Adolfo Pérez Esquivel: “La memoria ilumina el presente”

El pacifista y militante por los derechos humanos rememora en esta entrevista el 10 de diciembre de 1980 cuando recibió el premio Nobel de la Paz y sobre el mismo día de 1983, cuando la Argentina recuperó la democracia.

Publicado el lunes 27 de diciembre de 2021

El pacifista y militante por los derechos humanos rememora en esta entrevista el 10 de diciembre de 1980 cuando recibió el premio Nobel de la Paz y sobre el mismo día de 1983, cuando la Argentina recuperó la democracia.

El 10 de diciembre es una fecha doblemente significativa para las y los argentinos. En 1983, asumió Raúl Alfonsín como presidente constitucional luego de la más sangrienta de las Dictaduras Cívico-Militar que azotaron nuestro país.

Tres años antes, ese mismo día de diciembre 1980, otro hecho señaló el comienzo del fin del régimen militar: el artista y reconocido militante de la no-violencia Adolfo Pérez Esquivel recibió el premio Nobel de la Paz en Oslo, Noruega. El premio fue un revés para los militares en el poder y un estímulo para los activistas y organismos de derechos humanos que, como él, venían denunciando las atrocidades del gobierno autoritario.

Alfonsín asume la presidencia. Fuente: Radio Nacional.


Alfonsín asume la presidencia. Fuente: Radio Nacional.

Más de cuatro décadas después y con 90 años, Esquivel continúa luchando en favor de la paz y la justicia. Dirige el Servicio, Paz y Justicia (SERPAJ) y es el presidente de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM).

Admirador de Mahatma Ghandi y Martin Luther King, víctima también él de terrorismo de Estado, en esta entrevista reflexiona sobre cómo vivió esos días, el proceso que culminó con la dictadura y los retos que todavía hoy vive nuestra democracia. “Tenemos que reestablecer la comunidad porque el individualismo ha hecho mucho daño. Eso es violencia, social, cultural, política. Estamos frente a muchos desafíos”.

-¿Recuerda cómo recibió la noticia del premio Nobel de la Paz?
-Llamé a mi casa y mi mujer me avisó que el embajador de Noruega me estaba esperando en la sede de la embajada. Pensé que era por los informes sobre derechos humanos que regularmente presentábamos a las delegaciones extranjeras. Cuando llegué, noté que el embajador estaba un poco nervioso y que habían preparado una especie de festejo. Ahí me dio la noticia. Lo primero que le dije es que mi trabajo no era individual, sino de miles de personas en toda América Latina: campesinos, indígenas, religiosos y religiosas. A partir de ese momento, la locura de los periodistas, los llamados, las cartas.
A los dos días la Dictadura quiso asesinarme. Estábamos yendo con mi hijo Leonardo al SERPAJ, en la calle Bolívar, y unas personas avanzaron armas en mano para matarnos. Mi hijo aceleró el 4L y por suerte venía un taxi que se interpuso. Ese tachero nos salvó la vida.

Ayuno en la semana del detenido desaparecido. (1982). Foto: Eduardo Longoi. Fuente: CPM


Ayuno en la semana del detenido desaparecido. (1982). Foto: Eduardo Longoni. Fuente: CPM

El premio tuvo mucha repercusión. Yo todavía estaba preso, con libertad vigilada. Empezaron a llegar las cartas y los telegramas reclamando mi completa liberación. Después me enteré que en la cárcel, en la Unidad 9 (NdR: donde Pérez Esquivel estuvo recluido en La Plata) y otras más del país, los presos políticos habían hecho manifestaciones a favor y fueron castigados por ello. Es una de las cosas que más recuerdo de esos días.

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