Malvinas y la dictadura: entre el adoctrinamiento y el fanatismo 

La profesora de Historia Soledad Reyes fue hostigada tanto por militares retirados como en actividad luego de que, en un discurso del 2 de abril pasado, vinculara la guerra de 1982 con el último gobierno militar. «Lo que dice ella está sostenido por la evidencia», argumentaron desde la Comisión Provincial por la Memoria.

9 de abril de 2024 – 17:18

pagina12.com.ar

Tras el ataque a una docente en Punta Indio

El 2 de abril pasado, en la localidad de Punta Indio, Soledad Reyes dio un discurso en un acto oficial organizado por el Gobierno local en el día de la conmemoración de la Guerra de las Malvinas y a modo de homenaje a los veteranos y caídos en el conflicto bélico de 1982. Allí, la docente señaló la estrecha relación de la guerra con la dictadura militar y recibió ataques (y luego amenazas) de militares retirados y en actividad.

En este marco, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó un hábeas corpus y el juez federal de La Plata Alejo Ramos Padilla ordenó entregarle a la profesora un botón antipático.

En diálogo con AM750, la directora de la CPM, Sandra Raggio, calificó de «inadmisible que militares hayan tenido semejante actitud ante una profesora de Historia». «Lo que dice Soledad está sostenido no solo por la evidencia de quienes vivimos la dictadura militar», afirmó.

https://ar.radiocut.fm/audiocut/embed/vert/sandra-raggio-directora-comision-provincial-memoria

«Lo primero que provoca la reacción es que la guerra de Malvinas se hizo en el marco de la dictadura militar. Nadie puede sentirse agraviado porque se dice que en la dictadura militar desaparecieron personas, hubo torturas. Es un hecho judicialmente probado«, sentenció.

«Lo probado frente a las opiniones, ahí es donde adviene el adoctrinamiento. Lo que uno puede pensar es que los que son adoctrinados en el fanatismo, que no les hace ver la realidad, son los militares que se levantaron y se fueron o los veteranos que sintieron agraviados«, arremetió. 

El Comité de la Cruz Roja confirmó que no hubo nuevos hallazgos de excombatientes argentinos

22/08/2021 18:31 – MALVINAS

La confirmación llegó dos días después de que el mismo ente encontrara restos de cinco personas en la exhumación realizada sobre una tumba colectiva C.1.10, en el cementerio de Darwin.

El proceso de identificación de los soldados argentinos se inició en 2012.

El proceso de identificación de los soldados argentinos se inició en 2012.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) confirmó que no hubo nuevos resultados en las excavaciones realizadas en la Caleta Trullo, Islas Malvinas, ya que no se encontraron restos que pudieran corresponder a excombatientes argentinos.

La misión está a cargo del CICR en el marco del desarrollo de la segunda etapa del Plan Proyecto Humanitario (PPH2) para la identificación de restos de excombatientes argentinos caídos en la Guerra de Malvinas de 1982.

https://www.telam.com.ar/notas/afirman-no-hubo-nuevos-hallazgos-de-excombatientes-argentinos

El CICR, que realiza en las islas Malvinas una nueva etapa de identificación de excombatientes argentinos caídos en la guerra de 1982, notificó al Estado argentino y británico que no se halló material de personas en la zona de Caleta Trullo, a 60 kilómetros de Puerto Argentino, según informaron desde el Comité Internacional de la Cruz Roja.

El secretario de Asuntos Relativos a Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Daniel Filmus, había confirmado el jueves pasado que el equipo forense del CICR, luego de trabajar en la tumba colectiva C.1.10, se trasladaría a Caleta Trullo «con el propósito de realizar la búsqueda e identificación de una posible tumba de guerra temporaria, que podría contener restos de soldados argentinos no identificados». Sin embargo, este domingo se confirmó que no hubo hallazgos.

Confirmaron que no hubo nuevos resultados en las excavaciones.Confirmaron que no hubo nuevos resultados en las excavaciones.
El próximo 26 de agosto el jefe del equipo forense, Luis Fondebrider, viajará desde las Islas Malvinas a la ciudad de Córdoba para llevar las muestras de tejido esquelético encontrados el pasado jueves al Laboratorio de Genética Forense del Equipo Argentino de Antropología Forense (LGF-EAAF), cuyos resultados se esperan para fines de octubre.

El proceso de identificación de los soldados argentinos se inició en 2012, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuando se envió una carta al CICR para solicitar su intervención.

Luego en 2013 se conformó un equipo de trabajo bajo la coordinación del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos para elaborar protocolos que permitieran obtener información de cada familia sobre su ser querido caído en Malvinas y en el año 2016, se firmó el acuerdo entre los gobiernos de Argentina y el Reino Unido por el cual se encomendó a la Cruz Roja la tarea de identificación de 121 tumbas (122 cuerpos) en el Cementerio de Darwin, cuyas lápidas decían:

«Soldado Argentino Sólo Conocido por Dios».

Argentina halla los restos de cinco soldados de la Guerra de las Malvinas en una fosa común

Europa Press


MADRID, 20 Ago. (EUROPA PRESS)

El secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur del Gobierno de Argentina, Daniel Filmus, junto con el secretario de Justicia, Juan Martín Mena, ha informado del hallazgo de cinco cuerpos de soldados argentinos combatientes de la Guerra de las Malvinas en una fosa común del Cementerio Darwin.

La identificación de estos restos se encuentra enmarcada en la segunda etapa del Plan Proyecto Humanitario para la identificación de restos de excombatientes argentinos caídos en el conflicto bélico con Reino Unido en 1982, tal y como informa el diario local ‘Clarín’.

Este hecho también ha sido reconocido por uno de los directores del Equipo Argentino de Antropología Forense y miembro de la misión liderada por el Comité Internacional de la Cruz Roja, Luis Fondebrider, quien se ha mostrado «seguro» de haber localizado cinco cuerpos.

Filmus ha añadido que, en un principio, la previsión era que se podrían hallar cuatro cuerpos, y se ha alegrado de poder identificar un quinto. «Es una deuda que todo nuestro país tiene con las familias de los soldados argentinos», ha declarado.

El próximo jueves las muestras de los cuerpos encontrados llegarán a la ciudad de Córdoba, donde se analizarán en un laboratorio genético y, tras este proceso, se espera que las identificaciones puedan estar culminadas en el mes de octubre.

«A partir de este viernes se avanzará en el estudio de otro posible lugar donde podría haber uno o más soldados argentinos en Caleta Trullo, donde funcionaba un hospital de campaña británico», ha detallado Filmus.

Sin embargo, las autoridades argentinas han remarcado que se trata de una «pre-identificación» y que aún falta mucho para localizar a estos soldados, y aunque «ha arrojado una posibilidad de éxito muy grande» aún hay que comprobar en qué estado y condición se encuentran los restos.

«Si las condiciones son las mismas que las que se tomaron en el primer plan hace escasos tres años, creemos que va a haber material genético suficiente para identificar los restos», ha explicado Mena, quien ha apuntado que la principal sospecha es que los soldados fallecieran en el derribo de un helicóptero argentino que, más tarde, explotó.

Además, Filmus ha advertido de que las tareas en esta zona requieren de «un trabajo muy especial» debido a la cercanía a la costa, aunque ha reconocido que la zona está bien delimitada y «no hay riesgo de equivocación».

A este respecto, el especialista forense Fondebrider ha señalado que «no se sabe qué se puede encontrar allí al excavar» pues no se puede ver en qué estado están las capas de tierra o si el suelo es virgen.

«Esto es la continuidad de una política de Estado que tiene como objetivo responder a la angustia de las familias que hace casi 40 años esperan identificar a sus seres queridos que combatieron valientemente por la soberanía en Malvinas», ha trasladado Filmus a ‘Clarín’ en relación al proyecto de recuperación de cuerpos de fosas comunes de la Guerra de las Malvinas.

Oscar Ismael Poltronieri

Poltronieri: el héroe que enfrentó con su ametralladora a 600 ingleses

Tenía 19 años cuando combatió en Malvinas, y era analfabeto, pero su enorme valor permitió salvarle la vida a 150 soldados argentinos.

https://www.lagacetasalta.com.ar

02 Abr 2018 

Foto tomada de http://www.consensopatagonico.com.ar

“Váyanse ustedes, que tienen hijos. Yo me quedo” gritó Oscar Ismael Poltronieri mientras disparaba contra más de 600 ingleses desde el Monte Dos Hermanas en las Islas Malvinas.

Gracias a su valor, más de 150 soldados argentinos salvaron sus vidas. Su corta edad (19 años) y su escasa formación intelectual (era analfabeto) no le impidieron convertirse en uno de los héroes militares más importantes de la historia argentina.

Oriundo de la localidad bonaerense de Mercedes, pasó dos meses soportando los dolores de la guerra y viviendo en las peores condiciones.

“Poltro”, como le decían sus compañeros, formó parte del 6º Regimiento de Infantería Mecanizado, y el área que le fue asignada fue la zona del monte Dos Hermanas, ubicado al oeste de Puerto Argentino, en la isla Soledad. Allí le habían asignado una ametralladora con la que salvó a sus compatriotas.

Vivir en esa trinchera no fue nada fácil. “La comida no llegaba porque el terreno era intransitable y los camiones del Ejército no podían pasar. Tampoco teníamos agua, por lo que tuvimos que sobrevivir con un charco para lavarnos y otro para consumir”, comentó el ex combatiente en una entrevista con Crónica.

El 11 de junio de 1982 Poltronieri se convirtió en héroe arriesgando su propia vida para salvar a sus compañeros de batalla. Un grupo de 600 ingleses atacaron el 4º y 7º Regimiento de Infantería, y luego avanzaron hacia el 6º.

Ante la superioridad numérica, el coronel Augusto Esteban Vilgré Lamadrid les ordenó a sus combatientes que se retiraran pero no pudo hacer nada ante la tenacidad de “Poltro”.

Sabiendo que era probable que todos terminaran muertos ante el ataque inglés, el soldado decidió quedarse solo y atacar mientras sus compañeros se retiraban en busca de refugio.

“Váyanse ustedes, que tienen hijos. Yo me quedo” decía y repetía “váyanse todos, carajo. Yo me quedo y los cubro. Ustedes tienen algo por lo que volver”.

Disparó durante horas. Retrocedía cinco metros, disparaba y volvía a retroceder otros diez, de esa forma paraba el ataque inglés. “De esta forma pensaban que era toda una compañía atacando y no avanzaban”, explicó Poltronieri.

Al reunirse con sus compañeros, muchos no podían creer que el mercedino haya seguido con vida luego de salvarlos. “Cuando me vieron no lo podían creer: me habían dado por muerto. Allí me enteré de que se habían rendido a las diez de la mañana. Y recién como a las tres de la tarde nosotros habíamos dejado de combatir. Cuando vimos la bandera blanca colgada en el mástil, la mayoría nos largamos a llorar” relató Poltronieri a Radio Mitre.


Váyanse ustedes, que tienen hijos. Yo me quedo” gritó Oscar Ismael Poltronieri

2 abril, 2019

Váyanse ustedes, que tienen hijos. Yo me quedo” gritó Oscar Ismael Poltronieri mientras disparaba contra más de 600 ingleses desde el Monte Dos Hermanas en las Islas Malvinas Hace 37 años Malvinas…

Oscar Ismael Poltronieri con 18 años y siendo analfabeto, por sus acciones de combate durante la batalla del «Cerro Dos Hermanas» en la Guerra de Malvinas, quien era operador de una ametralladora, y desoyendo la orden de retirada y quedándose combatiendo él solo, permitió el repliegue de todos sus compañeros (más de 150 soldados incluidos sus superiores) a zonas seguras y disparando al enemigo con su única boca de fuego. Impidió el avance de todo el dispositivo ofensivo británico durante más de 10 horas.
Por este acto recibió la medalla «La Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate» y es el único soldado conscripto «Vivo en recibir la máxima condecoración que otorga nuestra Nación.
Luego de la Guerra, Oscar, intento suicidarse, vendió baratijas en los colectivos y trabajó de remisero.
Pero lo más importante fue que soldados y oficiales ingleses lo buscaron para expresar su admiración por él y fue condecorado en Inglaterra con «La Cruz de Hierro al Valor».
En los colegios de nuestro país los alumnos «no» lo conocen, «no» saben quién es.
La historia es contar, narrar los acontecimientos, hechos, junto a sus personajes los verdaderos protagonistas. Al contar y compartirlo colaboramos con el maravilloso proceso de construcción de la memoria y el honor de un pueblo, de una Nación «Argentina» y su transmisión a las generaciones.

«…Los únicos héroes que se mueren son los que se olvidan…»

https://lineasurnoticias.com.ar/vayanse-ustedes-que-tienen-hijos-yo-me-quedo-grito-oscar-ismael-poltronieri/


Oscar Poltronieri: de trabajador rural a héroe de Malvinas

02/04/2020

Oscar Poltronieri se desempeñó en diversas tareas rurales hasta que fue convocado al servicio militar obligatorio, ingresando como soldado conscripto en el Regimiento de Infantería Mecanizada 6, del Ejército Argentino.

No existen antecedentes de un soldado al que dos ejércitos contendientes le hayan reconocido su valor en combate. Oscar Poltronieri es la excepción.

Es el único soldado conscripto vivo en recibir la máxima condecoración militar Argentina: la Cruz al Heroico Valor en Combate  por su hazaña y heroísmo durante la batalla del monte Dos Hermanas.  Asimismo, los “soldados y oficiales veteranos ingleses” consideraron su valor, admiración y respeto condecorándolo en Inglaterra con la “Cruz de Hierro al Valor”.

Él sólo demoró el avance de los ingleses mientras sus 120 compañeros se replegaban seguros

Oscar Poltronieri nació en Mercedes, provincia de Buenos Aires, el 2 de febrero de 1962. Se crió en el campo, en la estancia donde sus padres trabajaban.

Ya adolescente, se desempeñó en diversas tareas rurales hasta que fue convocado al servicio militar obligatorio, ingresando como soldado conscripto en el Regimiento de Infantería Mecanizada 6, del Ejército Argentino, en Mercedes.

Poltronieri en Malvnas, en un descanso para comer

Cuando estaba por terminar con su conscripción, con 20 años de edad, fue movilizado a Malvinas junto con todo el Regimiento al que pertenecía.

Sus jefes le encomendaron la misión de encargarse de una ametralladora pesada MAG, arma con la cual realizó su proeza. En una de las últimas batallas de la guerra, en el monte Dos Hermanas, él sólo demoró el avance de los ingleses mientras sus 120 compañeros se replegaban seguros.

Era la mitad de junio en Malvinas y el cerco de fuego de las tropas inglesas se acercaba hacia Puerto Argentino. Poltronieri y su batallón se vieron cara a cara con el enemigo.

Las tropas argentinas no podían hacer otra cosa que replegarseCompartir

Nuestros soldados debieron enfrentar la superioridad numérica y técnica de los ingleses, quienes avanzaban implacablemente. Las tropas argentinas no podían hacer otra cosa que replegarse desde los cerros hacia la capital Puerto Argentino.

Mataron a un compañero que operaba otra MAG, me agarró una bronca… entonces me quedé solo. La compañía se replegó mientras yo sostenía a los ingleses“, en pocas y sencillas palabras Poltronieri resume cómo le salvó la vida a más de un centenar de sus compañeros.

Algunos de sus compañeros todavía recuerdan que le pedían a viva voz que se fuera con ellos, mientras Poltronieri les contestaba a los gritos: “¡Váyanse ustedes que tienen hijos, yo me quedo!”

“Disparaba y me replegaba, y volvía a disparar. Tiré desde el cerro Dos Hermanas, desde el monte Longdon y monte Tumbledown. Los ingleses nunca supieron que era uno sólo“, afirma orgulloso Poltronieri.

«Siempre estarás en mi corazón»: la carta para un héroe de Malvinas que esperó 36 años

03 de abril de 2018 – 02:55

Siempre estarás en mi corazón: la carta para un héroe de Malvinas que esperó 36 años

Una carta. Una respuesta. 36 años de espera. «No puedo creer que pasó tanto tiempo», escribe Nora, a pedido de A24.com. Es una historia que empieza a cerrarse, un duelo que hasta hace poco parecía eterno. «No sabés lo que te extraño, tu alegría, tu locura y cómo nos reíamos juntos. Que distinta sería la vida con vos al lado nuestro».

Donato era un pibe de Sarandí, fan de los Rolling Stones, que en esas cartas le cuenta a su familia sus primeros días en el sur con cierto entusiasmo («estoy bien y contento de estar en las Malvinas»). Pero su relato empieza a ser una crónica del sufrimiento, el frío y el hambre.

Es la historia de un pibe que se fue a una práctica de la colimba a Santa Cruz y que quedó durante 36 años en el olvido. Su familia apenas pudo reconstruir cómo fue su muerte en uno de los últimos combates, entre el 10 y el 11 de junio, en el Monte Longdon.

Desde entonces era uno de los soldados «solo conocidos por Dios». Su madre y su hermana ya habían visitado el cementerio de Darwin en 1991. Aquella vez, la madre –hoy fallecida- recorrió tumba por tumba y estuvo un rato en cada una para tratar de estar cerca de su hijo.

Esta vez, su hermana fue a las islas a encontrarse con él.  Y de ese encuentro surge esta carta. 

Carta de Nora a Nacho. 27 de marzo de 2018

“Hermano Querido, no sabés lo que te extraño, tu alegría, tu locura y cómo nos reíamos juntos. Que distinta sería la vida con vos al lado nuestro

Ahora siento orgullo de saber que luchaste por la patria, por defender nuestra soberanía. Muchos años tuve bronca y angustia. Bronca de no entender por qué vos tenías que ir a cumplir semejante deber y angustia porque tardamos mucho en saber dónde estabas.

Esperaba cada tarde que golpearas la puerta o tocaras el timbre para levantarme a upa, darme vueltas y practicar nuestro baile de rock. Recuerdo que me revoleabas por todos lados y mamá te retaba porque me podías lastimar.

https://www.a24.com/actualidad/estaras-corazon-carta-heroe-malvinas-espero-36 años

Sé que estás muy cerquita y siempre estarás en mi corazón. Ahora siento orgullo de vos ‘Dona’, no puedo creer que pasó tanto tiempo, parece que fue ayer que nos reíamos. Estás muy cerca. Junto a un pedacito de mi corazón. Hasta siempre. Te quiero mucho. Nora (tu hermana menor)”.

Fragmentos de las cartas de Donato a su familia

Primera carta. 27 de abril de 1982.

“Quiero contarles que estoy bien y contento de estar en las Malvinas pero con muchas ganas de verlos a ustedes. Quiero que le digas a Armando si cuando yo vuelva a Buenos Aires me pueden hacer un asado. Porque acá me acuerdo mucho de ustedes, de cuando yo vivía ahí, de las macanas que me mandé, y yo quisiera hacer un asado ahí para olvidarme de todo esto que será muy lindo pero la estamos pasando mal.

No sabés las ganas que tengo de estar en Buenos Aires, acá en cualquier momento se arma el quilombo. Hoy estuvo hablando el subteniente y dijo que entre hoy y mañana y pasado podría llegar la flota inglesa y comenzar la guerra. Pero puede empezar tranquila porque yo estoy seguro de que voy a volver porque tengo mucha vida por delante».

Segunda carta (sin fecha)

“Querida vieja, te escribo estas líneas para que sepas que estoy muy bien de salud.

La estamos pasando muy bien, lo único que hace mucho frío, pero estoy contento de estar en las islas, porque es tierra Argentina y si no fuese por la colimba no las hubiese conocido”.

Tercera carta. 25 de mayo de 1982.

“Hoy es un día muy frío. Por primera vez desde que estamos acá tomamos leche con chocolate. Nosotros acá hace que estamos 40 días y no sé cuando nos vamos a ir.

Te quiero pedir una encomienda. Mandame cigarrillos, harina, chocolate para taza, una cajita de te, un mantecol grande, leche en polvo, dulce de leche y galletitas de agua».

La conmovedora historia de Tom, el perro callejero que murió en Malvinas

Fue la mascota de un grupo de soldados que lo llevaron de polizón; en la guerra de 1982 también se destacaron los ovejeros de la Infantería de Marina, algunos de los cuales se quedaron en las islas para siempre

10 de junio de 202110:23

En la guerra de Malvinas, que transcurrió entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, murieron 650 combatientes argentinos. Naturalmente, en esas cifras no figuran los perros caídos en combate o desaparecidos en las islas.

Los canes muertos en la guerra, hasta donde se sabe, fueron tres, todos del bando argentino, porque del lado inglés, según pudo confirmar LA NACIÓN, no hubo animales que integraran la Fuerza de Tareas Británica.

Dos de estos sabuesos pertenecían a la Agrupación Perros de Guerra de la Infantería de Marina y, de acuerdo con la nómina del Batallón de Seguridad de la Armada Argentina, fueron parte de un grupo de 18 pastores de distinto pelaje adiestrados para cumplir misiones tácticas.

La Agrupación Perros del Batallón de Seguridad de la Armada Argentina llevó a las islas 18 pastores de distinto pelaje adiestrados para cumplir misiones tácticas; en la foto, un infante de marina patrulla Puerto Argentino
La Agrupación Perros del Batallón de Seguridad de la Armada Argentina llevó a las islas 18 pastores de distinto pelaje adiestrados para cumplir misiones tácticas; en la foto, un infante de marina patrulla Puerto Argentino Defensa Nacional

Pero el tercer perro caído en el enfrentamiento entre la Argentina y el Reino Unido no fue un can militar, no tenía pedigree ni había sido entrenado para la batalla. Este último héroe fue un callejero sin raza que viajó como polizón a las islas escondido entre los soldados del Grupo de Artillería 101 del Ejército Argentino, al que bautizaron Tom.

https://www.lanacion.com.ar

La historia de Tom, cuyo nombre corresponde a las iniciales “Teatro de Operaciones Malvinas”, fue relatada por el Veterano de la Guerra de Malvinas (VGM) Omar Alberto Liborio, con un sentimiento tan profundo que desde que se publicó en los primeros blogs de principios de los años 2000, en cada aniversario vuelve a viralizarse con mayor fuerza.

Finalizado el enfrentamiento bélico, la mayoría de los canes militares recibió reconocimientos, condecoraciones y hasta monumentos, y este texto pretende rendirle un pequeño homenaje a los mejores amigos del soldado.

Perros de guerra, los mejores amigos del soldado; en la imagen, Cabo, el perro sargento
Perros de guerra, los mejores amigos del soldado; en la imagen, Cabo, el perro sargento Ejército Argentino

Los perros del Reino Unido en las islas

La pequeña guarnición militar inglesa que defendía las islas antes del desembarco argentino del 2 de abril de 1982 no contaba con perros de seguridad, y la flota naval que se dispuso a recuperar el archipiélago tampoco los llevó, confirmó a este cronista Fran Biggs, histórica integrante del staff del diario local Penguin News.

La situación es muy distinta hoy día, cuando las fuerzas armadas británicas realizan maniobras militares en las islas con soldados y perros de combate transportados en helicópteros Chinook de la Real Fuerza Aérea (RAF).

La guarnición militar inglesa que defendía las islas Malvinas no contaba con perros de seguridad, y la flota naval que se dispuso a recuperar el archipiélago tampoco los llevó
La guarnición militar inglesa que defendía las islas Malvinas no contaba con perros de seguridad, y la flota naval que se dispuso a recuperar el archipiélago tampoco los llevó Ejército Argentino

Todavía más, en 2013 el Reino Unido reconvirtió el viejo asilo canino creado después de la guerra y construyó un nuevo sitio para albergar a 22 perros tácticos, elementales para realizar patrullajes en el campo, detectar explosivos tanto en el puerto como en el aeropuerto, y buscar personas.

A la luz de la historia, la incorporación de perros de combate al servicio británico en Malvinas quizá haya sido una enseñanza que les dejó la guerra.

Los sabuesos argentinos

La Sección Perros de Guerra de la Armada Argentina tenía la misión de brindar seguridad en Puerto Argentino, detectar infiltraciones del enemigo y alertar sobre posibles sabotajes.

Estaba integrada por 18 sabuesos con sus soldados guías y arribaron a Malvinas a bordo del ARA “Bahía Buen Suceso” el domingo 11 de abril de 1982, al mando del Teniente de Fragata infante de Marina, Miguel Alberto Paz, de acuerdo con la información publicada por el sitio oficial de la Marina.

“Desde su llegada y hasta que fueron al campo de prisioneros finalizada la guerra, la Sección de Perros de Guerra en Malvinas efectuó tareas de seguridad” y funcionó como “apoyo logístico a las tropas de primera línea”.

El soldado Jorge Rinaldi patrullando las calles de Puerto Argentino con el perro "Nick". La foto pertenece al corresponsal de guerra Eduardo Rotondo.
El soldado Jorge Rinaldi patrullando las calles de Puerto Argentino con el perro «Nick». La foto pertenece al corresponsal de guerra Eduardo Rotondo. Defensa Nacional

De esta sección hubo dos canes caídos en combate; en realidad, se los reconoce como desaparecidos en acción y se llamaban Negro y Ñaro. De acuerdo con fuentes navales, tanto sus cuerpos como sus collares jamás aparecieron y se los presume muertos, por más que algún deseo romántico pudiera imaginarlos asilvestrados por los campos de las islas, luego de haberse desorientado por el feroz estruendo de las bombas.

Como publicó la revista Soldados en 2010, hubo una versión “nunca confirmada, que señala que un oficial británico se quedó con uno de ellos. Por lo menos esa era la esperanza de la Sección”.

Hubo actuaciones destacadas que tuvieron finales felices, como la de los perros de combate Vogel y Xuavia. El primero fue el primer can de guerra condecorado por su accionar en combate.

Perros Veteranos de la Guerra de Malvinas (VGM) vuelven al continente a bordo del ARA Almirante Irízar
Perros Veteranos de la Guerra de Malvinas (VGM) vuelven al continente a bordo del ARA Almirante Irízar Guillermo Bertoldi / Negro Sólido

Xuavia, por su parte, una ovejera alemana cuyo guía fue el soldado clase 62 Carlos Silvas, participó de varias misiones durante los combates en los alrededores de Puerto Argentino y una de ellas se ha transmitido año tras año como un ejemplo de amistad irrenunciable con los camaradas en lucha.

La noche del 13 de junio de 1982, horas antes de la rendición argentina, Xuavia se separó del grupo de soldados que estaba replegándose y pareció extraviarse en la oscuridad, durante el fragor de los bombardeos.

Al amanecer, una patrulla de infantes argentinos, guiada por sus ladridos, la encontró, a dos kilómetros del pueblo, dándole calor a un soldado herido que estuvo a punto de congelarse.

Mortero, el ovejero dorado que cayó prisionero

Mortero fue un perro táctico del Regimiento Infantería Mecanizada 8 (RIM8) del Ejército Argentino, que se asentó en la Bahía Fox de la isla Gran Malvina, cuyo guía fue el cabo 1° Víctor Alberto Funes.

Mortero fue un perro táctico del Regimiento Infantería Mecanizada 8 (RIM8) del Ejército Argentino; en la foto posa con su guía, el cabo 1° Víctor Alberto Funes
Mortero fue un perro táctico del Regimiento Infantería Mecanizada 8 (RIM8) del Ejército Argentino; en la foto posa con su guía, el cabo 1° Víctor Alberto Funes VGM Víctor Alberto Funes

Como cuenta el VGM Carlos Alberto González, este ovejero dorado acompañaba a la patrulla por entre el campo minado de la gran isla oriental y se quedaba esperando en una tranquera a que volvieran los soldados de la misión. “Cuando regresábamos del Monte Sulivan, Mortero se alegraba de vernos”, recuerda González.

Con la rendición, los soldados fueron trasladados al buque inglés Norland como prisioneros de guerra, y Mortero fue uno más. Cuentan que los ingleses no lo querían llevar “porque les orinó las alfombras al buque”, pero ante la insistencia de los soldados, lo dejaron quedarse.

González dice que “cada Veterano ‘del 8′ tendrá alguna anécdota para contar, pero todos vamos a coincidir en que Mortero fue un soldado más del Regimiento”.

Tom, el cuzquito artillero

Los historiadores militares coinciden en que los perros son indispensables en los conflictos bélicos, y desde la Primera Guerra Mundial hasta nuestros días las historias de animales heroicos abundan.

Más allá del apoyo táctico o la alerta en el combate, dando aviso de un ataque aéreo o de la infiltración de una patrulla enemiga, los perros resultan un apoyo emocional clave para los soldados.

Una nota de la revista Radiolandia 2000 sobre los perros en Malvinas en abril de 1982- En la foto el soldado Angel Albarracin con el "Ranquel" y al fondo el soldado Carlos Silvas, el guía de la heróica "Xuavia" (colage por David Boskovic Favre)
Una nota de la revista Radiolandia 2000 sobre los perros en Malvinas en abril de 1982- En la foto el soldado Angel Albarracin con el «Ranquel» y al fondo el soldado Carlos Silvas, el guía de la heróica «Xuavia» (colage por David Boskovic Favre) Guillermo Bertoldi / Negro Sólido

Tom, como se desprende del relato del VGM Omar Liborio, cumplió con esas dos misiones; por un lado, perro artillero, eficaz alarma frente a bombardeos británicos; por el otro, compañía fundamental, apoyo moral y mejor amigo del soldado, tanto que, como recuerda su camarada, Tom solía acercarse al combatiente que andaba triste.

A continuación, la historia completa del cuzquito que desde 2014 tiene un monumento en la localidad bonaerense de Ascensión, partido de General Arenales, narrada por quien lo llevó a las Malvinas:

El camión me esperaba afuera, junto a mis soldados y los equipos. Tomé un gran manojo de camperas y me dirigí a la carrera, pero se me cruzó un perro de la base que habíamos criado desde cachorro y me hizo caer.

Me levanté maldiciendo, tomé otra vez las camperas y retomé mi camino, pero a los pocos metros otra vez el perro me hizo caer. De la bronca, lo tomé y le dije “te venís con nosotros a Malvinas” y lo subí al camión.

Al ver el perro, el soldado Cepeda me preguntó asombrado: “¿Y eso mi Cabo Primero? ¿Cómo se llama el perro?”.

Entre risas le contesté: “Desde hoy se llama Tom, porque vamos al Teatro de Operaciones Malvinas”.

Al poco tiempo se transformó en el ser más mimado y querido entre todos, pero debíamos ocultarlo de los superiores, por eso en las inspecciones siempre estaba dentro de algún bolso, campera o saco de donde solo salía su hocico para respirar.

Luego de unos días de espera en Santa Cruz, partimos en un Hércules hacia las Islas Malvinas transportando a nuestro personal, dos cañones Sofma, un Unimog y desde luego a Tom, que para esa altura ya era otro soldado movilizado del Grupo de Artillería 101.

Como Tom, Cabo no es un perro de raza; fue ascendido a sargento por el Ejército Argentino en 2016
Como Tom, Cabo no es un perro de raza; fue ascendido a sargento por el Ejército Argentino en 2016 Ejército Argentino

En Malvinas, Tom se comportó como un bravo artillero. Cuando tirábamos con la máxima cadencia de fuego hacia los británicos, él se paraba delante del cañón como el mejor de los combatientes; siempre ladraba y jugaba con aquel que estaba bajoneado en los momentos de calma para darle ánimo; cuando había “alerta roja de bombardeo naval” era el primero en salir del refugio para buscar a los más alejados y el último en entrar a cubrirse; y muchas veces su instinto canino presintió los bombardeos aéreos antes que se gritara la alarma, lo cual manifestaba con ladridos que ya conocíamos.

Compartía con nosotros la comida y los soldados le fabricaron un abrigo con los gorros de lana y bufandas.

El 11 de junio, a las 11.15, un avión pirata se lanzó frenéticamente sobre nuestra posición bombardeando nuestro cañón y haciéndolo estallar, nosotros corrimos a cubrirnos y Tom, como siempre, parado sobre una roca ladraba dando la señal de alerta.

El avión efectuó otra pasada, esta vez ametrallando con furia nuestra tropa que repelía el ataque con fusiles, en esta oportunidad varios fueron heridos (yo entre ellos), y Tom, que corría avisándoles a los más distantes, fue alcanzado por las esquirlas.

El humo y el olor a pólvora cubrieron el lugar. Como pudimos, heridos, buscamos a Tom y lo encontramos tendido sobre una piedra inmóvil, con sus grandes ojos negros mirándonos y despidiéndose lentamente de sus camaradas.

Allí quedó para siempre nuestro cañón y el mejor testigo de esta gesta, nuestro querido Tom. Allá en la fría turba malvinera él es otro bastión argentino, que junto a los héroes que dieron su vida por la Patria significan soberanía y un especial estilo de vida.

Cuando volví al continente, en honor a él, todos los perros que tuve se llamaron Tom y mientras yo viva así lo haré.

Tom en Malvinas fue mi mejor amigo. ¡Y yo jamás olvido a mis amigos!

Video: historias de las misiones de las Fuerzas Especiales en la Guerra de Malvinas

Durante el combate del Atlántico Sur, hubo un grupo de hombres especialmente entrenados, con conocimientos de francotirador, paracaidismo, manejo de explosivos e inteligencia militar, entre muchas otras técnicas. ¿Cómo fueron aquellos días?

Por Redacción DEF 31 de Julio de 2021

En Malvinas, existió un grupo de hombres que llegó primero y que fue el último en retirarse. Un grupo de hombres especialmente entrenado, con conocimientos de francotiradores, paracaidismo, manejo de explosivos e inteligencia militar, entre muchas otras técnicas de combate. ¿Quiénes fueron? Los miembros de las Fuerzas Especiales.

Estas tropas de élite participaron de los momentos más importantes de la contienda: desde el desembarco el 2 de abril hasta los últimos combates que marcaron el fin de la guerra. En un nuevo video de DEF en YouTube, Patricia Fernández Mainardi presenta algunas historias de las muchas que hay sobre aquellos días.

Fernández Funes participó de la guerra de Malvinas como comando. En ese entonces, era capitán y formaba parte de la Compañía 602. Foto: Gentileza Fernández Funes.

COMANDOS, GRUPO DE OPERACIONES ESPECIALES Y BUZOS TÁCTICOS

Cada una de las Fuerzas Armadas tiene su tropa de élite. Puntualmente en Malvinas, participaron, por el Ejército, los Comandos; por la Fuerza Aérea, el Grupo de Operaciones Especiales; y, por la Armada, los Comandos anfibios y los buzos tácticos.

Funes recuerda como la noche más dramática aquella del 10 de junio de 1982. Foto: Gentileza Fernández Funes.

Hacia finales de marzo de 1982, la operación para recuperar las Malvinas era secreta y solo aquellos que participaron comenzaban a tomar conocimiento. El plan indicaba que debían desembarcar en las playas lindantes a Puerto Argentino, tomar la gobernación de las islas y lograr la rendición de la guarnición militar local, con la consigna de no producir bajas a los británicos.

El capitán de navío retirado Bernardo Schweizer, en ese entonces, era teniente de corbeta y tenía 24 años. Él, junto al cabo principal Sequeira, fueron los primeros argentinos que desembarcaron en Malvinas ese 2 de abril. “La navegación fue muy demorada, muy dificultosa. Pero, de cualquier manera, llegamos a un punto en el que yo, con el único visor nocturno que teníamos, vi la línea de olas adelante, a unos 100 metros, y decidí pasar al kayak, junto a Carlos Sequeira”, comenta y agrega que pensó que “por una bengala” había sido descubierto.

Operaciones Especiales, el 2 de abril, con una bandera inglesa en su poder. Foto: Gentileza Brigadier París.

“La técnica en esa circunstancia es agacharse, ofrecer la menor silueta; los dos nos tiramos hacia delante sentados, digamos, doblando el torso, y yo continué mirando a ver de dónde podían venir los tiros, porque a partir de eso era cuestión de segundos, pero no pasó nada”, dice y explica que intentó llegar a las playas con mayor rapidez para evitar otra situación así: “En ese momento dije: ‘Mejor llegar vivo, antes que llegar muerto y tarde’”.

Integrantes del GOE controlando prisioneros británicos antes de salir de Malvinas para el continente. Foto: Gentileza Brigadier París.

MALVINAS: LOS COMANDOS Y LA NOCHE DEL 10 DE JUNIO

Mauricio Fernández Funes participó de la guerra de Malvinas como comando. En ese entonces, era capitán y formaba parte de la Compañía 602: “El momento más difícil y más duro fue la noche del 10 de junio. Habíamos salido temprano de nuestra base en Puerto Argentino, con las últimas luces, y ya en horas de oscuridad, habíamos dispuesto una emboscada sobre estribaciones del cerro Dos Hermanas, que es por donde se producía la llegada de aproximación de las tropas británicas”.

Integrantes del GOE controlando prisioneros británicos antes de salir de Malvinas para el continente. Foto: Gentileza Brigadier París.

Fernández Funes agrega que, en aquella jornada, él y sus compañeros tuvieron una situación de combate directo con ingleses que habían entrado hasta su misma posición. En esa noche, murieron Mario “Perro” Cisnero y Ramón Acosta, que era un comando de Gendarmería, del escuadrón Alacrán, que se había sumado a las Compañías de Comandos 601 y 602.

“Más allá de la intensidad del fuego, que era realmente enorme, la única manera que encontramos de desprendernos fue que la artillería tirara sobre nosotros. Así que el bombardeo, que era permanente a las noches, el bombardeo naval particularmente lo sentíamos próximo, esa noche lo sentíamos sobre nuestras cabezas”, recuerda Funes.

Integrantes del GOE en la mañana del 2 de abril. En la foto aparece el primer teniente José Luis Castagnari, caído en combate el 29 de Mayo durante un bombardeo nocturno. Foto: Gentileza Brigadier París.

EL TRABAJO DEL GOE EN MALVINAS

Como parte del ejercicio de mantener la memoria viva, el hoy brigadier mayor retirado Ernesto Osvaldo París se encuentra escribiendo un libro sobre la participación del Grupo de Operaciones Especiales de la Fuerza Aérea en la guerra.

En aquel entonces, tenía 26 años y el grado de teniente cuando, el 29 de marzo, el jefe del GOE le comunicó a él y a otros 28 efectivos que participarían de una misión secreta en el sur. Un dato: hasta ese día, ellos pensaban que se trataba de un ejercicio y no sabían que era una operación real.

El veterano de Guerra de Malvinas, Mauricio Fernández Funes, en la actualidad. Foto: Fernando Calzada.

Llegaron el 2 de abril, en el primer vuelo argentino que aterrizó en las islas Malvinas. “Cuando el Hércules comenzó a llegar y a estar muy cerca de las islas Malvinas, el comandante de la aeronave se encontró con una dificultad: la pista estaba obstaculizada por una serie de maquinarias y viales”, recuerda París y comenta que, cuando la aeronave tocó tierra, bajó la rampa de lanzamiento y los 29 comandos del GOE eran los primeros con la misión de descender.

En Malvinas, el GOE realizó múltiples tareas. Teniendo en cuenta su preparación, por ejemplo, en una oportunidad se desplazaron a la isla Soledad para hacer exploración y reconocimiento con el objetivo de conocer los movimientos británicos tras el desembarco. En esa batalla, también cayó uno de los miembros del GOE: el capitán post mortem Luis Castagnari. El 29 de mayo, una aeronave se preparaba para aterrizar y el GOE iba a apoyar esta acción. Pero el fuego de una fragata inglesa no lo permitió.

El veterano de Guerra de Malvinas, Ernesto París, en la actualidad. Foto: Fernando Calzada.

“Todos los que participamos en Malvinas entregamos todo, sin pedir nada a cambio, y, si era necesario, dimos la vida, como nuestros 649 héroes. Cincuenta y cinco héroes de la Fuerza Aérea Argentina, donde está incluido un hombre que perdimos nosotros, como fue el primer teniente (Luis) Castagnari”, dice el entonces teniente.

París concluye: “La guerra es horrenda, se ven las miserias humanas, pero también se ve lo que el ser humano saca de su interior para poder ayudar y cumplir con los objetivos que se tienen que cumplir cuando, en este caso, había que realizar todas estas cosas y recuperar nuestras islas Malvinas”. Tras la rendición, París permaneció como prisionero. En total, estuvo 104 días en las islas y regresó al continente el 14 de julio de 1982.

https://www.infobae.com/def/2021/07/31/video-historias-de-las-misiones-de-las-fuerzas-especiales-en-la-guerra-de-malvinas/

La conmovedora historia del excombatiente de Malvinas que pisó las islas por primera vez en 2019

Febrero 2019. En la Bahia San Carlos con Héctor «Pipi»Sanchez», con quien Cervera integró la escuadrilla NENE. | GENTILEZA: LUIS CERVERA / COMPOSICIÓN ÁNGEL DÍAZ

Florencia de Sousa

02-04-2019 08:05

«Nunca había estado abajo. Fue impactante», con esa frase Luis ‘Tucu’ Cervera, expiloto de la Fuerza Aérea que combatió en la Guerra de Malvinas desde el aire, resume su sensación luego de haber puesto un pie sobre las Islas por primera vez, a 37 años del conflicto bélico que duró 74 días y dejó 649 soldados argentinos muertos. Este viaje tan especial para él, que se hizo esperar tanto, no lo hizo solo sino que estuvo acompañado por sus hijos; un excompañero y amigos. «Era la primera vez que iba, era un tema pendiente que me llevó todo este tiempo elaborarlo«, contó en diálogo con PERFIL.

Nacido en Tucumán en 1954, cuando se declaró la guerra tenía 27 años. En ese momento, se desempeñaba como piloto del Grupo 5 de Caza e integraba el escuadrón de A4-B Skyhawk. «Operaba desde Río Gallegos, por lo que las misiones, que nos ordenaba el comando eran de ataques a la flota y constaban en ir y volver al continente. Gracias a Dios regresé siempre. Nunca había estado de abajo y quería hacerlo; tenía el tema pendiente y lo decidimos y fui este año. Viajé con mis dos hijos y mi yerno a Malvinas el 9 febrero de este año», comienza en su relato.

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Cervera, junto a sus hijos Joaquín y Rodrigo, en la Bahía San Carlos. FOTO: Gentileza Luis Cervera

Desde el aire. «La isla la conocí toda por haberla volado y también por haberla estudiado, porque es una geografía muy accidentada por los fiordos; las bahías e islotes que tiene. Cuando la volé me di cuenta donde estaba, pero el hecho de pisarla ha sido una sensación muy fuerte para mi. Es un sentimiento muy encontrado de decir ‘estoy acá, esta es mi patria’ por un lado, y ver flamear la bandera inglesa por el otro. Estoy en un proceso de maduración y trato de evaluar lo que hemos vivido en este viaje, el hecho de haber conocido y haber tomado dimensión de lo que fue. Ahí, cuando uno siente el viendo helado y el frío que hace, piensa en todo lo que soportó el que estuvo en la isla. Ahí verdaderamente se toma más valor la imagen de los soldados», aseguró el expiloto retirado de la fuerza en 1988.

«Es un sentimiento muy encontrado decir ‘estoy acá, esta es mi patria’ por un lado y ver flamear la bandera inglesa por el otro»

Una comitiva especial.  Además de sus hijos y su yerno, Cervera compartió el viaje con Héctor Sánchez, quien también es expiloto, y con Pablo Bolzán, hijo de Danilo Bolzán, fallecido en una misión. «Él fue derribado y estuvimos en el lugar donde impactó el avión de su padre. Durante la semana que nos quedamos hicimos actividades muy emotivas, una de ellas fue poner una cruz donde murió él».  

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Cervera y Sánchez junto a Pablo Bolzán, hijo del Cap. Danilo Bolzán, caído en combate el 8 de Junio de 1982. FOTO. Gentileza Luis Cervera

Durante los siete días que estuvieron en Malvinas, recorrieron diferentes zonas. «A todos nos impactó muchísimo recorrer la isla porque los campos de batalla están intactos, son territorios fiscales, no son estancias, son lugares donde se combatió. Ahí uno toma dimensión de lo que fue la guerra, al ver las trincheras tal cual desde cuando terminó la guerra, eso quedó como un testimonio. Es un territorio con muchísima historia porque hay gente que falleció combatiendo ahí, tanto argentinos como ingleses. Fue muy duro y muy impactante», agregó el tucumano. 

Asimismo, detalló: «Con nosotros vino el piloto inglés David Morgan, quien nos acompañó durante el recorrido. Ha sido un viaje enriquecedor hablar con él de temas que nunca se hablaron y estar ahí en el lugar de la batalla. En la isla fuimos bien tratados en el alojamiento, con los guías que nos llevaron a los distintos lugares que pedimos recorrer. Éramos un grupo de 14 personas y estuvimos muy contenidos en nuestra parte emotiva y emocional. Fue bueno poder hablar cada vez que volvíamos de un lugar porque eso nos afectaba«.

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La travesía para llegar a los lugares donde Cervera y Sánchez habían atacado desde el aire. FOTO: Gentileza Luis Cevera

Tierra marcada. Acerca del contacto que mantuvo en esos días con los isleños, Cervera explicó su sensación: «Ellos quedaron dolidos con la guerra y te lo dicen, el civil quedó muy asustado entonces tienen un rechazo hacia nosotros, pero si uno va lo atienden bien. Hay ciertas normas que ellos tienen y hay que respetar. Creo que es la forma de empezar a trabajar para establecer esa relación que existía antes y hacerla más fructífera en nuestra idea de recuperar la soberanía. Es un trabajo de hormiga que hay que hacer con el convencimiento de que debe ser una causa nacional y con una política seria de qué hacer, por qué y después cómo. No medidas esporádicas para quedar políticamente bien con alguien. Eso no es lo que se necesita».

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Luis Cervera y Héctor Sánchez durante su viaje en febrero. FOTO: Gentileza Luis Cervera

En primera persona. «Integré un grupo aéreo, en ese momento la Fuerza Aérea tenía diez unidades, yo formaba parte del grupo 5 que estaba radicado en San Luis. Era un piloto, un profesional de vuelo habilitado como piloto de combate con toda la instrucción que tenía que tener, estábamos muy bien adiestrados, preparados para la guerra nosotros porque así son en todo el mundo: las fuerzas aéreas tienen sus escuadrones, sus unidades de combate las tienen alistadas siempre para un hipotético combate».

Preparación. «El 2 de abril de 1982, cuando sale la noticia de la recuperación de las islas me disponía a ejercer mis actividades y escucho por la radio que se habían recuperado las islas y fue una sorpresa. Durante abril se dieron todas las negociaciones diplomáticas de cómo resolver el tema de soberanía, pasó un mes desde ese momento y ahí a nosotros los pilotos, sospechando que podía llegar un conflicto armado, se nos intensificó el adiestramiento nuestro mucho en prácticas de navegación y ataque. El conflicto armado recién comenzó el 1 de mayo que es el bautismo de la Fuerza Aérea que cuando Inglaterra decide comenzar el bombardeo en Puerto Argentino y se arrima la flota a la Isla Soledad para bombardearla», precisó Cevera.

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Luis Cervera, en lo que fue su primer viaje a Malvinas. Foto: gentileza Luis Cervera

«La Fuerza Aérea sale a repeler ese ataque y a partir de ahí se sucedieron todas las misiones que se le ocasionó a la flota; muchos barcos hundidos, averiados y fuera de servicio. Nunca Inglaterra imaginó que iba a tener semejante respuesta. Estábamos preparados pero tuvimos que adecuar nuestro vuelo en mar abierto y atacar buques, que eso sí no estábamos preparados porque la Fuerza Aérea nunca tuvo como hipótesis de conflicto hacer un combate aeronaval. Hubo que adquirir la práctica de vuelo rasante por el agua, el bombardeo a buques. Nos costó muchas bajas nuestras. El grupo 5 de caza tiene 9 pilotos caídos en combate. Costó caro», recordó.

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Luis Cervera, en el año 1982. FOTO: Gentileza : Luis Cervera

En el recuerdo. «Una imagen fuerte para mi es el 24 de mayo cuando entré a la Bahía de San Carlos y estaba la flota desembarcando. Había 15 buques ahí: fragatas; destructores y buques logísticos de desembarco, era primera hora una mañana muy fría con mucha bruma. Es una imagen borrosa, nublada, pero se veían los buques. En el momento de ingresar nos empezaron a tirar con toda la artillería; misiles y cañones. Ellos tratando de defenderse y nosotros tratando de impactar en los buques. Pensé que no iba a salir ninguno de los 5 aviones que fuimos y como no se podía hablar de avión a avión, tuvimos que esperar a aterrizar para encontrarnos nuevamente. Cuando llegamos a destino, nos abrazábamos en la plataforma después de haber realizado una misión de tanto riesgo«, rememoró.

https://www.perfil.com/noticias/sociedad/conmovedora-historia-luis-tucu-cervera-combatiente-guerra-malvinas-piso-islas-primera-vez-2019

En ese marco, el excombatiente compartió otra imagen que tiene patente en su memoria. «El 13 de junio, un día antes de la rendición, ataqué el puerto comando inglés en Monte Las Hermanas, que fue un objetivo terrestre. Yo iba detrás de otra cuadrilla, estaba toda la tropa inglesa ahí preparando el ataque final y me impactaron, y a un compañero también, pero todos regresamos al continente muy averiados, haciendo reabastecimiento en vuelo para poder llegar. Esa fue la última misión de la Fuerza Aérea ahí».

«Eran misiones de muchísimo riesgo donde uno suma ese dolor y esa angustia, esa situación de que no podés desahogarte porque no podíamos derramar lágrimas sino que había que estar duros y firmes para seguir combatiendo. Cuando termina todo, ahí es donde no sólo caen todas las fichas sino que todo el tablero y te das cuenta de todo lo que pasó y ahí hay que desahogarse y agarrar las riendas de la vida nuevamente y salir adelante. No podés quedarte con eso toda la vida, es una situación que de una forma u otra hay que superar porque la vida continúa», aseguró.

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Cervera junto a sus hijos y su yerno en el viaje que realizaron en febrero. FOTO: Gentileza Luis Cervera

El miedo a la muerte. «Estaba dentro de las posibilidades no volver. Estábamos todos haciendo las mismas misiones y corríamos los mismos riesgos. Yo no lo pensé porque no era bueno pensar, una vez que ordenaban la misión te decían el objetivo a atacar, por supuesto que te invade un miedo de ser derribado, es algo latente, por más que uno no lo quiera pensar eso está en la naturaleza humana. Si estás en una misión de altísimo riesgo, pensás que es posible que te derriben. Lo mejor que podías hacer para vencerlo era no pensarlo y dedicarse a operar el avión, que era complejo porque volábamos solos completamente, sin copiloto, teniendo que tomar combustible en medio del Atlántico. Para llegar a Malvinas son 800 kilómetros sobre el mar y en ese devenir de la navegación de casi una hora de vuelo, superábamos el trance y nos concentrábamos en lo que teníamos que hacer: llegar a la isla en vuelo rasante para no ser detectado por los radares, algo que requería mucha concentración y habilidad», manifestó.

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Ayer y hoy. Cervera a la izquierda en 1982, y a la derecha, en 2019. FOTOS: Gentileza Luis Cervera

Soberanía. Consultado sobre si cree que es posible recuperar la soberanía de las Islas, manifestó: «Después de haber conocido a la isla y a la gente que vive ahí, no sé si algún día la llegaremos a lograr, calculo que sí, pero tenemos que ser muy hábiles negociadores. Seguramente se van a recuperar si el Estado toma como una causa a Malvinas y trabaja en pos de ese objetivo: ‘malvinizando’ todo lo que se’ desmalvinizó’ en los 37 años que pasaron. No tanto recuperarlas y conquistarlas sino pensar ¿quién va a habitar esas islas?¿quién va a trabajar ahí?, porque una cosa es ir y recuperarlas pero ¿después qué? Antes del ’82, la Línea Aérea del Estado (LADE) volaba todas las semanas a Malvinas, los hijos de los isleños estudiaban en Argentina, la gente que se enfermaba venía a curarse a hospitales de nuestro país y se abastecía de materia prima de acá. Había una relación muy fluida, pero todo eso se perdió con el conflicto bélico. Hoy el kelper no nos quiere a nosotros, te lo manifiesta y te lo hacen saber«.

La importancia de recordar la fecha. «Si bien el 2 de abril es la fecha en la que se conmemora la recuperación de las islas, es un territorio argentino ocupado desde 1833. A partir de ahí hay que recordar que fue el inicio de 74 días de mucho dolor donde 649 argentinos dieron su vida en pos de la recuperación de las islas. Esas personas no son un número, sino que cada una guarda una historia, una familia y gente que hoy en día sigue sufriendo. No hay que olvidar que dieron la vida por todos nosotros. En esos héroes que han quedado en Malvinas hay muchos ejemplos de vida que son dignos de ser imitados. Pienso 37 años después que nunca debió haber existido esa guerra, pero existió y eso no lo puede cambiar nadie, es historia. Lo que uno puede hacer ahora es estudiar el tema, leer e interiorizarse. El hito es el 2 de abril pero terminó el 14 de junio, en ese lapso se da una historia muy rica de valores y de don de todos esos valientes que han luchado allá», opinó el expiloto acerca de la conmemoración del día el del veterano y los caídos en la Guerra de Malvinas, que se celebra este martes.

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Familiares de soldados caídos en Malvinas en el cementerio de Darwin. 2018. FOTO: Noticias Argentinas

Cementerio de Darwin. «Es un paso importantísimo la identificación de cuerpos de soldados porque no puede haber más, con todo el avance tecnológico que existe, una tumba que diga ‘soldado sólo conocido por Dios’ . Eso duele mucho, ahí tiene que estar cada nombre y apellido por el honor de su vida para que todo argentino sepa quién es el que está sepultado allí y por qué está muerto. Darwin un lugar muy desolador, un campo raso lejos de los poblados, estar ahí da una sensación de que nuestros muertos fueron abandonados, entonces con más fuerza hay que recordarlos y tenerlos presentes. Se debe identificar a todos», concluyó Cervera a modo de anhelo, el mismo sentimiento que tuvo todos estos años en los que imaginó su viaje a las islas, esa asignatura pendiente que pudo concretar casi cuatro décadas después.

Veterana de Malvinas: «El olvido es violencia, duele que nos nieguen»

Alicia Reynoso fue enfermera durante la guerra. Hoy, 37 años después aún sigue reclamando reconocimiento. «Pareciera que las mujeres debemos demostrar mil veces que fuimos veteranas de Malvinas», afirmó.

02 de abril de 2019 – 11:44

«De una forma u otra nos niegan, nos silencian, no hemos sido invitadas a ningún acto oficial siendo que somos veteranas reconocidas por el Congreso de la Nación», la que habla es Alicia Reynoso, enfermera y veterana de la Guerra de Malvinas. Con 24 años viajó a un territorio en conflicto para atender a los soldados heridos y ponerse a disposición de lo que hiciera falta. «Fuimos psicólogas, madres, hermanas», recordó.

«Las veteranas de Malvinas volveríamos a servir una y mil veces si fuera necesario«, afirmó en diálogo con Maldita Suerte por FM La Patriada, a pesar del dolor del ovido y de la violencia de sentir de que su tarea nunca fue bien reconocida por el Estado y por la sociedad.

«Es una tarea que llevará su tiempo. Culturalmente la guerra siempre fue hecha por hombres pero en toda guerra hubo mujeres. Éramos muy jóvenes. No es posible que se nos olvide o invisibilice, como algo que no existió», expresó.

«Obviamente que no estábamos en el campo de batalla ni en la primera línea, porque no es la función de la enfermera. Estábamos en la línea que correspondía estar, dándole además de la atención física al soldado herido, atención psicológica. Lo conteníamos, éramos un poco madres, un poco hermanas, un poco todo, porque ellos llegaban del infierno que es una guerra», describió Alicia.

Reynoso contó el trayecto y la lucha que debieron dar las veteranas para ser reconocidas. «Hasta el 2010 no me dejaban participar de ningún desfile como veterana. Pareciera que las mujeres debemos demostrar mil veces que fuimos veteranas de Malvinas, lo vamos a seguir haciendo».

«El olvido es violencia, duele que nos nieguen. Hay una deuda de honor, una deuda del olvido, una deuda de la sociedad y, sobre todo, de nuestros camaradas. No buscamos ninguna pensión ni nada por el estilo, nuestra lucha es por el honor que nos niegan», explicó.

«Nuestra esencia es la semilla de Malvinas que quedará en todos los jóvenes, serán ellos los que levantarán la llama de las Islas cuando ya no estemos», concluyó.  

https://www.infonews.com/malvinas/veterana-malvinas-el-olvido-es-violencia-duele-que-nos-nieguen

Malvinas: la carta del soldado que llegó demasiado tarde

En diálogo con Andy Kusnetzoff, la madre de un joven oficial de la Armada muerto en la guerra compartió un texto súper conmovedor.

02 de abril de 2021 – 17:48

Guerra de Malvinas

“Que papá vaya y pague la cuota de la heladera. Que le plantee al dueño que cuando yo vuelva le pago las atrasadas”, fue uno de los últimos mensajes que Jorge Luis Salas le dijo a su madre mediante una carta que tardó mucho tiempo hasta que llegó a destino.

Josefina Castro de Salas hoy tiene 81 años y es de San Juan. Dice que “el 2 de abril es un día muy triste, es algo que no quisiéramos vivir más porque nos dejó abatidos. Es un día muy amargo”, porque es el día que cambió sus vidas para siempre.

En diálogo con Andy Kusnetzoff, por Urbana Play, la mujer enfatizó que “el dolor no pasa, siempre está presente. Van a pasar los años y yo a mi hijo lo voy a recordar siempre y siempre con lágrimas, con llanto, porque no sé por qué me quedé sin mi hijo”.

“Jorge se fue primero por la situación que teníamos en San Juan, que nunca había trabajo. Se fue a la Armada. Tenía 15 años. Se mudó a Buenos Aires y llamaba a la vecina, que tenía teléfono. Antes de irse a la guerra me estuvo llamando”, explica Josefina, quien aclara: “Yo me enteré que lo mandaban a la guerra a la noche. Me mandó una carta antes de ir pero eso me llegó después de que ya había fallecido”.

Esa carta que menciona fue leída y grabada por el cantante Axel, uno de los ídolos de Josefina. “Llamé a doña Lucía, para que me comunique con vos, pero me dio ocupado. Llamé dos veces”, dice uno de los tramos del texto del soldado, refiriéndose a la vecina. Y le advertía, también, que la convocatoria era importante: “Según nos dijeron es para ir al sur con toda la flota, por si los ingleses atacan”. Jorge se embarcaría en el Crucero General Belgrano, hundido por enemigos.

La madre sostuvo que incluso durante su última visita a la casa natal, hacia mediados de marzo de ese mismo año, “él sabía que tenía que irse” y que por eso le dijo a sus hermanos: “Cuiden a mi madre porque no sé si vuelvo”.

Me llegó la carta y la guardé. La abrí dos días después”, contó Josefina, quien hoy se muestra emocionada porque nombraron una calle en honor a su hijo. “No se olviden de los héroes de Malvinas”, pidió.

Infonews.com/carta/malvinas-la-carta-del-soldado-que-llego-demasiado-tarde

Malvinas: el último ataque

Por Tony Aira (*)

El 14 de junio de 1982 quedó inmortalizado en una fotografía: el comandante argentino, General Benjamín Menéndez firma la rendición ante el comandante británico Jeremy Moore. La imagen tiene algo llamativo. Mientras el militar argentino está perfectamente aseado, Moore no. Es que el alto mando británico había pasado una pésima noche: horas antes, la valentía de un grupo de pilotos de la Fuerza Aérea casi producen la eliminación del estado mayor británico.

En la madrugada del 13 de junio, en la base aérea de San Julián se preparaban para lo que sería la última misión del conflicto. Dos escuadrillas (ocho aviones) de A4 atacarían un supuesto campamento británico, que la inteligencia militar de Puerto Argentino creía en el monte Dos Hermanas. Momentos antes de despegar, el avión del Alférez Guillermo Dellepiane rompió el sistema hidráulico y tiene que abortar su salida. El piloto decide utilizar otro avión de recambio, pero la verificación no llega a tiempo. Para alcanzar el despegue de la segunda escuadrilla, Dellepiane decidió salir con el avión en las condiciones que estuviera (no tenía configurado el sistema Omega, que permite el vuelo de precisión). Una vez que los aviones recargaron combustible en el aire, bajaron a una altitud de 15 metros, y en vuelo rasante, enfilaron hacia las islas.

A las 12:25, los aviones divisaron las islas y escucharon el llamado del radar Malvinas. Por primera vez en toda la guerra, se rompió el silencio de radio y el líder del escuadrón respondió: “- Sí, somos los nenes”.

El radar informó que en ese momento, sobre las islas, había cuatro PAC (parejas de cazas) y una quinta acercándose. El radar pasa rápidamente altitudes y dirección del enemigo. Era momento de decidir el ataque o el regreso al continente. El Capitán Carlos Trucha Varela, comandante de la misión, no dudó y expresó por radio a sus compañeros: “No hay quien pueda“ y soltó los depósitos de combustible adicionales, señal que inicia carrera de ataque. Los pilotos argentinos entraron sobre la superficie de las islas a sólo 10 metros de altura. La velocidad era de 800 km/h y se acercaban Harriers británicos por todas partes.

En esos instantes eternos, los pilotos supieron que hacer. Habían sido preparados para éste tipo de ataques a posiciones terrestres. Instintivamente sacaron el seguro del sistema de armas y contuvieron la respiración. De la nada, apareció un helicóptero enemigo, que le dio el minuto necesario al General Moore para refugiarse. Varela vio a un soldado inglés sobre la cima del monte y apreció su cara de sorpresa al ver aviones argentinos. En el valle, un campamento con carpas muy bien ordenadas, vehículos y una docena de helicópteros en tierra. Son los segundos finales. Los aviones se elevaron y lanzaron las bombas mientras dispararon sus cañones contra otros objetivos. Los ingleses apenas reaccionaron, pero la segunda escuadrilla, al mando del Teniente Luis Tucu Cervera, con el agregado de Dellepiane, no contaba con el factor sorpresa, y fue recibida con un intenso fuego antiaéreo.

Un piloto británico despegó un helicóptero y colocó sus aspas para impactar a los aviones argentinos. Cervera lo eludió y Dellepiane lo derribó con cinco disparos de cañón. Cervera derribó otro helicóptero que estaba despegando. Lanzaron sus bombas sobre los enemigos. Misión cumplida. Ahora debían volver a su base. El fuego antiaéreo se había intensificado. Un misil buscó el avión de Cervera. Dellepiane le avisó y pudo eludirlo. Los pilotos llegaron al mar abierto. Debían tomar altura y bajar velocidad para ahorrar combustible y llegar al continente.

En los auriculares suena de pronto el pedido angustioso del Alférez Dellepiane: – ¡Estoy perdiendo combustible!

Cervera se puso cerca del piloto novato. Observa que una sección del plano del A4 de Dellepiane está casi arrancada por completo. La situación era extremadamente difícil. Al avión le quedaban 10 minutos de vuelo y las opciones no eran fáciles: volvía a las islas para saltar, con el riesgo de ser derribado por los cazas británicos, o intentaba llegar al Hércules de reabastecimiento. Esta última opción también era riesgosa: las Chanchas eran objetivos vitales para los británicos, por eso los Hércules tenían prohibido acercarse a la zona de combate.

Cervera le dio libertad a Dellepiane. El Alferez eligió ir al encuentro de la Chancha. Pero los aviones estaban en zona prohibida para los Hércules. El pedido de Dellepiane era angustioso. El indicador de combustible bajaba muy rapidamente. De pronto, una voz se escuchó por la radio: – ¿A qué distancia estás?

Era el Hércules cisterna en búsqueda del halcón herido. El Vicecomodoro Luis Litrenta Carracedo, haciendo caso omiso a las órdenes, se acercó al rescate de Dellepiane.

– Dale pendejo, con fe, con fe que llegas

Dellepiane no quería mirar los indicadores, la transpiración empapaba su traje de vuelo

_ me quedan 500 (3 minutos de vuelo) ¡Vengan a buscarme, la puta madre, no me dejen solo!

_ Tranquilo que sobran pibe, ya llegamos.

En esos momentos el indicador de combustible marcaba cero. El Alferez pensó en su padre, también aviador. Cerró los ojos y cuando los abrió divisó la Chancha. Planeó en picada y se colocó detrás del aparato. Sólo tenía un intento para enganchar la canasta de carga. El Vicecomodoro y toda la tripulación del Hércules guiándolo y con Cervera escoltándolo el Alférez Dellepiane inicia el intento de acople, en el instante final cierra los ojos y se encomienda a Dios.

– ¡Lo lograste pibe! ¡Muy bien!

El indicador marcó la luz roja. Ya no quedaba combustible cuando el A4 se conecetó a la manguera. Pero había un nuevo problema: el combustible se escapaba por los orificios. Si se desacoplaba, el avión caería. Litrenta tomó una decisión arriesgada: que el A4 se quede enganchado al avión hasta el continente. Era extremadamente peligrosa la maniobra. Jamás se había realizado, ya que existía el temor que una chispa hiciera explotar a ambos aviones. Pero el veterano Vicecomodoro no dudo.

Ambos aviones llegaron hasta la base. Cerca de la pista, el avión de Dellepiane se desacopló, pero la rueda de la nariz se negó a bajar. Era increíble. El piloto se negó a saltar. Las dotaciones de tierra miraron incrédulas como el avión sobrevolaba la base con una estela de combustible por detrás hasta que la maldita rueda bajó y el piloto pudo aterrizar el avión. Al día siguiente la guerra finalizó. Los pilotos sintieron ante la derrota la satisfacción del deber cumplido.

Pasados los años, en julio de 2019, dos héroes que fueron parte de la misión, el Comodoro Héctor Sánchez y el Capitán Luis Cervera, fueron invitados a dar una charla en el Colegio Nacional Buenos Aires. Fueron increpados por varios alumnos y debieron retirarse del establecimiento. Triste destino como Nación si en una institución pública, dos héroes de guerra deben escaparse entre insultos y abucheos.

Para ellos, el recuerdo y nuestro eterno homenaje: llevaron adelante una misión que pudo aniquilar al Estado Mayor Británico.

(*) Columnista de Desde el Barrio.

radiografica.org.ar/2021/06/13/malvinas-el-ultimo-ataque

Guerra de Malvinas: la historia de la mujer inglesa que dejaba leche y pan a los soldados argentinos

lanacion.com.ar

Catalina Bontempo

3 de abril de 2020

Guerra de Malvinas: la historia de la mujer inglesa que dejaba leche y pan a los soldados argentinos

Se acuerda del frío y del hambre. De la tierra fangosa, los bombardeos nocturnos y su uniforme manchado. No olvida que cuando volvió tuvo insomnio. Entre sus recuerdos australes también está el de una mujer, que en 1982, en plena guerra y siendo isleña, le dejaba una botella de leche con dos panes cada mañana.

Francisco La Regina tenía 19 años cuando le tocó luchar en Malvinas, y debió esperar casi cuatro décadas para completar su historia y reencontrarse con la lechera que le entregaba comida para que su estómago estuviera «menos vacío».

Hoy tiene 57 años y pasa algunos días en el Museo de Veteranos de Guerra de Malvinas en Lanús, junto a otros excombatientes, como Carlos Azuaga, el primer argentino en casarse en las islas y también el eslabón necesario que permitió unir a Francisco con la isleña.

Carlos Azuaga y Francisco La Regina son amigos y se juntan en el Museo de Veteranos de Guerra de Malvinas de Lanús
Carlos Azuaga y Francisco La Regina son amigos y se juntan en el Museo de Veteranos de Guerra de Malvinas de Lanús Rodrigo Néspolo – LA NACION

Ellos pudieron volver al continente, pero dejaron atrás a 649 compañeros, que perdieron la vida en las islas del Atlántico Sur.

Pasaron 38 años desde aquel día en el que sonó en todas las radios del país un himno inconfundible: «Tras su manto de neblinas, no las hemos de olvidar». En cada casa argentina se oyó al locutor oficial que anunciaba que las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur se habían recuperado para «el patrimonio nacional».Guerra de Malvinas, Comunicado Nº1 de la Junta Militar, 1982

Francisco recuerda bien ese día. Su número de sorteo había sido el 753 y estaba en Comodoro Rivadavia cuando escuchó la noticia en la radio. No entendía nada. «¿Qué pasa que está la canción?», preguntó a su superior.

– «Soldado, hemos recuperado las Malvinas»

Francisco La Regina (el segundo de la derecha) junto a compañeros de su batallón en las Islas Malvinas
Francisco La Regina (el segundo de la derecha) junto a compañeros de su batallón en las Islas Malvinas Rodrigo Néspolo – LA NACION

Unos días después, en el medio de la noche, lo subieron junto a su batallón a un avión Hércules. Llegó a la isla el 10 de abril de 1982. Pertenecía al Batallón Logístico IX y su tarea era trabajar con el armamento y abastecer con alimentos a los que estaban en primera línea. Su estadía en la isla estuvo marcada por los repliegues. Pasó 20 días en Moody Brook, el excuartel de los Royal Marines, pero el avance inglés era rápido y resistir era difícil. Así que junto a su compañía se retiraron hasta unas canteras que estaban a cuatro kilómetros de Puerto Argentino. «Nos metimos ahí e hicimos los primeros pozos de zorros donde dormíamos de a dos, pero se llenaban de agua y teníamos que hacer otros nuevos. Era todo muy precario».

Después de 20 días más, y como los británicos seguían avanzando, se replegaron en Puerto Argentino, la capital del archipiélago y donde se calcula que, al momento del conflicto, vivían 150 isleños. La comunidad kelper y los soldados argentinos no tenían contacto. «Ellos no querían. Nos tenían miedo y nos veían con recelo. Manteníamos una distancia», sostiene Francisco.

Imagen actual. Fue en el pueblo donde Francisco conoció a la lechera
Imagen actual. Fue en el pueblo donde Francisco conoció a la lechera Rodrigo Néspolo / LA NACION – Archivo

Allí se quedaron 10 esperando el final de la guerra, que llegó el 14 de junio, cuando el gobernador militar argentino, el general Mario Benjamín Menéndez, firmó la rendición ante los funcionarios ingleses. Las tropas argentinas ya no tenían municiones ni capacidad para sostener el combate.

Fue ahí, en el pueblo, donde Francisco conoció a la lechera.

Relatos de catamarqueños en la guerra de Malvinas | En el conflicto bélico murieron 5 soldados de Catamarca

Héctor Casalini, presidente del Centro de ex Combatientes de Malvinas en Catamarca, y el soldado Ángel Rearte, contaron sus vivencias durante la contienda.

pagina12.com.ar/333282-relatos-de-catamarquenos-en-la-guerra-de-malvinas

02 de abril de 2021

Monumento a los caídos en Malvinas, Catamarca.
Monumento a los caídos en Malvinas, Catamarca.

Fue el 2 de abril de 1982 cuando la Junta Militar Argentina dispuso el desembarco militar en las Islas Malvinas y ocupó Puerto Argentino, capital de las Islas, iniciando la guerra contra Gran Bretaña. En el conflicto bélico, que finalizó el 14 de junio, murieron 650 combatientes argentinos, entre ellos 5 catamarqueños: Robustiano Armando Barrionuevo, Mario Rodolfo Castro, Edmundo Federico Marcial, Mario Antonio Cisnero y Carlos Alberto Valdez.

A 39 años de la contienda, Héctor Casalini, presidente del Centro de ex Combatientes de Malvinas en Catamarca, y el soldado Ángel Rearte, cuentan sus vivencias durante la guerra.

Casalini vivió la guerra desde el portaviones 25 de Mayo. El primer viaje hacia las Islas lo inició el 28 de marzo y aseguró que no sabía que iban a una guerra. Sólo se enteró el día 2 cuando ya habían llegado a destino. Hizo cuatro viajes partiendo siempre desde Puerto Belgrano, en Buenos Aires. La misión llevar el combustible para los aviones y también provisiones.

“Yo era un colimba, nadie sabía a dónde íbamos. Eso le pasó a la mayoría. Recuerdo que unos cordobeses contaron una vez que a ellos les dijeron que irían a una competencia de tiro en el sur”, cuenta.

Según recuerda, el día que hundieron el ARA General Belgrano, “nos dijeron que el objetivo para los ingleses era cualquiera de los dos barcos, el crucero o el portaviones. El día que hundieron el crucero nosotros estábamos volviendo del segundo viaje, lo que significa que zafamos, que fue el azar. Si nos hubieran bombardeado a nosotros nadie se hubiera salvado por todo el combustible que llevábamos para los aviones”, relató.

Casalini explica que la verdad de lo que sucedió en Malvinas para él aún es un misterio. Asegura que hay información que no es completa, como “la ayuda de los Estados Unidos o la información que pasaban los chilenos a los ingleses”. Además, ratifica lo que ya muchos dijeron: “No estábamos preparados, éramos conscriptos contra profesionales. Pero sé que igualmente ellos no se la llevaron de arriba”.

El relato deÁngel Rearte es más extenso. Fue uno de los soldados catamarqueños que batalló en las Islas. Tenía 18 años y cumplía el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento de Infantería Aerotransportada 17. Sus recuerdos son del horror de sus camaradas mutilados o muertos en batalla.

A diferencia de Casalini, que no supo la primera vez a dónde lo llevaban, Rearte pidió ser voluntario.”Partimos los primeros días de mayo. Primero a Córdoba, después a Comodoro Rivadavia y desde ahí a las Islas. A Malvinas llegamos los primeros días de junio. Fuimos agregados al Regimiento de Infantería 7 de La Plata. Éramos 8 soldados y dos suboficiales de Catamarca”.

Recuerda que llegaron al atardecer en un aterrizaje de emergencia porque estaban bombardeando. Esas primeras horas estuvieron en un pasillo del hospital de campaña en donde, con sus bolsas y fusiles, se sentaron a esperar a que hubiera luz y así ser trasladados hacia sus lugares de destino.

Esas primeras horas para él fueron traumáticas. “Recuerdo que a las ocho de la mañana empezaron a decirnos que fuéramos a un pasillo, hasta que aclare bien. Empezaron a llegar los heridos, mutilados. Algunos con esquirlas o les faltaban brazos, piernas. Yo me quedé en un umbral y observaba el movimiento. Lo más fuerte que tenemos los seres humanos es la sangre y ese olor se me quedó penetrado para siempre”, aseguró.

La posición que tomaron en combate fue el Monte London. “Yo entendí en ese momento que mi vida dependía de mi compañero y él de mí. Las batallas eran de noche, porque no teníamos equipo para combatir de día. Lo que hacíamos era sacar el fusil por la trinchera y ponerlo a 45 o 90 grados y así disparábamos, al azar”, contó.

“Yo sé que estoy vivo y completo por cosas del destino. Una esquirla de bomba me cayó al lado y me quemó el pantalón. Fue un milagro, o por mi fe que no me cortara la pierna”.

Rearte recordó que los días más crueles del combate fueron el 12, 13 e incluso el 14 de junio, cuando se rindieron y fueron apresados. Estaban débiles y cansados porque sólo ingerían mantecol, chocolate y whisky. También, por el frío que era intenso y no dejó de sentirlo ni un sólo día porque la ropa que les daban no era suficiente.

“Nos apresaron el 14 a las 17.45. Estuvimos dos días en unos galpones donde nos poníamos espalda contra espalda y luego nos llevaron al buque Camberra que tenía camarotes para soldados”. En el buque, según recuerda, un oficial inglés les dijo en español que tuvieron muchas agallas y les manifestó su respeto. Eran 4600 los presos que estaban a bordo y les daban desayuno, almuerzo, merienda y cena. “La pasamos mejor estando presos”, dijo.

El buque donde él estaba fue uno de los pocos que pudo llegar a mar Argentino y al que le permitieron el ingreso de las balsas con los prisioneros. “Había muchos, sobre todo militares de grado que no querían que termine la guerra y no nos dejaban entrar. Sé que muchos terminaron en Francia o Uruguay por esta razón. Por suerte nosotros, pudimos descender en Puerto Pirámides”, explicó el ex combatiente.

El viaje desde el sur del país a Catamarca fue en colectivo. En el camino, compró chocolates y una revista y descubrió que en su interior tenían cartas para los soldados, y eso lo hizo sentir que su vivencia de la guerra fue más injusta. “Comercializaron las donaciones que nunca nos llegaron”, señaló.

“A veces cuando relato sé que me quedo corto. Llega un momento que te ahogás, a pesar de que van a ser 39 años. Para nosotros todo sigue vigente. Además, quedó esa espinita. La rendición no estaba prevista esa fecha, los mismos ingleses dijeron después, que si Argentina tenía una semana de aguante la guerra tenía otro fin. Nosotros éramos superiores en coraje”, reflexiona.

El relato que hace es un ida y vuelta en los recuerdos desde que llegó a Malvinas y lo que vive en la actualidad. Señala que si le hubieran dado una escopeta en vez del fusil que no tenía refrigeración y el “caño quedaba rojo y había que esperar”, los resultados también hubieran sido diferentes. Que su adolescencia se borró en esos días y regresó siendo otro, y que “el veterano que diga que no tuvo miedo está mintiendo”. También recuerda que ver las banderas inglesas colgadas en cada poste, en cada cable del tendido eléctrico de las Islas para ellos era perder la batalla moral.

Los militares, a su regreso les prohibieron hablar de lo vivido en la guerra salvo a los miembros de su familia. Tras ese silencio, con la llegada de la democracia, debió internarse en el hospital militar de Buenos Aires y recibió tratamiento psiquiátrico.

Asegura que gracias a esa decisión pudo rehacer su vida y hoy tiene 13 hijos y una esposa que lo contienen y lo entienden. Se ríe, al igual que Casalini, porque aseguran que bromear les hace bien.

Hicimos un cese de fuego, no perdimos la guerra, sólo una batalla”, concluye.

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