Argentina se transformó en gigante geográfico al sumar la plataforma

Nuevo Mapa Bicontinental en el Museo – Museo Malvinas

JUNIO 1, 2021

El pasado 2 de abril, en un trabajo conjunto con la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA) de la Cancillería Argentina, el Museo actualizó la exhibición del mapa bicontinental en el primer piso del sector de flora y fauna.

El pasado 2 de abril, en un trabajo conjunto con la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA) de la Cancillería Argentina, el Museo actualizó la exhibición del mapa bicontinental en el primer piso del sector de flora y fauna.

Con la ciudad de Ushuaia como centro de la República Argentina esta exhibición pretende dar cuenta de la importancia de nuestra identidad bicontinental y oceánica para mirar el mapa de una manera diferente donde se le otorgue protagonismo al inmenso litoral marítimo argentino, a su extensa plataforma continental, a sus espacios insulares y a su Sector Antártico.

Enzo Campetella

Al incluir la plataforma continental y la Antártida, ahora el centro de Argentina está en Tierra del Fuego.

Mapa Argentina
Al incluir la plataforma continental y la Antártida, ahora el centro de Argentina está en Tierra del Fuego.

En agosto pasado el Congreso Nacional de Argentina aprobó una ley por la cual se establece el nuevo territorio argentino, que incluye a una gran parte del territorio antártico que no es reconocido internacionalmente. Este avance no está exento de algunos inconvenientes diplomáticos con otros países, alguno de los cuales ya está en camino.

En el año 2016 la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar aceptó las reivindicaciones que hacía Argentina su plataforma continental. Es a partir de allí que el Congreso Nacional avanza sobre la nueva ley. El mapa resultante será distribuido en las escuelas e implica una ampliación territorial de 1,7 millones de kilómetros cuadrados. Esto equivale a 3,4 veces la superficie de España.

La ley le da a Argentina derechos soberanos sobre las riquezas minerales en ese suelo y subsuelo marinos, por lo que la decisión va más allá de un nuevo mapa para que los niños lo estudien en la escuela. Varios países tienen intereses es la zona, mas allá de la disputa que Argentina mantiene con el Reino Unido por las Islas Malvinas y el resto de islas del Atlántico Sur.

museomalvinas.cultura.gob.ar/mapa-bicontinental/

Más de 20 años para llegar a esta ley

Durante la presidencia de Carlos Menem, en 1995, se inicia la historia de la expansión oceánica de Argentina con la entrada en vigor de la Convención de la ONU. Según relata el diario El País, en aquel entonces Frida Armas Pfirter era una doctora en Derecho Internacional Público que trabajaba para el Tribunal Supremo. Dos años más tarde, en 1997 se le encargó la coordinación de la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental.También te puede interesar: Tormentas zombies: en 2020 una tormenta volvió de la muerte

Más de una docena de expediciones científicas bajo duras condiciones meteorológicas (tras la crisis de 2001 se dejó de pagar a los barcos, y éstos retuvieron la información) permitieron localizar el talud de la corteza continental y examinar los sedimentos sobre la misma. Fueron 20 años de trabajo que se concretaron, entre 2009 y 2016, en los 800 kilos de papel aportados como documentación a la Convención Internacional.

El gobierno de Mauricio Macri celebró como un éxito que la Comisión sobre los Derechos de Mar aceptara el pedido de Argentina, pero nunca lo transformó en ley. Recién el 25 de agosto, durante el gobierno de Alberto Fernández el Congreso Nacional aprobó la ley. Aunque se necesitan 50.000 mapas para cubrir las necesidades de todas las escuelas, ya se han impreso 15.000. Con la nueva ley, también deben confeccionarse nuevas cartas náuticas.

El reclamo de otros países

Lo que establece la legislación internacional es que los países tienen soberanía absoluta hasta 12 millas marinas (unos 22 kilómetros) contados desde la costa. Desde allí y hasta las 200 millas marinas (unos 370 kilómetros), se reconocen derechos como Zona Económica Exclusiva. La extensión de las plataformas submarinas permite que en algunas zonas de Argentina, como en el golfo patagónico de San Jorge, la zona económica se prolongue hasta 369 millas, 683 kilómetros mar adentro.

Antartida
Con Argentina, son siete los países que tienen reclamos sobre la Antártida.

Pero esta ley no es inocua, y ya está generando reacciones de otros países. Por caso, Chile ya ha rechazado el nuevo mapa de Argentina que incluye a la Antártida. Con esta nueva disposición Argentina se convierte en un país bicontinental, con presencia en América y en la Antártida, y Tierra del Fuego pasa a ser el centro del mapa.

Además de Argentina, Chile, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Francia (por su expedición a Tierra Adelia en 1840) y Noruega (por su expedición a la isla Pedro I en 1821) reivindican parte del territorio antártico. Pero esas reivindicaciones están reconocidas en el Tratado Antártico por ser anteriores a 1961, pero permanecen congeladas y no resueltas.

Chile desmiente que la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas haya aceptado el reclamo argentino sobre la Antártida porque no tiene competencia para hacerlo. Habrá que ver que postura toma el resto de países que reclaman algo de la Antártida.

Un descubrimiento misterioso vuelve a sustentar la soberanía argentina sobre Malvinas

Francisco Lucotti

El plano de una capilla y tres cartas oficiales se suman a las pruebas que demuestran que el reino español tenía en 1767 una población estable y comunicada con Buenos Aires en las Islas.

La historia tiene muchas veces métodos misteriosos para revelarse. Un coleccionista anónimo donó al Gobierno argentino algunos documentos que había adquirido en una subasta también desconocida. Entre los archivos había correspondencia entre el primer gobernador isleño y el regente de Buenos Aires sobre la necesidad construir una capilla para la población estable de lo que será luego refundado como Puerto Soledad.

Gabriel Sagastume, veterano y actor de la obra de teatro Campo Minado

© FOTO : CORTESÍA GUSTAVO GAVOTTICampo Minado: la obra de teatro sobre Malvinas que unió a veteranos británicos y argentinos (fotos)A partir de este hallazgo, el historiador y escritor Roberto Colimodio realizó un nuevo descubrimiento en el Portal de Archivos Español (Pares). «Encontré un documento que avala y confirma los tres anteriores, que es el plano y la nota del gobernador incluida, donde la capilla ya se encuentra realizada y terminada, le faltan detalles. Esto certifica que el pedido se hizo realidad, que no fue solamente una expresión de deseo», contó a Sputnik.

La documentación inédita fue incorporada al Archivo General de Indias español, gracias a la intervención del senador y exvicepresidente nacional Julio Cobos, se logró primero su certificación y posteriormente la incorporación en el legajo de Cancillería del reclamo histórico internacional de Argentina frente a Gran Bretaña sobre la soberanía de las Islas.

«Estos documentos demuestran que tanto la gobernación de Buenos Aires como la corona española se hacían cargo de la población de las Islas», dijo Colimodio. «Por las instalaciones que había se calcula una población de unas 200 y 300 personas, la mayoría pescadores. Tenían su presidio, su capilla, su casa de gobernación, almacenes, depósitos, corrales, casas».

Además: ¿Qué tanto amenaza Argentina la soberanía británica sobre las Malvinas?

El historiador explicó que esta evidencia refuta la posición inglesa de que las Islas estaban despobladas y que España nunca ejerció jurisdicción ni soberanía. Puerto Soledad había sido fundado como Puerto San Luis en 1764 por expedicionarios franceses, primeros habitantes en el archipiélago, desobedeciendo la prohibición de crear colonias en América del Sur. Un año después, España indemnizó al coronel francés, tomó posesión y luego creó la gobernación de las Islas Malvinas.

Plano para una capilla en Malvinas

© FOTO : CORTESÍA PORTAL DE ARCHIVOS ESPAÑOLES (PARES)Plano para una capilla en Malvinas

Marineros ingleses fundaron en la clandestinidad Puerto Egmont en 1766 en otra isla del archipiélago pero fueron expulsados por España en 1770. Puerto Soledad es abandonado en 1811 luego de la revolución independentista y después repoblado a partir de 1820 por el Gobierno de las Provincias Unidas, antecedente de la República Argentina, que lo bautizó Puerto Luis. En 1833, el Imperio Británico desalojó y colonizó finalmente las Islas hasta la actualidad, con excepción de la breve ocupación militar argentina de 1982 que llevó a la Guerra de Malvinas.

https://mundo.sputniknews.com/sociedad


INFOBAE

Malvinas: el Archivo General de Indias certificó más documentos que sustentan la soberanía de la Argentina

Por Martín Dinatale 3 de Noviembre de 2018

infobae.com/politica/malvinas-el-archivo-general-de-india

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Entre esas rarezas que cada tanto se dan entre la política, los historiadores y las causalidades, la Argentina acaba de sumar una prueba documental histórica en su largo reclamo por la soberanía de las islas Malvinas: se trata de un plano y dos documentos inéditos de 1767 que demuestran que Puerto Soledad era una posesión española y que allí había población estable en conexión con Buenos Aires.

Bajo el sello del Archivo General de Indias los planos de una capilla de los franciscanos construida en 1768 y establecida en las islas Malvinas se sumarán –a partir de ahora– a otros documentos que la Argentina contará en sus archivos para ratificar el histórico reclamo por la soberanía de las islas del Atlántico Sur.

El año pasado Infobae publicó en exclusiva el hallazgo de tres cartas de 1767 que fueron adquiridas por un coleccionista privado y que revelan un pedido para la construcción de una capilla en la isla Soledad. Luego, apareció otro documento que muestra la continuidad de aquellos oficios: en un escrito y un plano figura la concreción de la obra de la iglesia mandada a construir por el gobernador de Buenos Aires de aquel entonces Francisco Bucarelli y Ursúa a requisitoria de Felipe Ruiz Puente, primer mandatario de las Islas Malvinas.

A partir de allí, el historiador argentino Roberto Colimodio se presentó ante el senador radical de Mendoza Julio Cobos para exponerle los datos de un documento que está guardado en el Archivo General de Indias de Sevilla en España donde se revela la existencia de la capilla de los franciscanos en 1768, lo que otorga sustento a las cartas halladas por un coleccionista de identidad reservada cuyas iniciales son N.L.D y de esta forma ratifica el predominio español en las islas de lo que luego sería el territorio argentino.

El nuevo hallazgo se registró en el Archivo General de Indias por parte del historiador argentino Roberto Colimodio y luego de una gestión del senador Cobos, la Argentina acaba de recibir una certificación formal de esos documentos de parte del Archivo General de Indias.

Toda esta documentación fue entregada recientemente a la Cancillería y se sumará de esta forma a los expedientes que forman parte de la extensa lista de textos que sustentan el reclamo histórico de la Argentina sobre Malvinas contra el planteo y ocupación de las islas de parte de Gran Bretaña.

Hace más de un año, cuando se hizo pública la restitución de tres cartas de Malvinas que Infobae reveló en forma exclusiva, Colimodio se contactó con Cobos porque a partir de esa noticia había revisado el catálogo del Archivo de Indias buscando información relacionada a las Cartas de Malvinas.

Esos documentos inéditos, datados en el año 1767 y que había comprado un coleccionista privado, consisten en un intercambio epistolar entre el por entonces Gobernador de Buenos Aires Francisco de Bucarelli y Ursúa y Felipe Ruiz Puente, Primer Gobernador de las Islas Malvinas.

Es precisamente en esas misivas dónde se mencionó la necesidad de contar en Malvinas con una capilla y elementos para ponerla en funcionamiento.
Las cartas revelan que el gobernador de Buenos Aires envía los vasos sagrados y ornamentos para erigir una nueva capilla en dicha «colonia» así como una imagen de la Virgen de la Soledad, para que sea declarada patrona de la población.

Este documento demuestra que Puerto Soledad era posesión española y que había población estable. Una capilla no se construye en un «campamento» o «asentamiento precario». Es una prueba más que puede considerarse importante para la causa.infobae-image

En la búsqueda realizada por Colimodio se descubrió que en el Archivo de Indias situado en la localidad española de Sevilla, existía un archivo titulado «Plano de la Capilla Provisional de las Yslas Malvinas». Ese documento hacía referencia directa al contenido de los textos recuperados. Frente a esto y entendiendo la importancia de ello Cobos empezó a gestionar por medio de la Cancillería, la posibilidad de contar con una copia autenticada del mismo para incorporarla a la colección que hoy obra en poder del Archivo General de la Nación.

«Solicitamos una copia autenticada de los documentos por parte del Archivo de Indias para que el uso de estos documentos tenga garantías y sin fines de lucro tenga uso educativo y patrimonial para ser exhibidos en dónde las autoridades afines lo crean pertinentes», dijo Cobos a Infobae.

Finalmente el Archivo General de Indias envió una copia autenticada del «Plano de la Capilla provisional de las Yslas Malvinas», completando así los archivos epistolares sobre las Islas Malvinas recientemente recuperados para el Estado argentino.infobae-image

Antonio Sanchez Mora, Jefe del Departamento de Referencias del Archivo General de Indias certificó la copia autenticada del documento que se encuentra archivado bajo la nomenclatura MP-BUENOS AIRES, 74. El documento se denomina «Planta de la capilla provisional de los franciscanos establecidos en las Islas Malvinas» y data del 22 de marzo de 1768.

«Es innegable la importancia histórica y patrimonial de estos documentos. De hecho, fueron mencionados este año en la presentación de Argentina ante el Comité de Descolonización de Naciones Unidas», dijo Cobos.

A la vez, por solicitud del embajador argentino en España, Ramón Puerta, se enviaron las copias autenticadas de las cartas para ser incorporas al Archivo General de Indias.infobae-image

Colomino expresó a Infobae que «el Archivo de Indias contiene mucho material documental no investigado para sumar a la reclamación de nuestros derechos soberanos sobre las Islas».

A diferencia del plano de la Capilla, estos documentos no han sido digitalizados y se conservan en soporte papel en las instalaciones del Archivo en Sevilla.

De los tres documentos descubiertos sobre las Islas Malvinas, dos de ellos hacen mención de «erigir una nueva capilla en esa Colonia», refiriéndose a la necesidad de poblar Malvinas por parte de España ante los avances de los gobiernos francés e inglés con pretensiones de soberanía sobre las Islas atlánticas.

Estos documentos son la Carta fechada en Malvinas el 25 de abril de 1767 enviada por el gobernador de Malvinas Felipe Ruíz Puente a su par bonaerense Bucarelli y Ursúa. En esa misiva le explica la necesidad de levantar una capilla en Malvinas «para todo el pueblo, pues solo se cuenta con una muy precaria, con una imagen de San Luis». Y solicita a la vez «un pequeño sagrario o tabernáculo con su copón correspondiente y una imagen de la Advocación que V.E determinare para Patrono de esta posesión».infobae-image

A la vez, está el documento datado en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1767. También se trata de una carta dirigida por el gobernador de Buenos Aires al primer gobernador de Malvinas. Allí se sostiene que desde la capital argentina se enviarán los vasos sagrados y ornamentos para «erigir una nueva capilla en esa Colonia», así como una imagen de la Virgen de la Soledad para que sea declarada patrona de la población. Quizás esta sea la única pista para descubrir el origen del nombre de la Isla Soledad.

En el tercer documento datado el 22 de marzo de 1768, escasos meses más tarde de los oficios anteriores, Felipe Ruiz Puente, gobernador de las Islas Malvinas remitía a las autoridades el plano de la «Planta de la capilla provisional de los franciscanos establecidos en las Islas Malvinas», en cuyos márgenes Ruiz Puente describía los estados de la construcción en diferentes momentos dándosele a la fecha de envío del documento los últimos «remates a los interiores» a la Capilla.

Esto demuestra que la correspondencia intercambiada entre el gobernador Ruiz Puente y su colega porteño Bucarelli en 1767 no era sólo «expresión de deseos» sino que eran realidades concomitantes resultantes de las notas anteriores.

Este documento se encuentra en línea en el portal PARES del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de España y físicamente en el Archivo General de Indias de Sevilla. Y toda esta documentación se sustenta aun más con los documentos encontrados por el hiostoriador argentino que ahora certificó el Archivo General de Indias y que la Argentina incorporó como parte de la documentación que sustenta el reclamo sobre las islas Malvinas.

La ayuda de Peru a la Argentina en Las Malvinas


INFOBAE

La ayuda secreta de Perú durante la guerra de Malvinas

31 de Marzo de 2018

La participación peruana durante el conflicto por las islas Malvinas en 1982 entre la Argentina y el Reino Unido merece ser analizada desde una perspectiva histórica.

Son tres los ejes indispensables para analizar y desbrozar la postura y los lineamientos asumidos por el gobierno del Perú de aquel momento, ante la existencia de una imprevista guerra geográficamente cercana. Anotamos que el país estaba conducido entonces por el gobierno constitucional del arquitecto Fernando Belaúnde Terry, perteneciente al tradicional partido centrista Acción Popular.La Fuerza Aérea Argentina recibió la colaboración de los mandos aéreos peruanos en el conflicto por Malvinas. Foto: Archivo DEF.La Fuerza Aérea Argentina recibió la colaboración de los mandos aéreos peruanos en el conflicto por Malvinas. Foto: Archivo DEF.

En los años 70, primaban en la Región las dictaduras militares donde existían complejas herencias de conflictos territoriales irresueltos. Evidentes eran los cabos sueltos en la poco clara definición jurídica de algunas de las fronteras. Un ejemplo de ello fue la guerra entre Ecuador y Perú de 1941, tras la cual ambos tuvieron la posibilidad de elegir un país garante en la firma del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942 que puso fin al conflicto, además de los garantes principales: EE. UU. y Brasil, por sus posiciones de hegemón hemisférico y subcontinental, respectivamente. Ecuador mostró simpatía y propensión por Chile, en tanto que Perú hizo lo propio con Argentina.

La década del 70 estuvo plagada de situaciones de tensión, como la crisis del canal de Beagle en 1978; la inminente efemérides del centenario de la guerra del Pacífico que enfrentó a Perú y Bolivia contra Chile (1879-1881); los reclamos bolivianos de salida al mar por el océano Pacífico y el desconocimiento ecuatoriano de un tramo de la frontera con Perú.

Esa fue la moneda corriente de las relaciones internacionales intrarregionales, con el agravante de que la expansión de gobiernos militares produjo un fuerte aumento del gasto militar sudamericano.
En los inicios de la crisis del Beagle, en 1978, hubo una intensa interacción y contacto entre los cancilleres del Perú, José de la Puente y Rabdill, y de la Argentina, César Guzzetti, quienes habrían analizando la posibilidad de su «trilateralización» en el contexto de una escalada con consecuencias bélicas bilaterales argentino-chilenas.

Eran tiempos en los que los gobiernos militares abundaban en el vecindario: Videla en Argentina, Pinochet en Chile, Bánzer en Bolivia, Morales Bermúdez en Perú y Alfredo Poveda presidiendo la Junta Militar en Ecuador. Todo ello, en pleno auge de las doctrinas de seguridad nacional. Hubo al respecto mucha «diplomacia militar» en la trama, con ministros de Relaciones Exteriores procedentes de las FF. AA., como en Chile y Argentina, y una creciente actividad de espionaje recíproco e intercambios de información, agravada por las notorias y masivas compras de armas, además de una figura como la del entonces embajador argentino en Lima, el almirante Luis Sánchez Moreno.

La diplomacia de Belaúnde

En 1982, ejercía en la Secretaría General de las Naciones Unidas un diplomático peruano de carrera: el embajador Javier Pérez de Cuellar, quien en todo momento guardó los obvios equilibrios inherentes a su cargo sin dejar de custodiar el patrimonio que significaba la defensa de los intereses latinoamericanos y coadyuvó a una salida mutuamente satisfactoria para las partes en conflicto.

En abril de 1982, el mandatario peruano Fernando Belaúnde Terry asumió un papel protagónico, dada su cercanía con EE. UU., y articuló una diplomacia presidencial que incluyó una interlocución válida con Washington para esos tiempos de guerra. Belaúnde había hecho su carrera en la Universidad de Texas y se exilió en Argentina y EE. UU. luego de haberse producido el golpe de Estado de 1968, que puso fin a su primer gobierno (1963-1968).

Fue un demócrata típico de la era de la Alianza para el Progreso de Kennedy, un «liberal», según el léxico norteamericano, que pretendía estrechar relaciones con EE. UU. Pese a su distancia de los halcones hard line republicanos de la era Reagan y del neoliberalismo conservador de Margaret Thatcher, Belaúnde se convertiría en una «bisagra» respecto de los actores involucrados en 1982.

Sus esfuerzos durante las conversaciones con el secretario de Estado, Alexander Haig, deben ser entendidos en el contexto de la búsqueda de una salida que fuera lo más realista y lo menos costosa posible para la Argentina.El comandante en Jefe de la FAP en funciones, general Hernán Boluarte Ponce de León (derecha), artìfice del apoyo aéreo peruano a la FAA, y el entonces Mayor de la FAP Aurelio Crovetto Yánez (izquierda). Foto: Gentileza Andrés Gómez de la Torre Rotta.El comandante en Jefe de la FAP en funciones, general Hernán Boluarte Ponce de León (derecha), artìfice del apoyo aéreo peruano a la FAA, y el entonces Mayor de la FAP Aurelio Crovetto Yánez (izquierda). Foto: Gentileza Andrés Gómez de la Torre Rotta.

Lo paradójico fue que Belaúnde, un político civil neto, conversara con militares de línea dura, como Haig y Galtieri, ubicados en sus antípodas. Lo cierto es que Perú habría seguido jugando un rol activo muy importante en un hipotético escenario de posconflicto, con separación de ambas fuerzas militares en Malvinas y un régimen de administración temporal. También fue importante e intensa la labor desplegada por la Cancillería peruana ante la OEA en Washington para apuntalar las gestiones multilaterales llevadas a cabo por el canciller argentino Nicanor Costa Méndez.

Nunca fue secreta la existencia de estrechas relaciones institucionales en el nivel militar entre las tres ramas castrenses del Perú y la Argentina, especialmente en las décadas del 60 y del 70. Ambos países coincidieron y estandarizaron sus proveedores militares y sus políticas de adquisición de armas.

También influyó la coincidencia de los intensos contactos interpersonales, producto, entre otros aspectos, de la existencia de muchos oficiales peruanos graduados en centros de formación militar de Argentina. Con anterioridad, a fines de los años 70, hubo contactos permanentes entre los jefes de ambos ejércitos, particularmente entre Pedro Richter Prada y Leopoldo Galtieri.Nunca fue secreta la existencia de estrechas relaciones institucionales en el nivel militar entre las tres ramas castrenses del Perú y la Argentina

Más intensa aún fue la cercanía entre los máximos jerarcas de la Fuerza Aérea: el general Dante Poggi visitó Buenos Aires en 1977 y, con posterioridad, el general Hernán Boluarte visitó Buenos Aires y labró una óptima relación con su par Omar Rubens Graffigna.

En setiembre de 1981, luego del breve incidente militar peruano-ecuatoriano en la frontera bilateral, aviones A-37B Dragonfly del Grupo 7 de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) que participaron en ese conflicto se desplazaron a la IV Brigada Aérea de Mendoza para realizar ejercicios de recarga aérea con aviones KC-130 y ejercicios de combate disimilares con A-4 Skyhawk. Podemos hacer una doble lectura de este acontecimiento, pues la Fuerza Aéra Chilena disponía, como la FAP, de una cantidad apreciable de A-37 y había interés argentino en conocer detalles de tal aeronave.

El aporte peruano

Iniciado el conflicto de Malvinas en abril de 1982, hubo solicitudes y requerimientos específicos desde Buenos Aires para atender las demandas logísticas de Argentina. Figuras centrales de estos aprestos serían por la parte peruana el ministro de Aeronáutica, general José Gagliardi, y el Jefe de la FAP, Hernán Boluarte.

El apoyo y adhesión del Presidente Belaúnde a tales necesidades fue total y sin titubeos. Los mandos aéreos peruanos analizarían la situación al detalle y solo establecerían dos cortapisas para su apoyo: no transferir el abundante material soviético, en concreto los aviones de combate Sukhoi, para no hacer visible y en extremo evidente la participación peruana en las operaciones militares.

Se decidió, como más realista y discreta, la opción de enviar los Mirage 5 y sus sistemas de armas, como misiles Nord AS-30 aire-superficie. Todo indica que habrían sido diez aviones de la flota de 32 existentes en el Grupo 6 de Chiclayo, al norte de Lima.

La figura fundamental en la etapa de transferencia de los aviones fue el mayor Aurelio Crovetto Yáñez, quien lideró el recibimiento del silente vuelo de los aviones en la ruta La Joya-Jujuy-Tandil por espacio aéreo de Bolivia. Crovetto se quedaría en Argentina hasta finalizado el conflicto, como una suerte de apoyo técnico a sus pares de la Fuerza Aérea.

Sin embargo, el apoyo peruano no se circunscribió solo a lo apenas descripto. Los aviones de transporte peruanos DC-8 realizarían vuelos Lima-Tel Aviv-Lima-Buenos Aires para trasladar material necesario ante la urgencia que ameritaba la situación, en tanto que otros equipos fueron trasladados de forma directa desde Perú por aviones Hércules, en un contexto en que este país también sufriría algunos efectos militares de su toma de posición.Pilotos de combate peruanos y argentinos, en septiembre de 1981, en la IV Brigada Aérea, Mendoza, Argentina. Foto: Gentileza Gómez de la Torre Rotta.Pilotos de combate peruanos y argentinos, en septiembre de 1981, en la IV Brigada Aérea, Mendoza, Argentina. Foto: Gentileza Gómez de la Torre Rotta.

De hecho, en 1982, un embarque de misiles Exocet MM-38, destinado a las corbetas peruanas PR-72, fue extraña e inusualmente «retenido», pero no embargado, en puertos franceses, debido a la suspicacia subyacente de que podría ser «tercerizado» a la Armada Argentina.

Resumir la participación del Perú en el conflicto de 1982 significa adentrarnos en aspectos y lazos históricos que existen desde la independencia entre ambas naciones. Un dato basta para ilustrarlo: el Libertador José de San Martín fue el creador, el 8 de octubre de 1821, de la Marina de Guerra del Perú. Un noble y patricio ciudadano de nacionalidad argentina, Roque Sáenz Peña, peleó del lado del Ejército del Perú en la Guerra del Pacífico contra Chile (1879-1883).

Sin embargo, la lógica que rodea la posición peruana en la guerra de 1982 no solamente está impregnada de esa condición histórica y emotiva de solidaridad latinoamericana, pues tiene otras características y aristas colaterales, no menos importantes y desdeñables, entre ellas la especial situación geopolítica, estratégica, política y militar existente por esos tiempos en el área subregional andina, y de sus conflictos de poder a partir de la competencia entre gobiernos militares. Es decir, todo ello se dio en el contexto de la disputa por el equilibrio de fuerzas y la supremacía en nuestro subcontinente.

MALVINAS » sin la ayuda de Estados Unidos Gran Bretaña NO GANABA EN LAS MALVINAS»

Alerta en las bases argentinas y chilenas en la Antártida por una extraña seguidilla de sismos

MEDIO AMBIENTE

Desde el 28 de agosto se han registrado más de 50 mil movimientos telúricos. Uno de ellos llegó a 5.8 en la escala de Richter

Por Cristián Torres 6 de Octubre de 2020

El personal de la base Carlini (argentina) y Villa Frei (chilena) ya han establecido protocolos en caso de ser necesaria una evacuación tras el inusual "enjambre sísmico" de los últimos dias (Shutterstock)El personal de la base Carlini (argentina) y Villa Frei (chilena) ya han establecido protocolos en caso de ser necesaria una evacuación tras el inusual «enjambre sísmico» de los últimos dias (Shutterstock)

Los últimos sismos ocurridos en la zona antártica ya suman más de 50 mil, desde el 28 de agosto pasado. De ellos, más de mil, han superado los 3 grados de magnitud Richter. Esta situación, se enmarca dentro de un periodo “inusual” que mantiene en alerta a los expertos de distintos organismos de estudio.

Están en alerta porque se trata de una zona cuya instrumentalización es muy básica. No existe el despliegue técnico que se posee en otros lugares, y que proporcionan información más específica respecto al comportamiento de los movimientos telúricos. A juicio de Joaquín Vásquez, actual miembro y ex Director de la Red Geocientífica de Chile, es un “enjambre sísmico inusual”, razón por la cual se ha alertado a todas las reparticiones correspondientes. “El enjambre se activó el 28 de agosto pasado, a eso de las 17:52 horas, momento en el cual ocurre un primer sismo de magnitud 2.9, en las siguientes horas se registró una seguidilla de sismos de comportamiento inusual. Se trata de una zona de divergencia, pero se extendió por varios días y eso lo transforma en un enjambre sísmico que ya lleva más de un mes, por eso llama la atención”, advierte.Fotografías para nota enjambre sísmico en la AntárticaFotografías para nota enjambre sísmico en la Antártica

Por su parte, el Director del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile, Sergio Ruiz, confirma que durante los últimos días han sido advertidos sobre la situación que afecta a la Antártida. “Se trata de un comportamiento inusual que en uno de sus últimos temblores, registró uno grado 5,8 en escala de Richter. Situación que ha llamado a los expertos a mantener una alerta, debido a la escasa actividad histórica en esta zona”, indica.

Pero, ¿cuál es la diferencia de un comportamiento normal a uno “inusual”, como se advierte? El mismo experto, Sergio Ruiz, aclara que en general siempre un sismo de mayor o menor envergadura luego trae réplicas consecutivas que van bajando su intensidad con el paso del tiempo. Sin embargo los enjambres no se comportan igual, y registran movimientos que no han disminuido intensidad. “Aquí ha habido muchos eventos y su magnitud no ha disminuido con el tiempo. Estos sismos se están dando específicamente la zona donde están las bases chilenas y argentinas. Son enjambres que no se sabe muy bien que ocurren, pero suponemos que se está creando una placa. Aquí hay una microplaca que se llama Fénix, que puede estar en acción por la creación de otra placa”, declara.No es habitual la actual seguidilla de sismos en el territorio antártico. (Archivo DEF)No es habitual la actual seguidilla de sismos en el territorio antártico. (Archivo DEF)

La zona antártica no es, históricamente, un lugar con frecuente comportamiento sísmico. Así lo advierten los especialistas, razón por la cual además del difícil acceso, no han permitido que se desarrollen estudios que proporcionen mayor información para los análisis actuales. Una tarea pendiente, que tras los avisos de actividad de los últimos días, ha llevado a que organismos como la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), el Servicio Nacional de Geología y Minas (Sernageomín) el Centro Sismólogoco Nacional y el Shoa, dependiente de la Armada de Chile, citen a reuniones en las que se aborda la situación que se registra en la Antártida.

Desde la Red Geocientífica de Chile, uno de sus miembros, Joaquín Vásquez, desarrolla informes periódicos en los que se establecen e identifican características de los movimientos que se pueden registrar. “Hace pocos días hubo un sismo de 5.8, uno de los más altos registrados, dentro de las variables que manejoamos, sabemos que si ocurre un movimiento muy grande, esta zona sufre desprendimientos que provocan un daño diferente al conocido normalmente en el continente. De hecho, este de 5.8, provocó daño en la base Carlini, de Argentina, entonces eventualmente un sismo de magnitud 6, podría provocar consecuencias más graves”, indicó.Ls expertos evalúan que los movimientos telúricos podrían deberse al surgimiento de una nueva placa (Gentileza NDS Evolution)Ls expertos evalúan que los movimientos telúricos podrían deberse al surgimiento de una nueva placa (Gentileza NDS Evolution)

Razones para alarmarse no hay, a juicio de Sergio Ruiz del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile, sin embargo declara que este enjambre debe estar constantemente vigilado. “Cada vez que hay un enjambre siempre hay una alerta. Han habido casos en los que después de un enjambre viene un terremoto de gran magnitud. También han habido enjambres y no han habido terremotos posteriores”, por eso la necesidad de contar con instrumentalización es fundamental, a su juicio.

https://www.infobae.com/america/medio-ambientehttps://www.infobae.com/america/medio-ambiente/2020/10/06/alerta-en-las-bases-argentinas-y-chilenas-en-la-antartida-por-una-extrana-seguidilla-de-sismos/

El letal ataque al Atlantic Conveyor

El letal ataque al Atlantic Conveyor: el error estratégico que les provocó a los ingleses la mayor pérdida logística en Malvinas

Por Loreley Gaffoglio, 12 de Mayo de 2019

Roberto Curilovic en los estudios de Infobae

Isla Ascensión (Territorio Británico de Ultramar), 5 de mayo de 1982.

«¡Están todos locos!», pensó el comandante de la 3° Brigada de los Royal Marines y comandante de las fuerzas terrestres, Julian Thompson, al observar con asombro en la Isla Ascensión que el grueso de la carga logística para el conflicto en el Atlántico Sur se concentraba en un único buque: el mercante Atlantic Conveyor, requisado junto a otras 40 naves civiles como apoyo de transporte a la flota británica, había sido designado con apremio por el Ministerio de Defensa inglés para que fuera reacondicionarlo en tiempo récord.

Thompson no estaba solo en esa apreciación premonitoria: el comandante del Regimiento Logístico de Infantería de Marina, coronel Ivar Helberg, le dio la razón.El mercante Atlantic Conveyor de la compañia Cunard fue requisado los primeros días de abril de 1982 como buque de apoyo y modificado para que pudiera operar como plataforma de Sea Harriers y helicópteros durante la Guerra de Malvinas.El mercante Atlantic Conveyor de la compañia Cunard fue requisado los primeros días de abril de 1982 como buque de apoyo y modificado para que pudiera operar como plataforma de Sea Harriers y helicópteros durante la Guerra de Malvinas.

Los aviones Harrier y Sea Harrier embarcados en la Isla Ascensión y que operaron en mayo desde el mercante.Los aviones Harrier y Sea Harrier embarcados en la Isla Ascensión y que operaron en mayo desde el mercante.

Diez días después de la recuperación de las islas Malvinas por parte de la Argentina, el carguero de 202 metros de eslora y 15.000 toneladas ostentaba una plataforma de despegue vertical en popa, se habían reforzado sus bodegas y dotado con un nuevo sistema de comunicación. Contrarreloj, la conversión naval se ejecutó en el puerto de Plymouth, Devonport, desde donde zarpó el 25 de abril con gran parte de sus pertrechos.

Debía repostar en Sierra Leona y atracar en Isla Ascensión para completar su carga estratégica: 8 aviones de combate Sea Harrier y 6 Harrier que debían ser trasladados al área de conflicto. Esas naves se sumaban a los cinco helicópteros Chinook, para desembarcar tropa y artillería pesada en San Carlos, y a otros 6 Wessex y algunos Wasp para la RAF. Los helicópteros también fueron utilizados durante el trasiego hacia el sur para transferir personal entre la flota británica.En Devonport se reacondicionó al Atlantic Conveyor en sólo 10 días para que pudiera operar en las islas Malvinas. Su aporte fue clave para trasladar material bélico y transferir tropa entre buques de la flota.En Devonport se reacondicionó al Atlantic Conveyor en sólo 10 días para que pudiera operar en las islas Malvinas. Su aporte fue clave para trasladar material bélico y transferir tropa entre buques de la flota.

Su gran capacidad permitía además almacenar en encubierta, en contendores ISO dispuestos a cada banda, todo un arsenal: bombas de racimo, motores de cohetes, misiles antitanques, granadas y municiones.  Y en sus amplias bodegas albergar tanques inflables y camiones cargados de combustible, botes para desembarco, una pista aérea vertical  para montar en San Carlos, equipos desalinizadores y de iluminación, repuestos de aviones y helicópteros, generadores, tiendas de campaña, raciones y calentadores.El capitán Ian North y el comandante de la Marina Real, Mike Layard , supervisaron desde el puente de mando la reconversión y la estiba del buque que hasta el ´82 unía Europa con Estados Unidos.El capitán Ian North y el comandante de la Marina Real, Mike Layard , supervisaron desde el puente de mando la reconversión y la estiba del buque que hasta el ´82 unía Europa con Estados Unidos.

Ian North, capitán del Atlantic Conveyor y veterano de la II Guerra supervisó desde el puente de mando junto al comandante de la Royal Navy, Michael Layard, la estiba en puerto: los aviones y helicópteros sin sus rotores habían sido dispuestos como piezas de un improvisado rompecabezas sobre la cubierta. Guarecidos con fundas anticorrosión, los flanqueaban otros containers que impedían su movilidad en las irascibles aguas del sur.Cubiertos por fundas y embalados, así viajaron los aviones de guerra. A los helicopteros se les extrajeron los rotores.Cubiertos por fundas y embalados, así viajaron los aviones de guerra. A los helicopteros se les extrajeron los rotores.

Auscultar a la flota

Todo un gran esfuerzo logístico. Aunque sin la previsión de que el Atlantic Conveyor se erigía en un objetivo demasiado rentable. Y especialmente vulnerable para la infalible dupla de aviones Super Étendard y misiles AM-39 Exocet de la Armada Argentina. Tras el embargo del gobierno francés, el ingeniero del Taller Central de Misiles, capitán de Fragata Julio Pérez, logró descifrar el código de los Exocet para su diálogo con los aviones supersónicos, ante la falta de colaboración de los expertos franceses. (Pérez también ideó en el Apostadero Naval Malvinas un improvisado remolque como lanzador de misiles terrestre para Exocet mar-mar. Su inventiva logró dejar fuera de combate al destructor HMS Glamorgan).Uno de los Harrier operando en el área de Malvinas desde el carguero registrado en Liverpool.Uno de los Harrier operando en el área de Malvinas desde el carguero registrado en Liverpool.

Protegido como nave núcleo durante el último tramo de su trasiego, el Atlantic Conveyor (AC) arribó al límite de zona de exclusión flanqueado por destructores y portaviones. La task force navegaba al noreste del archipiélago malvinense a mediados de mayo cuando los Harrier y Sea Harrier allí apostados cambiaron de ubicación. Con su destreza de despegue vertical abandonaban la estrecha plataforma del AC y se repartían en los portaaviones HMS Hermes e Invencible.La Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada en la Base de Río Grande en 1982 junto a uno de los cinco misiles Exocet. “De haber tenido los otros cinco misiles, otro hubiese sido el daño infligido al enemigo”, dice Barraza.La Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada en la Base de Río Grande en 1982 junto a uno de los cinco misiles Exocet. “De haber tenido los otros cinco misiles, otro hubiese sido el daño infligido al enemigo”, dice Barraza.

El tráfico aeronaval enemigo en el área era incesante. Los patrullajes y ataques aéreos se sucedían mientras las tropas organizaban su acecho. A 150 km de allí, el radar TPS 43 de Puerto Argentino detectaba los ecos intermitentes de ese trajín, sin poder identificar blancos precisos, ni distinguir cuál era la plataforma naval.

Un binomio sin rival

Simultáneamente en la Base de Río Grande y días antes en la de Comandante Espora en Bahía Blanca, la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada se adiestraba de manera intensiva. No podían operar desde el portaaviones 25 de mayo: los 5 Super Étendard con sus 5 misiles, de un total de 14 aviones y 10 misiles comprados a Francia, habían llegado 4 meses antes. Una de esas naves se usó para repuestos y el conflicto en el Atlántico Sur los sorprendió sin que pudieran regularse los sistemas inerciales, de frenado y catapulaje en pista de una plataforma chica como la del ARA 25 de mayo. Tal fue la precipitación de las hostilidades, que Argentina a instancias de Francia le cedió a Irak, entonces en guerra con Irán, su turno para recibir los 5 misiles restantes.El reabastecimiento de combustible que a 6000 metros de altitud realizaron Barraza (foto) junto a su líder de sección, Curilovic.El reabastecimiento de combustible que a 6000 metros de altitud realizaron Barraza (foto) junto a su líder de sección, Curilovic.

El objetivo de máxima con los Exocet antibuque apuntaba a los de mayor capacidad ofensiva y, en lo posible, a asestar un golpe psicológico, al golpear a los emblemáticos: el Hermes o el Invencible, que apoyaban a las fuerzas enemigas en su avance hacia Puerto Argentino. Pero antes había que detectarlos. Una tarea ardua dada la baja el 19 de mayo de los aviones de exploración P-2 Neptune por su electrónica vetusta y del alcance y precisión de los alejados y poco sofisticados radares en Puerto Argentino.

El 4 de mayo los pilotos de esa escuadrilla, Augusto Bedacarratz y Armando Mayora, propinaron su primer golpe letal con el binomio Super Étendard-Exocet al hundir al destructor HMS Sheffield al sureste de Malvinas. Ahora le tocaba el turno a otra sección: al capitán de corbeta Roberto Curilovic, alias Toro, su indicativo, y a su numeral, el teniente de navío Julio Barraza, alias Mate.Julio Barraz y Roberto Curilovic en la Base de Río Grande en 1982Julio Barraz y Roberto Curilovic en la Base de Río Grande en 1982

«Durante varios días el radar Malvinas continuó detectando actividad al noreste del archipiélago. Determinó un phi-omega, es decir un punto de latitud y longitud donde se hallarían los objetivos, y se nos ordenó atacar», cuenta Curilovic (71) a Infobae. El ex aviador naval, retirado con el grado de capitán de Navío en 1998, es el hombre clave de Aeropuertos Argentina 2000 que organizó los sucesivos viajes de los familiares de los caídos al cementerio de Darwin y ayudó a promover los procesos de identificación de los combatientes enterrados como NN.Roberto Curilovic durante la entrevista esta semana con Infobae (Santiago Saferstein)Roberto Curilovic durante la entrevista esta semana con Infobae (Santiago Saferstein)

Barraza (70) también describe minuciosamente la misión desde Vancouver, adonde emigró con su familia hace 29 años, tras dejar la Armada en 1986 con el grado de capitán de Corbeta. Alejado de la aviación, hoy preside una empresa de traducción de inglés y francés.El capitán de corbeta Julio Barraza con su condecoración Al Valor en Combate en su casa de Vancouver, Canadá, a donde emigró en 1990.El capitán de corbeta Julio Barraza con su condecoración Al Valor en Combate en su casa de Vancouver, Canadá, a donde emigró en 1990.

Sorpresa en el ataque

A las 11 del 25 de mayo debía despegar la sección de Río Grande con un misil de 600 kilos en cada ala derecha de sendos aviones. Se buscaba máxima efectividad de hundimiento. Pero la misión se postergó para las 14 debido a la indisponibilidad de reabastecimiento en vuelo.

Los dos Hércules KC-130 habían sido asignados a otra operación: el bombardeo a la fragata HMS Broadsword y al destructor HMS Coventry por parte de la intrépida escuadrilla de A4B Skyhawk de la Fuerza Aérea que operaba desde la base de Río Gallegos. Aquel 25 de mayo es recordado como una interminable pesadilla para la task force.El Super Étendar con su misil despegando de la base de Ushuaia.El Super Étendar con su misil despegando de la base de Ushuaia.

Si el ataque al Sheffield había sido por el sur, el golpe esta vez sería por el norte. Con diferencia de segundos, Curilovic y Barraza despegaron según lo planeado.

«Una vez cerrada la cabina, el piloto se fusiona con su máquina y no hay margen para ninguna distracción. Sólo existe, quizá, el temor oculto de fallar en una misión para la cual nos habíamos preparado durante años», dice Curilovic sobre el preludio de aquella legendaria misión.Así fue la ruta de ataque: desde Río Grande volaron mil kilómetros hasta la latitud de Puerto Deseado donde reabastecieron combustible. Luego viraron hacia el este y a un distancia de 37 km del blanco dispararon los misiles. Fueron 4.10 horas de vuelo.Así fue la ruta de ataque: desde Río Grande volaron mil kilómetros hasta la latitud de Puerto Deseado donde reabastecieron combustible. Luego viraron hacia el este y a un distancia de 37 km del blanco dispararon los misiles. Fueron 4.10 horas de vuelo.

En absoluto silencio electrónico, los dos «albatros» recorrieron 1000 km con rumbo norte hasta el encuentro a la altura de Puerto Deseado, a 6000 metros de altitud, con el avión tanquero que fielmente los esperaba inscribiendo círculos en el aire.

En una maniobra simultánea de extrema precisión se acercaron a las dos mangueras desplegadas en cada ala del KC-130 y se acoplaron a las canastas. «Sabían cuánto combustible debían entregarnos. Nosotros no pedimos absolutamente nada«, evoca Curilovic.

Entre 15 y 20 minutos fueron suficientes para recargar los tanques. A partir de allí giraron al Este a 1000 km de velocidad. Y en los últimos 200 km descendieron en forma suave y se «escondieron» volando agazapados a 15 metros sobre el nivel del mar para no ser detectados. Así prosiguieron su ruta hacia el punto phi omega.Barraza, alias Mate, al arribar ya de noche el 25 de mayo de 1982. Todavía no sabía a cuál buque de la flota había impactado.Barraza, alias Mate, al arribar ya de noche el 25 de mayo de 1982. Todavía no sabía a cuál buque de la flota había impactado.

«Para comunicarnos nos acercábamos y hablábamos por señas. Hacia el Este la luz del día se acorta y ya se estaba poniendo oscuro. El sol asomaba bajo y tenue a nuestras espaldas y enfrente había un mar gris plomo con corderitos. Estábamos a unas 50 millas del blanco cuando trepamos a 100 metros. Encendimos los radares. Hicimos dos o tres barridos a izquierda y derecha de no más de tres segundos y fue una cosa de no creer. Lo que tantas veces habíamos practicado apareció en la pantalla: un eco grande en el centro, como una bananita dibujada en la pantalla, con otros dos ecos más chicos, uno arriba y otro abajo», describe Barraza.

Los pilotos descendieron abruptamente y continuaron con su aproximación. A unas 26 o 27 millas (37 km) del blanco volvieron a elevarse para hacer otra emisión de radar sobre la flota y ahí sí enganchar el blanco.

—Mate, al más grande—ordenó por radio Curilovic.

Barraza asintió con dos click. No quería hablar. Aunque sabía que con los primeros tres segundos del ploteo de radar ya habían sido detectados y seguramente estarían en la mira de los misiles Sea Dart. Los ingleses supieron además que se trataba de los radares de dos temibles Super Étendard, ya que contaban con las contramedidas electrónicas ajustadas para distinguirlos.Roberto Curilovi, alias Toro, al regresar de la misión del 25 de mayo. El atraco había sido letal, aunque todavía el resultado era un enigma.Roberto Curilovi, alias Toro, al regresar de la misión del 25 de mayo. El atraco había sido letal, aunque todavía el resultado era un enigma.

Desconocían de qué buques se trataban. Por el tamaño del eco podía ser el Hermes o el Invencible. «Pero eso no significaba invariablemente que el eco grande fuera un buque grande. Depende de si estaba presentándote la proa o el través. Pero no quedaba otra que ir sobre el blanco más grande», reconstruye Curilovic.

La ubicación no había variado mucho de la aportada por el radar Malvinas. Los buques estaban a unos 150 km al noreste del extremo de la isla Soledad.El lanzamiento de uno de uno de los cinco misiles Exocet que se usaron en la Guerra de Malvinas e hundieron y averiaron al Sheffield, al Atlantic Conveyor y al portaaviones Invencible.El lanzamiento de uno de uno de los cinco misiles Exocet que se usaron en la Guerra de Malvinas e hundieron y averiaron al Sheffield, al Atlantic Conveyor y al portaaviones Invencible.

Ya a distancia de tiro, Toro y Mate iniciaron la secuencia del lanzamiento. Volcaron la información, conectaron unos switches y mantuvieron apretado el botón blanco de «disparo» para que la computadora dialogara con el misil y decidiera el momento oportuno en que debía salir para llegar al centro electrónico del blanco.

La segunda comunicación entre los pilotos fue el top de lanzamiento. A las 16.28 el desenganche casi simultáneo de esos 600 kilos produjo un pequeño estruendo seguido por un sacudón que descompensó levemente el ala derecha.

La punta nívea de ese arma subsónica casi infalible asomó por el parabrisas. Había que virar 180 grados, poner máxima potencia e huir ya que habían ingresado en el área de alcance de los Sea Dart. Pero Curilovic sucumbió al hechizo de los verdugos. Fue rehén de lo que se conoce como «fascinación de blanco».El recuerdo de aquella misión en una témpera que pintó Barraza y que lo acompaña en su casa de Vancouver: “El mar era de un profundo gris plomo y al dirigirnos hacia el este teníamos un sol bajo y tenue sobre nuestras espaldas”, rememora.El recuerdo de aquella misión en una témpera que pintó Barraza y que lo acompaña en su casa de Vancouver: “El mar era de un profundo gris plomo y al dirigirnos hacia el este teníamos un sol bajo y tenue sobre nuestras espaldas”, rememora.

«Quedé como extasiado», dice. «Había una luz crepuscular y yo veía esas dos estelas de fuego que se dirigían hacia la flota y sólo pensé: ´¡Qué arma poderosa tenemos!’ Conociendo el resultado del ataque al Sheffield, era improbable que los buques de superficie enemigos pudieran evitar el daño. Pensando en eso olvidé unos segundos que había que tomar distancia. Cuando reaccioné el avión de Mate se veía muy chiquito porque él había cumplido con el procedimiento como correspondía».

«Algo espectacular va a suceder hoy»

Según consignan documentos británicos desclasificados, ese mismo 25 de mayo por la noche, al amparo de la oscuridad, el Atlantic Conveyor debía desembarcar tropa y a todos los helicópteros en San Carlos y comenzar la transferencia de los demás pertrechos con las primeras luces del alba. Por eso, horas antes el capitán del AC, Ian North, se jactaba ante la tripulación: «Bueno muchachos, es 25 de mayo. Algo espectacular va a suceder hoy».El Atlantic Conveyor antes del ataque. Navegaba como barco núcleo con la flota británica.El Atlantic Conveyor antes del ataque. Navegaba como barco núcleo con la flota británica.

La emisión de radar de los Super Étendard había sido efectivamente detectada por la flota británica. Casi todos lanzaron chaff, nubes de partículas metálicas para desorientar a los Exocet. En las pantallas de los destructores, los ingleses veían a esos contactos duplicarse y avanzar hacia el Atlantic Conveyor. Los Exocet navegaban tan cerca uno del otro que ambos podían observarse en un mismo monitor.

El HMS Invencible contraatacó con seis misiles con escasa eficacia: dos de ellos bajaron a un helicóptero propio, un Sea King, que oficiaba como cortina antisubmarina. Y los otros se perdieron en su propia nube de chaff o persiguiendo otros ecos espurios.Al misil Exocet se lo denomina “Fire and forget” (Tire y olvídese) ya que se trata de un arma con capacidad de autonomía para redireccionarse en vuelo y buscar el centro de gravitación del blanco.Al misil Exocet se lo denomina “Fire and forget” (Tire y olvídese) ya que se trata de un arma con capacidad de autonomía para redireccionarse en vuelo y buscar el centro de gravitación del blanco.

Los misiles perforaron la cubierta de carga C sobre la línea de flotación en la popa del Atlantic Conveyor.  Minutos después con la detonación sobrevino la fatalidad: propagadas por la ingente cantidad de combustible de los tanques flotantes y del arsenal que cargaba, las llamas devoraron al carguero y sus «tesoros» bélicos. La explosión atravesó una banda y salió por la otra. La ocasión no podía ser más caótica para las tareas de salvamento: quince minutos antes, durante la incursión de la fuerza Aérea con bombas convencionales en el Estrecho San Carlos, la fragata Broadsword era averiada en popa y el destructor HMS Conventry se iba a pique.

Mientras tanto, Toro y Mate hacía ya rato que habían armado un rumbo mientras el jefe intentaba comunicarse con el avión tanque. «Ya era tarde y el Hércules se quedó orbitando lejos del lugar de la acción, pero sin ninguna defensa, siempre vulnerable a recibir algún tipo de ataque«, reconoce el líder de la misión.

Final anunciado

La fragata HMS Alacrity intentó socorrer al AC. Se arrojó parte de la munición de los containers pero el vientre del carguero era ya un sinfín de brasas y explosiones. Desde una torre, el capitán Ian Norh evaluó los daños y ordenó el abandono del buque.El área de popa por donde ingresó uno de los Exocet.El área de popa por donde ingresó uno de los Exocet.

La oscuridad atentaba contra el dramático salvamento. A las 23 el HMS Alacrity rescató al último náufrago. De los 33 tripulantes, 12 murieron: tres en la explosión y otros 9 desaparecieron en el Atlántico. Entre ellos, Ian North (57), que en la II Guerra Mundial había sobrevivido cuando los alemanes torpedearon su embarcación.Ian North desapareció el 25 de mayo de 1982 en el Atlántico Sur. Tenía 57 años.Ian North desapareció el 25 de mayo de 1982 en el Atlántico Sur. Tenía 57 años.

Fue un «enemigo digno», «honorable», coinciden los pilotos, porque cargado como estaba llevó su buque hasta Malvinas y cumplió con su país.

Euforia en el continenteinfobae-image

Tras el segundo reabastecimiento y luego de 4:10 horas de vuelo, Toro y Mate aterrizaron ya de noche en Río Grande sin haber podido cuantificar los daños que aquella tecnología entonces sin rival había infligido. Toda la escuadrilla los aguardaba en la pista. Festejaban no sólo el presunto éxito de su misión, también el de la Fuerza Aérea en aquel día patrio.

Una hora después estaban embarcados en un avión Elektra con destino a la base de Espora. Debían entrenarse en vuelos nocturnos. Mientras tanto, en Río Grande quedaba un último Exocet.El buque ardió durante tres días.El buque ardió durante tres días.

Tres días después, el Atlantic Conveyor se fue a pique y ello significó la mayor pérdida logística unitaria en la guerra. El enemigo se vio obligado a cambiar su plan de batalla basado en desplazamientos de tropa y artillería helitransportadas en el acecho final a Puerto Argentino.

Cuando el comandante Thompson se enteró en San Carlos de que ya no contaba con los Chinook emprendió con sus hombres la asonada final a pie. En el frío paralizante de la turba aquellos 100 kilómetros finales recordaron con insistencia el peor error de cálculo en la planificación de la logística de la guerra del Atlántico Sur.El largo camino a pie hacia Puerto Argentino tras el desembarco en San Carlos.El largo camino a pie hacia Puerto Argentino tras el desembarco en San Carlos.El homenaje al buque hundido que el Príncipe Eduardo inauguró en 2006 en MalvinasEl homenaje al buque hundido que el Príncipe Eduardo inauguró en 2006 en Malvinas

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7 buques hundidos en la Guerra de Malvinas

Buques ingleses averiados

Los Bravos del 7

Regimiento 7 de infanteria mecanizada»coronel conde»

Francotiradores argentinos contra paracaidistas ingleses: la batalla más «infernal» de las Malvinas

Vídeo: 37 años del fin de la Guerra de las Malvinas

El 2 de abril de 1982. Esa fue la fecha en la que Argentina comenzó una contienda que puso en jaque el país. Poco después, el 14 de junio, capituló ante el Reino Unido y, tras una guerra que duró poco más de dos meses, abandonó las islas Malvinas. El enfrentamiento, breve en el calendario, marcó sin embargo un antes y un después en la historia colonial británica. Y es que, los militares enviados por Margaret Thatcher se enfrentaron a un enemigo que, aunque carecía de una formación equiparable a la suya, exprimió hasta la extenuación el valor en batallas como la de monte Longdon.

En esta lid unos pocos soldados francotiradores argentinos lograron detener durante doce horas el avance de una de las unidades de élite «british» más reputada: los paracaidistas ingleses. Conscriptos sin formación, jóvenes de 18 años… Todos ellos plantaron cara (e hicieron sudar sangre) a unos soldados que se habían curtido contra enemigos tan temibles como el IRA. Sin embargo, tras la capitulación de Argentina fueron olvidados por un país deseoso de desterrar de la memoria aquella derrota. Así fue hasta la década de los noventa, cuando empezaron a alzar la voz y se reivindicaron como veteranos de guerra.

Conflicto latente

Las Malvinas (o las Falklands, como las denominan los británicos) son, en la práctica, un conjunto de pequeñas islas ubicadas a 480 kilómetros de la Argentina continental y a 12.000 de Gran Bretaña que también incluyen las Orcadas y las Shetlands del Sur. Tan solo dos de ellas –las más grandes- logran hacerse un hueco en la mente colectiva: la «Soledad» y la «Gran Malvina». El resto, al menos en Europa, han caído bajo el oscuro velo de la indiferencia que provoca la lejanía. Sin embargo, su soberanía (ejercida desde el XIX por el Reino Unido) ha causado a lo largo de la historia una extensa lista de enfrentamientos entre ingleses y argentinos. No en vano, en 1965 la resolución 2065 de la ONU confirmó que este era un «territorio en disputa» y llamó a las dos partes a llegar a un acuerdo político.

Informe para arriba, documento para abajo, las hojas del calendario fueron cayendo sin que se hallara ninguna solución diplomática al conflicto. Y así siguió hasta 1982. Año en el que la Junta Militar argentina (dictadura, en términos profanos) esgrimió la soberanía de las Malvinas para, bajo la cálida sombra del orgullo patrio, esquivar problemas sociales como las desapariciones masivas, la inflación o el hartazgo popular. Con ese caldo de cultivo solo hubo que esperar a que un incidente prendiera la mecha del conflicto. Y este se sucedió el 19 de marzo, cuando una cuarentena de obreros enviados por el empresario Constantino Davidoff desembarcó en una isla cercana a las Malvinas (previa autorización inglesa) con objetivos comerciales y empresariales.

En la popular obra «Malvinas. La trama secreta», los autores afirman que el grupo izó la bandera de Argentina en dicha isla. Un hecho que fue tomado por las bravas por los ingleses.

A las pocas horas la «Royal Navy» envió un buque para obligar a los trabajadores a marcharse. Acción que, a su vez, contrarrestó el país latinoamericano movilizando a varias unidades militares. Así dio comienzo el conflicto. Un enfrentamiento que, a pesar de extenderse poco más de 70 días, acabó con la vida de un millar de personas y provocó decenas de miles de bajas.

Los movimientos de tropas se materializaron finalmente el 2 de abril cuando (según se narra en el libro «Las grandes batallas de la historia» -editado por History Channel-) unos 70 infantes de marina argentinos y «100 integrantes de las fuerzas especiales» doblegaron a los Royal Marines ingleses que protegían las Malvinas.«Un territorio de soberanía británica ha sido invadido por una potencia extranjera. El gobierno ha decidido enviar a una gran fuerza expedicionaria tan pronto como todos los preparativos estén completados»

La primera ministra del Reino Unido Margaret Thatcher (que se había ganado a pulso el apodo de «Dama de Hierro» por su peculiar forma de hacer política) no titubeó. A pesar de la distancia, movilizó a más de un centenar de buques de guerra (entre barcos militares, de transporte y submarinos) y casi 30.000 infantes. Su declaración ante la Cámara de los Comunes fue clara: «Un territorio de soberanía británica ha sido invadido por una potencia extranjera. El gobierno ha decidido enviar a una gran fuerza expedicionaria tan pronto como todos los preparativos estén completados». Sus palabras resonaron como un trueno.

Solo cuatro días después, el General de Brigada Mario Benjamín Menéndez asumió el gobierno de las Malvinas e inició la construcción de las defensas para resistir el alud inglés que se le venía encima.

En pocos jornadas posicionó en las Malvinas a más de 10.000 combatientes dispuestos a enfrentarse a los británicos. La mayoría, eso sí, conscriptos: soldados reclutados a toda prisa entre la población para engrosar las filas del ejército. Así lo señala el autor Fernando A. Iglesias en su obra «La cuestión de Malvinas». Bruno Tondin, en su libro «Islas Malvinas, su historia, la guerra y la economía, y los aspectos jurídicos su vinculación con el derecho humanitario», tilda a estos combatientes de «jóvenes sin preparación», aunque también de «valientes» que no dudaron en enfrentarse a los ingleses en nombre de su país.

Pepe Vera
Pepe Vera

En mayo llegó la avanzadilla británica a las Malvinas. Y lo hizo sabiendo que debía asegurar el espacio aéreo si quería llevar a cabo un desembarco anfibio de forma segura. Para su desgracia, Reino Unido solo contaba con los cazas y bombarderos que podía desplazar en sus dos portaviones (unos 34), mientras que los argentinos sumaban más de un centenar de aparatos. Por entonces todavía se respiraba en el ambiente cierta calma, pues sobre la mesa no había una declaración oficial de guerra.

Pero esa tranquilidad duró poco. Concretamente, hasta el 2 de mayo. En esa aciaga jornada, los británicos hundieron el crucero argentino «General Belgrano» al considerar que estaba llevando a cabo una serie de movimientos militares con intención de atacar a sus portaaviones. El ataque causó la muerte de 323 argentinos. Así definió la situación Rudulfo Hendrickse (destinado en el navío): «Había multitud de hombres heridos. La mayoría se había quemado. Había hombres cubiertos de aceite. Cuando llegué al bote salvavidas le dije a un marinero que viniese conmigo a buscar a algunos desaparecidos, como el comandante».

La Junta Militar respondió tomando los cielos. A pesar de que los Harrier «british» dieron más de un quebradero de cabeza a sus enemigos, el enfrentamiento se saldó, para empezar, con la destrucción del «HMS Sheffield» a principios de mayo. Fue el primer buque inglés hundido en acción de guerra tras la Segunda Guerra Mundial.

Ya era más que oficial. La guerra había llegado a las Malvinas. Un hecho que quedó todavía más cristalino cuando, el 21 de mayo, los británicos desembarcaron en el Puerto de San Carlos (al noroeste de la isla Soledad) inutilizando o derribando hasta 12 aviones y 3 helicópteros enemigos. Una vez en tierra, las tropas «british» se dispusieron a recorrer a pie los 80 kilómetros que separaban la cabeza de playa del premio final: Puerto Argentino (la capital de la resistencia).

Hacia Monte Longdon

En las semanas siguientes los británicos comenzaron su lento pero inexorable avance hasta Puerto Argentino. Lo hicieron a base de fusil y experiencia militar. La misma que escaseaba entre unos defensores que, por otro lado, rebosaban sentimiento patrio y valor.

Posición tras posición, los ingleses superaron a los latinoamericanos hasta lograr ubicarse a principios de junio a poco más de una veintena de kilómetros de la capital. Sin embargo, en su camino hacia la victoria se interponían varias unidades acantonadas en ubicaciones como el monte Harriet o el Dos Hermanas. De todas ellas, no obstante, la más destacable era la del monte Longdon, una de las últimas elevaciones antes de llegar al corazón de la resistencia y, por tanto, clave en la defensa. Si los británicos lograban dominar este terreno, tendrían a tiro su objetivo final.

Lo que no sabían es que aquella conquista les iba a costar sangre y sudor. Y eso a pesar de que el monte Longdon estaba defendido únicamente (y según afirma Pablo Camogli en su libro «Batallas de Malvinas») por una sola compañía reforzada. Un total de 278 hombres (la mayoría conscriptos) pertenecientes a las siguientes unidades: el Séptimo Regimiento de Infantería, la Primera Sección de la Compañía de Ingenieros Mecanizada 10 y una sección de seis ametralladoras Browning de la Infantería de Marina.«La proporción inicial a favor de los británicos era de 2 a 1, pero si extendemos el análisis al poder de combate relativo, la proporción se ampliaba a 5 a 1»

Las condiciones de los defensores eran más que precarias ya que, además del frío (soportaron una sensación térmica de hasta -4 grados, según explicó posteriormente el inglés Nick Rose), carecían de armas decentes y vituallas. «En lo único que pensábamos era en comer. Solo consumíamos sopa que, realmente, era más agua que caldo. Un par de veces nos dieron chicle», señalaba el soldado Luis Lecesse en el reportaje «Viaje al infierno. Batalla del Monte Longdon».

Para enfrentarse a estas tropas, los ingleses enviaron al 3er Regimiento de Paracaidistas (o 3 PARA). Una unidad que, según explica en un dossier sobre la batalla Eduardo C. Gerding (militar y antiguo Jefe de la División Prestacional de la Subgerencia de Veteranos de Guerra), «constituye un cuerpo de élite hermético e intensamente competitivo». «Su rol como unidad de asalto frontal se ve reflejada a través de un arduo y prolongado proceso de selección que elimina a todos los postulantes excepto a los mas dedicados y agresivos», añade. Estos hombres estaban reforzados, a su vez, por seis piezas de artillería de 105 mm.

A pesar de que la ventaja de los ingleses era, en principio, de poco más del doble, Camogli señala que la realidad era bien diferente: «Una sola compañía reforzada (278 hombres) tuvo que enfrentarse a todo un batallón (de casi 600 efectivos). La proporción inicial a favor de los británicos era de 2 a 1, pero si extendemos el análisis al poder de combate relativo, la proporción se ampliaba a 5 a 1».

El comienzo

El ataque comenzó en la noche del 11 de junio. Aproximadamente a las 20:01 (según explica Camogli), los ingleses avanzaron sobre la ladera del monte Longdon. Su objetivo era conquistar la cima avanzado sin ser vistos hasta las posiciones argentinas. Una vez allí, destrozarían sus líneas defensivas a quemarropa. Sencillo sobre el papel, pero más que complejo en realidad.

En mitad de la oscuridad, la compañía A del 3 PARA avanzó por el norte, la compañía B lo hizo por el oeste, y la compañía C quedó en reserva.

El paracaidista inglés Mark Eyle Thomas definió así el plan: «Se esperaba que la moral argentina y su resistencia fuese débil. Nos aseguraron que no habría campos minados. Los 3 PARA atacarían a pie […] Para contribuir al factor sorpresa el ataque sería silencioso. Cubierto por la oscuridad, nuestro pelotón […] avanzaría campo a través a lo largo del borde norte del monte antes de desplazarse al sur […]. Allí uniría fuerzas con el 5to Pelotón y continuaría avanzando hacia la cima […]. Nuestra Compañía A atacaría la cima mas pequeña».

HMS Hermes, durante la guerra de las Malvinas
HMS Hermes, durante la guerra de las Malvinas – ABC

Apenas unos minutos después se sucedió el desastre cuando un soldado inglés entró de lleno en un campo de más de 1.500 minas que los argentinos habían instalado a los pies del monte. Sin percatarse de la trampa mortal en la que se había metido, pisó un explosivo.

Así definió el suceso el hoy Teniente General Hew Pike -al mando de la operación-: «El avance inicial hacia el pie de la montaña fue silencioso y sin problemas, hasta que un cabo de la compañía B pisó una mina. La explosión le arrancó una pierna y el elemento sorpresa se perdió». Thomas, por su parte, explicó así el suceso: «Poco después de la medianoche avanzamos en formación escalonada. Cinco minutos después escuchamos una explosión seguida de gritos de dolor. Mi jefe de sección, el Cabo Brian Milne, había pisado una mina».

Primeros disparos

Tal y como relata Thomas, a partir de ese momento se «desató el infierno». Desde la cima los argentinos comenzaron a disparar sus armas pesadas contra los paracaidistas de la compañía B: «El caos reinaba. Los argentinos gritaban las órdenes desde lo alto, seguido por ráfagas de armas automáticas, balas trazadoras y explosiones». Por si el nutrido fuego de fusilería fuese poco, los defensores dirigieron contra el 3 PARA una letal ametralladora de calibre 50 ideada, en palabras del inglés, para abatir aviones en pleno vuelo. La compañía B se vio detenida en seco.

Mientras sus compañeros sufrían un torrente de cartuchos, la compañía A (ubicada en el flanco izquierdo) logró avanzar y superar la primera línea de defensa argentina. Posteriormente, la unidad se lanzó de bruces contra las posiciones enemigas ubicadas en el flanco derecho de los defensores, las cuales conquistó tras duros combates.

En medio de aquel caos, los dos bandos lanzaron bengalas para iluminar el campo de batalla y distinguir a sus enemigos en la lejanía. Pero ya era tarde, pues la compañía A ya había entrado en lid a bayoneta calada.

Un feroz ataque… detenido

Mientras la compañía A avanzaba, la compañía B se vio obligada a cargar contra las ametralladoras pesadas argentinas. Thomas definió así el asalto, que se llevó a cabo también a bayoneta: «Los hombres estaban detrás de mí y a mi izquierda, sus bayonetas brillando bajo la luna. […] Todos esperando la orden de atacar. En la Primera Guerra Mundial se dio la orden de ataque por el sonido de un silbato, con lo cual los chicos se lanzaban contra el enemigo. Más de 60 años más tarde estábamos haciendo básicamente lo mismo pero sin el silbato. «¡Carga!» Pasamos la cresta y corrimos hacia el enemigo. Disparaba mi arma y no pensaba en nada. Sin dudas, sin miedo, como un robot. Seguimos como imparables, sin inmutarnos por las grandes armas».

El ataque logró desalojar a los argentinos. Sin embargo, el 3 PARA no pudo continuar su avance debido a dos contrincantes inesperados. El primero fueron las baterías de artillería que, de improviso, empezaron a apoyar desde la lejanía a los defensores. El segundo fue mucho más determinante: el continuo fuego de los francotiradores. Combatientes entrenados que hicieron buen uso de los escasos visores nocturnos que habían puesto a su disposición los mandos.

Tanto Camogli como Gerding hacen hincapié en el papel de estos militares. El último, de hecho, se deshace en elogios hacia ellos: «La totalidad de una compañía británica fue detenida durante horas por la acción de uno solo de estos francotiradores. Dentro los pocos francotiradores conocidos se encuentra el Cabo de Infantería de Marina Carlos Rafael Colemil».

Animado por el fuego aliado, los argentinos trataron de recuperar las posiciones perdidas, sin lograrlo.

La compañía A

Paralelamente, la compañía A continuó su avance hasta toparse con una línea defensiva formada por una sección de infantería que le paró los pies. Esa pequeña victoria dio un respiro a los argentinos, quienes se hallaban desbordados en todos los frentes. En un intento de restablecer las líneas, los oficiales ordenaron a las reservas de ingenieros cargar contra los paracaidistas para evitar la debacle. El plan funcionó a medias. Aunque estos hombres no lograron recuperar las pociones perdidas, sí detuvieron al enemigo.

En las siguientes dos horas las balas surcaron los cielos y los francotiradores no alejaron el dedo del gatillo. Así lo explicó uno de los soldados argentinos presentes en la contienda, Alberto Ramos: «Esto es un infierno. Hay ingleses por todos lados y me cuesta identificar si los proyectiles que caen son los de nuestra artillería que nos apoya o de la artillería inglesa que los apoya a ellos».«Esto es un infierno. Hay ingleses por todos lados y me cuesta identificar si los proyectiles que caen son los de nuestra artillería que nos apoya o de la artillería inglesa que los apoya a ellos».

La contienda se estancó para la compañía A. Mientras, la compañía B se lanzó una y otra vez contra las posiciones defensivas argentinas, aunque fue detenida por el fuego de las ametralladoras y de los letales tiradores de élite. «En cada nueva carga, caían dos o tres soldados por el efectivo fuego de los francotiradores. Ante esa situación solicitaron fuego de apoyo a la artillería, la que respondió con rapidez y precisión logrando que sus hombres se reacomodaran en el terreno», completa Camogli.

A la conquista del monte

A las cinco de la mañana, tras múltiples horas de contienda, el sol comenzó a alzarse sobre el monte Longdon. Por desgracia, lo que sus rayos iluminaron fue un campo de muerte. Para entonces, la insistencia de los paracaidistas había acabado con la resistencia. Casi sin munición y con la defensa desbaratada, los mandos argentinos dieron la orden de retirada a eso de las seis y media. Aunque eso sí, sabiendo que habían resistido durante casi medio día a la élite de las tropas inglesas.

Hasta las 9 los paracaidistas ingleses no aseguraron el campo de batalla. Al final, lo hicieron a punta de bayoneta mediante una ofensiva que acabó con los escasos defensores que todavía había en el campo.

Soldados argentinos, en las Malvinas
Soldados argentinos, en las Malvinas – Alberto Palito

«En esta carga final se registraron, según la denuncia efectuada por los veteranos de guerra argentinos, que fue confirmada en 1991 por Vincent Bramley -ametralladorista del PARA 3-, numerosos casos de fusilamientos de prisioneros y heridos argentinos. Bramley cita unos diez casos, pero es factible que hayan sido más», añade Camogli. Aquellos que ofrecieron resistencia fueron sacados de los búnkers y ejecutados a bayonetazos.

Así explica los momentos finales de la contienda Russell Phillips en su libro «Un asunto muy reñido. Una breve historia sobre el conflicto de las Malvinas»: «La dura batalla resultante duró doce horas. El comandante británico del Comando 3, el Brigadier Julian Thompson, se acercó con la orden de retirada. Sin embargo, al final, con apoyo de fuego de artillería y fuego naval del arma de 4.5″ del HMS Avenger , los británicos tomaron la montaña. Las pérdidas británicas ascendieron a 18 muertos y 40 heridos, mientras que las argentinas fueron 31 muertos, 120 heridos y 50 tomados prisioneros. Se otorgaron varias condecoraciones a los paracaidistas británicos por las acciones en la batalla, incluyendo una Cruz Victoria en forma póstuma».

Tras esta batalla se tomó la capital. La capitulación se firmó el 14 de junio.

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2 de Mayo – ARA General Belgrano | Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur

Hoy recordamos a los 323 argentinos que defendieron nuestra soberanía en el Mar

Hoy recordamos a los caídos del ARA General Belgrano, buque insignia de nuestra Armada injustamente hundido por los británicos en 1982.

La historia del Belgrano es muy particular: fue construido por la armada estadounidense en la década del 30′ y resultó ser uno de los pocos buques que sobrevivieron al ataque japonés de Pearl Harbor en diciembre de 1941. Diez años más tarde, fue incorporado por el Estado Nacional bajo el nombre de «ARA 17 de Octubre». Tras la consolidación del Golpe de Estado de 1955 el buque fue rebautizado por «ARA General Belgrano».

El 2 de mayo de 1982, en plenos intentos de mediaciones diplomáticas auspiciadas por la República del Perú y a pesar de encontrarse fuera de la zona de exclusión, el ARA General Belgrano es atacado por un submarino británico en las coordenadas 55º 24′ Latitud Sur/61º32′ Longitud Oeste por órdenes expresas de la Primer Ministra Margaret Thatcher. Como consecuencia del ataque 323 tripulantes pasaron a formar parte de la lista de caídos del Conflicto Bélico del Atlántico Sur. El resto de la tripulación tuvo que enfrentar a las mareas, los vientos, las aguas a bajísimas temperaturas y el hambre para poder sobrevivir. A partir de la sanción de la Ley 25.546 la última posición del Belgrano fue declarado tumba de guerra y lugar histórico nacional.

La Cancillería argentina demandó  al Reino Unido de Gran Bretaña en concepto de crímen de guerra por el hundimiento del ARA General Belgrano durante casi 30 años, desde 1987 hasta noviembre de 2016.

El Museo Malvinas e Islas del Altántico Sur cuenta ha participado en numerosos homenajes a los caídos del ARA General Belgrano contando además con una muestra permanente en el exterior del mismo representando su hundimiento así como mantener viva en la memoria a los héroes quienes defendieron nuestra soberanía en los mares.

Les compartimos también el cortometraje La Vida en la Guerra que forma parte de la muestra permanente del Museo en donde van a encontrar pasajes relacionados con el ARA Gral. Belgrano

La Vida de los Soldados en la Guerra

https://museomalvinas.cultura.gob.ar