Monte Longdon: la batalla en la que los francotiradores argentinos desafiaron el sueño imperialista de la «pérfida» Inglaterra

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El 14 de junio de 1982 Argentina capituló oficialmente ante Gran Bretaña y reconoció su soberanía sobre las Islas Malvinas. La Junta Militar que regía el país lo hizo después de que las tropas inglesas conquistaran Puerto Argentino

El ejército argentino había sido derrotado en contiendas como la del monte Longdon, en la que los paracaidistas británicos pagaron un alto precio por la victoria

Un 14 de junio. Tal día como hoy, aunque en 1982. Esa fue la fecha en la que Argentina capituló ante el Reino Unido y, tras una guerra que duró poco más de dos meses, abandonó las islas Malvinas. El enfrentamiento, breve en el calendario, marcó sin embargo un antes y un después en la historia colonial británica. Y es que, los militares enviados por Margaret Thatcher se enfrentaron a un enemigo que, aunque carecía de una formación equiparable a la suya, exprimió hasta la extenuación el valor en batallas como la de monte Longdon.

En esta lid unos pocos soldados francotiradores argentinos lograron detener durante doce horas el avance de una de las unidades de élite «british» más reputada: los paracaidistas ingleses. Conscriptos sin formación, jóvenes de 18 años… Todos ellos plantaron cara (e hicieron sudar sangre) a unos soldados que se habían curtido contra enemigos tan temibles como el IRA. Sin embargo, tras la capitulación de Argentina fueron olvidados por un país deseoso de desterrar de la memoria aquella derrota. Así fue hasta la década de los noventa, cuando empezaron a alzar la voz y se reivindicaron como veteranos de guerra.

A su reconocimiento ayudaron, a partir de entonces, varias campañas de sensibilización y largometrajes como « 1533 Km. hasta casa. Los Héroes de Miramar». Un documental galardonado a nivel internacional y que, rodado por el director de cine Laureano Clavero, recuerda la vida de ocho veteranos «antes, durante y después de la contienda». Tal y como explica a ABC el también fundador de la productora MIRASUD PRODUCCIONES, se embarcó en este trabajo allá por 2010 para evitar que las historias de estos personajes cayeran en el olvido. «Una sociedad que no reconoce a los compatriotas que fueron a pelear por su país, aunque sea en un contexto de dictadura, tiene un problema», afirma.

Un conflicto latente

Las Malvinas (o las Falklands, como las denominan los británicos) son, en la práctica, un conjunto de pequeñas islas ubicadas a 480 kilómetros de la Argentina continental y a 12.000 de Gran Bretaña que también incluyen las Orcadas y las Shetlands del Sur. Tan solo dos de ellas –las más grandes- logran hacerse un hueco en la mente colectiva: la «Soledad» y la «Gran Malvina». El resto, al menos en Europa, han caído bajo el oscuro velo de la indiferencia que provoca la lejanía. Sin embargo, su soberanía (ejercida desde el XIX por el Reino Unido) ha causado a lo largo de la historia una extensa lista de enfrentamientos entre ingleses y argentinos. No en vano, en 1965 la resolución 2065 de la ONU confirmó que este era un «territorio en disputa» y llamó a las dos partes a llegar a un acuerdo político.

Informe para arriba, documento para abajo, las hojas del calendario fueron cayendo sin que se hallara ninguna solución diplomática al conflicto. Y así siguió hasta 1982. Año en el que la Junta Militar argentina (dictadura, en términos profanos) esgrimió la soberanía de las Malvinas para, bajo la cálida sombra del orgullo patrio, esquivar problemas sociales como las desapariciones masivas, la inflación o el hartazgo popular. Con ese caldo de cultivo solo hubo que esperar a que un incidente prendiera la mecha del conflicto. Y este se sucedió el 19 de marzo, cuando una cuarentena de obreros enviados por el empresario Constantino Davidoff desembarcó en una isla cercana a las Malvinas (previa autorización inglesa) con objetivos comerciales y empresariales.

En la popular obra « Malvinas. La trama secreta», los autores afirman que el grupo izó la bandera de Argentina en dicha isla. Un hecho que fue tomado por las bravas por los ingleses.

A las pocas horas la «Royal Navy» envió un buque para obligar a los trabajadores a marcharse. Acción que, a su vez, contrarrestó el país latinoamericano movilizando a varias unidades militares. Así dio comienzo el conflicto. Un enfrentamiento que, a pesar de extenderse poco más de 70 días, acabó con la vida de un millar de personas y provocó decenas de miles de bajas.

Los movimientos de tropas se materializaron finalmente el 2 de abril cuando (según se narra en el libro « Las grandes batallas de la historia» -editado por History Channel-) unos 70 infantes de marina argentinos y «100 integrantes de las fuerzas especiales» doblegaron a los Royal Marines ingleses que protegían las Malvinas.

La primera ministra del Reino Unido Margaret Thatcher (que se había ganado a pulso el apodo de «Dama de Hierro» por su peculiar forma de hacer política) no titubeó. A pesar de la distancia, movilizó a más de un centenar de buques de guerra (entre barcos militares, de transporte y submarinos) y casi 30.000 infantes. Su declaración ante la Cámara de los Comunes fue clara: «Un territorio de soberanía británica ha sido invadido por una potencia extranjera. El gobierno ha decidido enviar a una gran fuerza expedicionaria tan pronto como todos los preparativos estén completados». Sus palabras resonaron como un trueno.http://www.youtube.com/embed/kKMcZZb7UEI

Mar y aire

Solo cuatro días después, el General de Brigada Mario Benjamín Menéndez asumió el gobierno de las Malvinas e inició la construcción de las defensas para resistir el alud inglés que se le venía encima.

En pocos jornadas posicionó en las Malvinas a más de 10.000 combatientes dispuestos a enfrentarse a los británicos. La mayoría, eso sí, conscriptos: soldados reclutados a toda prisa entre la población para engrosar las filas del ejército. Así lo señala el autor Fernando A. Iglesias en su obra « La cuestión de Malvinas». Bruno Tondin, en su libro « Islas Malvinas, su historia, la guerra y la economía, y los aspectos jurídicos su vinculación con el derecho humanitario», tilda a estos combatientes de «jóvenes sin preparación», aunque también de «valientes» que no dudaron en enfrentarse a los ingleses en nombre de su país.

En mayo llegó la avanzadilla británica a las Malvinas. Y lo hizo sabiendo que debía asegurar el espacio aéreo si quería llevar a cabo un desembarco anfibio de forma segura. Para su desgracia, Reino Unido solo contaba con los cazas y bombarderos que podía desplazar en sus dos portaviones (unos 34), mientras que los argentinos sumaban más de un centenar de aparatos. Por entonces todavía se respiraba en el ambiente cierta calma, pues sobre la mesa no había una declaración oficial de guerra.

Pepe Vera
Pepe Vera

Pero esa tranquilidad duró poco. Concretamente, hasta el 2 de mayo. En esa aciaga jornada, los británicos hundieron el crucero argentino «General Belgrano» al considerar que estaba llevando a cabo una serie de movimientos militares con intención de atacar a sus portaaviones. El ataque causó la muerte de 323 argentinos. Así definió la situación Rudulfo Hendrickse (destinado en el navío): «Había multitud de hombres heridos. La mayoría se había quemado. Había hombres cubiertos de aceite. Cuando llegué al bote salvavidas le dije a un marinero que viniese conmigo a buscar a algunos desaparecidos, como el comandante».

La Junta Militar respondió tomando los cielos. A pesar de que los Harrier «british» dieron más de un quebradero de cabeza a sus enemigos, el enfrentamiento se saldó, para empezar, con la destrucción del «HMS Sheffield» a principios de mayo. Fue el primer buque inglés hundido en acción de guerra tras la Segunda Guerra Mundial.

Ya era más que oficial. La guerra había llegado a las Malvinas. Un hecho que quedó todavía más cristalino cuando, el 21 de mayo, los británicos desembarcaron en el Puerto de San Carlos (al noroeste de la isla Soledad) inutilizando o derribando hasta 12 aviones y 3 helicópteros enemigos. Una vez en tierra, las tropas «british» se dispusieron a recorrer a pie los 80 kilómetros que separaban la cabeza de playa del premio final: Puerto Argentino (la capital de la resistencia).

Hacia Monte Longdon

En las semanas siguientes los británicos comenzaron su lento pero inexorable avance hasta Puerto Argentino. Lo hicieron a base de fusil y experiencia militar. La misma que escaseaba entre unos defensores que, por otro lado, rebosaban sentimiento patrio y valor.

Posición tras posición, los ingleses superaron a los latinoamericanos hasta lograr ubicarse a principios de junio a poco más de una veintena de kilómetros de la capital. Sin embargo, en su camino hacia la victoria se interponían varias unidades acantonadas en ubicaciones como el monte Harriet o el Dos Hermanas. De todas ellas, no obstante, la más destacable era la del monte Longdon, una de las últimas elevaciones antes de llegar al corazón de la resistencia y, por tanto, clave en la defensa. Si los británicos lograban dominar este terreno, tendrían a tiro su objetivo final.

Lo que no sabían es que aquella conquista les iba a costar sangre y sudor. Y eso a pesar de que el monte Longdon estaba defendido únicamente (y según afirma Pablo Camogli en su libro « Batallas de Malvinas») por una sola compañía reforzada. Un total de 278 hombres (la mayoría conscriptos) pertenecientes a las siguientes unidades: el Séptimo Regimiento de Infantería, la Primera Sección de la Compañía de Ingenieros Mecanizada 10 y una sección de seis ametralladoras Browning de la Infantería de Marina.

HMS Hermes, durante la guerra de las Malvinas
HMS Hermes, durante la guerra de las Malvinas – ABC

Las condiciones de los defensores eran más que precarias ya que, además del frío (soportaron una sensación térmica de hasta -4 grados, según explicó posteriormente el inglés Nick Rose), carecían de armas decentes y vituallas. «En lo único que pensábamos era en comer. Solo consumíamos sopa que, realmente, era más agua que caldo. Un par de veces nos dieron chicle», señalaba el soldado Luis Lecesse en el reportaje «Viaje al infierno. Batalla del Monte Longdon».

Para enfrentarse a estas tropas, los ingleses enviaron al 3er Regimiento de Paracaidistas (o 3 PARA). Una unidad que, según explica en un dossier sobre la batalla Eduardo C. Gerding (militar y antiguo Jefe de la División Prestacional de la Subgerencia de Veteranos de Guerra), «constituye un cuerpo de élite hermético e intensamente competitivo». «Su rol como unidad de asalto frontal se ve reflejada a través de un arduo y prolongado proceso de selección que elimina a todos los postulantes excepto a los mas dedicados y agresivos», añade. Estos hombres estaban reforzados, a su vez, por seis piezas de artillería de 105 mm.

A pesar de que la ventaja de los ingleses era, en principio, de poco más del doble, Camogli señala que la realidad era bien diferente: «Una sola compañía reforzada (278 hombres) tuvo que enfrentarse a todo un batallón (de casi 600 efectivos). La proporción inicial a favor de los británicos era de 2 a 1, pero si extendemos el análisis al poder de combate relativo, la proporción se ampliaba a 5 a 1».

La mina que inició la batalla

El ataque comenzó en la noche del 11 de junio. Aproximadamente a las 20:01 (según explica Camogli), los ingleses avanzaron sobre la ladera del monte Longdon. Su objetivo era conquistar la cima avanzado sin ser vistos hasta las posiciones argentinas. Una vez allí, destrozarían sus líneas defensivas a quemarropa. Sencillo sobre el papel, pero más que complejo en realidad.

En mitad de la oscuridad, la compañía A del 3 PARA avanzó por el norte, la compañía B lo hizo por el oeste, y la compañía C quedó en reserva.

El paracaidista inglés Mark Eyle Thomas definió así el plan: «Se esperaba que la moral argentina y su resistencia fuese débil. Nos aseguraron que no habría campos minados. Los 3 PARA atacarían a pie […] Para contribuir al factor sorpresa el ataque sería silencioso. Cubierto por la oscuridad, nuestro pelotón […] avanzaría campo a través a lo largo del borde norte del monte antes de desplazarse al sur […]. Allí uniría fuerzas con el 5to Pelotón y continuaría avanzando hacia la cima […]. Nuestra Compañía A atacaría la cima mas pequeña».

Soldados argentinos, en las Malvinas
Soldados argentinos, en las Malvinas – Alberto Palito Haliasz

Apenas unos minutos después se sucedió el desastre cuando un soldado inglés entró de lleno en un campo de más de 1.500 minas que los argentinos habían instalado a los pies del monte. Sin percatarse de la trampa mortal en la que se había metido, pisó un explosivo.

Así definió el suceso el hoy Teniente General Hew Pike -al mando de la operación-: «El avance inicial hacia el pie de la montaña fue silencioso y sin problemas, hasta que un cabo de la compañía B pisó una mina. La explosión le arrancó una pierna y el elemento sorpresa se perdió». Thomas, por su parte, explicó así el suceso: «Poco después de la medianoche avanzamos en formación escalonada. Cinco minutos después escuchamos una explosión seguida de gritos de dolor. Mi jefe de sección, el Cabo Brian Milne, había pisado una mina».

Primeros disparos

Tal y como relata Thomas, a partir de ese momento se «desató el infierno». Desde la cima los argentinos comenzaron a disparar sus armas pesadas contra los paracaidistas de la compañía B: «El caos reinaba. Los argentinos gritaban las órdenes desde lo alto, seguido por ráfagas de armas automáticas, balas trazadoras y explosiones». Por si el nutrido fuego de fusilería fuese poco, los defensores dirigieron contra el 3 PARA una letal ametralladora de calibre 50 ideada, en palabras del inglés, para abatir aviones en pleno vuelo. La compañía B se vio detenida en seco.

Mientras sus compañeros sufrían un torrente de cartuchos, la compañía A (ubicada en el flanco izquierdo) logró avanzar y superar la primera línea de defensa argentina. Posteriormente, la unidad se lanzó de bruces contra las posiciones enemigas ubicadas en el flanco derecho de los defensores, las cuales conquistó tras duros combates.

En medio de aquel caos, los dos bandos lanzaron bengalas para iluminar el campo de batalla y distinguir a sus enemigos en la lejanía. Pero ya era tarde, pues la compañía A ya había entrado en lid a bayoneta calada.

Un feroz ataque… detenido

Mientras la compañía A avanzaba, la compañía B se vio obligada a cargar contra las ametralladoras pesadas argentinas. Thomas definió así el asalto, que se llevó a cabo también a bayoneta: «Los hombres estaban detrás de mí y a mi izquierda, sus bayonetas brillando bajo la luna. […] Todos esperando la orden de atacar. En la Primera Guerra Mundial se dio la orden de ataque por el sonido de un silbato, con lo cual los chicos se lanzaban contra el enemigo. Más de 60 años más tarde estábamos haciendo básicamente lo mismo pero sin el silbato. «¡Carga!» Pasamos la cresta y corrimos hacia el enemigo. Disparaba mi arma y no pensaba en nada. Sin dudas, sin miedo, como un robot. Seguimos como imparables, sin inmutarnos por las grandes armas».«Pasamos la cresta y corrimos hacia el enemigo. Disparaba mi arma y no pensaba en nada»

El ataque logró desalojar a los argentinos. Sin embargo, el 3 PARA no pudo continuar su avance debido a dos contrincantes inesperados. El primero fueron las baterías de artillería que, de improviso, empezaron a apoyar desde la lejanía a los defensores. El segundo fue mucho más determinante: el continuo fuego de los francotiradores. Combatientes entrenados que hicieron buen uso de los escasos visores nocturnos que habían puesto a su disposición los mandos.

Tanto Camogli como Gerding hacen hincapié en el papel de estos militares. El último, de hecho, se deshace en elogios hacia ellos: «La totalidad de una compañía británica fue detenida durante horas por la acción de uno solo de estos francotiradores. Dentro los pocos francotiradores conocidos se encuentra el Cabo de Infantería de Marina Carlos Rafael Colemil».

Animado por el fuego aliado, los argentinos trataron de recuperar las posiciones perdidas, sin lograrlo.

La compañía A

Paralelamente, la compañía A continuó su avance hasta toparse con una línea defensiva formada por una sección de infantería que le paró los pies. Esa pequeña victoria dio un respiro a los argentinos, quienes se hallaban desbordados en todos los frentes. En un intento de restablecer las líneas, los oficiales ordenaron a las reservas de ingenieros cargar contra los paracaidistas para evitar la debacle. El plan funcionó a medias. Aunque estos hombres no lograron recuperar las pociones perdidas, sí detuvieron al enemigo.

En las siguientes dos horas las balas surcaron los cielos y los francotiradores no alejaron el dedo del gatillo. Así lo explicó uno de los soldados argentinos presentes en la contienda, Alberto Ramos: «Esto es un infierno. Hay ingleses por todos lados y me cuesta identificar si los proyectiles que caen son los de nuestra artillería que nos apoya o de la artillería inglesa que los apoya a ellos».

La contienda se estancó para la compañía A. Mientras, la compañía B se lanzó una y otra vez contra las posiciones defensivas argentinas, aunque fue detenida por el fuego de las ametralladoras y de los letales tiradores de élite. «En cada nueva carga, caían dos o tres soldados por el efectivo fuego de los francotiradores. Ante esa situación solicitaron fuego de apoyo a la artillería, la que respondió con rapidez y precisión logrando que sus hombres se reacomodaran en el terreno», completa Camogli.

A la conquista del monte

A las cinco de la mañana, tras múltiples horas de contienda, el sol comenzó a alzarse sobre el monte Longdon. Por desgracia, lo que sus rayos iluminaron fue un campo de muerte. Para entonces, la insistencia de los paracaidistas había acabado con la resistencia. Casi sin munición y con la defensa desbaratada, los mandos argentinos dieron la orden de retirada a eso de las seis y media. Aunque eso sí, sabiendo que habían resistido durante casi medio día a la élite de las tropas inglesas.

Hasta las 9 los paracaidistas ingleses no aseguraron el campo de batalla. Al final, lo hicieron a punta de bayoneta mediante una ofensiva que acabó con los escasos defensores que todavía había en el campo.

Combatiententes en el monte Longdon
Combatiententes en el monte Longdon – ABC

«En esta carga final se registraron, según la denuncia efectuada por los veteranos de guerra argentinos, que fue confirmada en 1991 por Vincent Bramley -ametralladorista del PARA 3-, numerosos casos de fusilamientos de prisioneros y heridos argentinos. Bramley cita unos diez casos, pero es factible que hayan sido más», añade Camogli. Aquellos que ofrecieron resistencia fueron sacados de los búnkers y ejecutados a bayonetazos.

Así explica los momentos finales de la contienda Russell Phillips en su libro « Un asunto muy reñido. Una breve historia sobre el conflicto de las Malvinas»: «La dura batalla resultante duró doce horas. El comandante británico del Comando 3, el Brigadier Julian Thompson, se acercó con la orden de retirada. Sin embargo, al final, con apoyo de fuego de artillería y fuego naval del arma de 4.5″ del HMS Avenger , los británicos tomaron la montaña. Las pérdidas británicas ascendieron a 18 muertos y 40 heridos, mientras que las argentinas fueron 31 muertos, 120 heridos y 50 tomados prisioneros. Se otorgaron varias condecoraciones a los paracaidistas británicos por las acciones en la batalla, incluyendo una Cruz Victoria en forma póstuma».

Tras esta batalla se tomó la capital. La capitulación se firmó el 14 de junio.

Pedido de devolución de un documento de la Guerra de Malvinas a la venta en Ebay | Edgardo Esteban lo reclama «por razones humanitarias»

Pagina 12

23 de noviembre de 2020

El actual director del Museo Malvinas y veterano de la Guerra supo que su documento como soldado conscripto estaba por ser subastado, e inició gestiones para recuperarlo.

 (Fuente: Télam)
. Imagen: Télam

El actual director del Museo Malvinas y veterano de la Guerra Edgardo Esteban pidió al poseedor ilegal de su cédula militar como soldado combatiente, al parecer residente en Notingham, Inglaterra, que se la devuelva en «forma inmediata por razones humanitarias». Esteban supo que su documento como soldado conscripto estaba por ser subastado hace unos días en Ebay, e inició gestiones para recuperarlo. El problema es que el poseedor figura con un apodo y se desconoce su identidad.

«Le pido a quien tenga mi cédula militar que me la devuelva de inmediato por razones humanitarias, ya que el documento es algo personalísimo, que hace a la identidad de una persona, y no se puede vender», dijo Esteban sobre el documento que le quitaron al caer prisionero de guerra, en junio de 1982.

El veterano contó que tiene el asesoramiento de un equipo de abogados encabezado por Damián Loretti. Había tomado conocimiento de la aparición de su cédula militar en Ebay a través de la periodista e investigadora Alicia Panero, conocida por otros hallazgos de veteranos argentinos en subastas públicas de objetos militares relacionados con la Guerra de Malvinas. La periodista detectó que el documento lo tendría un persona que vive en Notingham, al noroeste de Londres, y se llamaría Harry Pitt. Pitt vendía los mismos elementos en otra plataforma además de lo subastado en Ebay, sin la cédula militar, por eso todo indicaría que es el poseedor actual del documento de Esteban.

«Fue muy conmovedor cuando recibí la noticia de Alicia. Estaba con mi hijo y mi compañera y me emocioné mucho», dijo Esteban al conocer el hallazgo. Y contó que incluso anotició del tema al embajador argentino en Londres, Javier Figueroa, quien le prometió hacer gestiones para que la cédula militar y también algunas fotografías de Esteban -a punto de ser vendidas- fueses devueltas y no subastadas.

Además de la cédula el lote que estaba publicado para subastar -por un precio inicial de 1.750 libras- incluía fotos que pertenecieron a soldados argentinos y una medalla de un integrante de la Marina Real. «Es un elemento que tiene que ver con la identidad de un soldado, es particularísimo de cada uno», explicó Panero y consideró a Esteban un «soldado icónico», por lo que le «resultó muy fuerte» el hallazgo en Ebay.

Tierra del Fuego aprobó una legislación pionera en el mundo al prohibir la cría de salmones

Telam

30/06/2021 19:10 – USHUAIA

Tras un año de resistencia comunitaria y proyectos en contra de la instalación de esa industria en el Canal Beagle, la Legislatura  aprobó el proyecto para prohibir en esa provincia la instalación de ese tipo de criaderos.

La última crisis ambiental causada por esta industria provocó la muerte de 37 mil toneladas de salmones.

La última crisis ambiental causada por esta industria provocó la muerte de 37 mil toneladas de salmones.
La provincia de Tierra del Fuego aprobó una legislación pionera en el mundo, al prohibir por ley la cría de salmones en jurisdicción provincial, y especialmente en aguas del Canal Beagle, en una medida catalogada de “histórica” por sus impulsores debido a la protección que supone para el medio ambiente marítimo.

La norma, sancionada por unanimidad en la Legislatura fueguina, era un anhelo de instituciones y entidades ambientalistas, tanto locales como del ámbito nacional, y representa el corolario de un proceso iniciado en 2018, cuando se instaló con fuerza el posible establecimiento de salmoneras (jaulas para la cría de salmones en cautiverio) en el lecho marino del Beagle.

Una política ambiental
El viceministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Sergio Federovisky, sostuvo, en diálogo con Télam, que se trata de una “decisión importante” porque “va en el sentido de la transición productiva que tiene que hacer tanto la Argentina como todo el mundo: la de pasar de explotaciones altamente insustentables a otras que no lo sean”.

“Tanto por lo que significa como introducción de una especie exótica, como por los impactos que tiene sobre la flora y la fauna local, más la competencia desleal que hace de especies autóctonas, la salmonicultura como está planteada en la actualidad solo significa un beneficio económico para un sector muy acotado y un alto perjuicio para una región cuya potencialidad del ambiente, explotado de manera sustentable, resulta crucial para pensar el futuro de otro modo”, consideró Federovisky.

En otro sentido, el viceministro destacó que la provincia hizo uso del “principio precautorio”, “un eje esencial de la política ambiental moderna”, agregó.

“Cuando una actividad se presume dañina para el ambiente no debe permitirse que comience hasta que no estén dadas todas las garantías de que no va a perjudicar los recursos naturales. En el caso de la salmonicultura, esas garantías no están dadas, y por eso corresponde no avanzar en proyectos de estas características”, explicó el funcionario.

Además de Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s), referentes científicos del Conicet y entidades académicas como la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (Untdf) se habían pronunciado en contra de la cría de salmones en el Beagle.

La ley
La iniciativa llegó al parlamento fueguino a través del bloque de diputados del Movimiento Popular Fueguino, y motivó un amplio debate en comisión.

El diputado Pablo Villegas, quien presentó el proyecto de siete artículos, aseguró en el recinto que la medida resulta “una clara y contundente definición institucional que destaca la importancia que tiene para los fueguinos la protección y conservación de nuestros recursos naturales”.

También dijo que el proyecto “dejó de ser nuestro” para “ser parte de todo el pueblo fueguino”.

“Cuando una actividad se presume dañina para el ambiente no debe permitirse que comience hasta que no estén dadas todas las garantías de que no va a perjudicar los recursos naturales»,Sergio Federovisky

Por su parte la diputada María Laura Colazo, del Partido Verde, llamó a avanzar en una “agenda ambiental” de la provincia y pidió el análisis de otras leyes como la creación del área nacional protegida Península Mitre, en el sureste de la isla.

A su vez, otros legisladores como la oficialista Mónica Acosta (de Forja, el partido del gobernador Gustavo Melella) y el opositor Federico Sciurano (UCR Cambiemos) destacaron la sanción de la ley.

“Chile está sufriendo la degradación de su ambiente marino por las salmoneras. En esta sesión histórica estamos atendiendo no solo el impacto ambiental, sino el económico para la industria turística de la Patagonia austral”, observó Sciurano.

Respaldos de especialistas y ONG’s
En tanto, la organización “Sin azul no hay verde”, el programa marino de la Fundación Rewilding en Argentina, explicó -en un comunicado- que entre las consecuencias de la salmonicultura se encuentran “las mortandades de salmones masivas, la intensificación de blooms de algas tóxicas (como la marea roja), la introducción de especies exóticas, la alteración de los ecosistemas y pérdida de fauna local, la generación de zonas “muertas” y el enmallamiento de mamíferos marinos”.

La ley “asegurar la protección, preservación y resguardo de los recursos naturales".La ley “asegurar la protección, preservación y resguardo de los recursos naturales».

La organización destacó que, a lo largo de los años, las empresas salmoneras “se han visto envueltas en numerosos escándalos relacionados a los escapes, mortandades y el uso indebido de antibióticos”.

La salmonicultura hubiese representado “una amenaza para la economía de la provincia ya que, en Ushuaia, la mitad de las familias dependen del turismo, una actividad que no podría convivir con el impacto ambiental de la industria. Esta ley es un ejemplo del cuidado de un modelo económico y productivo sostenible, que respeta tradiciones culturales y prácticas artesanales que generan puestos de trabajo genuinos”, manifestó David López Katz, miembro de «Sin azul no hay verde» en Tierra del Fuego.

Por su parte, la vocera de la campaña Océanos de Greenpeace, Estefanía González, dijo que la ley “sienta un precedente histórico para el resto del país y el mundo, evita un desastre ambiental y es un gran triunfo de la ciudadanía y las organizaciones civiles y ambientales”.

“La decisión va a ser una señal para que en Chile, esta industria tenga también un fin. Para que se entienda que los mares patagónicos son un patrimonio único y tienen que ser protegidos”, agregó González.

Incluso el chef Francis Mallmann, también referente y militante de la causa, explicó a la prensa que estuvo embarcado en el Canal Beagle “con los descendientes de nativos que durante miles de años cosecharon frutos de este lugar prístino”, por lo que “poder mantenerlo como está, suma respeto por nuestras tradiciones y un planeta más sano”.

El doctor en biología e investigador principal del Conicet Adrián Schiavini, explicó a Télam que uno de los riesgos de las salmoneras es el escape de ejemplares al mar, que luego compiten con especies nativas y diseminan enfermedades.

“Una jaula de red, colgada en el mar, llena de salmones, es como poner un tarro lleno de caramelos en la puerta de un colegio, para el que pase se sirva. Para los lobos marinos, los salmones gratis se obtienen empujando y rompiendo las redes”, ejemplificó el científico.

Además, los salmones criados en cautiverio generan enfermedades que afectan a la producción.

“La más famosa es el virus ISA (Anemia Infecciosa del Salmón). Para contrarrestar este problema, se usan antibióticos y fungicidas (algunos prohibidos como la Verde Malaquita) que se incorporan en la comida y, en consecuencia, son liberados al medio ambiente. No sabemos cómo esas sustancias afectan a las bacterias, que son los organismos esenciales para sostener a todos los ecosistemas”, completó Schiavini.

El Rompehielos ARA «Almirante Irízar» en la Guerra de Malvinas, 1982

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El rompehielos ARA “Almirante Irízar” está íntimamente relacionado con la acción que realiza nuestro país en su Territorio Antártico. Desde 1978 nos resulta familiar su presencia en aguas cubiertas de hielo, realizando campañas que representan un enorme esfuerzo logístico y científico en condiciones náuticas, meteorológicas y glaciológicas  severas y cambiantes que no ofrecen margen para el error.

En contraste, poco se conoce sobre su participación destacada en el Conflicto del Atlántico Sur, en marzo de 1982, cuando la Nación Argentina recuperó Nuestras Islas Malvinas.

Con anterioridad al conflicto mismo y como parte de la CAV 81-82, el Irizar participó en diciembre de 1981 de las primeras inspecciones que el empresario chatarrero Argentino Constantino Davidoff y sus asesores económicos efectuaran a las Factorías Balleneras de la Islas Georgias del Sur, lugar y situación aparentemente disparadores del conflicto con Gran Bretaña.  

Una vez concretada la CAV 81-82 y desde el instante inicial de la gesta Histórica de Malvinas, el Irizar tuvo activa participación en la misma integrando la Fuerza de Tareas Anfibia que llevó a buen término la Operación Rosario coronada con la afirmación del Pabellón Nacional en Nuestras Islas el 2 de Abril de 1982. Durante el traslado hacia las islas junto a la FT-40 sorteó un Temporal  Huracanado que produjo importantes averías en los buques de la fuerza, casi  abortando la recuperación de las islas. Iniciados los desplazamientos de tropas, efectuó el primer helidesembarco de la operación trasladando a tierra a  Secciones de la Infantería de Marina y del Regimiento de Infantería 25 de Ejercito Argentino, inicialmente en Puerto Argentino y luego en Darwin, en cercanías del poblado de Pradera del Ganso.

Finalizada la Operación Rosario pasó a conformar la Fuerza de Tareas  FT-79 actuando como buque logístico de la fuerza, ejecutando operaciones destinadas a abastecer a nuestros buques y tropas bajo permanente amenaza enemiga, transportando material bélico y aeronaves de  combate del Ejército Argentino formando parte del Brazo Norte de  la Maniobra de Pinzas para atacar a la Flota Británica, actuando como Buque Llamador para orientar a nuestros pilotos de combate de la Fuerza Aérea Argentina, ejecutando un  eficaz remolque del buque tanque ARA “Punta Médanos” bajo el acecho de  submarinos nucleares Británicos, atravesó campos minados y brindando además, cobertura radar aéreo a los aeropuertos del litoral Atlántico Argentino. Sobre el final del conflicto bélico desarrolló funciones de Buque Hospital, brindando ayuda médica a nuestros soldados, y cumpliendo con la humanitaria labor de facilitar medicamentos a las unidades sanitarias británicas cuando éstas así lo solicitaron.

Terminadas las acciones, transportó de regreso a la Argentina Continental, a quienes habían combatido con fiereza, valor, coraje y dignidad en Nuestras Malvinas. La Plana Mayor y la dotación a lo largo del conflicto, cumplieron ampliamente con su deber en el rompehielos ARA “Almirante Irízar” en cada una de las diferentes acciones que le tocó participar, entregando todo de sí: demostrando su coraje y  enorme profesionalismo como ofrenda a la Nación Argentina, dejando una impronta imperecedera en su Historia.

Luego de veinticinco años de aquella Gesta rendimos homenaje a nuestros héroes. A los que reposan en Nuestras Islas, a los que descansan en el fondo del Mar Argentino, a los que una vez con sus familias, no pudieron seguir acompañándonos y a aquellos que están junto a nosotros.

El mejor homenaje es seguir luchando por Malvinas

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Por Daniel Filmus

01 de abril de 2021

A 39 años de la Guerra de Malvinas
A 39 años de la Guerra de Malvinas

El 2 de abril es el día en que los/las argentinos/as rendimos homenaje a los compatriotas que combatieron valerosamente por la recuperación del ejercicio de nuestra soberanía en las Islas Malvinas y demás islas del Atlántico Sur. Recordamos a quienes cayeron en combate, pero también a quienes retornaron al continente y llevan en sus cuerpos y sus mentes el orgullo y las huellas de haber participado en la gesta. También reconocemos y acompañamos especialmente en este día a los familiares de los combatientes.

Si repasamos la historia argentina posterior al conflicto bélico podemos afirmar que este homenaje y reconocimiento no fue un ejercicio rutinario al que todos los gobiernos le dieron similar trascendencia. Es una decisión política que estuvo íntimamente relacionada a la prioridad que se le dio a la Causa Malvinas en cada uno de los períodos. El objetivo de “desmalvinizar” y olvidar el heroico papel que desempeñaron nuestros jóvenes comenzó apenas finalizó la guerra. Antes de volver a sus casas, la dictadura los obligó a firmar un documento en donde se comprometían a no contar lo que había ocurrido en las Islas. Pero también a partir de la recuperación de la democracia hubo largos momentos donde los gobiernos prefirieron olvidar y no brindar el merecido reconocimiento popular a los combatientes. Como señaló Néstor Kirchner en el año 2004: “… hay que terminar con el olvido permanente al que fueron sometidos y al que fue sometida la causa Malvinas con aquella famosa teoría que decía que había que desmalvinizar el corazón de la patria…quienes fueron allí a luchar no fueron a una guerra por una guerra, no fueron a servir a un gobierno nacional determinado, sino que fueron a servir a esa causa tan noble que es la causa de la soberanía nacional de la patria…”. Uno de los últimos intentos de desvalorizar el homenaje a los veteranos fue la decisión de Mauricio Macri de resolver a través del decreto 42/37 que el feriado del 2 de abril (también el del 24 de marzo) pueda ser “trasladado” a otra fecha con fines turísticos. La enorme resistencia de la sociedad a esta medida obligó a que el gobierno tuviera que dar marcha atrás con esta medida.

Pero el mejor homenaje que se les puede brindar a los que combatieron por la recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía en las Islas es comprometernos a continuar trabajando permanentemente y en forma pacífica y con las herramientas que nos brinda el derecho y la diplomacia internacional por los ideales por los cuales muchos de ellos ofrendaron sus vidas y por la solución, de una vez y para siempre, de la disputa de soberanía. En esta dirección creemos que es necesario avanzar hacia la construcción de consensos nacionales que permitan llevar adelante políticas de Estado que se conviertan en estrategias que trasciendan los períodos electorales. Sabemos que no es fácil, pero es imprescindible si queremos tener éxito. Es verdad que desde el mismo momento de la usurpación, en enero de 1833, Argentina ha sostenido su reclamo hacia el Reino Unido en forma permanente. A los pocos meses de ocurrido el hecho, nuestro embajador en Londres, Manuel Moreno, hermano de Mariano, inició las protestas que se continuaron ininterrumpidamente hasta hoy. Pero las estrategias utilizadas no siempre tuvieron continuidad. Por ejemplo, si analizamos las políticas implementadas a partir de 1983, podemos observar que si bien hubo continuidad en el reclamo, poco tuvieron que ver entre sí los caminos escogidos por los distintos gobiernos democráticos. Mientras que en algunos períodos la causa Malvinas se constituyó en un eje central de la política exterior argentina, en otros se privilegió la conveniencia de dar prioridad a las cuestiones económicas en detrimento de la solución de la cuestión de fondo, es decir, la disputa de soberanía.

Un ejemplo de esta última perspectiva ha sido el “comunicado conjunto” conocido con el nombre de Foradori-Duncan. En este “comunicado” se planteaba la necesidad de “tomar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas”. Desde nuestra perspectiva, el principal obstáculo que limita el desarrollo de las Islas es la presencia del colonialismo británico. Ese es el factor que hay que remover.

Existen profundas raíces que permiten sentar las bases para la construcción de políticas de Estado. La más importante es el convencimiento y el sentimiento unánime de nuestro pueblo, más allá de las diferencias sociales, regionales o partidarias, respecto de la justicia de nuestra posición. Desde distintas vertientes, muchos de los principales líderes políticos de nuestra historia, como Roca, Yrigoyen, Palacios, Perón, Illia y Kirchner, colocaron la Causa Malvinas como una reivindicación permanente y actuaron en consecuencia. El consenso en torno a la Resolución 2065(XX) de la ONU en 1965, la inclusión del objetivo irrenunciable de recuperar el ejercicio efectivo de la soberanía sobre Malvinas como Disposición Transitoria Primera de nuestra Constitución Nacional en 1994, la votación por unanimidad en ambas Cámaras del Congreso de la Nación de la Declaración de Ushuaia en el 2012 y la reciente aprobación, también por unanimidad, de la Ley 27558 que crea en forma plural y multidisciplinaria el Consejo Nacional Asesor Presidencial sobre Malvinas y de la Ley 27557 que demarca el límite exterior de la Plataforma Continental Argentina, son algunos de los ejemplos de la capacidad que tenemos los argentinos de alcanzar miradas comunes frente a objetivos que tienen carácter nacional. Hoy es necesario que los acuerdos también se extiendan hacia concertar los mecanismos que permitan defender nuestros recursos renovables y no renovables en el Atlántico Sur, los cuales son sistemáticamente objeto de las medidas unilaterales -contrarias a las resoluciones de la Asamblea General- llevadas a cabo por el Reino Unido. De igual modo, es fundamental continuar con la denuncia de la enorme y desproporcionada presencia militar británica que, atentando contra el carácter pacífico y de cooperación del Atlántico Sur, continúa amenazando a la Región desde su ilegal posición en las Islas Malvinas.

El creciente consenso alcanzado en los distintos organismos multilaterales acerca de la necesidad de cumplir con la establecido por la Resolución 2065 de la ONU, la conformación de un escenario en donde se consolida la mirada multipolar, las consecuencias del Brexit y la permanente solidaridad de los países de la región y de las 133 naciones en vías de desarrollo que conforman el G77 más China, son algunas de las situaciones que generan condiciones propicias para avanzar en la solución de la disputa de soberanía.

Como todo ejercicio de concertación, alcanzar acuerdos sobre estrategias comunes a las grandes mayorías nacionales exige esfuerzo, amplitud de miradas y humildad. Estamos seguros que la justicia de nuestros derechos, la profundidad del sentimiento que anida en el corazón de nuestro pueblo y el firme compromiso de honrar la memoria de quienes combatieron por nuestra soberanía, permitirá avanzar en implementar políticas de Estado que hagan realidad que nuestra bandera vuelva a flamear en las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y en los espacios marítimos e insulares correspondientes.

*Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur 

Relatos de catamarqueños en la guerra de Malvinas | En el conflicto bélico murieron 5 soldados de Catamarca

Héctor Casalini, presidente del Centro de ex Combatientes de Malvinas en Catamarca, y el soldado Ángel Rearte, contaron sus vivencias durante la contienda.

pagina12.com.ar/333282-relatos-de-catamarquenos-en-la-guerra-de-malvinas

02 de abril de 2021

Monumento a los caídos en Malvinas, Catamarca.
Monumento a los caídos en Malvinas, Catamarca.

Fue el 2 de abril de 1982 cuando la Junta Militar Argentina dispuso el desembarco militar en las Islas Malvinas y ocupó Puerto Argentino, capital de las Islas, iniciando la guerra contra Gran Bretaña. En el conflicto bélico, que finalizó el 14 de junio, murieron 650 combatientes argentinos, entre ellos 5 catamarqueños: Robustiano Armando Barrionuevo, Mario Rodolfo Castro, Edmundo Federico Marcial, Mario Antonio Cisnero y Carlos Alberto Valdez.

A 39 años de la contienda, Héctor Casalini, presidente del Centro de ex Combatientes de Malvinas en Catamarca, y el soldado Ángel Rearte, cuentan sus vivencias durante la guerra.

Casalini vivió la guerra desde el portaviones 25 de Mayo. El primer viaje hacia las Islas lo inició el 28 de marzo y aseguró que no sabía que iban a una guerra. Sólo se enteró el día 2 cuando ya habían llegado a destino. Hizo cuatro viajes partiendo siempre desde Puerto Belgrano, en Buenos Aires. La misión llevar el combustible para los aviones y también provisiones.

“Yo era un colimba, nadie sabía a dónde íbamos. Eso le pasó a la mayoría. Recuerdo que unos cordobeses contaron una vez que a ellos les dijeron que irían a una competencia de tiro en el sur”, cuenta.

Según recuerda, el día que hundieron el ARA General Belgrano, “nos dijeron que el objetivo para los ingleses era cualquiera de los dos barcos, el crucero o el portaviones. El día que hundieron el crucero nosotros estábamos volviendo del segundo viaje, lo que significa que zafamos, que fue el azar. Si nos hubieran bombardeado a nosotros nadie se hubiera salvado por todo el combustible que llevábamos para los aviones”, relató.

Casalini explica que la verdad de lo que sucedió en Malvinas para él aún es un misterio. Asegura que hay información que no es completa, como “la ayuda de los Estados Unidos o la información que pasaban los chilenos a los ingleses”. Además, ratifica lo que ya muchos dijeron: “No estábamos preparados, éramos conscriptos contra profesionales. Pero sé que igualmente ellos no se la llevaron de arriba”.

El relato deÁngel Rearte es más extenso. Fue uno de los soldados catamarqueños que batalló en las Islas. Tenía 18 años y cumplía el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento de Infantería Aerotransportada 17. Sus recuerdos son del horror de sus camaradas mutilados o muertos en batalla.

A diferencia de Casalini, que no supo la primera vez a dónde lo llevaban, Rearte pidió ser voluntario.”Partimos los primeros días de mayo. Primero a Córdoba, después a Comodoro Rivadavia y desde ahí a las Islas. A Malvinas llegamos los primeros días de junio. Fuimos agregados al Regimiento de Infantería 7 de La Plata. Éramos 8 soldados y dos suboficiales de Catamarca”.

Recuerda que llegaron al atardecer en un aterrizaje de emergencia porque estaban bombardeando. Esas primeras horas estuvieron en un pasillo del hospital de campaña en donde, con sus bolsas y fusiles, se sentaron a esperar a que hubiera luz y así ser trasladados hacia sus lugares de destino.

Esas primeras horas para él fueron traumáticas. “Recuerdo que a las ocho de la mañana empezaron a decirnos que fuéramos a un pasillo, hasta que aclare bien. Empezaron a llegar los heridos, mutilados. Algunos con esquirlas o les faltaban brazos, piernas. Yo me quedé en un umbral y observaba el movimiento. Lo más fuerte que tenemos los seres humanos es la sangre y ese olor se me quedó penetrado para siempre”, aseguró.

La posición que tomaron en combate fue el Monte London. “Yo entendí en ese momento que mi vida dependía de mi compañero y él de mí. Las batallas eran de noche, porque no teníamos equipo para combatir de día. Lo que hacíamos era sacar el fusil por la trinchera y ponerlo a 45 o 90 grados y así disparábamos, al azar”, contó.

“Yo sé que estoy vivo y completo por cosas del destino. Una esquirla de bomba me cayó al lado y me quemó el pantalón. Fue un milagro, o por mi fe que no me cortara la pierna”.

Rearte recordó que los días más crueles del combate fueron el 12, 13 e incluso el 14 de junio, cuando se rindieron y fueron apresados. Estaban débiles y cansados porque sólo ingerían mantecol, chocolate y whisky. También, por el frío que era intenso y no dejó de sentirlo ni un sólo día porque la ropa que les daban no era suficiente.

“Nos apresaron el 14 a las 17.45. Estuvimos dos días en unos galpones donde nos poníamos espalda contra espalda y luego nos llevaron al buque Camberra que tenía camarotes para soldados”. En el buque, según recuerda, un oficial inglés les dijo en español que tuvieron muchas agallas y les manifestó su respeto. Eran 4600 los presos que estaban a bordo y les daban desayuno, almuerzo, merienda y cena. “La pasamos mejor estando presos”, dijo.

El buque donde él estaba fue uno de los pocos que pudo llegar a mar Argentino y al que le permitieron el ingreso de las balsas con los prisioneros. “Había muchos, sobre todo militares de grado que no querían que termine la guerra y no nos dejaban entrar. Sé que muchos terminaron en Francia o Uruguay por esta razón. Por suerte nosotros, pudimos descender en Puerto Pirámides”, explicó el ex combatiente.

El viaje desde el sur del país a Catamarca fue en colectivo. En el camino, compró chocolates y una revista y descubrió que en su interior tenían cartas para los soldados, y eso lo hizo sentir que su vivencia de la guerra fue más injusta. “Comercializaron las donaciones que nunca nos llegaron”, señaló.

“A veces cuando relato sé que me quedo corto. Llega un momento que te ahogás, a pesar de que van a ser 39 años. Para nosotros todo sigue vigente. Además, quedó esa espinita. La rendición no estaba prevista esa fecha, los mismos ingleses dijeron después, que si Argentina tenía una semana de aguante la guerra tenía otro fin. Nosotros éramos superiores en coraje”, reflexiona.

El relato que hace es un ida y vuelta en los recuerdos desde que llegó a Malvinas y lo que vive en la actualidad. Señala que si le hubieran dado una escopeta en vez del fusil que no tenía refrigeración y el “caño quedaba rojo y había que esperar”, los resultados también hubieran sido diferentes. Que su adolescencia se borró en esos días y regresó siendo otro, y que “el veterano que diga que no tuvo miedo está mintiendo”. También recuerda que ver las banderas inglesas colgadas en cada poste, en cada cable del tendido eléctrico de las Islas para ellos era perder la batalla moral.

Los militares, a su regreso les prohibieron hablar de lo vivido en la guerra salvo a los miembros de su familia. Tras ese silencio, con la llegada de la democracia, debió internarse en el hospital militar de Buenos Aires y recibió tratamiento psiquiátrico.

Asegura que gracias a esa decisión pudo rehacer su vida y hoy tiene 13 hijos y una esposa que lo contienen y lo entienden. Se ríe, al igual que Casalini, porque aseguran que bromear les hace bien.

Hicimos un cese de fuego, no perdimos la guerra, sólo una batalla”, concluye.

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