo tenía muy controlado. Como ellos admitieron después, consiguieron la victoria en el mismo momento en el que pusieron un pie en tierra. A partir del 21 de mayo el combate estuvo muy condicionado porque los defensores no podían reforzar sus fuerzas por mar.

El mismo Thompson me confirmó en una entrevista que los Royal Marines y los paracaidistas tenían la situación controlada y que la 5ª Brigada, que llegó después, era innecesaria. Sin desmerecer a los argentinos, que se dejaron la piel y combatieron de forma muy inteligente.

13-¿Y si los ingleses no hubiesen pisado las islas?

Si no hubieran llegado a tierra las cosas sí habrían podido cambiar. El ejemplo más claro fue el incidente del buque de transporte Sir Galahad, que fue hundido por la fuerza aérea argentina el 8 de junio y provocó 53 bajas. Otro más de esos y quién sabe si la opinión pública podría haber rechazado aquella “guerra extraña” que no entendían. Cuando hablas con los ingleses, muchos te dicen que pensaban que las Malvinas eran unas pequeñas islas al norte de Escocia. Hay un contrasentido entre ese despliegue y la percepción de la sociedad. El ciudadano no entendía por qué se hacía ese despliegue. Si hubiera habido otro desastre al gabinete Thatcher le hubiera costado explicar qué estaba haciendo.

Incendio del destructor británico HMS Sheffield tras recibir el impacto de un misil Exocet lanzado por el ejército argentino

14-El otro gran misterio es el del hundimiento del HMS Invincible. ¿Qué ocurrió con él?

Es el más llamativo. Tenemos a los ingleses, que niegan el hundimiento, y a dos pilotos argentinos (Gerardo Isaac y Ernesto Ureta) que vieron el impacto del misil. Al margen de la contradicción, la realidad es que, durante 40 años, no ha habido testimonios británicos de peso que hayan confirmado que el buque recibió daño. Solo un marino cuya declaración tiene cierta falta de credibilidad.

También es real que todos los misiles que habían lanzado hasta entonces los argentinos habían dado en el blanco. Eso nos hace pensar que, si es cierto que hicieron fuego, es muy probable que impactaran contra el portaviones. Es sospechoso que el barco, además, volviera más tarde que el resto, y como nuevo, a Gran Bretaña. No seré yo quien afirme categóricamente que fue tocado, pero alguna solución hay que darle. Hasta que se liberen los archivos soy partidario de que, en efecto, el misil golpeó, le hizo un agujero al buque, explotó en el hangar (que estaba protegido contra incendios) y los marineros pudieron extinguir el fuego.

15-¿Y por qué habrían ocultado los hechos?

Puede ser que silenciaran el ataque para no volver a agitar a la sociedad. Al fin y al cabo, ya tenían a las tropas en tierra y, si se hubiera conocido, no sabemos si podría haberse forzado una retirada. A partir de ahí fueron rehenes de su decisión. Pero es solo una tesis. Lo que no comparto son las teorías que afirman que fue hundido o que se construyó un barco nuevo para reemplazar al Invincible. Eso es conspiración.

16-¿Fue Pradera del Ganso la batalla más cruenta?

Fue un experimento de tienta. Los ingleses no conocían a su enemigo, lo probaron y se percataron de que no iban a entregar las islas sin combatir de forma dura. Desde esa batalla, los británicos no volvieron a combatir de día. Lo hicieron de noche, aprovechando su preparación y sus medios, para disminuir la cantidad de bajas. Allí combatieron los paracaidistas y tropas de primerísimo nivel. Unidades muy compactadas a raíz de la guerra del Ulster. Pero los argentinos se lo hicieron pasar muy mal.

Soldados británicos izan la bandera de Reino Unido en las Islas Malvinas.
Soldados británicos izan la bandera de Reino Unido en las Islas Malvinas.

17-¿Cómo nació este libro?

El origen del libro se encuentra en casa. Mi padre era un apasionado de la historia naval. De cuatro hermanos, yo fui el que captó esa afición desde muy pequeño. Por eso, cuando estalló la Guerra de las Malvinas y descubrimos a aquella gigantesca armada inglesa dirigiéndose hacia las islas con todos sus portaviones y su flota de escolta, quedamos perplejos. Después de la Segunda Guerra Mundial, las contiendas que se habían dado nunca enfrentaron a un país occidental contra otro. Malvinas era algo diferente.

Aquello me sedujo mucho y, poco a poco, fui comprando libros sobre el tema, investigando… Me resultaba intrigante porque la guerra tenía mucho de enigmático. Había una infinidad de áreas difíciles de entender. Ya de mayor le quise dar una vuelta de tuerca y asistí a un congreso en Inglaterra sobre el tema. Me metí poco a poco en él hasta que surgió la posibilidad de viajar a Argentina, donde había estado durante el servicio militar de joven.

En ese viaje me propuse escribir el libro, que en principio iba a ser el fruto de la investigación que realizara. Pero me di cuenta de que podía contar algo más. Y ese algo fue “Enmienda”: una revisión de algunas cuestiones de la guerra que se consideran como inmutables, pero todavía plantean dudas. Temas como el “stock” de misiles Exocet (¿por qué solo había cinco?) o la retirada de la armada argentina a puerto. Eran cosas que había que preguntar.

18-¿Cómo llevó a cabo la investigación?

Hice una extensa investigación de campo. Tuve suerte porque muy buenos amigos me ayudaron a llegar a personajes como el ya fallecido Menéndez, Lami Dozo (el único miembro vivo de la junta militar cuando estuve allí) o el vicealmirante Lombardo (al mando del teatro de operaciones durante buena parte del conflicto). Entrevisté a muchos protagonistas. No solo altos mandos, sino marinos, pilotos, diplomáticos…

Toda esa información la combiné con la parte inglesa. Al principio costó bastante conocer a militares británicos, pero, al final, rompí la corteza y contacté con protagonistas destacados como Thompson, el principal mando de operaciones terrestres, y otros tantos. En contra de lo que la gente piensa, una vez que dieron luz verde fueron muy transparentes y amables. Me ofrecieron todo su tiempo. Eso enriqueció muchísimo la obra, que hoy ve la luz gracias al loable compromiso de Robinson Librería Nàutica por estimular la publicación de todo cuanto tenga que ver con el mar y su historia. Les estoy también muy agradecido.

Los médicos del coloso «Bravo Uno», el buque hospital que en Malvinas intercambió heridos y donó sangre argentina al enemigo

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PorLoreley Gaffoglio24 de Agosto de 2019

La alerta del naufragio irrumpió a la altura de Comodoro Rivadavia. Era la madrugada del 3 de mayo. Los vientos huracanados con olas de 8 metros como azotes de concreto tornaban la derrota en una auténtica pesadilla. Había urgencia, desazón y espíritu de cuerpo. El Bravo Uno emprendía su bautismo sanitario tras la masacre: debía socorrer a los náufragos y atender a los heridos del Crucero General Belgrano.

La primera comunicación a bordo tronó en los altoparlantes como imperativo de supervivencia. El comandante Ismael García le ordenaba a la tripulación recién embarcada -28 oficiales médicos, entre cardiólogos, cirujanos, traumatólogos, radiólogos y anestesistas junto a 58 suboficiales enfermeros- permanecer en las cubiertas superiores. Todos debían moverse por arriba de la línea de flotación del casco.

En aquel hospital flotante la amenaza no eran los latigazos de un mar 7, sino el acecho de los submarinos nucleares británicos. El ARA Bahía Paraíso podía ser otra presa fácil. Un tiro al pato de torpedo; otro estrago.

Hacía solo tres meses que se había estrenado para cumplir un propósito distinto: arrimar la logística y a la gente a las 7 bases argentinas del continente blanco. Había nacido en los astilleros de La Boca como imponente transporte polar y en su primera campaña antártica ya había cruzado con éxito dos veces el Círculo Polar.

El casco lucía todavía su color original: un naranja estridente, aunque ahora revistiera como buque hospital. Al igual que se hermano mayor, el rompehielos ARA Irízar, que cumplió idénticas funciones en Malvinas, al comienzo lo identificaron con seis cruces rojas pintadas de apuro para evitar las bombas y los torpedos. Pero el Bahía Paraíso había sido especialmente reconvertido por ingenieros navales en tiempo récord para desplegar funciones sanitarias en combate. Sin artillería, se lo vació de pertrechos bélicos. Aunque aún le restaba la aprobación oficial de la Cruz Roja Internacional para que operara sin riesgos al amparo de la Convención de Ginebra.

El B1 (Bravo Uno), tal las siglas «esculpidas» en su casco, era fácilmente detectable en aguas abiertas. Su actuación en el mar austral desconcertaba al enemigo: venía de apoyar la recuperación de las Georgias del Sur como buque de guerra y de trasladar a los prisioneros ingleses -22 Royal Marines y 14 científicos- desde Grytviken hasta Tierra del Fuego.

Pero lo cierto es que el noble coloso -130 m de eslora- se estrenaba como el primer hospital flotante de América Latina. Aún en el mar, podía competir a la par del más renovado de los hospitales porteños: fue acondicionado con tres quirófanos de alta complejidad, una gran sala de terapia intensiva, otra de cuidados intermedios, una amplia enfermería, laboratorio, Rayos X y podía albergar en sus bodegas, preparadas como sala de internación, hasta 320 heridos.

La hazaña para equipar de cero al buque hospital fue un trabajo mancomunado de enfermeras, enfermeros y médicos navales que durante jornadas de 17 horas trabajaron a la par. Ellas cargaban entre dos por las planchadas los tubos de oxígeno, las mesas de cirugía, los respiradores y el resto de los equipos.

Cuando todo estuvo listo para zarpar, sobrevino la frustración. A las 30 enfermeras navales las desembarcaron. «Quizás fue para protegerlas. Íbamos a una guerra pero con la misión de producir altas médicas y no bajas. Pero todos nos conmovimos cuando las bajaron. Ellas eran indispensables. Y a nuestro plantel de cirujanos su ausencia nos provocó un gran trastorno. No contábamos con instrumentadoras ni personal capacitado en la esterilización. Las mesas de cirugía al principio fueron un caos y en distintas oleadas debimos instruir en altamar a los cabos enfermeros para que las suplieran».

El que recrea la operatoria de la Sanidad en Combate -todo un capítulo relegado de la Guerra de Malvinas-, es el actual jefe del Departamento de Cirugía Plástica del Hospital Pirovano, el doctor Carlos Bertini. Tandilense, con 28 años, el entonces teniente de fragata, cirujano general, cumplía el rol de clasificar heridos en uno de los dos puestos de recepción del buque hospital: el hangar de los helicópteros Puma.

La dimensión de la tarea de un equipo médico cuyo promedio de edad no superaba los 25 años, fue titánica: durante el mes de su actuación, en cuatro viajes sucesivos desde el continente hacia el archipiélago, el Bahía Paraíso atendió a un total de 231 pacientes. De ellos, 129 fueron heridos en combate recogidos en distintos puntos de las islas. Otros 94 trasbordados desde el buque hospital inglés HMS Uganda, que operaba secundado por tres navíos ambulancias.

Bajo los estruendos de los bombardeos, el Bravo Uno socorrió a los náufragos del mercante Río Carcarañá y del ARA Bahía Buen Suceso. Su equipo médico realizó a bordo 203 curaciones, 23 cirugías generales, 29 cirugías traumatológicas, 6 amputaciones.

También al finalizar la guerra le tocó otra misión ingrata: evacuar, abrigar y contener a 1984 combatientes, en su traslado hasta Puerto Belgrano.

Esos fríos números le valieron al buque y a su tripulación la condecoración por Operaciones en Combate. Y la invitación, años después, para que el jefe de Sanidad, el capitán de corbeta y cirujano general, Pascual Pelicari, y el comandante del buque, el capitán Ismael García, compartieran su experiencia en Inglaterra y Estados Unidos.

El Belgrano, un antes y un después

«De todos los sucesos que vivimos, el que nos marcó para siempre fue el rescate de seis balsas con 72 sobrevivientes y 18 cuerpos de la tripulación del ARA Belgrano. La muerte es natural para un médico, pero ellos eran nuestros camaradas de armas y ofrendaron lo más sagrado: su vida por la Patria», comienza a relatar Bertini.

«Llegamos dos días después del hundimiento porque veníamos de Comodoro Rivadavia. Los aviones Neptune sobrevolaban por sectores y nos marcaban las posiciones dispersas de las balsas. Estábamos a mitad de camino entre la Antártida y la Isla de los Estados. Las balsas se habían derivado muchísimo por la tormenta y las corrientes marinas. Las primeras 24 horas fueron de una emoción muy difícil de describir, cuando las divisábamos y los socorrían los buzos tácticos. Había heridos, quebrados, quemados y empetrolados y todos padecían principios de hipotermia. El reencuentro con ellos era a puro abrazo y llanto«.

Al médico hay un primer recuerdo que aún lo desgarra: al segundo día de rescate, el 6 de mayo, en las balsas sólo hallaban muertos.

Sucedía en las que menos tripulantes había porque el calor humano fue una de las claves de supervivencia. Pero la escena más estremecedora sucedió apenas clareaba: «Arriba del techo naranja de la balsa, vimos a un camarada, el guardamarina Gerardo Sevilla, aferrado a su linterna, todavía encendida. Al acercarnos, fue devastador porque tanto él como los otros compañeros dentro, todos habían muerto de hipotermia. Fue una escena que superó la tragedia. Primero porque con nosotros venía el teniente contador Fernando Ismael Santos, uno de sus compañeros de promoción que enseguida lo reconoció al verlo. Luego, porque concluimos que en la noche, Sevilla claramente nos veía y con sus últimas fuerzas nos hacía señales con su linterna. Y así murió el guardiamarina: peleando esperanzado por su vida».

-¿Cómo se elaboran esas vivencias?

-No se elaboran, dejan marcas. Porque hay formas y formas de morir. Queda el respeto de los que lo hicieron con gloria. Esos 18 cuerpos que nosotros trasladamos hasta Ushuaia para que fueran entregados a sus familias. Y lo hicimos con un cuidado reverencial. En algún artículo leímos con asombro el disparate de alguien que dijo que el Bahía Paraíso arrojaba los cuerpos al mar, cuando fui yo, entre otros tantos médicos, el encargado de acondicionarlos. Hay detalles que es mejor ahorrarse… Pero estuvimos varios días implementando un sinnúmero de métodos hasta que por fin pudimos entregarlos, ya que venían en posición fetal, con rigor mortis, alojados en la cámara frigorífica. Me parece importante aclarar este punto para que no hayan dudas: después de nuestro trabajo de identificación y registro, vino la policía forense para completar las huellas dactilares y una empresa mortuoria se encargó del traslado de los cuerpos y entrega a los familiares. Pongo mucho énfasis en esto porque para todos nosotros ellos fueron los primeros héroes que vimos en vivo y en directo.

-¿Cómo continuaron las tareas de sanidad?

En Tierra del Fuego se embarcaron dos veedores europeos de la Cruz Roja e impusieron que el buque se pintara íntegramente de blanco con las cruces reglamentarias. Y eso fue un alivio porque el riesgo de un ataque, en un buque en continuo movimiento disminuía. De todas formas en el primer viaje ya directamente hacia Puerto Argentino, dos helicópteros Sea Lynx nos rodearon. Uno a popa y otro a proa y por radio en español nos ordenaron: «Detengan su marcha. Inspección». Descendieron ocho británicos fuertemente armados y nos requisaron durante horas todo el buque de punta a punta buscando armamento. Ellos sabían que el Bahía Paraíso había trasladado tropa a las Georgias, que estaba artillado con fuego antiaéreo y ahora reaparecía convertido en buque hospital. Les llamó la atención la cantidad de víveres que transportábamos, suficientes para abastecer a 10.000 hombres durante un mes. Pero a partir de ese ok, empezamos a ir y venir del continente a Malvinas.

-¿Cómo se organizó el trasbordo de heridos?

-Se estableció un área neutral de encuentro con el Uganda, el buque hospital inglés y esa estrategia fue luego incorporada como protocolo por la Cruz Roja en una de las dos adendas con la que contribuyó nuestro buque. La otra fue de identificación electrónica subácua. Hubo tres contactos directos con al menos dos intercambios de heridos que se combinaron por radio. Nosotros íbamos en el helicóptero Puma y nos ocupábamos del traslado. Del primero participé yo. Después de los combates en Darwin ellos tenían muchos heridos nuestros. También habían rescatad a pilotos nuestros abatidos por misiles y Harriers. Por la Convención de Ginebra los buques hospitales deben asistirse mutuamente. El trato con los médicos ingleses fue de extrema colaboración. Incluso ellos nos hicieron un recorrido por sus instalaciones sanitarias. Antes nos habían pedido asistencia en medicamentos. Les dimos lo que requerían: Valium y Epsilon, que es un tipo de coagulante. Pero lo más llamativo fueron los 100 dadores de sangre argentina que les entregamos porque ellos no tenían cómo abastecerse. Siempre me lo preguntan… y digo que sí, a algunos heridos ingleses los salvó la sangre argentina.

 -¿El Bravo Uno operó a algún inglés?

-No que yo recuerde mientras fuimos buque hospital. Antes, al regreso de las Georgias, sí se intervino en un brazo a un marine.  Lo hizo un colega cirujano traumatólogo. El marine no se quería dejar operar por un médico argentino. Se le trasmitió la gravedad del cuadro a su jefe, ya que el brazo se le iba a gangrenar y corría riesgo de que se lo amputaran. El superior le ordenó que se dejara intervenir. Años después, agradecido, el inglés invitó a mi colega a Londres. Nosotros hacíamos distintos recorridos por las islas e íbamos embarcando a nuestros combatientes heridos. Tanto del hospital de Puerto Argentino, como de Bahía Fox, Puerto Howard y Bahía Elefante. También dejamos un médico nuestro en la isla Borbón. Hubo también atención psiquiátrica dentro del buque y algunos casos, pocos, por desnutrición. Pero la verdad es que a nosotros, en términos logísticos, nunca nos faltó nada. Incluso, cuando quisimos desembarcar más alimentos en Puerto Argentino nos dijeron que no era necesario. El problema era los lugares a los que por el aislamiento de los combates, los víveres no llegaban.

-¿Qué fue lo más estresante de su tarea?

-Al margen de lo del Belgrano, el bombardeo aeronaval permanente a la pista de Puerto Argentino. Porque como teniente de fragata médico en la guerra, yo cumplía la misión para la que estaba preparado. Y tampoco tuvimos ningún fallecido. Pero por los bombardeos uno podía entender el estrés de nuestros combatientes. En su mayoría, comenzaban a las 12 de la noche y cada 15 minutos hasta las 3 o 4 de la madrugada la artillería inglesa no les daba tregua a las posiciones argentinas. Era una manera de desgaste psicológico. Nosotros teníamos prohibido desembarcar. Y había una ventana acotada de tiempo para traer a los heridos. Eso se hacía en un 80 % con los helicópteros o con los pequeños buques del Apostadero como el Yehuín que se amadrinaba al nuestro. En el segundo de los viajes a Puerto Argentino un misil antirradar inglés pegó delante de nuestra proa. El radar Malvinas había apagado su circuito y el misil perdió el rumbo.

-¿Nunca pudo desembarcar en las islas?

-Teóricamente, no. Pero sí lo hice, subrepticiamente, casi como «polizón». Nunca me hubiera perdonado no pisar Malvinas con el pabellón argentino flameando. Lo pude hacer y ese orgullo no me lo saca nadie. Por la noche, en una de las barcazas un camarada, Osvaldo Cidale, nos llevó a un cardiólogo y a mí a Puerto Argentino. Fue además un día histórico porque la gente del Apostadero estaba eufórica: habían lanzado desde una plataforma totalmente improvisada en tierra uno de los misiles Exocet mar-mar que terminó averiando a la fragata Glamorgan.

-¿Cómo se vivió la rendición?

-Nosotros estábamos en el continente y había una desazón generalizada. Fuimos hasta Puerto Groussac para embarcar a 1660 compatriotas prisioneros. Ahí me quedó grabada a fuego la imagen de un conscripto al que asistí y le procuré los elementos de aseo necesarios para que se diera una ducha caliente. No recuerdo su nombre, pero lo vi debajo de la ducha aferrado con una mano a la taza de mate cocido y con la otra a la galleta marinera que hacía nuestro panadero, Alberto Herrera. «Date la ducha tranquilo. Acá hay de todo. No te preocupes, que vas a poder comer», le dije. Y se me deshizo el alma porque me respondió: «Pero doctor, ¿sabe hace cuánto que no como un pedacito de pan así?».  Donde él estaba no llegaba la comida. Y eso, en parte, fue porque los kelpers informaban sobre las posiciones argentinas, que luego eran emboscadas. El aislamiento y la desesperación a lo último eran tales que según me contaron mis colegas médicos en Puerto Argentino, hubo comida trasladada en ambulancias.

-¿Regresó a las islas?

-Sí, dos años atrás. Necesitaba cerrar ese círculo. Porque la falencia que yo tenía, era que si bien había vivido todo y recibido a los heridos, no había estado en el frente de batalla. En el lugar de la lucha cuerpo a cuerpo de nuestros soldados. Soy amigo personal de un exconscripto, Víctor Villagra-coordinaror hoy en el Gobierno de la Ciudad de un sistema de salud para veteranos de Malvinas- que había estado con los infantes de marina. Viajamos 11 infantes de la Compañía de Ametralladoras 12,7 que pelearon en Monte Tumbledown, Dos Hermanas, Monte Harriet y London. Recorrimos cada uno esos lugares y en cada pozo de zorro nos abrazamos y lloramos. Era una mezcla de euforia, de alegría y de tristeza. Porque esa es la sensación, creo yo, de los que estuvimos en el 82. No conozco ningún excombatiente que no sienta orgullo por haber estado allí. Por mi parte, yo puedo morir tranquilo.

En enero de 1989, el ARA Bahía Paraíso sucumbió en las gélidas aguas antárticas. Frente a la base estadounidense Palmer, en el continente blanco, una piedra desgarró su casco hasta la agonía. Había vuelto de Malvinas para seguir cumpliendo con su misión: el abastecimiento de las bases antárticas argentinas.

«Fue un buque de una nobleza singular», lo recuerdan hoy sus tripulantes. Se hundió lentamente sin lamentar víctimas una insignia de la entrega en Malvinas y un noble buque antártico.

El desenlace de la guerra

El desenlace de la guerra

El desenlace de la guerra

El 14 de junio, luego de 74 días de haber combatido con coraje y honor, se produjo la rendición argentina.

Luego de más de 70 días de operaciones militares por mar, tierra y aire, el final de la Guerra se aproximaba. La derrota en las armas era inminente pero en los corazones de los argentinos seguía ondeando la bandera patria, como aún lo hacía en Malvinas.

La Infantería de Marina peleó hasta el final, en aquellos combates con nombres inolvidables: Monte Longdon, Monte Tumbledown, Sapper Hill y Pony’s Pass.

En la noche del 11 al 12 de junio, en el Monte Longdon, bajo responsabilidad del Regimiento Nº 7 del Ejército Argentino, con una Sección de Ametralladoras 12,7 mm. de la Infantería de Marina, se produjo un combate cruento. La magnitud y la violencia del ataque fue tal, que obligó a las tropas del Regimiento 7 a replegarse debido a esa fuerte presión.

Las tropas de la Infantería de Marina, por el tipo de armamento que tenían, no pudieron replegarse. El Cabo Segundo Carlos Colemil, que tenía que llevar el mensaje del Jefe de Sección de replegarse, fue herido y no pudo retransmitir la orden.

Heroicamente, la Ametralladora Nº 4 del Batallón Comando y Apoyo Logístico (BICO) a cargo de los Conscriptos Inchauspe, Giuseppetti, Maciel y Fernández, mantuvo su posición pese a la abrumadora superioridad británica. Ellos cuatro detuvieron toda una Compañía Británica de casi 120 hombres. Murieron, pero gracias a ellos el resto de la tropa pudo salvarse, teniendo seis bajas, cuando habrían podido ser muchas más.

En la noche del 12 de junio la presión británica fue en aumento. Los fuegos de artillería se fueron incrementando y se batieron a duelo con las consiguientes bajas y destrucción de posiciones. Esto anticipaba que el final se acercaba.

El ataque principal lo sufrió la Compañía Nácar del Batallón de Infantería de Marina N°5 (BIM5), particularmente la Cuarta Sección, a cargo del Teniente de Corbeta Carlos Vázquez, la noche del 13 de junio por parte de la Guardia Escocesa, la Guardia Galesa y Gurkas. Esta sección soportó tres intentos de ataques en los cuales los ingleses no pudieron derribarlos, pero en la mañana del 14 de junio, el Jefe de Sección visualizó la falta de reserva de munición, no llegaban los apoyos y no tenían ya capacidad de combatir para responder, había tropas heridas y decidieron rendir su posición. En este combate murió honorablemente el Suboficial Primero Julio Saturnino Castillo.

Paralelamente, la Compañía Obra sufrió ataques en el combate de Pony’s Pass, pero la fuerte presión obligó a replegarse al Jefe de Compañía. Para el 14 de junio, el BIM5 concentraba prácticamente toda su unidad en inmediaciones de Sapper Hill, bajo una fuerte presión de ataque de artillería y ataques aéreos.

El Monte Tumbledown fue el último punto estratégico defendido por los argentinos antes de la derrota en la Guerra de Malvinas.

En la mañana del 14 de junio la presión británica era intensa y el Gobernador decidió la rendición de la Plaza; el BIM5 inició su repliegue, según las órdenes que había recibido. Dejó una fracción en la retaguardia de combate en Sapper Hill, que era la última altura. Esta fracción, cubriendo la retaguardia del Batallón que se replegaba, se enfrentó a una sección de infantería británica que desembarcó en helicóptero, desarrollándose el combate de Sapper Hill, donde se produjeron las últimas bajas.

A partir del mediodía del 14 de junio, dada la orden de deponer las armas, los infantes de marina pasaron a condición de prisioneros de guerra de las tropas británicas que iban invadiendo las distintas posiciones. Inicialmente estuvieron bajo control de los paracaidistas británicos que fueron luego reemplazados por infantes de marina británicos, que no habían estado empeñados en combate.

Portaviones ARA 25 de Mayo

La Infantería de Marina fue concentrada en el aeropuerto durante cuatro días, hasta que fueron transportados al rompehielos “Almirante Irizar”, buque hospital reconocido por la Cruz Roja Internacional, para ser trasladados al continente. “Bienvenidos Infantes de marina” rezaba un cartel en la cubierta del buque esperándolos.

Desde el 2 de abril de 1982 hasta el 14 de junio, murieron 35 infantes de marina en combate, sin considerar a los heridos. El primero en caer en la guerra y el último fueron de ese componente.

Los 74 días que la Infantería de Marina combatió en Malvinas

La misión que recibieron los comandantes al partir hacia Malvinas fue breve y clara: “Reconquistar las Islas Malvinas a fin de incorporarlas definitivamente a la Soberanía de la Nación.”

La participación de la Infantería de Marina en el Conflicto del Atlántico Sur puede dividirse en dos etapas: el de la recuperación de la soberanía –concretamente el 2 de abril de 1982—y, a posteriori, en la defensa de las Islas, consecuencia de la escalada militar.

Las Islas Malvinas se recuperaron mediante una operación anfibia denominada Operación Rosario, siendo el núcleo de la Fuerza de Desembarco el Batallón de Infantería de Marina Nº 2 (BIM2), la Agrupación Comandos Anfibios, parte de la Agrupación Buzos Tácticos, el Batallón de Vehículos Anfibios, una sección de comunicaciones y grupos de apoyo.

La operación fue brillante y se cumplieron todos los aspectos doctrinarios. Nuestros infantes de marina tuvieron la difícil tarea de realizar la toma sin causar bajas, ya que estaba explícito en la orden de operaciones, lo que resulta complejo en cualquier operación militar, más aún en una operación anfibia.

No se causó ninguna baja hacia el enemigo, por el contrario, las primeras bajas de la guerra fueron argentinas: el Capitán de Corbeta Pedro Edgardo Giachino, fue la única baja mortal del enfrentamiento del 2 de abril; y los Conscriptos Mario Almonacid y Jorge Néstor Águila en la recuperación de las Islas Georgias, el 3 de abril.

A partir de esa operación militar, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por medio de la Resolución Nº 502, impuso a ambas partes sentarse a negociar y abandonar las islas, a lo cual Argentina se negó y Gran Bretaña destacó su Flota para la recuperación del territorio, produciéndose así la escalada en el conflicto.

En esta segunda etapa, la Infantería de Marina se empeñó con 1357 efectivos, con un 70 por ciento de la fuerza efectiva compuesta por conscriptos. Su núcleo fue el Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5). Participó también el Batallón Antiaéreo, el Batallón de Artillería de Campaña Nº 1, la Compañía de Ingenieros Anfibios, una Compañía del Batallón de Infantería de Marina N° 3 (BIM3), la Agrupación de Comandos Anfibios, la Compañía de Ametralladoras 12,7 mm. del Batallón Comando, una Sección de Perros de Guerra del Batallón Seguridad de la Base Naval Puerto Belgrano y los respectivos apoyos. El 5 de abril se ordenó a estas unidades destacarse a las islas y ocupar posiciones defensivas. En las Islas Malvinas había casi 10.000 efectivos, considerando los infantes de marina y 8700 efectivos del Ejército Argentino.

La responsabilidad del dispositivo defensivo estuvo a cargo del Ejército Argentino y la Infantería de Marina se incorporó al mismo. El objetivo estratégico operacional era la capital –Puerto Argentino– y este dispositivo ocupó las alturas circundantes: los montes Tumbledown, Longdon y Harriet. El BIM5 ocupó Tumbledown, Sapper Hill y el Valle de Moody Brook con sus tres Compañías. Una Sección de Ametralladoras 12,7 mm. del Batallón Comando ocupó la altura del Monte Longdon junto al Regimiento Nº 7 del Ejército Argentino.

Durante abril, las unidades se dedicaron a la preparación de las posiciones; por ser el terreno de las Islas Malvinas rocoso, húmedo y de bajas alturas, el establecimiento de las posiciones fue un trabajo muy arduo y sacrificado.

El 1º de mayo la Fuerza de Tareas Británica inició su accionar para la recuperación de las islas lanzando ataques aéreos que intentaron neutralizar la pista de aterrizaje a fin de cortar los suministros logísticos propios que se recibían por modo aéreo. Paralelamente, los otros abastecimientos que se recibían eran mediante unidades de superficie, pero debido a la amenaza latente de los submarinos, no podían ser enviados o se corrían grandes riesgos.

En esta nueva etapa de la defensa, el 1º de mayo, durante los primeros ataques aéreos, se producen las primeras bajas y el Batallón Antiaéreo, la Compañía de Ingenieros Anfibios y el BIM5 pierden a varios efectivos.

Las tropas empeñadas estuvieron sometidas a ataques aéreos durante el día y fuego naval nocturno; esto no permitía el descanso y socavaba la moral, siendo ésta la finalidad de los ataques previos a los combates en tierra. Todo mayo transcurrió con esta actividad de hostigamiento permanente y los ingenieros anfibios se dedicaron a la colocación de campos minados.

En este período se produjeron diferentes bajas en acciones propias como preludio de los combates que se avecinaban.

Sobre fines de mayo, primeros días de junio, la Fuerza de Desembarco Británica arribó a la zona del Puerto de San Carlos, distante a 180 km de Puerto Argentino, e inició su campaña terrestre en aproximación hacia Puerto Argentino, la cual se concretó el 14 de junio con la caída de la capital. Las primeras alturas que cayeron fueron Pradera del Ganso –distante del objetivo británico–, Monte Harriet y Dos Hermanas, defendidos por el Ejército Argentino; y, posteriormente, entraron en el dispositivo de la Infantería de Marina que tenía como núcleo al BIM5, apoyado por la Batería Bravo del Batallón de Artillería de Campaña N°1

Llegarían luego los cruentos combates finales a mediados de junio, la rendición argentina y el doloroso saldo final de 649 argentinos fallecidos.

gacetamarinera.com.ar/especiales/el-desenlace-de-la-guerra/

La Batalla de Puerto Argentino – Ejército Argentino – SOMOS EL EA

Batalla de Puerto Argentino

INFIERNO DE MEDIANOCHE

Combate en Monte Longdon

LA COMPAÑÍA “B” DEL REGIMIENTO DE INFANTERÍA 7, REFORZADA CON LA 1RA SECCIÓN DE INGENIEROS DE COMPAÑÍA DE INGENIEROS 10 Y UNA SECCIÓN DE AMETRALLADORAS DE LA INFANTERÍA DE MARINA, SE ENCONTRABAN EMPLAZADAS CUBRIENDO EL ACCESO NOROESTE A LA PRIMERA LÍNEA DE POSICIONES DEFENSIVAS DE PUERTO ARGENTINO, EN LAS ALTURAS DE MONTE LONGDON, CONSTITUYENDO UN PUNTO FUERTE DENOMINADO “SUBSECTOR PLATA” Y QUE DEFENDÍA LOS 360° DE LA POSICIÓN.

El combate de Monte Longdon fue el más encarnizado de la campaña, donde cayeron en combate decenas de soldados argentinos y británicos, duró desde la noche del 11 de junio hasta las primeras luces del día 12 de junio, llegándose a combatir cuerpo a cuerpo. Las tropas argentinas se replegaron al agotársele la munición y la imposibilidad de recibir refuerzos.

LA GRAN BATALLA COMIENZA
LA NOCHE DEL 11 DE JUNIO, PRECEDIDOS POR UN INTENSO FUEGO DE ARTILLERÍA TERRESTRE Y NAVAL, LOS BRITÁNICOS ATACARON LAS POSICIONES DE LA COMPAÑÍA C DEL REGIMIENTO 4 EN EL MONTE DOS HERMANAS, A CARGO DEL 2DO JEFE DE REGIMIENTO.

Combate de Monte Dos hermanas

La acción británica contó con una enorme superioridad en cantidad de personal y material empleado, aún así se combatió toda la noche rechazando una y otra vez las embestidas británicas. Después de varias horas de lucha, con escasez de municiones y sin posibilidades de recibir refuerzos, las fracciones propias cesaron los combates y el monte cayó en poder de los ingleses. La compañía B del Regimiento 6, que se encontraba ocupando el sector entre Dos hermanas y Monte Longdon, se repliega combatiendo hacia Monte Tumbledown. 

REGIMIENTO DE INFANTERÍA 4

Combate de Monte Harriet

LOS BRITÁNICOS ATACARON LAS POSICIONES PRINCIPALES DEL REGIMIENTO 4 DESDE EL OESTE Y EL SUR SIMULTÁNEAMENTE, CON UN ABRUMADOR APOYO DE FUEGO TERRESTRE Y NAVAL.

La lucha fue violenta y, en algunos casos, se llegó al combate próximo y cuerpo a cuerpo. La artillería argentina apoyó la defensa hasta el límite de sus posibilidades y, aunque se retardó el avance enemigo, no pudo detenerlo. Después de las 3 de la madrugada y de disputar intensamente cada metro del terreno las fracciones sobrevivientes del regimiento se replegaron hacia puerto argentino y, en algunos casos integrándose a las posiciones de otras unidades. previous arrownext arrow

COMBATES FINALES

Combate de Monte Tumbledown

LA NOCHE DEL 13 AL 14 DE JUNIO SE PRODUJERON ATAQUE BRITÁNICOS DE ENORME MAGNITUD SOBRE LAS POSICIONES ARGENTINAS EN MONTE TUMBLEDOWN, DONDE COMBATIERON LA COMPAÑÍA B DEL REGIMIENTO 6 Y ELEMENTOS DEL REGIMIENTO 4 EN EL SECTOR DEFENSIVO DEL BATALLÓN DE INFANTERÍA DE MARINA 5.

Los ingleses avanzaron en 3 columnas desde Goat Ridge y Harriet, presionando el dispositivo del BIM 5. El ataque es retrasado por los obstáculos minados y se llega a una lucha próxima y muy violenta. A pesar del contrataque de la Compañía B del RI 6 y fracciones de IM, el apoyo de fuego de la masa de la artillería de campaña propia y la tenacidad de la defensa; el repliegue se hizo inevitable.   

EL ÚLTIMO COMBATE

Combate de Wireless Ridge

DESPUÉS DE LOS DUROS COMBATES EN MONTE LONGDON, EL REGIMIENTO 7 SE AFERRA A LAS POSICIONES DE LA COLINA DE LA RADIO, EL ESCUADRÓN DE EXPLORACIÓN DE CABALLERÍA 10 Y LA COMPAÑÍA A DEL REGIMIENTO 3 SE PREPARAN PARA REFORZAR LAS POSICIONES ARGENTINAS.

Los efectivos británicos del 2do batallón paracaidista, apoyados por otros efectivos desde Longdon, artillería terrestre, naval y vehículos blindados,   inician un violento ataque en cuatro columnas sobre las posiciones del Regimiento 7, que se ven sobrepasadas y son desalojadas una a una. A pesar del contraataque del Escuadrón 10, el avance inglés es incontenible. El repliegue argentino es protegido por la Compañía A del RI 3, que ejecuta un contrataque y permite los movimientos propios hacia Puerto Argentino. Un ataque británico en la península Camber es rechazado por efectivos de artillería e infantería integrados. 

Guerra de Malvinas: por qué Chile apoyó a Gran Bretaña y no a la Argentina

02-04-2021 00:00

perfil.com/noticias/actualidad/guerra-de-malvinas-por-que-chile-apoyo-gran-bretana-y-no-a-argentina

«Traidores», es lo que le suelen decir los argentinos al pueblo chileno, pero pocos recuerdan la tensa relación entre las dictaduras de Videla y Pinochet que casi termina en guerra.

Guerra de Malvinas | CEDOC

A 39 años del desembarco de las tropas argentinas para recuperar las Islas Malvinas, la Guerra de Malvinas sigue generando recuerdos de dolor en el pueblo argentino, pero cuando se menciona el papel de Chile en el conflicto, la palabra que más suelen decir los argentinos es «traidores«, pero no muchos recuerdan la tensa relación entre las dictaduras de Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet que casi termina en guerra.

El apoyo de Chile a Gran Bretaña dejó una herida abierta en Argentina. Sin embargo, en 1982 la situación entre los países sudamericanos no era la mejor ya que apenas cuatro años antes estuvieron a punto de enfrentarse en una guerra por las islas del canal de Beagle, pero la intervención del Papa Juan Pablo II frenó el conflicto, pero Argentina tenía pensado en invadir las islas luego de la Guerra de Malvinas.

«Después de las Malvinas pensábamos atacar Chile«, dijo en una entrevista a PERFIL en 2009, la última que dio a un medio local, el jefe de la Fuerza Aérea durante la guerra de 1982, Basilio Lami Dozo. El responsable de la recuperación de las islas el 2 de abril de 1982, recordó que Leopoldo Fortunato Galtieri había manifestado: “Que saquen el ejemplo de lo que estamos haciendo ahora porque después les toca a ellos”. 

PERFIL —¿Después iban a atacar a Chile?

Basilio Lami Dozo —Exacto.

En esa línea, en diálogo con PERFIL, el ex secretario de Inteligencia del Estado, Juan Bautista «Tata» Yofre, quien escribió varios libros sobre la Guerra de Malvinas, contó: «Después de Malvinas venía Chile. Entonces Chile sacó la póliza de seguros y se unió a Gran Bretaña, que había mandado a Sidney Edwards para cerrar la alianza en la que Chile dejaba sobrevolar su territorio para controlar lo que pasaba en Argentina y a cambio le ofrecieron algún tipo de ayuda en armamento. Chile en la parte diplomática estaba con Estados Unidos. El 19 de abril Chile desplazó toda su flota».

«Yo si hubiera sido chileno hubiese hecho lo mismo que hizo Chile. Estaban defendiendo su soberanía«, aseguró Yofre y agregó: «Argentina casi va a la guerra por el Canal de Beagle, que la termina parando el Papa. Pero Argentina se quedó con sangre en el ojo porque la dictadura ya tenía pensado un conflicto con Chile.La casi-guerra con Chile por las islas del Canal de Beagle

La tensión entre las dictaduras de Argentina y Chile venía desde diciembre de 1978 cuando estuvieron cerca de protagonizar un enfrentamiento armado por las islas del Canal de Beagle.

En 1971 ambos países recurrieron a un tribunal internacional para determinar la soberanía de las islas. En 1977 el tribunal falló a favor de Chile. Esto no cayó bien en la dictadura argentina y, tras presionar por la vía diplomática, a fines de 1978 lanzaron la «Operación Soberanía» para invadir Chile. El Ejército argentino tenía planeado tomar las islas Picton, Nueva y Lennox, pero finalmente la intervención sobre la hora del Papa Juan Pablo II como mediador y mandó un enviado especial a Sudamérica, con lo que logró evitar una guerra.Cómo fue el apoyo de Chile a Gran Bretaña

En 2014, Sidney Edwards, el oficial enviado por la primer ministro británica Margaret Thatcher, reveló cómo consiguió el apoyo secreto de Augusto Pinochet en su libro «My Secret Falklands War«.

En diálogo con la revista chilena Qué Pasa, el ex oficial de la Real Fuerza Aérea británica aseguró: «Mi opinión personal – y creo que fue compartida por mis jefes en el Ministerio de Defensa y por Margaret Thatcher- es que la ayuda que recibimos de parte de Chile fue absolutamente crucial. Sin ella, hubiésemos perdido la guerra«.

En su libro reveló que al llegar a Santiago de Chile lo recibió el comandante jefe de la Fuerza Aérea chilena, Fernando Mathei. «Si Chile no nos ayudaba en la guerra, después los argentinos caminarían derecho a tomar las islas del canal Beagle. Lo otro es que Matthei sabía que ésta era una oportunidad ideal para conseguir armamento, inteligencia y otras cosas que normalmente no habrían conseguido», señaló.

En cuanto a cuál fue la ayuda de Chile, Edwards explicó que podían utilizar un radar de largo alcance en Punta Arenas, lo que les permitía ver los movimientos aéreos en Ushuaia, Río Gallegos, Río Grande y Comodoro Rivadavia. De esta manera, logró coordinar la llegada a Santiago de Chile de un equipo del Servicio Aéreo Especial británico (SAS) con un sistema satelital de comunicaciones seguro.

En esa línea, Chile permitió a los aviones de Gran Bretaña que vuelen, aunque pintados con colores chilenos, cerca de la frontera con Argentina para obtener cualquier información. «Lo más importante fueron los avisos tempranos de ataques aéreos. Sin éstos, cuando tenés un fuerza de mar sólo con una pequeña defensa aérea, como teníamos, habríamos tenido que montar patrullas aéreas de combate carísimas y aviones volando constantemente, listos para interceptar intrusos», explicó Edwards.

EuDr

Fin de la guerra, continuidad de la disputa diplomática

Entre los generales Jeremy Moore, Comandante de las Fuerzas Británicas, y Mario Benjamín Menéndez, Gobernador militar de las Islas Malvinas, a las 23:59 horas del 14 de junio queda terminada la guerra. En ese mismo minuto se da continuidad, hasta hoy, a la disputa diplomática para la descolonización de las islas.

El 14 de junio, luego de 74 días de haber combatido con coraje y honor por mar, tierra y aire, se produjo la capitulación argentina. La derrota en las armas era inminente pero en los corazones de nuestros héroes seguía ondeando la bandera argentina, como todavía lo hacía en Malvinas.

La Infantería de Marina peleó hasta el final, en aquellos combates con nombres inolvidables: Monte Longdon, Monte Tumbledown, Sapper Hill y Pony’s Pass. En esa mañana de junio se produjeron las últimas bajas.

A partir del mediodía, dada la orden de deponer las armas, los infantes de Marina pasaron a condición de prisioneros de guerra de las tropas británicas, siendo concentrados en el aeropuerto durante cuatro días, hasta que fueron embarcados en el transporte polar ARA «Bahía Paraíso» y el rompehielos ARA “Almirante Irízar”, buques configurados como hospital reconocidos por la Cruz Roja Internacional, para ser trasladados al continente.

Recuperar las Islas Malvinas

La misión que recibieron los comandantes al partir hacia Malvinas fue breve y clara: “Recuperar las Islas Malvinas a fin de incorporarlas definitivamente a la Soberanía de la Nación”. Fue mediante una acción anfibia denominada Operación Rosario, cuyo núcleo de la Fuerza de Desembarco fueron el Batallón de Infantería de Marina Nº 2 (BIM2), la Agrupación Comandos Anfibios, parte de la Agrupación Buzos Tácticos, el Batallón de Vehículos Anfibios, una sección del Batallón de Comunicaciones y grupos de apoyo.

La operación fue ejecutada de manera excepcional y se cumplieron todos los aspectos doctrinarios. Los infantes de Marina tuvieron la difícil tarea de realizar la toma sin causar bajas, ya que estaba explícito en la orden de operaciones, lo que resulta complejo en cualquier operación militar en el marco de un conflicto armado con otra nación.

No se causó ninguna baja hacia el enemigo, por el contrario, las primeras bajas de la guerra fueron argentinas: el Capitán de Corbeta de Infantería de Marina Pedro Edgardo Giachino fue la única baja mortal de los enfrentamientos del 2 de abril; y los Conscriptos Mario Almonacid y Jorge Néstor Águila en la recuperación de las Islas Georgias, al día siguiente.

A partir de la Operación Rosario, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por medio de la Resolución Nº 502 (aprobada el 3 de abril de 1982), impuso a ambas partes sentarse a negociar y abandonar las islas, a lo cual Argentina se negó y Gran Bretaña destacó su Flota para la reocupación del territorio, produciéndose así la escalada en el conflicto.

En esta segunda etapa, la Infantería de Marina empeñó 1.357 efectivos, con un 70 por ciento de la fuerza efectiva compuesta por conscriptos. Su núcleo fue el Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5). Participó también el Batallón Antiaéreo, el Batallón de Artillería de Campaña Nº 1, la Compañía de Ingenieros Anfibios, una Compañía del Batallón de Infantería de Marina N° 3 (BIM3), la Agrupación Comandos Anfibios, la Compañía de Ametralladoras 12,7mm. del Batallón Comando, una Sección de Perros de Guerra del Batallón de Seguridad de la Base Naval Puerto Belgrano y los respectivos apoyos.

El 5 de abril se ordenó a estas unidades destacarse a las islas y ocupar posiciones defensivas. En las Islas Malvinas había casi 10.000 efectivos, considerando los infantes de Marina y 8.700 efectivos del Ejército Argentino.

La responsabilidad del dispositivo defensivo estuvo a cargo del Ejército Argentino, cuyo objetivo estratégico operacional era la capital –Puerto Argentino– y este dispositivo ocupó las alturas circundantes: los montes Tumbledown, Longdon y Harriet. El BIM5 ocupó Tumbledown, Sapper Hill y el Valle de Moody Brook con sus tres Compañías. Una Sección de Ametralladoras 12,7 mm. del Batallón Comando ocupó la altura del Monte Longdon junto al Regimiento Nº 7 del Ejército Argentino.

Durante abril, las unidades se dedicaron a la preparación de las posiciones; por ser el terreno de las Islas Malvinas rocoso, húmedo y de bajas alturas, el establecimiento de las posiciones fue un trabajo muy arduo y sacrificado.

El 1º de mayo la Fuerza de Tareas Británica inició su accionar para la reocupación de las islas lanzando ataques aéreos que intentaron neutralizar la pista de aterrizaje a fin de cortar los suministros logísticos propios que se recibían mediante envíos aéreos.

Paralelamente, los otros abastecimientos que se recibían eran mediante unidades de superficie, pero debido a la amenaza latente de los submarinos, no podían ser enviados sin correr grandes riesgos.

En esta nueva etapa de la defensa, durante los primeros ataques aéreos se producen las primeras bajas y el Batallón Antiaéreo, la Compañía de Ingenieros Anfibios y el BIM5 pierden a varios efectivos.

Las tropas empeñadas estuvieron sometidas a ataques aéreos durante el día y fuego naval nocturno; esto no permitía el descanso y socavaba la moral, siendo ésta la finalidad de los ataques previos a los combates en tierra. Todo mayo transcurrió con esta actividad de hostigamiento permanente y los Ingenieros Anfibios se dedicaron a la colocación de campos minados. En este período se produjeron diferentes bajas en acciones propias como preludio de los combates que se avecinaban.

Sobre fines de mayo la Fuerza de Desembarco Británica arribó a la zona del Puerto de San Carlos, distante a 180 km de Puerto Argentino, e inició su campaña terrestre en aproximación a la capital malvinense, la cual se concretó el 14 de junio con la caída de la plaza.

Desde entonces, la República Argentina sostiene el irrenunciable propósito de que, por la vía diplomática, el Reino Unido de la Gran Bretaña descolonice las Islas Malvinas y las devuelva a la soberanía nacional, cuyos argumentos históricos y geográficos mantienen una solidez irrefutable.

También la Nación, a 39 años de la guerra, agradece a todos sus Veteranos y familiares por mantener viva la llama de esta causa, que es de todos los argentinos.

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Malvinas: guardó los guantes que le regaló una nena en plena guerra y 38 años después la encontró por una búsqueda que se hizo viral

En 1982 José Luis Dorney hacía el servicio militar en Tandil cuando se desató el conflicto bélico. Fue enviado a Santa Cruz. Un día se cruzó con una niña que se acercó a saludarlo junto a su madre. Al notar que el soldado tenía las manos heladas, la pequeña tuvo un gesto que quedó registrado en una fotografía. Luego de una campaña en redes sociales iniciada por sus compañeros, logró conectarse con ella

PorAgustina Larrea, 1 de Mayo de 2020

No tenía muy claro qué era una guerra. Pero por lo que veía a su alrededor, Magalí Triviño suponía que no era nada bueno. En 1982 tenía 5 años y vivía con su familia en Puerto San Julián, Santa Cruz. Durante la noche veía a su mamá poner frazadas en las ventanas: había toque de queda y las casas debían permanecer a oscuras. Ella y su hermana se iban a dormir con la ropa puesta, por si pasaba algo y había que salir rápido; el auto también quedaba listo. Conocía los crujidos que provocaba el viento patagónico y todo lo que implicaba vivir en una ciudad–puerto, pero no se podía acostumbrar al ruido persistente de los aviones.

No tenía muy claro qué era el frío. Pero por lo que sintió cuando llegó a la Patagonia, José Luis Dorney se dio cuenta de que se avecinaban tiempos duros. En 1982 tenía 19 años y estaba haciendo el servicio militar obligatorio en la VI Brigada de Tandil, cuando fue uno de los 30 enviados de esa repartición a Puerto San Julián a cumplir tareas de asistencia durante la Guerra de Malvinas. Su mamá, que lo extrañaba en la ciudad Las Flores, provincia de Buenos Aires, le escribía cartas. En una ocasión le mandó una radio y una cámara Kodak, que acompañaba los días del joven soldado mientras hacía guardia con sus colegas, ayudaba en el despliegue de aviones y pasaba algunas noches durmiendo en un gimnasio del pueblo.

Magalí y José Luis se encontraron un día muy frío de 1982: la nena quiso saludarlo a él y a un compañero, sorprendida por ver a esos jóvenes desconocidos que circulaban por las calles de Puerto San Julián. Al darle la mano, notó que el soldado tenía los dedos helados. Entonces, con inocencia, le pidió a su mamá que le diera un par de guantes y una bufanda, que le regaló de inmediato a aquel hombre vestido de verde que acababa de conocer. El momento quedó registrado por la cámara de José Luis, en una foto que él conservó durante 38 años. También guardó cartas, algunos objetos personales y parte del regalo de Magalí: los guantes, casi intactos, son parte todavía hoy de aquel tesoro.

La guerra terminó y el resultado –como en toda guerra– fue doloroso. La historia de “la nena de los guantes” se convirtió en anécdota: todos los años, cuando Dorney y los ex conscriptos de la clase ‘63 que estuvieron en VI Base Aérea de Tandil se encuentran, vuelven una y otra vez a aquellos días y recuerdan la escena. También rememoran los días de la guerra en un grupo de Whatsapp.

Hace una semana, un poco cansado del tedio de los días de cuarentena, a Cachilo Vega, uno de los compañeros de brigada de Dorney que se quedó cumpliendo funciones en Tandil, se le ocurrió iniciar una búsqueda: tanto escuchó hablar de aquella historia que decidió que sería un buen momento para dar con esa pequeña que, en medio del frío y la incertidumbre de los días del conflicto bélico, había tenido un gesto conmovedor.

Con ayuda de su hija porque no es muy ducho en cuestiones tecnológicas, como dice, escribió un mensaje en su cuenta de Facebook, comentó esto con sus compañeros, que por su lado también habían hecho algunos intentos fallidos, y tiró la botella al mar. No se imaginó lo que llegaría después: miles de mensajes, un pueblo movilizado y un teléfono.EL VIAJE

“Yo soy incorporado en la VI Brigada Aérea de Tandil el 5 de enero del ’82. Teníamos poco tiempo de instrucción cuando nos comunican que algunos íbamos a ser trasladados a otro lugar, no sabíamos dónde. Así fue que sacaron de la compañía a 30 soldados y el 27 de abril salimos rumbo a Puerto San Julián. Yo no conocía ese pueblo, como mucho había escuchado hablar de Comodoro Rivadavia. Para todos era todo nuevo”, le cuenta José Luis Dorney a Infobae.

“El primer recuerdo que tengo es el frío, el viento que había en ese momento. Me acuerdo que nos llevaron a un gimnasio municipal. Nosotros fuimos exclusivamente a cuidar los aviones de la Fuerza Aérea, así que un día estábamos de guardia en el aeropuerto, cuidando todo en las pistas y en los hangares, y otro día estábamos en el pueblo. Era intercalado: hacíamos guardia en la terraza del gimnasio y en los alrededores. Y en la costa, claro”, agrega.

Había cumplido 19 años en febrero y nunca se imaginó viajar en esas circunstancias a la Patagonia: “Era un pueblo que estaba militarizado. Estaban todos los soldados de tierra, que eran muchísimos. Y después de Fuerza Aérea, de otras brigadas. Era mucha la gente, soldados por todos lados. En el aeropuerto dormíamos en pozos, que estaban bajo tierra. El día que se llamaba de ‘descanso de guardia’ –que no quiere decir que descansáramos sino que nos daban otras actividades–, hacíamos guardias en el gimnasio del pueblo o nos dedicábamos a otras actividades. Nosotros caminábamos por ahí normalmente, andábamos para todos lados. Nos daban permiso para ir a comprar algo para comer o hablar por teléfono”, señala 38 años después.

Fue en una de esas recorridas que se encontró con Magalí: “Habían pasado varios días que estábamos en Puerto San Julián, yo ya me había comunicado con mi mamá por teléfono. Ella me mandó una radio de las chiquitas y una cámara Kodak, una maquinita muy sencilla. Así que andaba con la camarita para todos lados, me llamaba la atención que había empezado a nevar”.

–¿Qué recuerda del encuentro con aquella nena?

–Íbamos caminando con un compañero, había nevado. Vimos a una nena con la mamá. La mamá se acercó y nos dijo que ella quería hablar con nosotros, saludarnos. Después vimos que la nena hablaba algo con la madre y al rato vino con algo: me dio unos guantes, que los conservé durante 38 años, me los traje escondidos con otras cosas que me dieron en San Julián: un rosario, cartas, fotos de la base y más. Hablando ahora parece que también me dio una bufanda, que yo no me acordaba, pero la tengo puesta en la foto.“¡NO FUE ALGO TAN GRANDE!”

“En el sur se vivió de una manera muy distinta a como se vivió en el norte o en el centro del país. En otros lugares del país por ahí se vivía con patriotismo, como algo heroico. Pero nosotros en el sur lo vivíamos con angustia. Y a mí me quedó eso. Para ser que tenía 5 años, a mí me quedó esa sensación, eso de que no era una pavada lo que pasaba. Aunque no entendía la magnitud, sí sabía que no era algo bueno”, relata a Infobae desde Comodoro Rivadavia Magalí Triviño, que durante la Guerra de Malvinas vivía con su familia en una casa humilde de Puerto San Julián.

“Era un pueblo chiquito y de golpe y porrazo teníamos mucha gente, teníamos aviones, chicos uniformados con armas por la calle. Se vivía esa atmósfera. Con el tiempo, cada 2 de abril, en la escuela se recordaba eso, cómo habíamos vivido aquellos días. Y yo recordaba que había regalado una bufanda, ¡no me acordaba tanto de los famosos guantes! (risas). Francamente no los tenía en la memoria. Como le dije a José Luis, ¡para mí no fue algo tan grande! Era lo que había que hacer. Si alguien necesitaba algo, había que ayudarlo. La opción no era mirar para el costado. Tenías que ayudar como sea. En casa mi mamá hacía pan casero y tortas fritas y les llevábamos a los soldados.

–¿Qué es lo primero que te viene a la memoria al pensar en esos días?

–Me acuerdo de cosas puntuales. Mi recuerdo era de tapar las ventanas con frazadas. Cuando los bomberos hacían sonar la sirena no podía haber luz, te podían llevar preso. No sabíamos qué podía pasar: nosotros tenemos el gasoducto cerca del pueblo. Los aviones salían de ahí. Y tenemos el mar ahí nomás: vivíamos todo el tiempo como esperando algo. Y notábamos que esos chicos que veíamos por la calle no la estaban pasando bien.

–¿Qué te pasó cuando viste la foto?

–Fue como si alguien te golpeara fuerte la espalda. Yo sabía que era yo, pero en el fondo prefería que no. El tapado era mío, porque mi hermana la que me sigue siempre fue siempre más delicadita y a ella le habían hecho un tapado rojo, con cintas. Y a mí me hicieron esa cosa cuadrada color mostaza de la foto. Fue lindo y también conmovedor ver una imagen de esos años. Porque fotos, más que las del jardín de infantes de la típica con la seño, de esa época no tengo.

–¿Pensaste en estas horas en ese gesto tan conmovedor que tuviste siendo tan chica?

–A mí me da vergüenza y por eso prefería que no se supiera que era yo. Porque no sé, si está en mis posibilidades yo te voy a ayudar. Pero no quiero eso de que te estén preguntando mucho.

Cachilo Vega –todo el mundo lo conoce así en Norberto de la Riestra, un pequeño pueblo bonaerense del partido de 25 de Mayo y a él nunca le gustó el nombre que figura en su documento– se retiró hace seis meses de la policía, después de trabajar allí por más de 30 años.

“Como todo soldado, siempre uno tiene una anécdota o algo para contar. Cuando nosotros hacemos los encuentros en Tandil, en un momento José Luis contó lo de la nena y los guantes. Y me quedó eso dando vueltas. Con todo esto de la pandemia, que hay que quedarse en casa, uno un poco aburrido dije: ¿’Qué puedo hacer?’. Entonces hablo con él y le pido que me pase la foto. Me dio una mano mi hija, escribimos en Facebook, pusimos la imagen y al toque empezaron a pedirme solicitud de amistad personas de San Julián y de todos lados”, le cuenta por teléfono a Infobae.

“Me contacta Sergio, un hombre de allá que enseguida armó un grupo de WhatsApp en el pueblo. Y ahí me empezaron a llover mensajes. Hasta que me encuentro con uno que decía: ‘Yo le puedo brindar mucha información’. ¡Qué suspenso! Así que llamo a esta persona, que me dice: ‘En un 80% le puedo certificar que es Magalí’. Y le digo: ‘¿Usted está seguro?’. Me responde: ‘Y, sí, en un 80%. Yo soy el padrastro’. Entonces me contó toda la historia”, sostiene.

Poco después Cachilo estaba hablando con Magalí.

–¿Cómo fue la charla? ¿Qué sintió?

–Ella tenía vergüenza y no quería salir en ningún lugar. Hasta que se animó. Y el día 27, tengo todo anotado en un papel para recordar, a las 11 y nueve minutos de la noche la llamo. Fueron muchas sensaciones tan distintas que no sabía qué decirle, no tenía palabras, me tildé (risas). Con pocas palabras alcancé a explicarle de la foto y que la andábamos buscando. Corto, lo llamo a José Luis y le digo: ‘Acabo de hablar con la nena de la foto’. Se quería morir. Y así se pusieron en contacto.

“Si bien la guerra no duró mucho, el que la vivió sabe que eso fue eterno. Fue muy largo. Cuando volví a casa, cada tanto yo sacaba los guantes de la bolsa y los miraba. O sacaba alguna carta, una medalla. Nunca me imaginé que iba a poder reencontrarme con ella”, señala el ex soldado.

Pero gracias a la campaña que armaron sus compañeros, aquel encuentro que parecía imposible finalmente se dio, por teléfono, él en Las Flores, ella en Comodoro Rivadavia– el 27 de abril.

“¡Fue justo el día 27, que se cumplían los 38 años de la llegada a San Julián! Fue una emoción muy grande, hablamos más de una hora”, dice José Luis conmovido. “Yo quiero agradecer a los que hicieron posible esto, Cachilo Vega, Juan Baldomiro y Neber Suárez. También fue lindo el gesto del intendente de San Julián, que estuvo haciendo algunas movidas para poder dar con ella”.

Para “La nena de los guantes”, que hoy tiene dos hijos de 21 y 24 años y pasa la cuarentena en su casa mientras espera para volver a trabajar en su emprendimiento de transporte escolar, la charla también fue muy grata: “Me encontré con una persona re amable, muy simpática. Una conversación re amena. Como si hubiera estado hablando con un amigo de muchos años. No nos dimos cuenta del tiempo que pasó. Fue encontrar a un amigo”.

Mientras siguen recordando aquellos días –se multiplican los llamados, los pedidos en radios locales para entrevistas, los mensajes de personas que se sintieron movilizadas con la historia– los protagonistas no descartan encontrarse personalmente.

De hecho el propio José Luis, antes de que se declararan las medidas de distanciamiento social por el coronavirus, tenía pensado volver a Puerto San Julián, un lugar al que regresa con frecuencia en su memoria cuando busca los objetos que guardó tanto tiempo y toca los guantes que le regaló Magalí, pero no volvió a pisar.

“Con el grupo de movilizados de Tandil ya veníamos pensando en ir para allá, de hecho teníamos la idea de hacer un viaje este mismo año. Somos un grupo de 10 o 12 que estamos en condiciones de ir y estábamos buscando los medios para hacerlo y abaratar un poco la cosa para llegar. Estábamos justo en el tema cuando apareció esto del coronavirus. Pensábamos ir en septiembre u octubre porque en invierno ninguno quería saber nada. ¡Sabemos lo que es allá el clima! Por ahora quedó en suspenso, pero habiendo encontrado a Magalí seguro que cuando se pueda vamos. Ese lugar nos trae muchos recuerdos, hay muchas familias que nos han ayudado y de alguna manera uno necesita volver a ese lugar”, concluye.

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El 12 de mayo y el escudo de latón: Historias para no olvidar

Esta historia, como tantas otras, trata de honrar la memoria de nuestros caídos en la Gesta de Malvinas en aquel frio invierno de 1982, en especial a los integrantes del Grupo V de Caza de la V Brigada Aérea

Por brigadier mayor «VGM» (R) Mario Fernando Roca

Esta historia, como tantas otras, trata de honrar la memoria de nuestros caídos en la Gesta de Malvinas en aquel frio invierno de 1982, en especial a los integrantes del Grupo V de Caza de la V Brigada Aérea.

Si bien este relato no está ligado directamente a las acciones bélicas llenas de entrega y de valor de los integrantes de nuestra Fuerza Aérea Argentina en aquellos días, trata, de alguna manera, de dejar para las generaciones futuras la historia viva de recuerdos de aquellos que en esa oportunidad histórica debimos cumplir con nuestro juramento de defender a la Patria hasta perder la vida.

Esta historia comienza un miércoles 12 de mayo de 1982. En aquella oportunidad, el II Escuadrón de A4-B desplegado en Río Gallegos perdió los primeros cuatro pilotos en cumplimiento de las Ordenes Fragmentarias ordenadas para ese día, OF 1177 “CUÑA” y OF 1180 “ORO”. Los que tuvieron la oportunidad de regresar han relatado durante estos 39 años el valor y heroísmo de sus camaradas caídos.

En lo personal, al igual que todos los integrantes del Grupo de Halcones, ese día nos sentimos golpeados, dolidos, incluso sin entender con claridad lo que nos había pasado. Gracias al espíritu de equipo y la hermandad en la que nos habíamos entrenado, logramos superar el amargo trance de perder a camaradas y amigos.

Para mí significó un gran golpe, en especial por la pérdida de un gran amigo, un hermano, el primer teniente (PM) Jorge Ibarlucea. Se me hacía muy difícil tratar de comprender por qué unas horas antes yo le había alcanzado el casco en la escalera de su avión y un rato después ya no estaría nunca más con nosotros, sólo quedaba el silencioso recuerdo de su incondicional amistad y de su mágica sonrisa.

Primer teniente Post Mortem Jorge Ibarlucea

Al día siguiente, como nuestro Escuadrón estaba alojado en el Hotel Santa Cruz en la Ciudad de Río Gallegos, ya que en la Base Aérea no había suficiente lugar, me puse a dibujar en el bar del hotel, tratando entre trazo y trazo de asimilar, de aceptar y de buscar algo que me permitiese comprender los dolorosos sucesos del día anterior.

Hice varios garabatos, la mayoría de ellos sin sentido, sin saber con claridad que quería o tenía que dibujar. En un momento me vino a la mente hacer algo alegórico que pudiésemos poner en el casco de vuelo y que nos hiciese recordar cada vez que lo usásemos la pérdida de nuestros camaradas.

Así fue que dibujé con lápiz sobre una hoja de papel la silueta de una bomba MK-17 de origen inglés y dentro de ella una Fragata Clase 22, la HMS “Brilliant”, que, por los informes de inteligencia del momento, era el buque alcanzado por mi querido amigo. Luego de varias pruebas, para que quedara más o menos bien, le agregué “Fuerza Aérea Argentina” y «Grupo 5 de Caza” en la parte superior del dibujo.

Escudo de latón de las Islas Malvinas

Ansioso por poder hacer algo más, fui a un kiosco-librería que había en el centro de la ciudad que tenía una fotocopiadora y una simpática señora que la atendía. Le pregunte si tenía Con-tac blanco y me dijo que sólo tenía disponible un color verde brillante y un pedazo de color crema satinado. Le pregunté si me podía hacer unas calcomanías con el Con-tac color crema que, aunque era horrible, era el único disponible.

Le mostré el dibujo y le explique cuál era la idea, porqué y para qué era. Enseguida se mostró predispuesta a tratar de ayudarme con mi pedido. Con toda gentileza y empeño hizo muchas pruebas quemando y achicharrando varios pedazos de Con-tac, que casi arruinan su fotocopiadora. Luego de unos cuantos intentos, sólo una impresión quedó en condiciones aceptables, ya que si el Con-tac no se achicharraba la tinta se corría con facilidad.

Le agradecí todo su esfuerzo y su gentileza ya que no me quiso cobrar ni el Con-tac, ni las hojas, ni su tiempo, grandiosos patriotas anónimos de Río Gallegos que en silencio nos acompañaron durante la guerra y nos hicieron sentir como en nuestra propia casa.

Antes de salir, y sin saber cómo agradecer, vi en el mostrador de vidrio algo que me llamó la atención: unos escudos metálicos de latón bronceado y esmaltados, con dos tornillos en la parte trasera, para colocar, como era común en su época, en el paragolpes de los autos. Uno, del Automóvil Club Argentino, otro con la silueta de la Tierra del Fuego y uno que me pareció muy bonito con la silueta de las Islas Malvinas.

Compré, el del Automóvil Club y el de las Islas Malvinas. El primero con la idea de regalárselo a mi esposa que ya en aquel entonces era socia del ACA. y el de Malvinas para pegar, de alguna manera, en mi casco de vuelo.

Unos días después recorté y coloqué en el lado izquierdo de mi casco de vuelo la calcomanía alusiva al ataque sobre la fragata “Brilliant” y del lado derecho el escudo metálico de las Islas Malvinas pegado con Poxipol, luego de cortarle los tornillos que traía soldados por detrás y que servían para adherirse al paragolpes de los autos.

Por su significado y porque realmente era muy bonito, el formato de este escudo se generalizó para su uso. Al regresar de la guerra, los Halcones del Grupo V de Caza, lo adoptaron como propio y le introdujeron algunas modificaciones como los laureles en oro para aquellos que habían participado en forma directa en la contienda.

Algunos años después se hicieron bordar y, sin muchas modificaciones, la Institución lo adoptó para su uso en todos los uniformes de vuelo, de combate y del personal técnico de mantenimiento como un eterno recordatorio del accionar de la Fuerza Aérea Argentina en la Gesta de Malvinas.

En mi hogar, en un lugar especial, conservo ese casco que me acompañó en tantas misiones de combate sobre nuestras Islas y aún lleva en él el mismo escudo de latón y la misma calcomanía.

www.argentina.gob.ar/noticias/el-12-de-mayo-y-el-escudo-de-laton-historias-para-no-olvidar