Dos científicas del CONICET reconstruyen la historia de los yaganes a partir de sus objetos

Las científicas del CADIC Ana Butto y María Paz Martinoli analizan el devenir de los pueblos originarios de Tierra del Fuego.

conicet.gov.ar

Publicado el 12 de octubre de 2023

Vista de la planta del sitio arqueológico Heshkaia 35 (Moat, Tierra del Fuego). Foto: gentileza repositorio digital CADIC

María Paz Martinoli excavando el sitio arqueológico Heshkaia 28 (Moat, Tierra del Fuego). Foto: gentileza repositorio Digital CADIC

Yaganes con vestimenta europea pero que mantienen la práctica de la movilidad canoera y la caza con arpones. Ángeles Sanchez Caballero, 1901-1920. Foto: del Repositorio Digital CADIC

Mujeres Selk´nam marisqueando en la playa. Alberto María De Agostini, 1910-1920. Foto: gentileza repositorio digital CADIC

Vista de la planta del sitio arqueológico Heshkaia 35 (Moat, Tierra del Fuego). Foto: gentileza repositorio digital CADIC

Yaganes o Yámanas, Selk’nam u Onas, Kawésqar o Alakaluf son los nombres que se daban a sí mismos y que les dieron los exploradores a los pueblos que habitaban el archipiélago fueguino al momento del contacto con los europeos a partir del siglo XVI. Las fotos de estas personas, sus rostros, cuerpos y gestos, retratan un momento dado y, a su vez, inmovilizan miles de años de historia en ese instante. “La profundidad histórica de los pueblos originarios de Tierra del Fuego es difícil de rastrear, pero no imposible. La colonización intentó borrar la memoria oral, y tampoco quedaron testimonios escritos por los propios originarios, ni pintados en cuevas, ni grandes construcciones”, señala la arqueóloga del CONICET María Paz Martinoli. Sin embargo, señala la científica, a partir del trabajo arqueológico de las y los científicos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET) sostenido por décadas, se ha logrado recuperar artefactos y restos que posibilitan reconstruir esa historia como un enorme rompecabezas enterrado en distintos lugares de la isla.

“Sabemos, por ejemplo, que el poblamiento de la costa sur comenzó unos ocho mil años antes del presente. Allí encontramos sólo los restos de las herramientas de piedra que los cazadores-recolectores realizaban para llevar a cabo sus actividades cotidianas, y algunas marcas que dejaron sus fogones, como huesos de animales que les sirvieron de alimento o de materia prima. Mil años después comenzaron a aparecer en esta zona los concheros, grandes acumulaciones que se forman a partir del desecho de los restos de valvas que comían, pero que también usaban para la confección de herramientas y adornos. Ese material orgánico nos permitió conocer detalles del modo de vida de estos pobladores originarios”, relata Martinoli, especializada en el estudio de restos de mamíferos marinos en sitios arqueológicos, que con su trabajo persigue entender el aprovechamiento de estos animales por parte de los grupos originarios.

La investigadora detalla que esas comunidades usaban los huesos de los animales -ballenas, lobos marinos, guanacos, aves- para confeccionar utensilios y herramientas, como arpones, cuñas para separar las cortezas y hacer las canoas o punzones. Pero además eran usados para hacer adornos personales y objetos de decoración, especialmente entre los 6400 y los 4400 años antes del presente. “Con las piedras tampoco se quedaban atrás: hacían raspadores con los que preparaban los cueros, raederas que les servían para el corte y preparación de distintos materiales, distintos tipos de puntas de armas con las que cazaban, e incluso hace alrededor de 1500 años antes del presente empezaron a aparecer las puntas de flecha”, precisa Martinoli.

Tal como explica la especialista, esos modos de vida y de relacionarse con la naturaleza se interrumpieron a partir de la conquista y la colonización europea y criolla de Tierra del Fuego, que se dio desde la segunda mitad del siglo XIX en adelante y, a diferencia de otros lugares del país, se mantuvo en manos de misioneros religiosos y estancieros, con escasa presencia estatal. El establecimiento de misioneros anglicanos en la bahía de Ushuaia y las misiones salesianas al norte de la isla tuvieron como denominador la interrupción de la vida nómade de éstos pueblos, la separación de las familias, el hacinamiento, la enseñanza de los respectivos evangelios e idiomas de origen (inglés o español), y las epidemias de tuberculosis y otras enfermedades externas a la región, que llevaron a un trágico descenso de las poblaciones nativas.

El estudio de numerosos textos de viajeros, misioneros y etnógrafos, junto a fotografías de la época sobre el pueblo Yagan, permitió a las y los científicos del CONICET observar que algunas prácticas orientadas a la subsistencia resistieron al proceso de transculturación occidental: desde las canoas, los hombres usaban los arpones para la captura de lobos marinos y las mujeres remaban sentadas para perseguir a las presas entre el oleaje con gran habilidad. Así lo explica Ana Butto, arqueóloga del CONICET, quién se especializa en el relevamiento y análisis de las colecciones patrimoniales arqueológicas, etnográficas y contemporáneas, y aclara: “Otras prácticas fueron adoptadas más velozmente por los nativos, como el uso del pantalón y camisa o vestido”.

Entonces comenzó, según Butto, el borramiento de los pueblos originarios, tanto de manera física como de manera simbólica. ”Desde comienzos del siglo XX la vida de los Selk´nam, Yaganes y Kawésqar pasó a transcurrir como trabajadores urbanos o rurales, hablantes del idioma castellano y estudiantes escolarizados en un relato estigmatizante de la diversidad cultural. También como ciudadanos de estados-nación que veían en los indígenas un obstáculo que debía superarse para construir una nación blanca y civilizada, que ´descendía de los barcos´ y que excluía por lo tanto todo aquello pensado como ´otro´: lo indio, lo negro, lo mestizo”, relata Butto.

Con la fundación de la ciudad de Ushuaia en 1884 y la llegada de agentes gubernamentales, continúa explicando la científica, los misioneros anglicanos se mudaron a otras localidades y en 1916 cerraron las misiones, pero mantuvieron sus estancias en Puerto Harberton y Punta Remolino, que se convirtieron para algunos Yaganes en un lugar de trabajo como peones de estancia, así como de cierto refugio ante ataques de mineros y buscadores de oro del norte de la isla. “El otro gran agente de colonización del territorio fueguino fueron las estancias laneras, que se instalaron en el territorio desde 1885, cuando los estados argentino y chileno comenzaron a entregar tierras en el sector noroeste de la isla. Los siguientes años se extendieron muchas concesiones de tierra a empresas extranjeras y a la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, de capitales chilenos; entregando así la mayoría de los territorios habitados ancestralmente por los Selk´nam”, agrega Butto.

Tal como indica la investigadora, en la actualidad “somos testigos de procesos de readscripción étnica, esto quiere decir, de resurgimiento de comunidades indígenas que luchan por la reivindicación colectiva de su diferencia cultural. Por ello, en los últimos años advertimos la visibilización y la aparición en la arena pública de muchas comunidades indígenas que no eran contempladas por las políticas públicas y que exigen el reconocimiento de sus derechos”, concluye la investigadora.

Por Facundo Sota

Las Islas Malvinas bajo el prisma de la ciencia

A través del proyecto Las islas desde el conocimiento, el CONICET buscó acercar a un público más amplio diferentes investigaciones que realizan científicas y científicos del organismo, que desde sus estudios contribuyen al reclamo de soberanía sobre las islas.

Publicado el 2 de abril de 2023

conicet.gov.ar/las-islas-malvinas-bajo-el-prisma-de-la-ciencia

Ilustración de Facundo López Fraga.

Entre el 2 de abril y el 30 de diciembre del 2022, con motivo del 40 aniversario de la guerra de Malvinas, el CONICET, a través de su Dirección de Relaciones Institucionales, realizó un proyecto multimedia, que incluyo notas, videos, una página web, contenido para redes sociales y una muestra que estuvo presente en Tecnópolis y en distintas provincias, sobre trabajos de investigación que realizan científicas y científicos del organismo, de diferentes puntos la Argentina y de muy diversas disciplinas, sobre la cuestión de las islas Malvinas. El proyecto Las islas desde el conocimiento tomó su impulso de la convicción de que hacer ciencia sobre Malvinas es una forma de ejercer soberanía sobre la totalidad del territorio argentino. En un nuevo Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas, esta nota ofrece un recorrido sobre el proyecto e invita a lector adentrarse en él.

Las Malvinas son argentinas por derecho propio

En una nota publicada el 10 de abril -aniversario de la convocatoria por parte de la Junta Militar a una manifestación en Plaza de Mayo en apoyo a la guerra-, la becaria posdoctoral del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Córdoba Pilar Llorens, abogada y doctora en Derecho y en Ciencias Sociales, analiza las disputas por la soberanía sobre las Islas desde una perspectiva jurídica y explica la importancia de sostener el reclamo argentino.  

Para ver el video, haga click en el enlace

Animales sin fronteras: estudios sobre especies marinas reafirman la soberanía argentina sobre Malvinas

En la nota publicada el 1 de mayo –aniversario del inicio del bombardeo británico contra las islas-, el biólogo del CONICET Flavio Quintana, investigador del Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR, CENPAT, CONICET) de Puerto Madryn, destaca que las aguas adyacentes a las Islas conforman un único ecosistema marino junto al resto del mar Patagónico.

Para ver el video, haga click en el enlace

¿Cómo procesan las “muertes extraordinarias” los familiares de ex combatientes de Malvinas?

En la nota publicada el 2 de mayo –aniversario del día en que Margaret Tatcher ordenó el hundimiento del crucero ARA General Belgrano en el que murieron 323 soldados argentinos- la antropóloga Laura Panizo, investigadora del CONICET Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (IDAES, UNSAM), indaga sobre el modo en qué procesan el luto y el duelo los parientes de los caídos en Malvinas.

Para ver el video, haga click en el enlace

El reclamo por la soberanía de las islas en las canciones de folklore anteriores a 1982

El 16 de mayo –aniversario del Festival de Solidaridad Latinoamericana- su publicó una nota en la que el sociólogo e investigador del CONICET Sebastián Carassai, del  Centro de Historia Intelectual de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), da cuenta de que entre 1940 y 1982 el folclore fue el género musical que acaparó la mayoría de las composiciones referidas a la soberanía en torno a las islas, y analiza la conformación de una “comunidad emocional” entre los cantores de este género, en torno a la convicción de que las Malvinas fueron, son y serán argentinas.

Para ver el video, haga click en el enlace

Vínculos en la posguerra: ¿cómo fueron los encuentros entre excombatientes argentinos y británicos?

En una nota publicada el 8 de junio –aniversario de la fecha en la que la Fuerza Aérea Argentina propinó un duro golpe a la Fuerza de Tareas 317, desbaratando un intento de desembarco en la bahía Agradable- la antropóloga del Consejo Rosana Guber, investigadora del Centro de Investigaciones Sociales (CIS, CONICET-IDES), analiza las relaciones de amistad surgidas entre veteranos de Malvinas que se enfrentaron en la guerra.

Para ver el video, haga click en el enlace

El rol del Estado argentino respecto a los veteranos de guerra

El 11 de junio- aniversario de la llegada del Papa Juan Pablo II a la Argentina para intentar una salida diplomática a la guerra-  se publicó una nota en la que el doctor en Ciencias Sociales Daniel Caho, investigador del Consejo en el Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI, CONICET-UNNE) de Chaco, analiza las políticas públicas implementadas desde el Estado argentino para los ex combatientes.

Para ver el video, haga click en el enlace

La importancia de la Corriente Malvinas en el clima global y regional

En la nota publicada el 20 de junio –aniversario de la rendición argentina- el oceanógrafo Martín Saraceno, investigador del Consejo en el investigador del CONICET en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA, CONICET-UBA) y profesor del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y de los Océanos (DCAO, FCEN-UBA, analiza la importancia de la corriente que lleva el nombre de las islas sobre el clima global y regional.

Para ver el video, haga click en el enlace

La historia de Adalberto Ferlito, el veterano de Malvinas que se convirtió en buzo del CONICET

El 9 de diciembre se dio a conocer la historia de Adalberto Ferlito, un veterano de Malvinas que sufrió un naufragio durante la guerra y que hoy es profesional del CONICET en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET), donde trabaja como buzo recolectando muestras en el Canal de Beagle.

Para ver el video, haga click en el enlace

Patagonia e Islas Malvinas: estudian el mecanismo de dispersión de un género de plantas sudamericano

El 23 de septiembre apareció una nota en la que la doctora en Ciencias Naturales Gisela Sancho, investigadora del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (FCNyM, UNLP), analiza la distribución de especies vegetales que llegaron al territorio insular cuando las masas continentales ya estaban separadas.

Las cosas que perdieron (y encontraron) en el fuego los veteranos de Malvinas

En una nota que se publicó el 6 de octubre, el arqueólogo del CONICET Carlos Landa, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (FFyL, UBA), cuenta su trabajo, con veteranos de Malvinas, sobre los objetos como disparadores de la memoria alrededor del conflicto bélico de 1982.

Para ver el video, haga click en el enlace

Patagonia e Islas Malvinas: un territorio en disputa por la caza de ballenas y lobos marinos entre 1800 y 1914

En esta nota publicada el 13 de octubre, la doctora en Historia Sofía Haller, becaria posdoctoral del Consejo en el Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (IPCSH, CONICET) de Puerto Madryn, reconstruye la historia de la explotación de los recursos naturales del territorio que luego fue escenario de la guerra de Malvinas.

Para ver el video ,haga click en el enlace

Un investigador del CONICET analiza la larga historia de disputas globales anteriores al conflicto bélico de 1982

En la nota publicada el 20 de octubre de 2022, el historiador Darío Barriera, científico del Consejo en el Instituto de Investigaciones Socio-históricas Regionales (ISHIR, CONICET-UNR) de Rosario, da cuenta de las disputas globales en torno a Malvinas que tuvieron lugar desde el siglo XVIII.

Para ver el video, haga click en el enlace

Tras el rastro de la huella indígena en las Islas Malvinas

En esta nota publicada el 2 de diciembre, se cuenta el trabajo del arqueólogo del CONICET Atilio Francisco Zangrando, investigador del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET) y estudioso de los yaganes – un pueblo originario del archipiélago fueguino-, quien indaga sobre la huella indígena en las Islas Malvinas.

Para ver el video haga click en el enlace

El arte y la ciencia unidos para homenajear a los veteranos de Malvinas en Puerto Madryn

En la nota aparecida el 8 de diciembre de 2022, el biólogo Diego González Zevallos, investigador del CONICET en el Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (IPCSH, CONICET), quien comenzó estudiando las aves de Malvinas para luego se volcarse al turismo científico e impulsar una serie de murales que conectan la ciencia con el arte, cuenta sobre el proyecto “El regreso de Malvinas”, un imponente mural en homenaje a los ex combatientes de Puerto Madryn.

Para ver el video, haga click en el enlace

Un historiador dedicado a desarmar las miradas estereotipadas sobre la guerra de Malvinas

En esta nota aparecida el 23 de diciembre, el historiador Federico Lorenz, científico del CONICET en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (CONICET-UBA), quien trabaja sobre el conflicto bélico de 1982 y la posguerra desde el campo de los estudios sobre la memoria, cuenta su trabajo para desarmar ciertas miradas cristalizadas en torno a la guerra de Malvinas.

Para ver el video, haga click en el enlace

Mamíferos marinos del Atlántico Sur y Malvinas: “artefactos de Estado” detrás de la dinámica de ocupación de las Islas

En la nota publicada el 30 de diciembre de 2020, la antropóloga y doctora en Ciencias Naturales Susana García, científica del CONICET en el Archivo Histórico del Museo de La Plata y la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), da cuenta de cómo la caza comercial de ballenas y otros animales motorizó la economía global del siglo XIX y parte del XX en la zona de Atlántico Sur y Malvinas.

Para ver el video, haga click en el enlace

Ahua Saapa Yagan (Mi sangre Yagán)

Integrante de la cultura yagán Paiakoala, cuyos ancestros, nómades y canoeros, recorrieron durante miles de años las aguas del Onashaga, o Canal de Beagle, el autor cuenta aquí la historia de su bisabuelo, Asenewensis.

Víctor V. Filgueira*

12-09-2021 00:18

La cruda realidad

A mediados del siglo XIX, el Onashaga (Canal de Beagle) aún conservaba su estado natural. Los días trascurrían en una monótona pasividad que solo era alterada por el paso de alguna bandada de bandurrias, buscando refugio de las lluvias veraniegas. 

En ese entorno vivía nuestra gente, preocupados únicamente por proveerse el sustento diario. Desde muy pequeños, los mayores les transmitían todos los conocimientos ancestrales, que servían para la vida diaria y los preparaban para el futuro. El respeto por su hábitat y por ellos mismos como yámanas, eran las normas principales de su vida.

En aquellos tiempos, contaban los usúanes, los abuelos, sentados alrededor del fuego, varias anécdotas en las que fueron testigos de incursiones de seres extraños en su querido Onashaga. Se contaban como algo curioso, pero en general nadie tomaba como un mal presagio estas historias.

Las preocupaciones comenzaron cuando los avistamientos de canoas gigantes fueron más frecuentes. De ellas bajaban a tierra firme gente rara y misteriosa, cargada de cosas que nunca antes habían contemplado las retinas de un yagán. Nunca sospecharon que los asentamientos podían ser permanentes, porque se retiraban unos días después, navegando por donde habían llegado.

Por aquel entonces nació Asenewensis, nuestro bisabuelo. Los colonizadores lo nombraron Tomas Yagán. Como tantos otros mamakús, otros hermanos, se vio obligado a convivir con ellos la mitad de su vida. 

¿Hasta dónde llegará esto? Pensaba nuestra gente con tristeza y preocupación. 

Mientras tanto, Asenewensis y los demás yaganes, pasaban sus días lo más alejados que les fuera posible de los hombres blancos, anhelando la partida de todas esas canoas gigantes, que no solo los invadían, sino que restaban esa belleza limpia y pura a la hermosa tierra que los vio nacer.

Por las tardes, los yaganes de la playa, cuando el sol caía en el horizonte rojizo, se adentraban desde Shumakush (Punta Remolino) y divisaban a lo lejos el campamento donde los blancos tenían cautivos a una gran cantidad de hermanos. ¿Cómo vivía esa gente si durante varias primaveras no mudaban sus viviendas ni salían en sus enormes canoas? ¿Serían todos hechiceros de algún pueblo lejano?

Los pocos ancianos que quedaban, en sus presagios decían que los yámanas ya no vivirían felices, que no tendrían más siestas tranquilas en las orillas de las bahías después una comida abundante, que esos hermosos atardeceres juntando erizos no se repetirían en el futuro ni las mujeres volverían a enseñar a las niñas a tejer cestos de juncos (…)

Tushkápalan y las enfermedades desconocidas (1880). Pasaron veranos e inviernos, y Asenewensis, convertido en hombre, se daba cuenta de que los presagios, uno a uno, se iban cumpliendo. Cada vez más canoas gigantes llegaban a su tierra y no quedaba ningún rincón en su Onashaga donde no se topara con esa gente. Sus milenarias costumbres se iban perdiendo. El pusáki, el antiguo fuego, compañero necesario de sus vidas, se encendía con sumo cuidado para no advertir a los blancos dónde se encontraban. Tampoco se utilizaban más las señales de humo que antaño convocaron multitudes de yaganes, tanto para las ceremonias, como cuando Watauineiwa, el ser supremo, les regalaba una ballena varada.

Los ancianos aconsejaban que bajo ningún motivo debían acercarse a Tushkápalan (primer asentamiento europeo en Ushuaia, NDR), porque en ese lugar la gente moría. Casi todos los que se refugiaban allí experimentaban enfermedades desconocidas. Lo gente de la playa lo llamaba ¨el cementerio yagán¨, ya que cada vez que preguntaban por alguno de sus hermanos acogido en ese establecimiento, la respuesta era: ¨Ya no está entre nosotros.¨ 

El tiempo pasaba, más yaganes morían y desaparecían las esperanzas de volver a ser felices. Los ancianos, encargados de almacenar los conocimientos de nuestro pueblo, ya no querían realizar las ceremonias ancestrales porque no se contaba con la privacidad necesaria. Los encuentros con la gente rara y misteriosa eran mucho más frecuentes y trágicos. Los blancos les arrebataban a sus mujeres y nunca más las volvían a ver. Hombres y abuelas tenían que hacerse cargo de los pequeños que quedaban huérfanos por estos hechos aberrantes. 

La supervivencia se vio comprometida y tenían que recorrer largas distancias, porque escaseaban los animales en su antiguo territorio. Niños y abuelos debían esperar largos días la llegada del alimento, y dependían de lo poco que pudieran juntar los hombres sanos y fuertes. En ocasiones era tan miserable que debían repartir entre veinte lo que normalmente alcanzaba para cinco de ellos.

Alrededor del fuego dejaron de escucharse las historias alegres y las lágrimas en los ojos de los abuelos lo decían todo. Cada yagán se lamentaba y le preguntaba a Watauineiwa por qué les enviaba todas estas penurias. 

Los muchos intentos de los viejos y cansados yecamush, los poderosos hechiceros de antaño, eran en vano. Nada podían hacer ante aquella invasión que los confinaba a los rincones más alejados de su intrincado territorio de islas y canales. La desconfianza y el temor aumentaban día tras días. Los inviernos se tornaban mucho más crudos y largos que de costumbre. Un rotundo cambio estaba ocurriendo en el que había sido el tranquilo país de nuestros abuelos.

En ese tiempo, varios misioneros blancos se asentaron en las costas del Onashaga: Tomás Bridges se instaló en Waia Ukatush (Bahía Harberton) y Juan Lawrence en Shumakush. Los comentarios sobre estas familias comenzaron a cambiar cuando entablaron buenas relaciones con algunos yaganes.

Asenewensis contrajo matrimonio con Catalina. A pesar de la alegría, sus días continuaban de la misma manera. Por un lado, escuchaban buenos comentarios sobre algunos blancos y, por otro, los sorprendían tragedias ocasionadas por el contacto con ellos. No debían confiarse demasiado: al menor indicio de la presencia de esa gente en su tierra, corrían a esconder a sus mujeres y a sus niños. Los yaganes eran obligados a volverse cada vez más sigilosos.

Los blancos buenos hacían muchas preguntas y no dejaban de llegar con cajas de madera que ponían frente a ellos por largos períodos de tiempo para atrapar luces y sombras. Ningún yagán toleraba los atuendos con que los vestían para posar delante de las cajas, pero como lo exigían para entregar los alimentos, lo tomaban como una manera diferente de satisfacer el hambre. 

Al relacionarse con los blancos, nuestro pueblo empezaba a conocer la codicia y el acaparamiento.

Las enfermedades traídas por los europeos se fueron esparciendo hasta los últimos escondrijos. Los fallecidos eran tantos que no tenían tiempo de practicar la yamalasemoina, la ceremonia de duelo del pueblo yagán. La tierra se poblaba de cosas extrañas, utensilios y animales nunca antes vistos por nuestros hermanos.

*Primer Consejero de la Comunidad Indígena Yagán Paiakoala de Tierra del Fuego. Fragmento de su libro Mi Sangre Yaguán.

https://www.perfil.com/noticias/opinion/ahua-saapa-yagan-mi-sangre-yagan.phtml

Los españoles no habrían sido los primeros en pisar las islas Malvinas: un dato pone en jaque esa visión europea

Pese a que los científicos del Conicet no quieren arriesgarse a sacar conclusiones apresuradas, consideran que esto podría abrir nuevas posibilidades al reclamo de la soberanía de Argentina sobre las islas.

05-12-2022

Un estudio científico plantea la posibilidad de que los españoles no hayan sido los primeros en pisar las islas Malvinas, por lo que pone en jaque a la visión europea. Se trata de una hipótesis que posicionaría a los yaganes, un pueblo originario de la zona de Tierra del Fuego, muchos años antes.

Desde que los británicos usurparon las Islas Malvinas en 1833, Argentina reclamó sus derechos de soberanía sobre el territorio alegando que fueron descubiertas por integrantes de la expedición de Magallanes en 1520, por lo que fueron incluidas en las cartografías europeas. Por esto mismo, más allá de la plataforma continental, el territorio fue heredado tras la disolución del Virreinato.

La princesa Ana visitó las islas Malvinas y envió un claro mensaje a la Argentina por la soberanía

La llegada de Darwin a las Islas y la presencia de los yaganes

Junto con los británicos llegó Charles Darwin, el científico de la teoría de la evolución. Al desembarcar, notó la presencia inusual de una sola especie de mamífero terrestre: Dusicyon australis. Este animal se parece a un zorro y es conocido como lobo de las Malvinas o “warrah”, que se desconoce cómo llegó a los territorios del Atlántico Sur.

Sin embargo, un estudio de científicos estadounidenses encontró evidencia de actividad humana prehistórica en las Islas Malvinas, mucho antes de que lleguen los españoles y, luego, los usurpadores británicos.

Dentro de estos datos se encuentran: la presencia del warrah, la presencia de carbón fósil, un arpón de hueso y el hallazgo de un artefacto que es compatible con un proyectil de piedra en el lado norte de una de las Islas.

Los hallazgos en las Islas Malvinas. 

Ese estudio fue publicado en la Revista Science y asegura que “es consistente con la tecnología lítica utilizada en Tierra del Fuego durante los últimos 1000 años”, es decir propia de los integrantes del pueblo yagan.

La visión de los científicos del Conicet

Una vez que tomaron conocimiento de estos hallazgos, dos científicos del Conicet Atilio Francisco Zangrando y Luis Borrero tomaron esta investigación y realizaron sus conclusiones según los datos presentados.

Para evitar arrojar conclusiones apresuradas, los investigadores afirmaron que queda aún mucha información que recolectar para poder confirmar la presencia de los yaganes en Malvinas.

Al respecto, Zangrando indicó: “Estas densas acumulaciones de huesos de lobos marinos implican que se alimentó mucha gente, y si se alimentó mucha gente en el lugar tiene que quedar otro tipo de actividad en el sustrato, un registro sobre los instrumentos que utilizaban para procesarlos, sacarle el cuero, depostarlo y demás. Los artefactos y sus desechos deberían aparecer abandonados junto a los huesos”.

Islas Malvinas: el Gobierno presentó una «enérgica protesta» ante el posible despliegue de soldados kosovares

De igual forma, recordó que “hay que tener en cuenta que en las Malvinas estuvieron presentes los loberos por muchos años, donde se asentaban para desarrollar sus actividades clandestinas, arrasaban con las loberías, sacaban la grasa y dejaban las carcasas de lobos marinos tiradas”.

Lejos de descartar una posibilidad, el arqueólogo sostuvo que esto abre el debate y también “posibilidades en términos de reclamo de soberanía sobre Malvinas; en particular, considerando que se habla de pueblos originarios que habitaban el país hubieran ocupado el sector antes de la llegada de los europeos”.

https://www.perfil.com/noticias/sociedad/los-espanoles-no-habrian-sido-los-primeros-en-pisar-malvinas-el-dato-que-pone-en-jaque-a-la-vision-europea.phtml

Tras el rastro de la huella indígena en las Islas Malvinas

El arqueólogo del CONICET Atilio Francisco Zangrando, un estudioso de los yaganes, publicó un artículo sobre la vida de este pueblo originario en el Canal Beagle.

Publicado el 2 de diciembre de 2022

Ilustración: Facundo López Fraga.

Desde hace veinte años, el arqueólogo del CONICET Atilio Francisco Zangrando, además vicedirector del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET) ubicado en Ushuaia, focaliza sus investigaciones en estudios ecológicos sobre el comportamiento de los yaganes, también conocidos como yámanas: un pueblo originario que aún hoy sigue asentado en la región. El científico se dedica a estudiar las conductas humanas de estos antiguos pobladores de la región del Canal Beagle a través de su registro material: analiza su comportamiento, los distintos tipos de artefactos que fabricaban, cómo se movilizaban y de qué modo producían sus asentamientos. También basa sus estudios en fuentes históricas, es decir, analiza documentos históricos escritos que dejaron en la región cronistas y misioneros, y que hacen referencia a las conductas y formas de vida de estos pueblos originarios.

“En el pasado los yaganes eran una comunidad canoera de cazadores recolectores que se movilizaban en la región. Estaban semanas o meses en algún sector de la costa, explotando recursos litorales como moluscos o peces que tenían en las inmediaciones, y también se desplazaban un poco más ya sea hacia el interior del mar o hacia el interior de los valles para buscar otros recursos, como mamíferos marinos utilizando canoas, o bien rastreando guanacos a pie tierra adentro”, explica Zangrando. “Para todas estas actividades desarrollaban tecnologías de caza, como las puntas de arpones para capturas de recursos en el mar, o puntas confeccionadas con roca que aparecen en los sitios arqueológicos”. Además producían agujas con huesos de aves para generar cestas que eran contenedores, fundamentales para las actividades de recolección y transporte de moluscos, principalmente mejillones, y todo lo que tomaban del mar era trasladado hasta el lugar donde estaban asentados, para consumirlos y descartar los restos allí.

Con sus años de bagaje a cuestas, hacia fines de 2021 Zangrando se encontró con un artículo, publicado en la revista Science Advances, que llamó su atención. En él, un equipo de investigación aseguraba haber hallado Evidencia de actividad humana prehistórica en las Islas Malvinas. Las y los autores, de universidades estadounidenses e inglesas, planteaban que a partir del hallazgo de ciertas huellas de comunidades indígenas yaganes, cabía la posibilidad de que hubieran arribado y residido con estadías cortas en las Islas Malvinas mucho antes que la llegada de los navegantes europeos, es decir, antes del siglo XVIII. Frente a este panorama, Zangrando, que estudia las sociedades nativas que habitaron la costa sur de Tierra del Fuego desde hace 8 mil años, analizó dicho artículo y planteó una visión cautelosa al respecto, que volcó recientemente en una publicación en The Journal of Island and Coastal Archaeology en coautoría con el investigador del CONICET Luis Borrero. “Las aseveraciones del artículo nos plantean una serie de dudas en cuanto a los argumentos, porque toman distintas líneas de evidencia que a nuestro juicio no resultan suficientes para estar seguros del hallazgo”, advierte el investigador.

Las y los científicos estadounidenses e ingleses del paper de Science describieron la presencia de pueblos indígenas previo a los primeros desembarcos en las Islas Malvinas de potencias europeas basándose en hallazgos ocurridos en las islas presumiblemente vinculados al comportamiento de los yaganes: en primer lugar, observaron abundantes depósitos de carbón; en segundo lugar, la presencia de artefactos como la punta de un proyectil y huesos de lobos marinos; y también, la presencia de huesos de una especie de cánido similar a un zorro cuya dieta, según pudieron saber a través de estudios químicos, habría sido similar a la de los yaganes, lo que les hizo pensar que pudo llegar a ser un cánido domesticado por ellos. “El problema es que todas estas evidencias no están asociadas a un contexto arqueológico firme sino que se muestran aisladas. Hallaron concentraciones de carbón en un sector, la punta de lanza en otro, los huesos en otro, cuando la esencia de la arqueología justamente es mostrar la asociación entre todas estas evidencias para interpretar la conducta humana en el pasado. En nuestra opinión, hasta que no se encuentre una evidencia firme con esta asociación, como los tipos de sitios arqueológicos que encontramos en el Canal Beagle, va a ser muy difícil aseverar la presencia humana en momentos anteriores a la llegada de los europeos a las islas”, asegura Zangrando.

A partir de la lectura del paper, los científicos argentinos realizaron un análisis de las evidencias halladas. Con respecto a las muestras de carbón encontradas en distintos puntos de Islas Malvinas y al planteo de que tienen un origen antrópico, Zangrando y Borrero advirtieron que los hallazgos se realizaron en depósitos naturales, sin relación con materiales arqueológicos, por lo cual no puede demostrarse una asociación directa entre las concentraciones de carbón y algún indicio de actividad cultural. Además, sobre el hallazgo de concentraciones de huesos de lobos marinos en ciertos sectores de las Malvinas y de una punta de proyectil, Zangrando señala que “estas densas acumulaciones de huesos de lobos marinos implican que se alimentó mucha gente, y si se alimentó mucha gente en el lugar tiene que quedar otro tipo de actividad en el sustrato, un registro sobre los instrumentos que utilizaban para procesarlos, sacarles el cuero, depositarlos y demás. Los artefactos y sus desechos, deberían aparecer abandonados junto a los huesos. Toda esa evidencia, que es muy normal encontrar en contextos como el Canal Beagle y que generaron los antiguos fueguinos en el lugar, no aparece en el registro de este trabajo. Hay que tener en cuenta que en las Malvinas  estuvieron presentes los loberos  por muchos años, donde se asentaban para desarrollar sus actividades clandestinas, arrasaban con las loberías, sacaban la grasa y dejaban las carcasas de lobos marinos tiradas sobre las playas, y esto generaba grandes acumulaciones”.

Para Zangrando, de todas formas, “el planteo de este trabajo abre una discusión muy interesante y posibilidades en términos de reclamo de nuestra soberanía sobre Malvinas, en particular considerando que estamos hablando de pueblos originarios que habitaban nuestro país hubieran ocupado el sector antes de la llegada de los europeos”. Sin embargo, los científicos argentinos piensan que aún falta desarrollar más estudios para tomarlo como una evidencia. Al respecto Zangrando señala: “No creo que la discusión esté finalizada, pero necesitamos evidencias más sólidas para poder asentar o utilizar esta interpretación para plantear algún reclamo sobre la soberanía”.

¿Cómo vive él, como arqueólogo, la cercanía con las Islas Malvinas? “Al interactuar con distintos colegas, a partir de este trabajo de investigación, se me abrió un horizonte sobre un tema que no había pensado previamente, que es el hecho de poder analizar y discutir evidencia humana en Malvinas. Normalmente, los arqueólogos necesitamos ir hasta el lugar para poder trabajar un espacio, excavar, tomar la evidencia, y esto no nos es factible en las islas, pero sí es posible generar o participar de estas discusiones. Viviendo acá uno lo encuentra como una necesidad de contribuir a la causa sobre la soberanía de Malvinas”.

A futuro, Zangrando pretende estrechar lazos de colaboración con colegas de otros países para continuar con el intercambio de opiniones en torno a la presencia o no indígena en las Islas Malvinas. “La ciencia nos ofrece la posibilidad de atravesar ciertas fronteras que a veces se encuentran muy cerradas o establecidas, y generar discusiones que pueden ser muy favorables a futuro”, dice, con esperanza. “En las investigaciones que se desarrollamos en el CADIC siempre trabajamos pensando en la soberanía sobre las islas. Es algo intrínseco a todas las actividades que desarrollamos en este lugar. Venir, instalarse acá y desarrollar investigaciones en sectores que plantean esta necesidad de una búsqueda soberana en la región. Personalmente jamás imaginé estar discutiendo sobre Malvinas con los yaganes, pero pensar que lo que venimos investigando desde hace años puede tener otra utilidad, que uno no veía, es algo muy atractivo. Aún no tenemos evidencia concreta de que haya ocurrido, pero si se comprobara, se abriría una interpretación totalmente nueva sobre la capacidad de navegación de estos grupos que estudiamos en la región, lo que a nivel arqueológico sería un hito, y en términos de soberanía, serían los primeros colonos de las islas y eso debería ser considerado al momento de discutir sobre el origen y la ocupación de ese espacio a futuro”, concluye.

Referencia bibliográfica

Zangrando, A. F. J., & Borrero, L. A. (2022). A pre-European archaeology in Malvinas/Falkland Islands? A review. The Journal of Island and Coastal Archaeology, 1-15. DOI: https://doi.org/10.1080/15564894.2022.2077484

***Esta nota forma parte de “Las islas desde el conocimiento”, un proyecto que invita a mirar las Malvinas a través del prisma de la ciencia.

Para ver el video de esta nota, hacé click acá. 

Por Cintia Kemelmajer

HISTÓRICO: Descubren que los ingleses no fueron los primeros en pisar las Islas Malvinas

29/10/2021

Recientemente un equipo de investigadores de los Estados Unidos encontró huellas que indicarían que miembros de las comunidades indígenas de América del Sur arribaron y residieron con estadías cortas en las Islas Malvinas mucho antes que el marinero inglés John Strong en 1690.

Los resultados de la investigación se publicaron esta semana en la prestigiosa revista Science Advances de la Asociación Estadounidense para el Avance de las Ciencias.

Hasta este momento la historia oficial sostenía que exploradores europeos habían sido los primeros en pisar las islas en el Siglo XVII, sin embargo, los resultados de un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Maine, liderados por la investigadora Kit Hamley, sugieren lo contrario.

Esta nueva hipótesis sostienen que hubo presencia humana en las Islas Malvinas mucho antes que la llegada de los europeos.Publicaciones relacionadas

El pueblo indígena que más probablemente haya visitado las Malvinas fue el pueblo yagán

“Aunque no podemos estar seguros, consideramos que el pueblo indígena que más probablemente haya visitado las Malvinas fue el pueblo yagán, cuyas comunidades descendientes aún están presentes tanto en Chile como en Argentina”, explicó la investidora Kit Hamley a la prensa argentina.

“Los relatos etnográficos de los yaganes en la época sugieren que los mamíferos marinos y las aves marinas, principalmente los pingüinos, eran sus principales fuentes de alimento. Eran cazadores marítimos muy hábiles que habrían tenido la capacidad de navegar hasta las Malvinas”, analizó Hamley.

Al hacer excavaciones en las Islas Malvinas, Hamley y sus colegas encontraron huesos de animales, registros de carbón vegetal, y las examinaron en busca de indicios de actividad humana mediante la datación por radiocarbono y otras técnicas de laboratorio.

Una huella de la actividad humana antes de la llegada de los europeos procede de un registro de carbón vegetal de 8.000 años de antigüedad recogido en una columna de turbera de la isla Nueva.

Según los investigadores, el registro mostraba indicios de un marcado aumento de la actividad de combustión en el año 150 de la era cristiana, y más picos abruptos y significativos de combustión en los años 1410 y 1770 de la era cristiana, el último de los cuales se corresponde con el asentamiento europeo inicial.

Los investigadores también recogieron muestras de lobos marinos y pingüinos en la Isla Nueva, cerca del lugar donde un propietario descubrió una punta de proyectil de piedra que coincide con la tecnología que los indígenas de América del Sur han utilizado durante los últimos 1.000 años.

Los huesos estaban amontonados en montones en un sitio. La ubicación, el volumen y el tipo de huesos indican que los montículos fueron probablemente ensamblados por humanos, según los investigadores estadounidenses.

Evidencias de actividad humana prehistórica en las Islas Malvinas

AVANCES CIENTÍFICOS

27 de octubre de 2021

science.org

Abstracto

Cuando Darwin visitó las Islas Malvinas en 1833, notó la sorprendente aparición del único mamífero terrestre de las islas, 

Dusicyon australis (o “warrah”). Se han debatido los orígenes del warrah y anteriormente se rechazó el transporte humano prehistórico debido a la falta de evidencia de actividad humana preeuropea en las Islas Malvinas. Presentamos varias líneas de evidencia que indican que los humanos estuvieron presentes en las Islas Malvinas siglos antes que los europeos, incluido (i) un aumento abrupto en la actividad del fuego, (ii) depósitos de vertebrados marinos mixtos que son anteriores a la exploración europea por siglos, y (iii) una Punta de proyectil de superficie hecha de cuarcita local. La evidencia dietética de D. australis sigue respaldando aún más un posible mutualismo con los humanos. Los hallazgos de nuestro estudio son consistentes con la cultura del pueblo Yagan (Yámana) de Tierra del Fuego. Si la gente llegó a las Islas Malvinas siglos antes de la colonización europea, esto reabre la posibilidad de la introducción humana del warrah.

INTRODUCCIÓN

Cuando Charles Darwin visitó las Islas Malvinas en 1833, notó la aparición inusual de una única especie de mamífero terrestre: 

Dusicyon australis , un cánido parecido a un zorro conocido como lobo de las Islas Malvinas o “warrah”

1 ). En sus diarios, Darwin observó la falta de miedo del warrah y su naturaleza inquisitiva, planteando la hipótesis de que “dentro de muy pocos años… este zorro será clasificado con el dodo, como un animal que ha desaparecido de la faz de la tierra” ( 

2 ). . En 1876, el warrah se convirtió en el primer cánido en extinguirse en el período histórico global, como resultado de la caza excesiva ( 

3 ). Si bien la extinción del warrah está bien documentada, la naturaleza y el momento de su dispersión inicial a las Islas Malvinas han sido objeto de especulación durante siglos. La evidencia genética indica que 

D. australis divergió de Dusicyon avus , una especie de zorro continental de América del Sur, entre 31 y 8 mil años (ka) AP (antes del presente; 

4 ). Cuando llegaron los primeros europeos en 1690, no encontraron evidencia de gente ni se han descubierto sitios arqueológicos que respalden una presencia humana preeuropea en las islas hasta la fecha. Por lo tanto, se ha planteado la hipótesis de que 

D. australis evolucionó a partir de poblaciones de D. avus que cruzaron el Atlántico Sur durante el Último Máximo Glacial, cuando los niveles del mar eran ~125 m más bajos y la plataforma continental expuesta reducía la distancia de un cruce transoceánico ( 

4 ). . Sin embargo, esta hipótesis se ve socavada por la escasez de evidencia de un puente de hielo marino, así como por la falta de otros mamíferos terrestres nativos en las Islas Malvinas ( 

4 ). Alternativamente, si D. australis divergió de D. avus en Sudamérica continental, tal vez a través de la domesticación, entonces podría haber llegado a las Islas Malvinas durante el Holoceno a través del transporte de los yaghanes (yámanas) u otros pueblos indígenas antes de la exploración europea del Atlántico Sur.

1 ).La posición de las Islas Malvinas en relación con la Corriente de las Malvinas, rica en nutrientes ( 

Fig. 1 ), podría haber facilitado el acceso de las islas a pueblos marineros capacitados, quienes pueden haber aprovechado la rica biodiversidad de la corriente como recurso alimentario ( 

5 ). Hacia el año 6400 AP, la mayoría de las comunidades indígenas del Canal Beagle y el Estrecho de Magallanes subsistían principalmente de recursos marinos ( 

6 ). Ambos restos de vertebrados conservados en concheros y relatos etnográficos históricos indican que los indígenas fueguinos habían desarrollado la capacidad de cazar pinnípedos en aguas abiertas desde canoas ( 

6 ). Varias líneas de evidencia indican la posibilidad de una presencia humana preeuropea en las Islas Malvinas, incluyendo (i) evidencia anecdótica de canoas durante la visita de Darwin ( 

2 ), (ii) un aumento previamente reportado en carbón fósil centrado en 4800 AP cerca del actual ciudad de Stanley ( 

7 ), (iii) informes de elementos líticos y un arpón de hueso ( 

8 , 

9 ), y (iv) la presencia del warrah, el único mamífero terrestre de las Islas Malvinas. En 1979, un terrateniente local encontró una punta de proyectil de piedra en el lado norte de New Island ( 

Fig. 2 ). Este artefacto está hecho de cuarcita de origen local que abunda en las Islas Malvinas ( 

10 ) y es consistente con la tecnología lítica utilizada en Tierra del Fuego durante los últimos 1000 años ( 

Fig. 2 ) ( 

8 ). Sin embargo, a falta de datos arqueológicos, el origen de la punta de piedra (y de las canoas observadas por Darwin en 1833) seguía siendo un enigma.

Figura 1 . Mapa de las áreas de estudio en las Islas Malvinas y ubicaciones de recursos importantes en New Island.( A ) Posición de las Islas Malvinas en relación con el sur de América del Sur y la Corriente de las Malvinas (recuadro). ( B ) Mapa de las Islas Malvinas con las ubicaciones de los núcleos de turba indicadas por estrellas rojas, incluidas New Island, Mount Usborne y Bleaker Island. ( C ) Mapa de New Island con ubicaciones de recursos clave en relación con la ubicación del núcleo de New Island.
Figura 2 . Mapa e imágenes del sitio de New Island.( A ) Mapa del sitio de New Island que muestra las ubicaciones de las pilas de huesos y los puntos de piedra; NEWIBP6 y NEWIBP7 fueron excavados por completo en 2018 y analizados para este proyecto. ( B ) Un modelo tridimensional de la punta lítica de New Island encontrada en 1976. ( C ) Imagen de NEWIBP6 antes de la excavación. La pila de huesos se conservó principalmente bajo una capa oscura de turba (flecha roja). El área ha sufrido una considerable erosión superficial que ha resultado en dispersión pendiente abajo y exposición de elementos óseos. Crédito de la foto: Kit Hamley, Universidad de Maine. Datos del mapa: 2015 Google.

Establecer el momento de la llegada humana a las islas puede resultar complicado, ya que es posible que las poblaciones pequeñas o transitorias no dejen atrás material cultural ( 

11 ). Sin embargo, el registro paleoecológico puede proporcionar evidencia de impactos antropogénicos en ecosistemas insulares sensibles, incluidos aumentos en la actividad de incendios, introducciones o extinciones de especies ( 

11 – 

13 ). De estos, el fuego ha demostrado ser un indicador particularmente sensible de la actividad humana inicial en los ecosistemas insulares ( 

11 ). Se ha descubierto que las tasas de acumulación de carbón sedimentario (CHAR) aumentan en órdenes de magnitud inmediatamente después de la llegada humana y, en última instancia, disminuyen a un valor inicial elevado en relación con el fondo preantropógeno ( 

11 , 

14 , 

15 ). Al proporcionar evidencia indirecta indirecta de los impactos humanos integrados en paisajes completos, el registro paleoecológico puede ser más sensible que el registro arqueológico a la hora de detectar actividades humanas iniciales o efímeras en los ecosistemas insulares. Para aprovechar este potencial, combinamos métodos de paleoecología y arqueología para investigar una posible presencia humana prehistórica en las Islas Malvinas. Nuestra investigación interdisciplinaria reabre la cuestión de una posible prehistoria humana de las Islas Malvinas, que son un importante punto de biodiversidad y el sitio de la primera extinción de cánidos en el registro histórico global.

RESULTADOS

En 2018, realizamos un estudio de la superficie del suelo en New Island en el área donde un terrateniente local había encontrado en la superficie una punta de piedra hecha de cuarcita de origen local en 1979. Durante el estudio, identificamos siete depósitos distintos de aves marinas desarticuladas y huesos de mamíferos marinos justo arriba del lugar donde se encontró la punta de piedra ( 

Fig. 2 ). Excavamos dos de estos depósitos, que estaban compuestos principalmente por 

Otaria flavescens [león marino sudamericano; Pila de huesos 6 de New Island (NEWIBP6): número mínimo de individuos (MNI) = 61; NUEVOIBP7: MNI = 73; tabla S3] y 

Eudyptes chrysocome (pingüino penacho amarillo del sur; NEWIBP6: MNI = 9; NEWIBP7: MNI = 77; tabla S3). Datamos 10 elementos únicos de estos montones, que representan 10 individuos de 

O. flavescens (tabla S1). Las pilas de huesos de New Island arrojaron fechas entre 675 y 530 AP (1275 a 1420 CE) [todas las fechas reportadas como años calendario calibrados antes del presente (1950), excepto cuando se indique como CE o se indique lo contrario].Analizamos registros de carbón de tres sitios en busca de evidencia de quema antropogénica prehistórica: una columna de turba de New Island, un núcleo de turba de un pantano en Mount Usborne (705 m; East Falkland) y una columna de turba costera de Bleaker Island ( 

Fig. 1). ). Mount Usborne es el lugar más alto de las Islas Malvinas, ubicado en el interior de East Falkland; su aislamiento, exposición y distancia a los recursos costeros lo convierten en un candidato poco probable para el uso de la tierra por parte de humanos en el pasado, y el sitio no se visita con frecuencia en la actualidad. Por lo tanto, consideramos que el registro de carbón vegetal de Mount Usborne es una muestra de control que representa el régimen de incendios naturales impulsado por el clima para las Islas Malvinas. Por el contrario, Bleaker Island es una pequeña isla periférica (20,7 km 

2 ) al sur de East Falkland. Incluimos esta ubicación porque Darwin notó varias canoas en una playa de Bleaker en 1833. Especuló que la Corriente de las Malvinas era la explicación más probable para la presencia de las canoas, pero no descartó a los visitantes indígenas ( 

2 ).La historia del incendio de Mount Usborne fue relativamente uniforme ( 

Fig. 3 ), con CHAR bajo (<1 pieza cm 

−2 año 

−1 ; 

Fig. 3 ) a lo largo de los 13.000 años de registro. El registro de 15.000 años en Bleaker Island es similar, con sólo un ligero aumento en CHAR y frecuencia de incendios a ~7000 BP. En contraste, el registro de carbón de New Island muestra un marcado aumento en CHAR a ~1800 AP que no se observa en los otros dos sitios ( 

Fig. 3 ). De 550 a 400 AP, CHAR aumentó abruptamente en dos órdenes de magnitud, al mismo tiempo que las distribuciones de radiocarbono de los huesos datados de 

O. flavescens ( 

Fig. 4 ). Se produjeron aumentos abruptos similares en CHAR entre 180 y 120 AP durante la llegada inicial de los europeos a New Island, después de lo cual los valores de CHAR se redujeron pero la actividad de los incendios se mantuvo constante hasta el día de hoy ( 

Fig. 4 ). Los aumentos en CHAR en 550 y 180 BP contienen los valores más altos de cualquiera de los registros que analizamos en las Islas Malvinas y fueron varios órdenes de magnitud mayores que los valores máximos de CHAR del Monte Usborne o la Isla Bleaker ( 

Fig. 3 ), como así como de un registro de carbón publicado anteriormente de Surf Bay en East Falkland ( 

16 ).

Fig. 3 .CHAR para New Island (rojo), Bleaker Island (gris) y Mount Usborne (negro), con eventos de incendio importantes indicados (+).Los datos CHAR se trazan en un eje logarítmico debido a una diferencia de tres órdenes de magnitud en los valores CHAR entre ubicaciones. Los años se informan en años calibrados antes del presente (cal BP).

ABRIR EN EL VISOR

Figura 4 .New Island CHAR (barras negras) y eventos de incendio significativos (+), que muestran un aumento en la actividad de incendios a partir de 1000 BP, con grupos de picos de alta magnitud que ocurren entre 550 y 400 BP y entre 180 BP y 2016 EC presentes.Curvas de distribución de probabilidad para muestras calibradas de O. flavescens fechadas por radiocarbono de NEWIBP6 y NEWIBP7 (curvas grises), rangos de confianza del 95 % (paréntesis grises) y valores medianos de las probabilidades calibradas resultantes (círculos negros) para cada muestra. Distribución suma (curva azul superior) de distribuciones de probabilidad de radiocarbono calibradas para todas las muestras de pilas de huesos de O. flavescens ( n ​​= 10). Las barras de colores marcan el rango de probabilidad más alto (azul oscuro; rango de probabilidad del 95%) de deposición de pilas de huesos, el rango de edad de probabilidad (azul claro; rango de probabilidad del 62%) de habitación humana según lo determinado por la deposición de pilas de huesos y los eventos de incendio, y el período de Llegada europea y colonización de Isla Nueva específicamente (gris). Los ID de las muestras se indican en el borde izquierdo de la figura y se corresponden con las curvas de distribución de probabilidad adyacentes.

ABRIR EN EL VISORPara evaluar la posibilidad de una introducción humana del warrah, analizamos seis elementos 

de D. australis de un estanque estacional poco profundo en Spring Point Farm, West Falkland. Spring Point es el único lugar donde se han encontrado huesos fósiles 

de D. australis en las Islas Malvinas a pesar de las grandes poblaciones de cánidos reportadas en relatos históricos. Las Islas Malvinas están compuestas en gran parte de turba ácida, que es mala para la conservación de los huesos y puede explicar la aparente escasez de fósiles de warrah. De las seis muestras enviadas para la datación por espectrometría de masas con acelerador (AMS), solo tres produjeron suficiente colágeno para la datación (tabla S1). De estos, un diente M1 inferior arrojó la edad más antigua conocida para 

D. australis , 3396–3752 AP (3790 ± 25 

14 C AP), que es actualmente la fecha mínima de llegada del warrah a las Islas Malvinas. Las otras dos fechas 

de D. australis fueron 236–500 BP (895 ± 15 

14 C BP) y 264–511 BP (925 ± 15 

14 C BP) (tabla S1). Los isótopos de carbono y nitrógeno sugieren que los tres individuos 

de D. australis que analizamos tenían una dieta de origen marino que consistía principalmente en depredadores marinos superiores; Los valores de δ 

13 C fueron −9,6, −12,3 y −12,2 por mil (‰) ( 

Fig. 5 y tabla S1), y los valores de δ 

15 N fueron 22, 17,3 y 17,7 ‰, respectivamente. Estos valores de δ 

15 N colocan al warrah a la par de los leones marinos, lobos marinos y cetáceos, que oscilan entre 11 y 22 ‰ ( 

17 – 

19 ); normalmente, se observa un enriquecimiento del 3 al 5‰ en δ 

15 N con cada aumento en el nivel trófico ( 

20 ). Si bien estos resultados pueden ser consistentes con la recolección selectiva de basura costera, también podrían indicar una relación comensal con los humanos, que subsisten de recursos litorales como 

O. flavescens y 

E. chrysocome ( 

21 ).

Figura 5 .Proporciones de isótopos estables de carbono y nitrógeno como referencia y taxones terrestres y marinos estudiados.D. australis (silueta de cánido negro) exhibe valores de δ 15 N y δ 13 C (barras grises; tabla S1) consistentes con dietas marinas de altos niveles tróficos. Los restos de cazadores-recolectores anteriores y posteriores al contacto de Tierra del Fuego (silueta humana negra) tenían una firma trófica similar ( 38 ). Muestras de huesos de cazadores-recolectores del Holoceno medio de la región de las Pampas en el norte de Argentina (silueta humana gris) sugieren una dieta terrestre más mixta ( 40 ).

Un plan para la soberanía nacional en el Atlántico Sur y Malvinas

Un plan para la soberanía nacional en el Atlántico Sur y Malvinas

Entiendo, que las solas acciones diplomáticas destinadas a alcanzar un dialogo con el Reino Unido, la cooperación unilateral con éste o los isleños o, buscar apoyos no son suficientes para encaminarnos hacia una recuperación de Malvinas y los espacios marítimos ocupados (César Lerena “La política de cooperación argentina sobre Malvinas, 1/7/2021). Sería necesario entonces, combinar distintas acciones para que dentro de la debilidad en la que nos encontramos, podamos mejorar nuestra posición en la región, de tal modo, de comenzar a revertir una situación, donde el Reino Unido avanza cada día sobre nuestros espacios marítimos y recursos y, nosotros, no solo cumplimos a raja tabla la fórmula del paraguas sino que perdemos territorio y el control del Atlántico Sudoccidental Sur respecto a la Antártida, la plataforma continental y el paso bioceánico.
Quien no ocupa, puebla y explota sus recursos no puede sostener en el tiempo sus territorios y, un Estado que tolera la ocupación y explotación por parte de terceros, sin ejercer en plenitud su soberanía, lo hace en forma débil, dejando en evidencia su falta de fortaleza e incapacidad de imponer la voluntad como Estado independienteNo alcanza con declamar esto es mío, ya que los británicos tienen tan buena formación jurídica que jamás se dispondrán a dialogar confrontando los títulos de Argentina. No se trata entonces de la voluntad argentina de dialogar, sino del desinterés británico en hacerlo, como ha quedado de manifiesto desde la Res. 2065 (XX) de las Naciones Unidas.  
El historiador griego Polibio (208-126 a.C.) cuenta, que «los aqueos se sintieron ofendidos porque los etolios, hubieran osado entrar con tropas, sin licencia de ellos, en sus tierras», mientras los sucesivos gobiernos de nuestro país, por su parte, ni siquiera se han animado a considerar una “hipótesis de conflicto”, pese a que el Reino Unido, ocupa 1,9 millones de km2 de territorios marítimos; extrae anualmente cientos de miles de toneladas de recursos pesqueros argentinos y, tiene instalada la base misilística y naval más importante del Atlántico Sur en Malvinas y, pese a que la Carta de la Organización de los Estados Americanos (Primera Parte, Capítulo I, Artículo 1º) establece que los Estados consagran esta Organización «…para lograr un orden de paz y de justicia (…) y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia…», del mismo que la Res. 41/11 del 27/10/1986 por la cual se declaró al Océano Atlántico en la región entre África y América del Sur, como «Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur» (ZPCAS) donde se exhortó -entre otras cosas- a todos los Estados de esta área –en especial a los Estados militarmente importantes– que respeten escrupulosamente a esta región como zona de paz y cooperaciónen particular mediante «la reducción y eventual eliminación de su presencia militar en dicha región, la no introducción de armas nucleares o de otras armas de destrucción masiva y la no extensión a la región de rivalidades y conflictos que le sean ajenos». Todas cuestiones que el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (en adelante el Reino Unido) incumple.
No creo posible esperar la recuperación soberana del Atlántico Sur y Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur (en adelante Malvinas) sino ocupamos alta mar con un mayor número de buques nacionales y de la región; reducimos con ello la pesca ilegal y optimizamos la explotación del ecosistema y de los recursos en la Zona Económica Exclusiva (en adelante ZEE) Argentina y los migratorios originados en ésta en la alta mar, aparte de llevar adelante los Acuerdos necesarios, para definitivamente incorporar en forma efectiva al atlántico sur al territorio nacional. Trato de evitar caer en meros diagnósticos y, efectúo una propuesta concreta, que no pretende ser excluyente e, incluso, seguramente, debería ser perfeccionada y, soslayo algunas cuestiones que deben mantenerse en reserva por la particularidad de la cuestión en juego.
No planteó aquí un plan fundacional, en el que se desanden las buenas acciones, sino el de una nueva estrategia fundada y sostenible que la Argentina pueda llevar adelante, en la situación geopolítica en la que se encuentra y con los recursos económicos, tecnológicos, biológicos, industriales, navales, empresarios y humanos que dispone y, cuya táctica, no solo debería tener efectos en el ámbito marino sino también en el desarrollo patagónico, muy especialmente en la Provincia de Tierra del Fuego, indispensable para sostener la presencia argentina en el mar, los territorios insulares y la Antártida y, también en el cambio de hábitos de consumo que revaloricen en los argentinos los recursos del mar y, el reconocimiento e, internalizando, de que somos un país marítimo, fundamental para que podamos valorar en toda su dimensión la pérdida territorial que sufrimos.
Nada es fácil, pero, como dijera el escritor y diplomático español Diego de Saavedra Fajardo (1584-1648) que le tocó intervenir en la pérdida de posesiones territoriales de España: “hay que saber navegar con viento de proa”.

En función de ello, planteo los siguientes ejes de trabajo:

1. LA ORGANIZACIÓN NACIONAL

1.1. La Creación del Ministerio del Mar
Crear el Ministerio del Mar (del Atlántico Sur, Islas y Antártida Argentina), que entienda sobre toda práctica de extracción, explotación, investigación, tecnología, calidad, sanidad y seguridad de los recursos naturales en el Atlántico Sudoccidental y, la Antártida y, aquellos que estén  vinculados a éstos territorios, directa o indirectamente con la Plataforma Continental Argentina, la ZEE o la Alta Mar cuando se traten de recursos migratorios y/o asociados y/o que intervengan en la cadena trófica de los recursos vivos de dominio de la Argentina y que, tenga este Ministerio, como primera misión y función, la de promover la legislación aplicable para revalorizar y demostrar la vocación soberana de ocupar, explotar en forma sostenible y cuidar ambientalmente estos espacios argentinos. Esta decisión ya tiene suficientes antecedentes, como los de Francia que teniendo una ZEE Continental equivalente al 10% de la ZEE Argentina y tiene un Ministerio de este tipo.

1.2. Revisar la norma de creación y reglamentación del Consejo Nacional de Asuntos relativos a las Islas Malvinas, Georgias del sur, Sándwich del sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes (en delante Consejo Nacional de Malvinas), sus facultades e integración
Asegurar que este Cuerpo tenga como misión y función la de establecer la Política de Estado con aprobación posterior del Poder Ejecutivo Nacional y el Congreso de la Nación. Revisar toda la legislación aplicable afín a la materia e, integrarse con ciudadanos argentinos con amplio conocimiento en la materia y una disposición política probada respecto al cumplimiento irrestricto de la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional y, ello alcanza, a que las estrategias deben ser formuladas por el referido Consejo y, el funcionario que se asigne al efecto (en su caso el Secretario de Malvinas de la Cancillería Argentina) debería limitar sus acciones a las previstas en la Ley 27.558, del Decreto reglamentario 822/20 y el Reglamento Interno. Quien debe formular las políticas y no el “Coordinador” como viene ocurriendo hasta la fecha. Dar participación a los distintos sectores comprometidos con el cumplimiento de la Constitución Nacional en la elaboración de la Política de Estado.

Mar Argentino

Con el nombre de Mar Argentino se conoce al sector del Océano Atlántico Sudoccidental que cubre la porción menos profunda del margen continental argentino. Se trata de una denominación histórica y cultural, y no implica, por tanto, una referencia a los espacios marítimos de soberanía o jurisdicción de la República Argentina.

Se extiende, en términos generales, desde la boca del estuario del Río de la Plata en el norte, hasta el Banco Burdwood en el sur, y desde la costa argentina hasta el comienzo del talud. Tiene una extensión de alrededor de un millón de kilómetros cuadrados y en sus aguas se desarrolla una de las más importantes pesquerías del globo.

Es un mar litoral y epicontinental, ya que cubre parte del margen continental argentino. Se trata de la plataforma de suave pendiente que se extiende desde la costa hasta los 200 metros de profundidad, aproximadamente.

Al este del Mar Argentino, la profundidad comienza a aumentar de forma marcada a medida que el terreno sumergido cae abruptamente por un talud, recortado en ciertos puntos por profundos valles denominados cañones submarinos. El origen de estos cañones, a menudo atribuido a la acción erosiva de los ríos durante las glaciaciones cuando los océanos estaban más bajos, es todavía materia de discusión científica.

A continuación del talud se extiende la emersión continental, conformada por gruesas capas de sedimentos depositados al pie del talud. Más allá de la emersión, se extiende una inmensa llanura abisal conocida con el nombre de “Cuenca Argentina”.

Una simple descripción de la circulación de las aguas en la región, permite identificar la presencia de dos corrientes superficiales principales: la Corriente de Malvinas (fría) y la Corriente de Brasil (cálida).

En la región más cercana a la costa, se encuentran aguas de características diferentes, llamadas “aguas de plataforma”, influidas por la mezcla de las corrientes mencionadas y por los aportes de aguas de descarga del continente, por alteraciones debidas al intercambio con la atmósfera o por acción de las mareas

Intereses Marítimos | Argentina.gob.ar

Las vías de comunicación a través del mar, la explotación de las riquezas del mar y de su fondo, el empleo del mar en el orden político internacional y la protección del medio marino son los principales aspectos de lo que denominamos como “Intereses Marítimos”, integrando este concepto todas aquellas cuestiones relativas a su seguridad y desarrollo.

La Armada Argentina destaca la importancia que tienen sus extensos espacios marítimos desde 1916, cuando el entonces Capitán de Fragata Segundo R. Storni realizó unas conferencias públicas que delinearían los intereses marítimos nacionales, incluyendo tópicos como el derecho del mar, la explotación sustentable de los recursos naturales, la importancia económica de los puertos, la industria naval, la marina mercante nacional, la preservación del medio ambiente marino, la pesca, el balizamiento, el turismo y los deportes, entre otros.

En línea con este pensamiento, se sostiene que el Poder Marítimo de la nación debe apoyarse en la producción nacional, el transporte propio y el comercio, tanto nacional como internacional.

La ubicación de la República Argentina es propicia y estratégica para el desarrollo de sus intereses marítimos. El Hemisferio Sur, donde se encuentra la totalidad de su territorio, se caracteriza por ser mayoritariamente acuático; en contraste con el Hemisferio Norte, donde predomina la tierra. Una particularidad que tiene el territorio argentino, es que se extiende a través de dos continentes: el americano y el antártico; esto implica la cualidad bicontinental de la Argentina. La costa argentina, en su parte americana tiene una longitud superior a los 5.000 kilómetros de extensión. En cuanto a la superficie del mar, ésta supera los 2.800.000 kilómetros cuadrados, a los que se le suman la superficie de la plataforma continental, con lo cual pasarían a contabilizarse 4.200.000 Kilómetros cuadrados. Además, se debe considerar que más del 90 % de nuestro intercambio comercial se realiza por vía marítima y como Estado ribereño, asumimos la responsabilidad de la salvaguarda de la vida humana en el mar de una superficie que supera los 14.700.000 Kilómetros cuadrados.

Por este motivo, la Armada Argentina impulsa y defiende los intereses marítimos nacionales, protegiendo las vidas humanas en peligro a través del Servicio Nacional de Búsqueda y Rescate, contribuyendo a la fiscalización de la pesca ilegal, realizando el apoyo logístico a la actividad antártica argentina y contribuyendo en la formación de nuevas generaciones de marinos.

A pesar de esto, la República Argentina, como el resto del mundo, se enfrenta a grandes desafíos que amenazan la sustentabilidad de los océanos, reguladores del clima global. El continuo crecimiento demográfico la globalización, la revolución tecnológica y el consecuente cambio climático están generando una demanda sin precedentes de recursos alimenticios, energéticos y minerales.

Los intereses marítimos de nuestro país continúan siendo objeto e instrumentos de la Defensa Nacional. Por ello es imperativo conocer, proteger y cuidar nuestro mar, fuente de recursos y oportunidades para todos los argentinos.

La Dirección de Intereses Marítimos

La Dirección de Intereses Marítimos desarrolla y mantiene el vínculo con el conjunto de las organizaciones civiles que integran la comunidad marítima nacional.

Ello exige un nexo técnico y profesional permanente con los diversos actores que constituyen el conjunto de las actividades del sector, como ser los puertos, el transporte fluviomarítimo, la pesca marítima y la marina mercante, entre otros.

Asimismo, la Dirección participa en actividades relacionadas con la Organización Marítima Internacional (OMI), agencia especializada de las Naciones Unidas responsable de la seguridad y protección del transporte marítimo y de la prevención de la contaminación marina proveniente de los buques. En este ámbito, la Armada Argentina interviene en los debates y contribuye con la elaboración de normas internacionales.

Marina Mercante

Además de la obtención de recursos, existe un variado conjunto de actividades, asociadas a los distintos “usos” que el mar permite, y que están apuntadas al desarrollo económico y social de la población.

El transporte por agua -marítimo o fluvial- es el medio más antiguo para el movimiento masivo de mercaderías.

Su utilización, siempre creciente a lo largo de la historia, se basa en sus dos principales ventajas: la posibilidad de movimiento de grandes volúmenes de carga a bajo costo, especialmente en grandes distancias. Si se considera como ejemplo el consumo de energía, se advierte que el requerido para el transporte por agua resulta tan solo el 10% del utilizado por el transporte carretero y el 20% del utilizado por el ferrocarril. Por todo ello, en nuestros días, más del 90% del comercio internacional se realiza por agua.

Además, la utilización de embarcaciones para el transporte de personas, que había sido prácticamente reemplazado a mediados del siglo pasado por el extraordinario desarrollo de la aeronavegación, ha experimentado, en los últimos años, un notable repunte, fundamentalmente asociado al crecimiento del turismo.

El protagonismo esencial de esta actividad recae en la “Marina Mercante”, denominación con la que se define a la organización de personas y buques destinados al comercio de un país. Las flotas mercantes, incluyen una diversa gama de embarcaciones, que difieren en tamaños y características, según el propósito y el ámbito a los que son destinados.

En nuestro país, los primeros intentos de comercio marítimo desde el Río de la Plata se efectuaron a fines del siglo XVI. Por entonces, el puerto de Buenos Aires estaba muy restringido en su libertad de comerciar, en virtud de las políticas fijadas por la corona española. Sin embargo, las necesidades locales estimularon el inicio de un tráfico comercial.

Recién en 1778, ya creado el Virreinato del Río de la Plata, se promulgó en España un reglamento para el comercio libre con las Indias. La posibilidad de establecer líneas de intercambio directas y con mayor participación de países, dio lugar a un rápido incremento de buques mercantes en los puertos de Buenos Aires y Montevideo.

En 1794 se creó el Consulado de Buenos Aires. Este órgano con jurisdicción en lo comercial, y cuyo secretario fue Manuel Belgrano, autorizó el establecimiento de una Escuela de Náutica, que comenzó a funcionar en noviembre de 1799, instituto que hoy continúa formando oficiales mercantes argentinos.

Durante los primeros años de la Revolución de Mayo el comercio marítimo fue fundamentalmente dominado por extranjeros. La falta de una concepción marítima dejó en manos ajenas el comercio exterior y las explotaciones de recursos del mar que se efectuaban en la época: pesca y caza de lobos de mar y ballenas. Sólo en tráficos más cortos, como el fluvial y de cabotaje, tuvieron participación barcos nacionales.

La actividad de Luis Piedra Buena comenzó a adquirir la mayor magnitud e importancia que lo convertiría en uno de los mayores símbolos de la presencia y afirmación argentina en los mares y territorios patagónicos. En 1859, este ejemplar marino se instaló sobre el río Santa Cruz y comenzó a desarrollar una actividad comercial y exploratoria que ayudó a consolidar la soberanía argentina sobre aquellos territorios.

Entre 1931 y 1960 la Marina Mercante argentina adquiere un importante desarrollo, alcanzando su máximo esplendor hacia principios de la década del 50. A fines de 1951 ocupaba el segundo lugar en América en cantidad de toneladas, detrás de Estados Unidos. Casi cuatro quintas partes de dicho tonelaje pertenecían a empresas y organismos del Estado.

Desafortunadamente, este crecimiento no pudo sostenerse. Por el contrario, la participación de buques de bandera argentina en el comercio nacional e internacional experimentó una progresiva disminución que se extiende hasta nuestros días.

Esto último no implica que haya disminuido la importancia del transporte marítimo y fluvial. Muy por el contrario, la actividad naviera mundial ha seguido una curva de constante crecimiento y continúa proveyendo el principal modo de transporte global de cargas. En efecto, más del 80% del volumen total de cargas salen e ingresan al país por vía marítima.

Para incentivar el desarrollo de la Marina Mercante nacional, en el año 2017 se sancionó la Ley 27.419. El objeto de ésta es fomentar la integración regional en las áreas de influencia de los ríos Paraná y Paraguay; incentivar el desarrollo y crecimiento sustentable de la flota mercante de bandera nacional, mediante el mejoramiento de su competitividad y el aumento de la demanda de fletes más económicos; y consolidar la participación de la flota mercante argentina en los fletes generados por el cabotaje nacional, por los tráficos bilaterales y multilaterales, y los tráficos internacionales. Asimismo, se busca generar nuevas fuentes de trabajo. En línea para cumplir estos objetivos, a través del Decreto Nº 650/2018, la Subsecretaria de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante reglamentó los aspectos fundamentales de la citada Ley y generó la promoción de incentivos estatales.

El personal embarcado de la Marina Mercante

El Sistema Nacional de Formación y Capacitación del Personal Embarcado de la Marina Mercante se sustenta en un conjunto de instituciones de formación específica: la Escuela Nacional de Náutica “Manuel Belgrano”, la Escuela Nacional Fluvial “Comodoro Antonio Somellera”, la Escuela Nacional de Pesca “Comandante Luis Piedra Buena”, y varias escuelas de marinería.

En dichos institutos educativos se forma a la “gente de mar” en las distintas especialidades de Máquinas y Cubierta. Se los capacita para que puedan desempeñarse como tripulantes en los buques de nuestra bandera. Como consecuencia de la alta calidad de esta formación, los títulos emitidos por el sistema nacional gozan de amplio reconocimiento internacional, lo que posibilita el desempeño de nuestra gente de mar en buques de otras banderas.

En cuanto a los Prácticos, son oficiales mercantes de gran conocimiento y experiencia en la navegación marítima, habilitados para actuar como asesores de los capitanes de los buques, de modo de contribuir a la seguridad en las travesías y maniobras de ingreso y salida de puertos, en las que normalmente se incrementan los riesgos de accidentes. Los Baqueanos Fluviales, por su parte, cumplen similares funciones en el ámbito específico de los ríos.

El Convenio internacional sobre normas de formación, titulación y guardia para la gente de mar (STCW 78 enmendado) fue ratificado por nuestro país mediante la Ley Nº 22.608. Por el Decreto N° 572/94 se implementó dicho Convenio, a través del Reglamento de Formación y Capacitación del Personal Embarcado de la Marina Mercante (REFOCAPEMM), siendo la autoridad de aplicación la Subsecretaría de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante de la Nación y la autoridad de administración y ejecución la Armada Argentina.

Tipos de Buques

Carga general: Conocidos como cargueros multipropósito, transportan mercancías diversas, tanto en contenedores como a granel, e incluso pueden llevar algún pequeño tanque para cargas líquidas.

Disponen de grúas para una correcta y ágil carga y descarga. Normalmente cubren recorridos preestablecidos, por los que se los reconoce también como “buques de línea”.

Tanques: Son naves especializadas en el transporte de cargas líquidas a granel. Representan entre el 30 y el 35% de la flota mundial. Sus bodegas son tanques donde se estiba el producto a transportar, y poseen un sistema de tuberías y bombas para embarcar, distribuir y desembarcar su carga. Las características de su equipamiento responden a los productos que transportan.

Los “petroleros” transportan petróleo crudo. Necesitan de un sistema de calentamiento que haga más fluida su carga para movilizarla por medio de bombas. Los que transportan subproductos menos densos, como gas oíl o naftas, no necesitan, en cambio, de tal sistema. Este tipo de buques es conocido como “livianeros”. Una variante está constituida por los buques de transporte de aceites, los “aceiteros”.

Los “quimiqueros” cargan en sus tanques productos químicos. Poseen protección en sus tanques, bombas y tuberías para prevenir la acción corrosiva. En esta categoría se incluyen los gaseros, que transportan gases licuados. Sus tanques tienen forma de globos que se elevan sobre su cubierta.

Desde 2006, por normas internacionales, los buques tanque se construyen con doble casco para reducir los riesgos de contaminación por derrame de la carga, ante la ocurrencia de accidentes de navegación.

Graneleros: Diseñados para transportar cargas secas a granel, como minerales o cereales. Tiene una sola cubierta, bodegas sin entrepuentes y grandes escotillas.

Por lo general, no tienen grúas porque su carga se embarca y desembarca en terminales portuarias especiales, que permiten operar con gran rapidez y practicidad, reduciendo los tiempos y costos.

Sus dimensiones son variables, los más comunes en la actualidad son los denominados “Panamax”, así llamados porque sus dimensiones se ajustan a las máximas permitidas para cruzar el Canal de Panamá. Las crecientes necesidades del comercio mundial han dado lugar al desarrollo de mayores -denominados “Post-Panamax”, utilizados en tráficos que no pasan por el Canal de Panamá. En este último, por su parte, ya se han comenzado obras de ampliación que permitirán el paso de buques mayores.

Porta contenedores: A partir de los años 60 comenzó a consolidarse en todo el mundo la utilización del “contenedor” en los diferentes modos de transporte (acuático, aéreo, ferroviario o por camión). El contenedor es, en su descripción más simple, una caja metálica de medidas estandarizadas que permite almacenar una amplia variedad de cargadas en su interior. Su uso incrementó la velocidad de carga y descarga, así como la seguridad de las mercancías transportadas con grandes beneficios económicos para la actividad.

Los más utilizados en el transporte marítimo tienen una altura de alrededor de 2,6 metros y un ancho cercano a los 2,4 metros. En cuanto a las longitudes, predominan los contenedores de 6 y 12 metros de largo, conocidos respectivamente como de “20 pies” y “40 pies”.

Los buques portacontenedores son, precisamente, aquellos especializados en el transporte de este tipo de recipientes. Poseen bodegas celulares y son capaces de desarrollar altas velocidades, en relación con otros tipos de buques de carga. Los tamaños de estos buques están en continuo crecimiento.

RO-RO: Su denominación proviene del término inglés “roll-on – roll-off”. Están diseñados para el transporte de vehículos a ruedas. Para ello, poseen rampas extensibles en los extremos del buque (proa y popa), que permiten el ingreso y salida de los rodados por sus propios medios. Su aspecto se asemeja al de un gran cajón flotante.

Transportes de pasajeros: Existe una amplia gama de variedades y tamaños. Son familiares en nuestro medio los trasbordadores diseñados para viajes cortos de alta velocidad y los grandes cruceros. Las rápidas embarcaciones que cruzan el Río de la Plata son un ejemplo del primer tipo. Con velocidades de hasta 50 nudos (poco más de 90 km/h), transportan normalmente unos 400 pasajeros y cierta cantidad de automotores.

Los cruceros son verdaderos hoteles flotantes utilizados por la industria del turismo, y crecientemente presentes en el mar y puertos argentinos.

Frigoríficos: Diseñados inicialmente para el transporte de carnes, sus bodegas son cámaras frigoríficas. Los hay también para el transporte de frutas, que requieren menos temperatura. Con la aparición y desarrollo de los contenedores refrigerados, una buena parte de este tipo de cargas se ha desplazado a los buques portacontenedores, tal como se observa en nuestro medio con las frutas y pescados de exportación.

Remolcadores: Se caracterizan por su gran fuerza de empuje. Según el uso, existen embarcaciones de diferentes diseños y dimensiones. Entre otros, caben destacarse por su presencia en las vías acuáticas argentinas, los de “maniobra portuaria” y los de “empuje”.

Los remolcadores de maniobra portuaria tienen alta capacidad de maniobra en espacios restringidos. Son empleados para apoyar a buques mayores en maniobras de ingreso o salida de puerto.

Los remolcadores de empuje están diseñados para empujar a los trenes de barcazas en las vías fluviales. Es el sistema más empleado en la Hidrovía Paraguay-Paraná. Esta modalidad de transporte, de amplia utilización en todo el mundo, es especialmente apta para el transporte de cargas en zonas de muy poca profundidad y aguas calmas.

Dragas: Son embarcaciones empleadas para el mantenimiento o el incremento de las profundidades necesarias en los puertos, ríos, canales y vías de navegación en general. Poseen sistemas que permiten excavar el fondo y extraer el fango, escombros, arenas o materiales rocosos depositados en él. Los hay de distintos tipos, según sea el sistema excavador utilizado, que depende fundamentalmente de la dureza del material a remover.

Balizadores: Son buques -en general de mediano o pequeño porte- que, por su capacidad de maniobra y disponibilidad de grúa, sirven para la instalación y el mantenimiento de las boyas, balizas y señales marítimas y fluviales, en los canales y vías de navegación.

Embarcaciones de arena y piedra: Bajo esta denominación se agrupa un tipo de embarcaciones de poco porte, mayormente fluviales, que, por medio de sistemas adecuados, extraen por bombeo y transportan para su comercialización materiales (arena y gravas), empleados en la industria de la construcción.

Fluviales: Se caracterizan por su menor porte y calado, lo que les permite operar en el ámbito fluvial (donde los espacios para navegar son reducidos y de poca profundidad). Dentro de esta categoría se encuentran casi todas las variantes arriba descriptas, especialmente portacontenedores, graneleros, tanques y de pasajeros.

Medio Ambiente | Argentina.gob.ar

La contaminación marina es la introducción de desechos u otras materias en el mar, resultante directa o indirectamente de actividades humanas, que tengan o puedan tener efectos perjudiciales.

Tales efectos incluyen el daño a los recursos vivos y a los ecosistemas marinos, la puesta en peligro de la salud del hombre, el entorpecimiento de las actividades marítimas- incluidas la pesca y otros usos legítimos del mar-, el deterioro de la calidad del agua de mar en lo que se refiere a su utilización, y el menoscabo de las posibilidades de esparcimiento.

El desarrollo del conocimiento, y los efectos devastadores de numerosos episodios de contaminación en el mundo demostraron que tal capacidad autodepuradora es limitada, y que el cuidado de la salud del mar resulta esencial para el soporte de la vida humana. Por ello, durante las últimas décadas, la sociedad y los Estados tomaron conciencia de la necesidad de proteger el medio marino, evitando daños en el ambiente, cuyas consecuencias habrán de ser sufridas, tanto por las actuales como por las futuras generaciones de seres humanos y de las demás especies afectadas.

Más del 80% de la contaminación del mar proviene de las actividades humanas en la tierra, como las de carácter industrial, agrícola o urbano, por citar apenas las más importantes. Los impactos más graves y palpables de las descargas de los residuos sólidos y líquidos (cloacales, pluviales o de efluentes industriales), sin el adecuado tratamiento previo, se manifiestan en las zonas costeras, delicado ámbito de interface entre el mar y la tierra. Similarmente, una buena parte de la contaminación atmosférica, termina en el mar.

Aunque en menor magnitud, también las actividades humanas desarrolladas en el mar producen contaminación marina. En su funcionamiento normal, los buques y las plataformas fijas generan residuos sólidos, líquidos y gaseosos, cuyo vertido sin tratamientos implican efectos contaminantes.

Áreas Marinas Protegidas

El Mar Argentino posee una destacada biodiversidad. Se estima que en él viven miles de especies de algas, invertebrados, peces, tortugas, aves y mamíferos marinos. Algunas formas de vida son exclusivas (endémicas) de esta parte del mundo. Nuestro mar cumple además un gran número de funciones para el sustento y bienestar del ser humano, como la provisión de alimentos, la regulación de gases de efecto invernadero, la depuración de sustancias contaminantes y el turismo, entre otras.

Sin embargo, su uso no sostenible y el cambio climático son un riesgo creciente que amenaza su preservación. Es por ello que resulta prioritario adoptar medidas para conservar y utilizar en forma racional los océanos y mares para salvaguardar los recursos naturales que en ellos habitan.

A nivel internacional existen varios instrumentos que persiguen la conservación de las zonas marinas y costeras. Entre ellos se encuentran los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS), un conjunto de 17 objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos, como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Entre las metas del ODS 14 se encuentra “conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”. Otro instrumento internacional, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), establece que para el año 2020, “al menos el 17% de las zonas terrestres y de las aguas interiores y el 10% de las zonas marinas y costeras, especialmente las que revisten particular importancia para la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas, se habrán conservado por medio de sistemas de áreas protegidas administrados de manera eficaz y equitativa, ecológicamente representativos y bien conectados” (Meta Aichi 11). La Argentina asumió esos compromisos y se encuentra trabajando para alcanzar la meta de conservar al menos el 10% de sus mares para el año 2020.

Hasta el 2012, el 0.85% de la superficie marina se encontraba protegida mediante Áreas Protegidas Costero Marinas (APCM). La Argentina cuenta con 61 APCM, incluyendo parques nacionales, reservas provinciales y municipales, reservas de biósfera y sitios Ramsar, todas ellas inscriptas en el Sistema Federal de Áreas Protegidas (SiFAP).

Otra importante herramienta para la conservación son las Áreas Marinas Protegidas (AMP). Se entiende por AMP a los espacios naturales establecidos para la protección de ecosistemas, comunidades o elementos biológicos o geológicos del medio marino, incluyendo al subsuelo, los fondos y columnas marinas asociadas, que en razón de su rareza, fragilidad, importancia o singularidad merecen una protección especial para el aprovechamiento, educación y goce de las presentes y futuras generaciones.

Con el fin de alcanzar la meta mencionada, en julio de 2013, por medio de la Ley Nº 26.875, se creó el Área Marina Protegida Namuncurá – Banco Burdwood (AMPNBB), designando a la Jefatura de Gabinete de Ministros como Autoridad de Aplicación. Se trata de la primera área marina por fuera de la jurisdicción provincial y se pasó del 0.85 al 2.6% de superficie marina protegida. El AMPNBB abarca la columna de agua y el espacio bentónico (fondo marino) de la meseta submarina conocida como Banco Burdwood, situada al este de Tierra del Fuego. El AMP cuenta con una extensión estimada de 28.000 km2 y está delimitada por la isobata de 200 metros, es decir, la unión de puntos de 200 metros de profundidad.

En el año 2014 se sancionó la Ley Nº 27.037 que instituyó el Sistema Nacional de Áreas Marinas Protegidas (SNAMP), destinado a proteger y conservar espacios marinos representativos de hábitats y ecosistemas bajo los objetivos de política ambiental. En la ley se establecen las distintas categorías que puede tener un AMP que pueden ser únicas o combinadas: Reserva Nacional Marina Estricta (RNME), Parque Nacional Marino (PNM), Monumento Nacional Marino (MNM), Reserva Nacional Marina para la Ordenación de Hábitats/especies (RNMO) y Reserva Nacional Marina (RNM). En el 2017 por Decreto PEN Nº 402 se designó a la Administración de Parques Nacionales (APN) como Autoridad de Aplicación del SNAMP.

Lejos de prohibir toda actividad, la categorización favorece la conservación de la biodiversidad y del patrimonio cultural marino, la protección de especies y ambientes amenazados, la recuperación de áreas degradadas y stocks pesqueros sobreexplotados, el desarrollo del turismo y de la pesca responsable, y la estimulación del conocimiento científico.

A fines del año 2018, mediante la Ley Nº 27.490, se creó el AMP Namuncurá – Banco Burdwood II y Yaganes, triplicando la superficie protegida para la conservación de la biodiversidad marina.

Por Decreto Nº 888/19 se efectuó la adecuación del AMP Namuncurá – Banco Burdwood al SNAMP, zonificándose en una Reserva Nacional Marina y Parque Nacional Marino.

De esta forma, el SNAMP quedó conformado por la Reserva Nacional Marina, Parque Nacional Marino y Reserva Nacional Marina Estricta del AMP Yaganes, el AMP Namuncurá – Banco Burdwood I y la Reserva Nacional Marina y Reserva Nacional Marina Estricta del AMP Namuncurá – Banco Burdwood II.

La implementación de un Sistema Nacional implicó que todas las AMP estén amparadas bajo una única plataforma institucional. De este modo, además de facilitar su operatividad, se procuró superar la fragmentación que caracterizaba a la protección del entorno marino, abordándose la conservación y protección de la biodiversidad de su extenso territorio marino, desde una perspectiva integral.

La Armada Argentina, entre sus tareas y responsabilidades del contribuir a la vigilancia y control de los espacios marítimos y fluviales, cumple la función de vigilar y monitorear el tránsito marítimo y las actividades que se desarrollen en las AMP, en el marco de la Ley Nº 27.037 y el convenio de cooperación entre el Ministerio de Defensa y la Administración de Parques Nacionales.

Normas para prevenir la contaminación desde buques

Entre los órganos del sistema de las Naciones Unidas más influyentes en la materia, cabe mencionarse a la Organización Marítima Internacional (OMI). En el marco de esta organización se han dictado normas internacionales para el cuidado del medio marino:

Estas reglamentaciones han permitido progresos concretos en la reducción de riesgos de contaminación desde buques, plataformas y artefactos navales. Tal es el caso de la progresiva disminución registrada en episodios de contaminación por derrames de hidrocarburos, a pesar del sostenido aumento de la flota mundial.

Entre las más recientes problemáticas abordadas por la OMI, merece mencionarse la relacionada con la emisión de gases contaminantes y de efecto invernadero desde buques, sobre cuya reducción se está procurando avanzar mediante una nueva normativa.

En consonancia con las normas internacionales a las que nuestro país se encuentra adherido, así como las de las jurisdicciones provincial y municipal, han experimentado su proceso de actualización y ampliación. Normas tales como el “Régimen de la navegación marítima, fluvial y lacustre”, proveen un detallado abanico de reglas de cumplimiento obligatorio en las aguas nacionales, apuntadas a prevenir la contaminación desde los buques. Allí se estipulan normas para el diseño de los buques, se definen los equipos y sistemas de uso obligatorio, y se formulan instrucciones específicas para la disposición segura de los residuos sólidos, líquidos y gaseosos provenientes de la actividad naval.

argentina.gob.ar/armada/intereses-maritimos/mar-argentino